miércoles, 23 de marzo de 2011

CRÍTICOS CLARIVIDENTES

Casa de la familia Mann en Lübeck, hoy convertida en museo.
Thomas Mann basó Los Buddenbrook en la historia de su propia familia
Con la perspectiva que proporciona el paso del tiempo, resulta muy fácil decir qué escritores son los que merecen la gloria, pero no lo es tanto aventurar un juicio crítico ante una primera novela o ante un autor del que no se sabe gran cosa. Aquí es donde se echa de ver que, por más que los críticos -o los que en algún momento hemos opinado sobre los méritos de tal o cual novela- pretendan que su lectura concierne exclusivamente a la obra que reseñan, el contexto tiene un peso determinante en cómo se lleva a cabo esa lectura y, por tanto, en la opinión resultante. Es la misma dificultad que experimenta un editor al elegir el manuscrito de un autor de quien no tiene otro dato que el nombre que figura en la página inicial: ¿será el primer escalón de una brillante carrera literaria o una pieza más del engranaje editorial que termine sepultada en el almacén? Cada elección de estas produce un cierto vértigo, y así resultan más comprensibles esas anécdotas de grandes obras rechazadas por prestigiosas editoriales. Pero comprender el fenómeno no impide lamentar el resultado. Lo mismo sucede en el caso de los críticos (aunque, recordemos, el hecho de que una obra llegue a las librerías es señal de que ha pasado al menos un filtro, el del editor, en competición con otras muchas). Los propios críticos son los primeros en sacar a relucir los casos en que han acertado en sus pronósticos, mientras que las críticas negativas a obras que andando el tiempo se han convertido en clásicos quedan silenciadas. En este sentido, una cierta labor de hemeroteca depara a veces curiosas sorpresas. Vean si no un par de ejemplos.
Cumbres borrascosas es una novela que -no es extraño- escandalizó a muchos críticos. El americano Graham's Lady Magazine decía en julio de 1848 : "Cómo un ser humano puede haber intentado escribir un libro como este sin suicidarse antes de haber finalizado una docena de capítulos, es un misterio. Es una combinación de vulgar depravación y horrores desnaturalizados." Por su parte, el británico The Examiner opinaba en enero de ese mismo año: "Es este un libro extraño. No carece de evidencias de un poder considerable, pero, en conjunto, es salvaje, confuso, deslavazado e improbable; y los seres que forman parte del drama, cuyas consecuencias son de lo más trágico, son salvajes más rudos que los que vivieron en tiempos anteriores a los de Homero."
La crudeza del relato de Emily Brontë puede explicar en parte la reacción de estos críticos. Pero incluso una saga familiar mucho más apacible y "civilizada" como Los Buddenbrook de Thomas Mann mereció la desaprobación de algunos de sus contemporáneos. Al fin y al cabo, se trataba de un joven autor de 25 años, que antes de esa magna obra sólo había publicado algunos relatos que habían tenido escaso eco.
"¿Qué ha impulsado a este autor a perpetrar tamaña crueldad contra el lector? Sólo vemos una respuesta: Thomas Mann es pesimista. Quería vengarse de la Humanidad, y lo ha hecho. A sangre fría, sin corazón, a través de un largo sufrimiento de su infortunada víctima: ha escrito Los Buddenbrook. Está claro que este libro no será de los que llegan a centenarios." Esto decía la revista católica Stimmen aus Maria Laach en 1904. Unas líneas proféticas que, cuando en 1929 la Academia Sueca concedió a Thomas Mann el Premio Nobel de Literatura "principalmente por su gran novela, Los Buddenbrook", el crítico en cuestión desearía no haber escrito nunca. Riesgos de la clarividencia.

5 comentarios:

  1. Bufff... Cumbres borrascosas se llevó unas críticas demoledoras. Y lo peor es que Charlotte Brontë, para defender a su hermana tras su muerte, siguió poniendo verde la novela. Las intenciones eran buenas, pero el método parece un poco traicionero.

    Yo, sinceramente, me fio poco de los críticos "entendidos", solemos coincidir más bien poco. Me va mejor guiarme por instinto y últimamente, por las recomendaciones de blogs varios.

    ResponderEliminar
  2. El tiempo lo pone todo en su sitio...y crea los clásicos. Yo de los críticos me fío menos que de las fajas y los comentarios de las solapas. Una buena ojeada en la librería de rigor, unos comentarios en blogs afines y, ¡ala!, a comprar.
    Y es curioso que me encante Cumbres Borrascosas precisamente por ser "un libro extraño (...) es salvaje, confuso, deslavazado e improbable".

    ResponderEliminar
  3. La vedad es que a veces trato de hacer examen de conciencia y pienso ante casos como el de "Cumbres Borrascosas" o el otro día leyendo acerca de Carson McCullers, que habría hecho o dicho yo, si en vez de vivir hoy, fuera un lector de la época en que se escribieron estas obras. Con la formación moral y las convenciones sociales de entonces. ¿Me habría atrevido yo a aplaudir siglos atrás ciertos libros, o decenios atrás libros que hablaban abiertamente de homosexualidad, racismo, etc?. Siempre quiero pensar que si, pero no lo tengo tan claro en lo que a mi respecta.

    En realidad hoy en día me fio poco, poco, poco de la mayoría de críticos contemporáneos, de manera sistemática solo sigo a dos o tres. Y soy consciente de que algunos serían polémicos, pero me han descubierto algunas joyas magníficas. Es el caso de Harold Bloom. Pero luego he leido a escritores a los que admiro mucho poner como hoja de perejil a otros libros de otros autores , de los que pienso ¿pero como puede no gustarle este libro, si escribe de manera muy parecida a él?.

    En fin, un lio, cada vez me fio solo de las lecturas previas, ocasionalmente de la intuición que también me ha dado muchos placeres inesperados y de la opinión de algún que otro bloguero....

    ResponderEliminar
  4. Veo que todos coincidimos (me incluyo yo también) en fiarnos poco de las críticas a la hora de escoger nuestras lecturas. Y eso, estoy segura, porque más de una y de tres veces nos hemos llevado un chasco. O nos han gustado muchísimo libros que los críticos ponían fatal. Al final, acabamos guiándonos por amigos o por blogueros en quienes confiamos. ¿Por qué? Porque al menos sabemos que un bloguero da su oponión sincera, y no estará mediatizado por enchufismos o intereses de la publicación para la que trabaja. Esto es una actitud cada vez más extendida entre los "heavy-readers", algo que debería hacer reflexionar a las revistas y suplementos literarios. Pero no, siguen como si tal cosa.

    ResponderEliminar
  5. Al hilo de lo que dices y, por lo que yo he visto mencionado en blogs ingleses, allí por lo menos parece que muchos críticos están como enfrentados a los blogueros que escriben sobre libros, les "acusan" de no tener su formación, etc. (como si los blogueros fueran muertos de hambre, habrá de todo). Como tú dices, en la mayoría de los blogs veo más sinceridad a la hora de recomendar o no un libro. Y también más sencillez. No sé si será la "formación" de muchos críticos, pero sus escritos en muchos casos tienden a aburrirme soberanamente.

    ResponderEliminar