Con ser una las habilidades que nos parecen imprescindibles, leer es también una habilidad que se adquiere sólo a través de un cierto esfuerzo, que precisa un aprendizaje. En la alfabetizada Europa* -otra cosa sería en el Tercer Mundo- ya casi nadie recuerda cómo era vivir sin saber leer. ¿Se imaginan que todas esas puertas, todos esos mundos que le debemos a la literatura hubiesen permanecido cerradas? ¿Un mundo sin letras, o donde las letras no quieran decir nada? Estremecedor. El capítulo inicial del libro de Charles Dantzig, ¿Por qué leer? (mi agradecimiento a Librosfera por el enlace), con su reivindicación de la lectura como pasión, me ha transportado a mis propios inicios lectores. Como Dantzig, yo también iba a una escuela que creía que a los niños no hay que enseñarles a leer demasiado pronto. Como él, también molestaba constatemente a mis padres preguntando una y otra vez qué querían decir esos signos, impaciente por poder descifrarlos. Más allá de algunas imágenes de la cartilla donde aprendíamos a juntar letras (que seguía la vida cotidiana de un niño y una niña, eso aún lo sé; resultaba frustrante porque era todo muy elemental, las palabras debían ser necesariamente cortas) y del viejo y paciente profesor que nos guiaba en esa labor, mi recuerdo más vívido sobre el aprendizaje de la lectura corresponde al momento en que pude abrir un libro yo sola y entender lo que decía. ¡Pura magia! A partir de entonces, empezó una carrera frenética por devorar todo lo que había a mi alcance, una carrera que sigue hasta hoy. Aún puedo verme perfectamente en el salón de mi casa, escondida detrás del sillón orejero -no es que me impidieran leer, pero a los adultos suele inquietarles que los niños pasen muchas horas sumergidos en esa actividad, como cuenta muy bien Dantzig; de ahí que yo necesitase practicarla con cierto disimulo- leyendo en voz baja hasta quedarme con la garganta seca. Como todos los niños, en aquellos comienzos no había aprendido aún el arte de la lectura silenciosa, eso vendría después. Como vendrían tantos descubrimientos maravillosos, tantos libros a los que les debo saber, emoción, reflexión. Pero nunca nada comparable a aquel deslumbramiento de mis primeras lecturas.
*Nos parece muy natural, pero de vez en cuando conviene recordar que en España a principios del siglo XIX sólo un 10% -sí, han leído bien- de la población sabía leer y escribir.
*Nos parece muy natural, pero de vez en cuando conviene recordar que en España a principios del siglo XIX sólo un 10% -sí, han leído bien- de la población sabía leer y escribir.
Yo también he leido a Dantzing..tengo pendiente el post de libros endanados. Me ha gustado en muchas cosas, en otras me ha parecido un poco pedante y muyyy francés.
ResponderEliminarYo, en cambio, no recuerdo un inicio lector voraz: me gustaba leer y la afición fue creciendo poco a poco. Mi primerísima infancia lectora la asocio muy especialmente a TINTÍN y ASTERIX (sigo leyendo TINTÍN con frecuencia: la semana pasada, sin ir más lejos, OBJETIVO: LA LUNA y ATERRIZAJE EN LA LUNA)
ResponderEliminarxG
Más que el momento en que descubrí el placer de la lectura, recuerdo sobre todo el modo en que era capaz de absorberme. Aun rodeado de familia y con la televisión encendida, mi mundo quedaba reducido a lo que contaban las páginas. Ninguna otra cosa existía fuera de ellas. Era como habitar un planeta distinto del que me separaba una leve película de significado al alcance de cualquiera, pero que sólo yo parecía estar dispuesto a traspasar. Una de las razones por las cuales leía y sigo leyendo.
ResponderEliminarCuando empecé a ir a la escuela ya sabía leer -otra niña y yo. También tengo un recuerdo borroso de una cartilla de lectura en casa.
ResponderEliminarY también tengo el recuerdo de visitar ya bien enana la biblioteca -los cajones de los ficheros con todas aquellas cartulinas me fascinaban. Incluso jugaba a ello en casa.
El libro tengo que buscarlo y, por supuesto, leerlo.
Yo ya fui al colegio sabiendo leer así que pasaba las cartillas a toda velocidad. Mi madre es una gran lectora así que era ella la que me compraba libros y aconsejaba a los demás sobre qué libros regalarme.
ResponderEliminarYa me atraía el libro pero ahora seguro que lo leeré. Por cierto, estoy leyendo ahora la biografía de Montaigne que comentaste y cuando la acabe, empezaré con los Ensayos.
Moli, debo decir que del libro de Dantzig sólo he leído el capítulo inicial, el del link. Esperaré a ver qué dices en tus libros encadenados para decidir si sigo con él.
ResponderEliminarxGaztelu, para mí también los Tintines siguen siendo una lectura deliciosa. En mi infancia, me parecían novedosos y exóticos. Ahora los encuentro de lo más tieno. Y me sigue admirando la pericia del dibujante.
Juan Manuel, ese olvidarse del mundo exterior para sumergirse en la lectura es una de las cosas mejores que tiene. Hay quien dice que la nueva generación de lectores digitales, acostumbrados a estar siempre conectados y a saltar de una a otra pantalla, está perdiendo esa facultad. Sería una verdadera lástima.
Lammermoor, yo creo que no visité una biblioteca hasta los doce o trece años. Claro que entonces había muchas menos que ahora. Me fascinó la idea de que podía pedir cualquier libro y me lo dejaban. Bueno, sigue fascinándome.
littleEmily, como he dicho en un comentario anterior, no he leído el libro de Dantzig completo, aunque por lo que he podido ver, promete bastante. Espero que te guste el de Montaigne, ya me contarás.
De manera similar a varios ortos de los contertulios que han opinado, yo no recuerdo "ná de ná" de cuando empecé a leer. Creo que el primer recuerdo es cuando empecé a devorar comics de todo tipo a marchas forzadas. Superhéroes, Tintin, Asterix, Superlopez, 13 rue del percebe.... De ahí a la biblioteca (de "Circulo de Lectores") de mi padre y ahi ya se disparó la cosa. Es curioso que al leerte me he puesto a pensar y no logro recordar nada de nada de lo que fue aprender a leer. En cambio me ha fascinado observar el proceso de aprendizaje en mis dos hijas. En ambas ha sido una eclosión, de no saber nada a casi sin solución de continuidad ser capaces de recitar del tirón toda la cartilla.
ResponderEliminarSobre mi aprendizaje de lectura no recuerdo absolutamente nada, pero sí que tengo esos nuevos recuerdos que uno tiene cuando intenta enseñar a leer a hijos o sobrinos. Es como vivir una segunda infancia.
ResponderEliminarSí que recuerdo intentar leer con una linterna, porque compartía habitación con mi hermano, y uno en estos casos siempre termina sin demasiado acuerdo sobre la cuestión de apagar la luz.
Me alegra de ver el link a sfer (sílvia), la conozco y es una chica muy divertida y muy inteligente.
V.
Oscar, es que los recuerdos van ligados a las emociones. Seguramente para ti, por lo que sea, aprender a leer no supuso una emoción tan intensa como en mi caso. A saber qué recordarán tus hijas de todo ello. Pasado el tiempo, compruebas que lo que tus hijos recuerdan de su infancia y lo que tú recuerdas de ella tampoco coinciden a menudo.
ResponderEliminarVigo, qué gracia que conozcas a sfer. Esto de los blogs tiene algo de gran familia, se crean conexiones inesperadas entre gente de lugares, edades y medios de lo más dispar. Muy interesante.