tag:blogger.com,1999:blog-43126683235303656302024-03-17T10:42:24.049+01:00Notas para lectores curiososComentarios, anécdotas y rarezas varias para todo tipo de bibliófagos y bibliómanosElena Riushttp://www.blogger.com/profile/12159431310736855575noreply@blogger.comBlogger551125tag:blogger.com,1999:blog-4312668323530365630.post-832626470869875902024-03-17T10:41:00.001+01:002024-03-17T10:41:46.286+01:00DICKENS, PERIODISTA<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiHwVuyMfQOKmvrCyvQ5vp_IxlX5S-dcw5EzUO5W46sdrGf4Rfhoo7GFbU9k_ZbXJEcKBCsa3Hjpjco9fx_QJ6ncw9dBHNYozbtICO9hsKr3Dk1dol3PTRpRmtiGR7EfFSdfW70046J8eYuEqbr8cWAHdwuQ-4PGN6nTdFXXKSNzodv-um1zK04yHkc22xH/s976/Dickens%20foto%20coloreada.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="850" data-original-width="976" height="279" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiHwVuyMfQOKmvrCyvQ5vp_IxlX5S-dcw5EzUO5W46sdrGf4Rfhoo7GFbU9k_ZbXJEcKBCsa3Hjpjco9fx_QJ6ncw9dBHNYozbtICO9hsKr3Dk1dol3PTRpRmtiGR7EfFSdfW70046J8eYuEqbr8cWAHdwuQ-4PGN6nTdFXXKSNzodv-um1zK04yHkc22xH/s320/Dickens%20foto%20coloreada.jpg" width="320" /></a></div><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;">Sospecho que buena parte de los lectores españoles de
Dickens se ha formado una idea totalmente errónea acerca de este gran escritor
inglés. Es verdad que, durante bastante tiempo, las
obras de Dickens tuvieron una presencia escasa en las librerías de nuestro país, limitada en
su mayoría a ediciones abreviadas dirigidas al público
infantil y juvenil. Tal vez por obra y gracia de algunas adaptaciones cinematográficas, que tienen tendencia a subrayar los aspectos más sentimentales de sus novelas, existía la convicción de que Dickens se especializaba en narraciones lacrimógenas donde básicamente había niños desgraciados que sufrían muchísimo. Me temo que hay gente que aún lo cree. Por supuesto, es muy probable que estas personas no hayan leído ninguna de sus obras, pues todas -incluso las más dramáticas- están impregnadas de un fino sentido del humor. Como otros grandes autores -Cervantes, sin ir más lejos: El Quijote es una de las obras más divertidas que se han escrito-, Dickens posee la habilidad de insertar rasgos de comicidad incluso en los pasajes en apariencia más serios.</p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgDxhrM5CYN0OXNrgu0pBIvSCJguWdyMUqPOFhna-aHYICngpP9Jeo9AgehAzK1i6Oxjfry3pd-B_VMCSSNmyHIrNdBDAvqAzrG5Hvjhbfd0J2HxQ5zxzMGkOo9qoX1YRGs1VDnW-SFi_rnP8AqEZTMApiD0-qzeTWP0fl9oSUnvMEJgtGxVjSJuEkgQpk1/s1147/Phiz.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><span style="font-size: x-small;"><img border="0" data-original-height="1147" data-original-width="1066" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgDxhrM5CYN0OXNrgu0pBIvSCJguWdyMUqPOFhna-aHYICngpP9Jeo9AgehAzK1i6Oxjfry3pd-B_VMCSSNmyHIrNdBDAvqAzrG5Hvjhbfd0J2HxQ5zxzMGkOo9qoX1YRGs1VDnW-SFi_rnP8AqEZTMApiD0-qzeTWP0fl9oSUnvMEJgtGxVjSJuEkgQpk1/w298-h320/Phiz.jpg" title="El dibujante Phiz, que colaboró estrechamente con Dickens, supo reflejar muy bien la comicidad de muchos personajes" width="298" /></span></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-size: x-small;">El dibujante Phiz, que colaboró estrechamente con Dickens, <br />supo reflejar muy bien la faceta cómica de sus personajes</span></td></tr></tbody></table><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: left;"><span style="text-align: justify;"><br /></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: left;"><span style="text-align: justify;">En fin, no es de extrañar tanto desconocimiento, ya que solo desde hace más o menos un par de décadas se ha comenzado a tratar su obra con el respeto que merece. </span></div><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;">Ciertamente, la producción de Dickens fue prodigiosa.
Sabemos que era un maníaco del trabajo y un insomne crónico, pero aun así
cuesta comprender cómo encontró tiempo para hacer todo lo que hizo. Consiguió
ser a la vez novelista, dramaturgo, periodista y conferenciante, facetas todas
que cultivó además con gran éxito. En los ratos en que no escribía, fue asimismo
filántropo, reformista político, infatigable andarín, mago aficionado, director
de escena y un montón de cosas más que me dejo. (Solo la magnitud de su
correspondencia es mareante: se conservan más de 14.000 cartas suyas, y sin
duda no son todas.) Con tantos frentes abiertos, no siempre es fácil seguirle la pista. </p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;">A pesar de que la situación ha mejorado por lo que respecta a sus novelas, (no puedo por menos que mencionar aquí las excelentes versiones que ha publicado Alba Editorial de algunas de ellas, como <a href="https://amzn.to/3IC52P4"><i>David Copperfield</i></a>) hay facetas fundamentales de este escritor que
siguen siendo muy desconocidas. </p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;">Como su ingente labor periodística: Dickens empezó
su carrera escribiendo artículos para el <i>Morning Chronicle</i> (que firmaba con el
seudónimo de Boz) y siguió practicando el periodismo durante toda su vida, llegando
a ser editor, sucesivamente, de dos semanarios, en los que siempre se incluía
algún texto suyo. Miles de artículos, en conjunto -ya hemos dicho que Dickens lo hacía todo a lo grande-, dispersos en publicaciones diversas, que los lectores que dominen la lengua de Shakespeare pueden consultar en la plataforma digital <a href="https://www.djo.org.uk/">Dickens Journals Online (DOJ)</a>. (Hablé de ella hace un tiempo <a href="https://notasparalectorescuriosos.blogspot.com/2013/02/dickens-y-los-sucesos-victorianos.html">en este blog</a>.) Lamentablemente, esta vertiente del escritor inglés que no estaba, hasta ahora, al alcance del lector español. </p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;">Por ello, saludamos con alborozo la publicación del libro <i><a href="https://amzn.to/4ckAXkt">Pasiones públicas, emociones privadas</a></i>, que reúne una acertadísima selección de sus escritos periodísticos. La edición y traducción corre a cargo Dolores Payás, quien no solo ha impuesto un orden temático a los textos, sino que proporciona una introducción a cada uno de los apartados. Y lo hace además, con la misma pasión y la misma vitalidad que el propio Dickens muestra en sus artículos, en perfecta sintonía con ellos. Ha conseguido, asimismo, verter estos textos al castellano -todo un reto- con una prosa tan fresca y fluida que nos parece como si se hubiesen escrito ayer. Algo muy pertinente, dado que muchas de las lacras sociales que Dickens denuncia son sospechosamente parecidas a las que aún hoy padecemos. </p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;">Leyendo esta espléndida edición, sentimos que Dolores Payás ha sido en cierto modo abducida por Dickens (difícil resistirse a su encanto). Como ella misma confiesa en su epílogo: </p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;">"Mis largas sesiones con Dickens han estado presididas por una pasión y una intensidad fuera de lo común. Cualquier intento de mantener una distancia de seguridad ha resultado vano. Dickens es uno de esos autores que se te mete bajo la piel, y luego no hay modo de hacerlo salir de ahí. Un claro fenómeno de posesión (demoníaca, angelical)."</p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi6u_fpaShQcKrzZty5rFyFDpIz2cao6WlVahMZSyb2UBRIntiV6-_k8LWPyViq-ZQh0LTBOfTRYx2X3_52rsf7q1C1jjYJjKMQdcOi08EZeIznCo3hxCC0ENcmGTb8YfABXWPRq-LaM7nSLrYQy1gEa6PF5GnLTudwyhuymzl68RLePLMakLYgBa_z3SpB/s1536/x96_CobDickens-1015x1536.jpg.pagespeed.ic.h1qvLgFRIr.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1536" data-original-width="1015" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi6u_fpaShQcKrzZty5rFyFDpIz2cao6WlVahMZSyb2UBRIntiV6-_k8LWPyViq-ZQh0LTBOfTRYx2X3_52rsf7q1C1jjYJjKMQdcOi08EZeIznCo3hxCC0ENcmGTb8YfABXWPRq-LaM7nSLrYQy1gEa6PF5GnLTudwyhuymzl68RLePLMakLYgBa_z3SpB/s320/x96_CobDickens-1015x1536.jpg.pagespeed.ic.h1qvLgFRIr.jpeg" width="211" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;">Si todo lo dicho anteriormente no bastase para recomendar vivamente este libro, sepan que Dolores Payás ha sido también traductora de otro autor muy querido en este blog, Patrick Leigh Fermor. Por si fuera poco, lo conoció personalmente e incluso vivió una temporada en su casa de Mani; a partir de esta experiencia, ha escrito un librito donde traza un delicioso retrato de este autor, <i><a href="https://amzn.to/4cgNZj7">Drink Time!</a> </i>Una celebración de la vida, de la amistad, de la literatura. </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjKk8UQZZzYjAc0aAp56l36U5eT6b55ZayhiMeXE_ZoEF2Q_khnAnf8hhMYq2Z2nCd8PM9sjVyT-qj9pW6EPCzb0EbZUPexZW5T2t_-yuln6II1JX_JAhNYQqZHmgxSnOSilEEql8Nr0dqF0hWxCkLc1QKXa40fKvXegNe0mw4CBbYbIimnQ9tAntzoXoF9/s1386/Drink%20Time_.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1386" data-original-width="1000" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjKk8UQZZzYjAc0aAp56l36U5eT6b55ZayhiMeXE_ZoEF2Q_khnAnf8hhMYq2Z2nCd8PM9sjVyT-qj9pW6EPCzb0EbZUPexZW5T2t_-yuln6II1JX_JAhNYQqZHmgxSnOSilEEql8Nr0dqF0hWxCkLc1QKXa40fKvXegNe0mw4CBbYbIimnQ9tAntzoXoF9/s320/Drink%20Time_.jpg" width="231" /></a></div><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></p>Elena Riushttp://www.blogger.com/profile/12159431310736855575noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4312668323530365630.post-808026319845163812024-02-09T19:36:00.001+01:002024-02-09T19:36:09.016+01:00DINOSAURIOS Y OTRAS CURIOSIDADES<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEig6YovFMDR-v1hY4UMkHvI1pDAC-mx1lkbdQIF8yISOXxKFi3ZYcMGg7RYgwOqPrxeccRc7cABxsKWKBe4rIak3__Hob6i20LvWmfEste3FZOeDBEQbDQR10IvXMOo6fThO6oWozVMm8kNjYX86TEniMVTD73Dpp1ceJm8eUxUb3JsL3JrzPUPdCr860KF/s1280/varias-especies-de-dinosaurios_eb6c2c7e_1280x691.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="691" data-original-width="1280" height="212" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEig6YovFMDR-v1hY4UMkHvI1pDAC-mx1lkbdQIF8yISOXxKFi3ZYcMGg7RYgwOqPrxeccRc7cABxsKWKBe4rIak3__Hob6i20LvWmfEste3FZOeDBEQbDQR10IvXMOo6fThO6oWozVMm8kNjYX86TEniMVTD73Dpp1ceJm8eUxUb3JsL3JrzPUPdCr860KF/w393-h212/varias-especies-de-dinosaurios_eb6c2c7e_1280x691.jpg" width="393" /></a></div><p style="text-align: justify;">Como le ha ocurrido a tanta gente, hubo una época en que viví fascinada por los dinosaurios. No sé bien si oí hablar de ellos por vez primera en la serie <i>Los Picapiedra</i>, con sus simpáticos dinosaurios domesticados -recuerdo bien uno que hacía las veces de aspirador- o si ya antes estos seres de fábula habían hecho irrupción en mi vida, quizás a través de enciclopedias o de algunas de aquellas series de cromos que aspiraban a convertirnos a todos los niños en coleccionistas. </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgwpRuf5Bs0IvcxkC3n0gYfitzQxwCGRPvRzOJGCwnXd3MS2J8RaPvxi8KitmGX8iI-JrBqDQR5JyzFk9k7qcZXgo5-Ra-X7Wx2mY8Ki18DsyAJgSM2Q-mu3LD3BnOYABS6ABQO2xyXfa7-rOwBCYSPSe-HFie3q1TxFoW9ce8a7VpYPNaPt6CkXQgFZg0_/s1014/the-flinstones-cartoon-1014x570.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="570" data-original-width="1014" height="180" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgwpRuf5Bs0IvcxkC3n0gYfitzQxwCGRPvRzOJGCwnXd3MS2J8RaPvxi8KitmGX8iI-JrBqDQR5JyzFk9k7qcZXgo5-Ra-X7Wx2mY8Ki18DsyAJgSM2Q-mu3LD3BnOYABS6ABQO2xyXfa7-rOwBCYSPSe-HFie3q1TxFoW9ce8a7VpYPNaPt6CkXQgFZg0_/s320/the-flinstones-cartoon-1014x570.jpg" width="320" /></a></div><br /><p style="text-align: justify;">En cualquier caso, eran unos seres míticos: tan extraños, tan grandes y, sobre todo, tan extintos. Unas características que les conferían, al menos en mi imaginario, un aura casi mágica. Hasta llegué a aprenderme muchos de sus complicados nombres científicos, que eran ya de por sí evocadores: <i>Triceratops, Iguanodonte, Diplodocus, Arqueopteryx, Tiranosaurios. </i>Sigo acordándome de estos y muchos más. </p><p style="text-align: justify;">Aunque mi interés infantil por estos animales se fue desvaneciendo, de vez en cuando estas criaturas iban reapareciendo en mi radar. <a href="https://amzn.to/4bwuzWW">Ray Bradbury</a> me regaló un cuento maravilloso, <i>El ruido de un trueno</i>, en el que un safari en el tiempo acaba francamente mal por culpa de un tiranosaurio (el cuento se publicó originalmente en 1952, aunque yo lo leí bastante más tarde en castellano). Después de eso, <i>Jurassic Park</i> me pareció bastante decepcionante. </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgQXNp9ukHwKwNasx5aSXvIdqanV6jl5RIJcRzSZnpGHGj5y8cYConXK7gkXRKIRMncapKttiJHtbhAZs4GBde1S2Ixai_G2CWBe5qae-Jl2P51q-VZPj58_AnC4jBdJCUYDegg2YtZfpDf1hwKSTcSBVNAL0IP8xhPWseX8zhfCbd3ORw-nWEV5hCh-Fej/s721/Rudio%20de%20un%20trueno.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="721" data-original-width="500" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgQXNp9ukHwKwNasx5aSXvIdqanV6jl5RIJcRzSZnpGHGj5y8cYConXK7gkXRKIRMncapKttiJHtbhAZs4GBde1S2Ixai_G2CWBe5qae-Jl2P51q-VZPj58_AnC4jBdJCUYDegg2YtZfpDf1hwKSTcSBVNAL0IP8xhPWseX8zhfCbd3ORw-nWEV5hCh-Fej/s320/Rudio%20de%20un%20trueno.jpg" width="222" /></a></div><p style="text-align: justify;">Luego, gracias a la novela de <a href="https://amzn.to/49p2Qpe">Tracy Chevalier <i>Las huellas de la vida</i> </a> supe de la existencia de dos mujeres apasionadas por los fósiles que a principios del siglo XIX y descubrieron uno de los primeros ejemplares de ictiosaurio (esto era antes de Darwin, por lo que el mundo científico se inclinó a dudar de que un animal así hubiese existido). Por cierto que los victorianos -precursores en tantas cosas- sintieron una singular atracción por estos "grandes lagartos fósiles" y con motivo de la primera Exposición Universal, celebrada en Londres en 1851, construyeron unas enormes réplicas de dinosaurios, tan grandes que incluso se podía entrar en ellas y tomar el té dentro. Insuperable. </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiCNqI_uzRcReS2tMQvsuAiLSf908ZV-RyFmfkUgSipVOJBOlbtrafDqio4HWQMIMKcr24ugXUZIXGVX0nqpxipmSTo1RxDCnwoTEd_T_Oy6ipGsMg3xJEVL-YfWvqI1owrIzm5ZQ98S-9vVI9ItQFmwaxyDjWeCX8D7KWI6IIB3UNPyEw5xc_FGJqPyxbl/s934/Crystal%20palace%20y%20dinosaurios.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="614" data-original-width="934" height="259" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiCNqI_uzRcReS2tMQvsuAiLSf908ZV-RyFmfkUgSipVOJBOlbtrafDqio4HWQMIMKcr24ugXUZIXGVX0nqpxipmSTo1RxDCnwoTEd_T_Oy6ipGsMg3xJEVL-YfWvqI1owrIzm5ZQ98S-9vVI9ItQFmwaxyDjWeCX8D7KWI6IIB3UNPyEw5xc_FGJqPyxbl/w396-h259/Crystal%20palace%20y%20dinosaurios.jpg" width="396" /></a></div><div style="text-align: center;"> <span style="font-size: x-small;"> El Crystal Palace, sede de la Exposición, al fondo,</span></div><div style="text-align: center;"><span style="font-size: x-small;"> y los gigantescos dinosaurios en primer plano. Toma parque temático.</span></div><p style="text-align: justify;">Pero, aparte de estos atisbos de esas "criaturas extraordinarias" (así se titula en inglés la novela de Tracy Chevalier, <i>Remarkable Creatures</i>) yo seguía anclada en mis recuerdos de infancia sobre ellas e ignorante de los últimos avances de la paleontología. Por eso puedo decir que una de las cosas más extraordinarias que me han ocurrido últimamente es enterarme de que los pájaros son dinosaurios. Al principio, pensé que se referían a que las aves descienden de los dinosaurios. Al fin y al cabo, en esta larga cadena de la evolución, todos descendemos de casi todos. Error. Como he podido saber gracias a un interesante y para mí esclarecedor <a href="https://www.march.es/es/madrid/conferencia/vuelo-dinosaurios-hermanos-wright-ii-vuelo-primeras-aves">ciclo de conferencias de la Fundación Juan March</a>, las aves <b>son</b> dinosaurios, los únicos de su especie que no se extinguieron y siguen presentes desde aquellas lejanas eras geológicas. Recomiendo encarecidamente que las vean si sienten algún interés por el tema.</p><p style="text-align: justify;">Me gustan los pájaros, disfruto de sus trinos, de su vuelo, de su colorido. Pero reconozco que hay a veces algo inquietante en ellos (Daphne du Maurier y Hitchcock supieron traducirlo muy bien). A partir de ahora, creo que miraré a las palomas con otros ojos. ¡Dinosaurios!</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiVibCuqVCp7vLlfmYLc6GAxm8QDM1w93Dgu8uG4LKrQqBQM0wPpcfVBeW6bwwvpf4n0OYu_lrWo9AK0AcEpJUj9LbejfZHMHE45y8h2dI0OkWsicXQZhBiFpTF3jMLj3KgCs4p3fhIhKn7UOKVmP_2cK9pJIeMkWziM_pVFT6060HOmbx6KccgjcwFBFhw/s352/Los%20p%C3%A1jaros.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="352" data-original-width="250" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiVibCuqVCp7vLlfmYLc6GAxm8QDM1w93Dgu8uG4LKrQqBQM0wPpcfVBeW6bwwvpf4n0OYu_lrWo9AK0AcEpJUj9LbejfZHMHE45y8h2dI0OkWsicXQZhBiFpTF3jMLj3KgCs4p3fhIhKn7UOKVmP_2cK9pJIeMkWziM_pVFT6060HOmbx6KccgjcwFBFhw/s320/Los%20p%C3%A1jaros.jpg" width="227" /></a></div><br /><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><br /></p>Elena Riushttp://www.blogger.com/profile/12159431310736855575noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-4312668323530365630.post-19083870073696564762024-01-08T19:03:00.001+01:002024-01-08T19:03:21.278+01:00POR QUÉ HAY QUE LEER A WILKIE COLLINS<p style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEinmJvf3dc3gB-nHODSUBlziTak_IgTbZ5BHH3SIbReWYOTkcjJh1LqIwdkdcy0qb-OigCJq60fRhPH9TvXdXURqOgVcmt2xOT7txImquZ0ftPJPup5I6MZC8BZ_1EY2ZxsULoRs3JnKwspKWZkJhIV4C7_BWe5HRd01UfJ6n8UKd8kJm4fmrqeDTiuVk6Q/s1789/Wilkie_Collins_by_Cundall,_Downes_&_Co_(cropped).jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1789" data-original-width="1200" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEinmJvf3dc3gB-nHODSUBlziTak_IgTbZ5BHH3SIbReWYOTkcjJh1LqIwdkdcy0qb-OigCJq60fRhPH9TvXdXURqOgVcmt2xOT7txImquZ0ftPJPup5I6MZC8BZ_1EY2ZxsULoRs3JnKwspKWZkJhIV4C7_BWe5HRd01UfJ6n8UKd8kJm4fmrqeDTiuVk6Q/s320/Wilkie_Collins_by_Cundall,_Downes_&_Co_(cropped).jpg" width="215" /></a></div><br />Durante buena parte de mi vida lectora ignoré que existía un autor llamado Wilkie Collins. En mi infancia y juventud había oído hablar de Dickens, primero (circulaban por ahí adaptaciones para niños de algunas de sus novela, y por supuesto la <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Oliver_(pel%C3%ADcula)">película musical de <i>Oliver Twist</i></a> me impresionó debidamente); más adelante, asomaron las Brontë en mi panorama lector (aunque solo las dos mayores; de Anne, ni rastro por entonces). <p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg4eoyskAwP4kND0wvRditep4Liz6zM3fJzv9ebO2KoDp39U5F2OfI87be_GEI1nr9isClpmc3EriFiXY-2nl-FESaDjHMZSt0vm_RdpH-NzEqVNZwid4OkjibY-1pOmvbdhG7nWcIRkEcHdNtf5zAe47II3X2XR7HWAq1m085Mbs62tL__HSby6MNOYnXU/s346/Oliver!_(1968_movie_poster).jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="288" data-original-width="346" height="266" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg4eoyskAwP4kND0wvRditep4Liz6zM3fJzv9ebO2KoDp39U5F2OfI87be_GEI1nr9isClpmc3EriFiXY-2nl-FESaDjHMZSt0vm_RdpH-NzEqVNZwid4OkjibY-1pOmvbdhG7nWcIRkEcHdNtf5zAe47II3X2XR7HWAq1m085Mbs62tL__HSby6MNOYnXU/s320/Oliver!_(1968_movie_poster).jpg" width="320" /></a></div><p style="text-align: justify;">Pero pasaron muchos años hasta que llegué a saber que había otro autor victoriano llamado Wilkie Collins. Seguramente, en mi fase de aficionada a la novela policiaca, me toparía con alguna mención a <i>La piedra lunar </i>como una de las primeras novelas detectivescas. Ni aún así me decidí a leerlo. Tenía la impresión -sin duda causada por la etiqueta de "sensacionalista" con que aparecía en algunas críticas- de que sería un autor menor. Cuando por fin lo hice, mucho tiempo después, me di cuenta de que, una vez más, me había dejado llevar por los prejuicios. </p><p style="text-align: justify;">Créanme, igual que uno no debe juzgar un libro por su cubierta -es verdad que a todos nos gustan las cubiertas bonitas, pero no todas dan lo que prometen-, no deberíamos juzgar a un autor por lo que dicen de él. Ni siquiera los críticos. O, tal vez, sobre todo no los críticos. (Hago un breve excurso para recordar que, durante mucho tiempo, estos mismos críticos consideraron las novelas de Jane Austen "literatura para señoritas"; y es bien sabido que la crítica acogió la publicación de <i>Cumbres borrascosas</i> con horror, tachándola de impía, escandalosa y muchas cosas más. Solo son un par de ejemplos entre los más notorios. Si quisiera reflejar aquí todas las veces en que las críticas, ya sean positivas o negativas, de un libro me han llevado a engaño, no acabaría nunca.) </p><p style="text-align: justify;">Pero volvamos a Wilkie Collins. Lo que (casi) nadie dice de él es que es enormemente divertido. Bueno, tampoco lo dicen de Dickens y todas sus novelas están llenas de pasajes de una extraordinaria comicidad. Por algún motivo, se diría que ser capaz de hacer sonreír -o, directamente, soltar la carcajada- al lector es algo malo, cuando es un arte extremadamente difícil, que pocos consiguen dominar con soltura. Tomemos por ejemplo <i><a href="https://amzn.to/41N3Xwx">La piedra lunar</a></i>, una obra con una intriga ingeniosa y una estructura narrativa admirable (cómo maneja Collins la sucesión de diferentes narradores es toda una lección del arte novelístico). No contento con eso, logra crear uno de los personajes más divertidos de la literatura moderna, en la figura del mayordomo, el señor Betteredge, absolutamente memorable. </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj-LViO3ClKl1kLbeQXnF7BeqSgu_k9PfYIzWoHTlanzD3mgvGZHM7EhznspZmoF_lTPMemuoPsbXRItUmxwNMMlU659ex1kSmiJMg25V6xR82RPyVcG__Z77PfhFpPRTqJe2KO6hyphenhyphen-cTnBpFXSDs_DCl1PmveEpHoJEyINjM51f5M3VXj-zd2isH5W9q8n/s1000/Betteredge.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1000" data-original-width="787" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj-LViO3ClKl1kLbeQXnF7BeqSgu_k9PfYIzWoHTlanzD3mgvGZHM7EhznspZmoF_lTPMemuoPsbXRItUmxwNMMlU659ex1kSmiJMg25V6xR82RPyVcG__Z77PfhFpPRTqJe2KO6hyphenhyphen-cTnBpFXSDs_DCl1PmveEpHoJEyINjM51f5M3VXj-zd2isH5W9q8n/s320/Betteredge.jpg" width="252" /></a></div><p style="text-align: justify;">La longitud de la mayoría de sus obras fue otro de los factores que me hizo aplazar la lectura de este autor. Otro error. Es cierto, son largos, pero son tan amenos y pasan siempre tantas cosas que uno no lo nota. Tampoco resulta, como se podría pensar, trasnochado, ni "antiguo". De hecho, Collins era en muchos aspectos un avanzado a su época, y sus personajes femeninos tienen una personalidad, un vigor y una iniciativa que ya quisieran para sí muchas de las mujeres de Dickens. </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEivBxfI1OeyN3-EWJSmcmzWueFEBTgHK4oAOxTEYmDuLxREbaySd4uEWaB_TdOKRHE_FEEAcbYE8jZWdZhhr0afYPp6IRghyphenhyphen_JuW3asMYRosAEQtLR2G9v3CAe64NvoN0C8Q2hJr0KCLi-ipV3jG8aZyC2U9-9MuvhbejeLJWvu0Z2wd7WiuEY4IAvyJdYS/s2560/La-mujer-de-blanco-scaled.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2560" data-original-width="1861" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEivBxfI1OeyN3-EWJSmcmzWueFEBTgHK4oAOxTEYmDuLxREbaySd4uEWaB_TdOKRHE_FEEAcbYE8jZWdZhhr0afYPp6IRghyphenhyphen_JuW3asMYRosAEQtLR2G9v3CAe64NvoN0C8Q2hJr0KCLi-ipV3jG8aZyC2U9-9MuvhbejeLJWvu0Z2wd7WiuEY4IAvyJdYS/s320/La-mujer-de-blanco-scaled.jpg" width="233" /></a></div><p style="text-align: justify;">Por si aún no se han convencido de que deben leerlo, un par de cosas más: hoy, 8 de enero, se cumple el 200 aniversario de su nacimiento. ¿Qué mejor homenaje que empezar una de sus novelas? Si no saben por dónde empezar, <a href="https://www.theguardian.com/books/2024/jan/08/where-to-start-with-wilkie-collins?CMP=twt_books_b-gdnbooks">este artículo del Guardian</a>, escrito por <a href="https://www.maeva.es/colecciones/misterio/pack-elly-griffiths">Elly Griffiths</a> (léanla a ella también), proporciona algunas pistas. Y, finalmente, Alba Editorial <a href="https://www.albaeditorial.es/clasicos/alba-clasica-maior/la-mujer-de-blanco/">anuncia la publicación de <i>La mujer de blanco</i></a> en una nueva traducción, de Miguel Temprano. No lo duden: léanlo, me lo agradecerán. </p>Elena Riushttp://www.blogger.com/profile/12159431310736855575noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-4312668323530365630.post-10274835659795172002023-12-19T19:19:00.005+01:002023-12-19T19:19:47.748+01:00MIS LIBROS DE 2023<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj89vf84cMix1gD4kHemHCmRmTMnwdHmdq1qHlo38VNFj-0GMWTcmMg1QyEtOVhsRy5LHvrClRvAJviiJFiY7r-4LnwyqF87HIQGnhJrGreAE-V1IsJiiwqWCsWRCi55WPn4qAdelllnCQywHeLIOUwa7hPQzBDTPg5cpegpy_w8H2Ld2LY725qr_uYghjj/s967/Christmas_with_the_Yule_Log,_Illustrated_London_News,_23_Dec_1848.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="967" data-original-width="799" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj89vf84cMix1gD4kHemHCmRmTMnwdHmdq1qHlo38VNFj-0GMWTcmMg1QyEtOVhsRy5LHvrClRvAJviiJFiY7r-4LnwyqF87HIQGnhJrGreAE-V1IsJiiwqWCsWRCi55WPn4qAdelllnCQywHeLIOUwa7hPQzBDTPg5cpegpy_w8H2Ld2LY725qr_uYghjj/s320/Christmas_with_the_Yule_Log,_Illustrated_London_News,_23_Dec_1848.jpg" width="264" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: x-small;">Muy a favor de estos Father Christmas </span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: x-small;">victorianos, vagamente inquietantes. </span></div><p style="text-align: justify;">¡Ho, ho, ho! Ya llegó otra vez esa época del año en que todo el mundo insiste en que nuestras Navidades serán más felices si compramos sus productos. ¿Vas a regatearles un poco de felicidad a tu familia y amigos? Compren, compren... y nos bombardean con sugerencias para todos los gustos y todas las ocasiones. Y, cómo no, llegan también las listas de "los mejores libros del año". Listas por todas partes y para todos los gustos. Listas que, por supuesto, esconden un reclamo publicitario. Compren, compren... </p><p style="text-align: justify;">Ya ven, es difícil resistirse a tanta presión ambiental, así que aquí estoy, tratando de confeccionar mi lista. Eso sí, les prometo que será modesta, porque cuando veo eso de "los 100 mejores libros" me empiezo a marear. Aparte de que, ¿esos señores que decretan cuáles son los "mejores libros" del año, los habrán leído todos? Sospecho que no. A diferencia de ellos, puedo asegurarles que yo SÍ habré leído las obras que incluya en mi lista, aunque, para variar, casi ninguna sea estricta novedad. Hasta hay alguna -y muy destacada- que tiene más de un siglo de antigüedad. Sin embargo, por los buenos libros no pasan los años. </p><p style="text-align: justify;">Y es que, para encabezar mi lista no he de hacer ningún esfuerzo: de lejos, mi mejor lectura de 2023 ha sido <a href="https://amzn.to/41t89l0"><b><i>Guerra y paz</i></b></a>, de Lev Tolstói, en la maravillosa versión de Joaquín Fernández-Valdés (que, con todo merecimiento, <a href="https://publishersweekly.es/joaquin-fernandez-valdes-premio-de-traduccion-esther-benitez/">recibió el Premio Esther Benítez</a> por esta traducción). </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgi_VU1xmP9Dqh0e13IDFBckPJ8Cg47qPh0MUEyfgK4tuFMDuUPObCjCEwKqYHXVolm38NF3rPiToM_ReO01fgNQCrxgYkJ62uOz1LxDGVnB0GwauO4x4-kjWOS3GrZDiwKVQ9pSjMUJ58UeLopSkT1uqckdQDEOHOfQj0SQhex1DcafMOpkfVF5IdGQHlF/s1500/Guerra%20y%20paz.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1500" data-original-width="1090" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgi_VU1xmP9Dqh0e13IDFBckPJ8Cg47qPh0MUEyfgK4tuFMDuUPObCjCEwKqYHXVolm38NF3rPiToM_ReO01fgNQCrxgYkJ62uOz1LxDGVnB0GwauO4x4-kjWOS3GrZDiwKVQ9pSjMUJ58UeLopSkT1uqckdQDEOHOfQj0SQhex1DcafMOpkfVF5IdGQHlF/s320/Guerra%20y%20paz.jpg" width="233" /></a></div><br /><p style="text-align: justify;">No sé cómo se las ingenia el célebre conde, pero este es uno de esos libros que uno no lee, sino que los vive. Desde la primera página, estás ahí, en los salones y en las batallas, acompañando a todos sus personajes, sufriendo y amando con ellos. ¿Que es largo, dicen? No lo suficiente, se lo aseguro, porque al acabarlo una desearía que tuviese mil páginas más. </p><p style="text-align: justify;">La verdad es que, tras recomendar calurosamente este monumento de la literatura, casi podría dejarlo aquí. Si me hacen caso, con esto ya tienen lectura para unos meses. Pero, como no todo en nuestra vida lectora han de ser magnas obras, ahí va mi segunda recomendación, en un registro muy distinto. </p><p style="text-align: justify;">Se trata de <a href="https://amzn.to/470slvC" style="font-style: italic; font-weight: bold;">La autopista Lincoln</a><i style="font-weight: bold;">, </i>la tercera novela del norteamericano Amor Towles; sí, yo también desconfié de un autor con este nombre, que más parece el seudónimo de una escritora romántica, pero es un escritor serio, graduado en Yale y aficionado al jazz; por encima de toda sospecha, pues. Este autor, que ya nos había proporcionado muy buenos ratos con su obra anterior, <i><a href="https://amzn.to/41C13KX">Un caballero en Moscú</a>, </i>abandona aquí la Rusia revolucionaria para llevarnos a un recorrido por su Estados Unidos natal. Se trata de una novela llena de personajes curiosos, entretenida, simpática, ideal para levantar el ánimo. Una lectura perfecta, diría yo, para esos meses mustios de enero y febrero en que una no tiene ganas de nada. </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjLhv6p7b0ViRURlPi0vxaFZZQv2Tt7Lz7sNfpUG70Vg7S4Y_cpdF9GATjiA5vOvslBADDjReeQy8sW9tSRREPmwod5h_b5AlIJrYIEeQAm_kJYucP86Iup0nWDVzr2Mt2kNEVvC-hgQ5PXB5cXFOh2KIa8FYR9h5WfJKFO2QlJ5aczcvYs5AdXesIThKHE/s1500/Autopista%20Lincoln.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1500" data-original-width="991" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjLhv6p7b0ViRURlPi0vxaFZZQv2Tt7Lz7sNfpUG70Vg7S4Y_cpdF9GATjiA5vOvslBADDjReeQy8sW9tSRREPmwod5h_b5AlIJrYIEeQAm_kJYucP86Iup0nWDVzr2Mt2kNEVvC-hgQ5PXB5cXFOh2KIa8FYR9h5WfJKFO2QlJ5aczcvYs5AdXesIThKHE/s320/Autopista%20Lincoln.jpg" width="211" /></a></div><br /><p style="text-align: justify;">Y, para contrarrestar las luces y el espumillón que nos rodean, nada mejor que una lectura un tanto inquietante: <i><b><a href="https://amzn.to/3RPK9VR">El ocupante</a></b></i>, de Sarah Waters (en este blog somos muy partidarias de las lecturas tenebrosas en general, algún día tengo que hacer una lista de mis favoritas). Como sé que hay muchos escépticos de este género, dejaré que sea la autoridad de Hilary Mantel (¿alguien puede competir con una señora que ha ganado dos veces el Booker Prize?) quien hable sobre ella: "<i>El ocupante</i> opera en las turbias fronteras entre lo sobrenatural y lo psicopatológico, y es un territorio en el que Waters se mueve con suprema facilidad. Uno de los placeres de este libro es cómo sabe combinar lo espeluznante con una penetrante observación social. Se encuentra cómoda en una ambientación de posguerra convincente; por más que nos dé pena la familia de Hundreds Hall a medida que su mansión ancestral y su cordura se van desmoronando, Waters nunca permite que olvidemos sus repulsivas actitudes sociales. En algunos momentos, se diría que el espíritu que los ronda es el de su esnobismo."</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhRgRFcxaWflq3eO4FeST_7dhqvBRN239oBThzw098c_bjJjwsJ5Re2VtnsOeEyibhyphenhyphenE-BRBAnThMl0Omrn65DDP0EZhHK29lEunwDPsq-zkIAFCMhPOcb9cKXrCMwE5iwmrDDtdqNJI8SGCedbbr_60ofZjllXFuptRUujmeh4CqG1ocJnTay36OcdNg0x/s1500/El%20ocupante.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1500" data-original-width="988" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhRgRFcxaWflq3eO4FeST_7dhqvBRN239oBThzw098c_bjJjwsJ5Re2VtnsOeEyibhyphenhyphenE-BRBAnThMl0Omrn65DDP0EZhHK29lEunwDPsq-zkIAFCMhPOcb9cKXrCMwE5iwmrDDtdqNJI8SGCedbbr_60ofZjllXFuptRUujmeh4CqG1ocJnTay36OcdNg0x/s320/El%20ocupante.jpg" width="211" /></a></div><br /><p style="text-align: justify;">Para finalizar -ya les dije que sería breve-, y puesto que es inevitable que en algún momento llegue el verano, nos vamos al Egeo, en compañía de Charmian Clift y su familia, quienes, hartos de la vida en el Londres gris de los cincuenta, huyen a una isla griega poblada por pescadores de esponjas. <i><b><a href="https://amzn.to/3Rn9BAI">Cantos de sirena</a></b></i> es la chispeante crónica de su adaptación, no siempre fácil, a la isla y sus habitantes, un libro que con la distancia temporal resulta ser casi un estudio antropológico de una forma de vida ya desaparecida. </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhk6CW5f14HwamMfqC7G_mF-6T-x2r-ONpR6fzxlS2BeOTzGf71qklLYN590bjXbZjn51Ses9DEg6KuPIqHY6mJk_DXkAQwaH3X8yMoOJ4MuGtGn1Sy0zTU2IS7Nx3TRjLz8Y4AKYzah5eHxYA431gy-QCV21hD14RHd1aA7aTUz5EFDy24SqLD_cJrXS_z/s1500/Cantos%20de%20sirena.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1500" data-original-width="945" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhk6CW5f14HwamMfqC7G_mF-6T-x2r-ONpR6fzxlS2BeOTzGf71qklLYN590bjXbZjn51Ses9DEg6KuPIqHY6mJk_DXkAQwaH3X8yMoOJ4MuGtGn1Sy0zTU2IS7Nx3TRjLz8Y4AKYzah5eHxYA431gy-QCV21hD14RHd1aA7aTUz5EFDy24SqLD_cJrXS_z/s320/Cantos%20de%20sirena.jpg" width="202" /></a></div><br /><p style="text-align: justify;">Si quieren pasar un buen rato, aquí tienen estas sugerencias, de verdad infalibles. Y ni siquiera hace falta que se desdineren, posiblemente puedan conseguir ejemplares en su biblioteca local. Contrariamente a lo que dicen por ahí, comprar no da la felicidad. Leer, sí. ¡Lean y disfruten del 2024! </p><p style="text-align: justify;"><br /></p>Elena Riushttp://www.blogger.com/profile/12159431310736855575noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-4312668323530365630.post-89754186057201214522023-10-19T19:04:00.000+02:002023-10-19T19:04:57.160+02:00EN FAVOR DE LOS TRADUCTORES<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg-f3dAhya7-INufyryemnHiy7101blnYtXjilHChNp9rwv81olt4F6DScHchyphenhyphenY__UUpSX_Etmgxq4O3MysizFQWd9tD6zaOX62hm2sCywSl3YIE8l6UElMubqRiJK22S4ofERy1sS8AnXgq6bUEo0ky_MvfujS6ZX6WBnTV2bOj5gu4XWZUtqT9-OxnflD/s415/bOOKSHOP.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="121" data-original-width="415" height="119" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg-f3dAhya7-INufyryemnHiy7101blnYtXjilHChNp9rwv81olt4F6DScHchyphenhyphenY__UUpSX_Etmgxq4O3MysizFQWd9tD6zaOX62hm2sCywSl3YIE8l6UElMubqRiJK22S4ofERy1sS8AnXgq6bUEo0ky_MvfujS6ZX6WBnTV2bOj5gu4XWZUtqT9-OxnflD/w410-h119/bOOKSHOP.jpeg" width="410" /></a></div><br /><p></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="line-height: 107%;"><span style="font-family: inherit;">Al contrario de lo que ocurre en los países anglosajones,
donde una gran mayoría de las obras literarias que se ofrecen al consumidor fueron
escritas originalmente en inglés, en España (igual que en Italia, en Portugal,
en Grecia o en muchos otros países), un porcentaje muy notable de los libros
que circulan son traducciones de otras lenguas. Este es un hecho en el que buena
parte de los lectores no reparan. Están convencidos de haber leído a Elena
Ferrante, por decir algo, cuando la novela es de Ferrante, pero la lengua le pertenece a Celia
Filipetto, su traductora (quien, por cierto, acaba de obtener, muy
merecidamente, el <a href="https://www.culturaydeporte.gob.es/actualidad/2023/10/231017-pn-traduccion.html">Premio Nacional de Traducción</a>). <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="line-height: 107%;"><span style="font-family: inherit;">En realidad, la traducción es una labor a un tiempo
imprescindible e invisible. Imprescindible porque, de otro modo, quien no
domina más que una lengua vería drásticamente limitado su campo cultural (Iba a
escribir “su lengua materna”, pero esto también podría ser objeto de un largo
debate.). Sin traductores, olvídate de Homero, de Shakespeare, de Dante, olvídate también de la
propia Biblia. Pero la traducción es también invisible, porque tendemos a
olvidar que lo que llega a nuestras manos en nuestra lengua no fue
originalmente escrito así. Cuando cree estar leyendo a Tolstói, a Kafka o a
Joyce, el lector olvida que esas frases que tan bien suenan han pasado por el
filtro de la traducción. No son lo que dice el autor, propiamente, sino lo que ha
interpretado el traductor. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="line-height: 107%;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-family: inherit;">Como dice Kate Briggs, ella misma traductora, en su ensayo <a href="https://amzn.to/404sr3r"><i>This
Little Art</i>,</a> el traductor, igual que hace el novelista, le pide al lector
que suspenda por unos momentos su incredulidad. Si, al abrir una novela, somos conscientes de
que los personajes que contienen sus páginas no son reales, pero aún así
estamos dispuestos a fingir que lo son, a sufrir y reír con ellos, al leer una
novela traducida el pacto es doble: no solo esos personajes no han existido
nunca, sino que nunca se expresaron en esa lengua. Y el lector lo hace. Sabemos
-por tomar uno de los ejemplos que cita esta autora- que los personajes de Thomas
Mann se expresan en alemán, pero cuando abrimos la traducción de <i>La Montaña
Mágica</i> de Isabel García Adánez estamos dispuestos a aceptar que, a Hans
Castorp, a su llegada a Davos, le recibe su primo Joachim diciendo: “¡Muy
buenas! ¿No vas a bajar?”, con el “campechano acento de Hamburgo”. El lector ni
pestañea.</span><span style="font-size: 14pt;"><o:p></o:p></span></span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhZlecN4DjVbJc-3ZmYlw2H5Mjs1VQcGC3EqsnWakN8yZHOh_ZYU5NwTYfdZ_rBfhV8uqEykX4WJMWSBevTaxxAeweIyi_HgEHlezZDiuQIbbLgVf3RydJHGhbo-9pdNr3Uqz-MbdY2abATiqoWDH3mAqGHEFXk6yGRUG6vLazxLXqPVzO0xv8jUZqqSjZE/s522/mONTA%C3%91A%20MAGICA.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="522" data-original-width="335" height="258" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhZlecN4DjVbJc-3ZmYlw2H5Mjs1VQcGC3EqsnWakN8yZHOh_ZYU5NwTYfdZ_rBfhV8uqEykX4WJMWSBevTaxxAeweIyi_HgEHlezZDiuQIbbLgVf3RydJHGhbo-9pdNr3Uqz-MbdY2abATiqoWDH3mAqGHEFXk6yGRUG6vLazxLXqPVzO0xv8jUZqqSjZE/w165-h258/mONTA%C3%91A%20MAGICA.jpg" width="165" /></a></div><p></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;">Para que </span>esta especie de doble salto mortal <span style="font-family: inherit;">funcione, se requiere algo muy difícil: que el autor posea la habilidad suficiente para hacer
verosímil lo que cuenta, y que el traductor, por su parte, posea una habilidad similar
para verterlo a otra lengua sin que al texto se le vean continuamente las
costuras, sin que quede al descubierto el andamiaje de esta suplantación. </span><span style="font-family: inherit;"> </span><span style="font-family: inherit;">Como dice </span><a href="https://amzn.to/45JaFDX" style="font-family: inherit;">Nuria Barrios en </a><i style="font-family: inherit;"><a href="https://amzn.to/45JaFDX">La impostora</a></i><span style="font-family: inherit;">,
un ensayo sobre los vínculos entre traducción y creación, “La traductora presta
su voz a un autor extranjero para que la lectora lo identifique como parte de su
cultura -una Agota Kristoff hispana, un Emmanuel Carrère hispano, una elena
Ferrante hispana…- y su obra no le suene ajena”. Aunque, “La difícil y fascinante
meta de la traducción es mantener vivo el eco del idioma de origen en el idioma
de destino”. Un trabajo ingente y delicado.</span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgRQhGwUQBeMmH4vUxeYCRKCJ6c_q9S_TtjSkL4cCvGrfdpTtg__ABzbHSUhsW2IOepJLMmhYk2vWiUyUUpiFw5uZfiSCyBRohI0jyhIuWraIOEjBETTv76J8DiTJawONmdBUZSa82Z7xc6wOgfhPLYAW3QNd-vn-_nXj4QjVM9Z3O1q-om6ZExO6ed-usY/s1500/La%20impostora.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1500" data-original-width="977" height="275" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgRQhGwUQBeMmH4vUxeYCRKCJ6c_q9S_TtjSkL4cCvGrfdpTtg__ABzbHSUhsW2IOepJLMmhYk2vWiUyUUpiFw5uZfiSCyBRohI0jyhIuWraIOEjBETTv76J8DiTJawONmdBUZSa82Z7xc6wOgfhPLYAW3QNd-vn-_nXj4QjVM9Z3O1q-om6ZExO6ed-usY/w179-h275/La%20impostora.jpg" width="179" /></a></div><p></p><p class="Default" style="text-align: justify;"><span style="color: #274e13; font-family: inherit;">Según la ley de propiedad intelectual española, el traductor
es considerado creador de pleno derecho. Con justicia, pues la traducción es, sin
lugar a dudas, un proceso de creación. Sin embargo, se trata de un trabajo poco
valorado y aún peor pagado. Recientemente, la asociación ACE Traductores <a href="https://ace-traductores.org/manifiesto-por-la-supervivencia-de-la-traduccion-editorial-en-espana/">publicó
un manifiesto</a> en el que denunciaba que “en dos décadas apenas han mejorado
las condiciones económicas de un grupo de profesionales que contribuye de
manera nada desdeñable a engrosar los beneficios del sector editorial”. Vaya, que viene cobrando la misma tarifa que hace veinte años. ¿Se imaginan que ocurriese lo mismo en el resto de ocupaciones?<o:p></o:p></span></p>
<p class="Default" style="text-align: justify;"><span style="color: #274e13; font-family: inherit;">Si alguna vez ha caído en sus manos una mala traducción, de
esas que convierten el texto en algo ilegible, coincidirán conmigo en que los profesionales
de la traducción merecen una remuneración adecuada a su esfuerzo y a su buen
hacer. La próxima vez que abran una novela traducida y el lenguaje fluya
armoniosamente, piensen en la persona que ha hecho posible ese milagro, y agradézcanselo.
Ojalá los editores lo hiciesen también. </span></p>Elena Riushttp://www.blogger.com/profile/12159431310736855575noreply@blogger.com11tag:blogger.com,1999:blog-4312668323530365630.post-89512956528452762972023-08-30T19:28:00.002+02:002023-08-31T10:08:16.180+02:00EL ANTILADRÓN DE LIBROS<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhZQ-CRO_MeyjW2rwVYAIlkHPLgylLHJdyJeEXOkiZRj8_MDnJLHIYXzjPvnDJXNAS7S6DOUyKjZqHczQlK3FMDRjEnLzUdgTj-VCUouXO84Ii1jf2SRhYCh2rxOdwCwQ6l0JHytuIjMjHDzgmnY9tQpqTL2ivhfUSRFRV5HptUvZORcq1fTfumSYLVPfKz/s460/chris-madden-illustration-007.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="276" data-original-width="460" height="192" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhZQ-CRO_MeyjW2rwVYAIlkHPLgylLHJdyJeEXOkiZRj8_MDnJLHIYXzjPvnDJXNAS7S6DOUyKjZqHczQlK3FMDRjEnLzUdgTj-VCUouXO84Ii1jf2SRhYCh2rxOdwCwQ6l0JHytuIjMjHDzgmnY9tQpqTL2ivhfUSRFRV5HptUvZORcq1fTfumSYLVPfKz/s320/chris-madden-illustration-007.jpg" width="320" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">(Ilustración de Chris Madden)</td></tr></tbody></table><p style="text-align: justify;">Lamentablemente, el robo de libros es una lacra antigua y extendida. En diversas ocasiones nos hemos ocupado en este blog de esta variedad de los amigos de lo ajeno, desde los que actúan por simple afán de lucro -como los ladrones que <a href="https://notasparalectorescuriosos.blogspot.com/2012/07/una-biblioteca-saqueada.html">sustraen ejemplares raros y valiosos</a> (robos que muy a menudo, nos tememos, no llegan a ser descubiertos)- hasta quienes lo hacen por una obsesión que les lleva a codiciar determinadas obras con afán enfermizo y delictivo. También están los que practican el robo de libros casi como deporte, actividad que algunos camuflan como postura política (véase <a href="https://notasparalectorescuriosos.blogspot.com/2010/07/roba-este-libro.html">el caso de Abbie Hoffman</a>, autor de una obra titulada <i>Roba este libro</i>... que a su vez se convirtió en uno de los títulos más robados en las librerías estadounidenses.) El robo de libros, en cualquiera de sus variantes, es además una lacra inmemorial, pues ya en las bibliotecas de la Antigüedad, así como en las de la Edad Media, eran frecuentes las inscripciones que amenazaban al ladrón con las más terribles maldiciones. </p><p style="text-align: justify;"><br /></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhPZMC-ApUHMREtsQbFXlUeIOL0nRvUu-6c0dqwR5PkgaVfWGHBEZJTBF678cy_HM9-Id1FiSGsHbBjCgdo4_0vLoSPS76NRf7HQ50MFTZP5lWzWsjPJZBe_GnX96atlHX2h58OFwLMr1S7umfwb7dbYvwkkrn0BX8HXHU0_83tn0aEx3JQWf7iF5hUR6dc/s765/B_OB_MS078_152v_anathema.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="510" data-original-width="765" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhPZMC-ApUHMREtsQbFXlUeIOL0nRvUu-6c0dqwR5PkgaVfWGHBEZJTBF678cy_HM9-Id1FiSGsHbBjCgdo4_0vLoSPS76NRf7HQ50MFTZP5lWzWsjPJZBe_GnX96atlHX2h58OFwLMr1S7umfwb7dbYvwkkrn0BX8HXHU0_83tn0aEx3JQWf7iF5hUR6dc/w320-h213/B_OB_MS078_152v_anathema.jpg" title="Maldición en manuscrito del siglo XII" width="320" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Maldición en un manuscrito del siglo XII</td></tr></tbody></table><br /><p style="text-align: justify;">Quien se interese por el tema encontrará innumerables casos y anécdotas asociadas a este tipo de ladrones. Sin embargo, hasta ahora yo no me había topado con su reverso: el antiladrón de libros. No piensen que hablamos de alguien que trata de evitar los robos de libros, sino de alguien que, en lugar de sustraer libros, los aporta.... eso sí, subrepticiamente. Allí donde un ladrón acecha el momento oportuno para hacerse, a escondidas, con un ejemplar, nuestro antiladrón se vale de idénticas tretas para dejar libros sin que nadie lo advierta. Se preguntarán a qué se debe esta conducta, en apariencia chocante. Cualquiera de mis lectores que -como nos ocurre a la mayoría de bibliópatas- tenga su casa atiborrada de libros lo comprenderá fácilmente. Llegados a ese punto en que no cabe una estantería más, en que las dobles y triples filas no admiten más ejemplares, en que las pilas de libros amenazan con derrumbarse, todos nos hemos preguntado cómo hacer para aliviar, aunque sea mínimamente, tamaña carga libresca. No es tan fácil. Hay quien opta por abandonar unos cuantos volúmenes a su suerte en cualquier lugar público, confiando en que aparecerá algún alma caritativa (y lectora) que se los lleve a su casa. No hay garantía, por supuesto, de que eso ocurra. La opción en apariencia más sencilla y expeditiva, la de tirarlos a la basura (o al container del reciclaje) va contra nuestros principios más arraigados: a cualquier amante de los libros, tratarlos como si fuesen mondas de naranja o envases de tetrabrik le produce un dolor indecible. ¿Qué desearíamos para ellos? Naturalmente, que encuentren un buen hogar. Que sean acogidos por alguien que los aprecie y los cuide y, a ser posible, que lleguen a nuevos lectores. Está claro: ¡una biblioteca! Pero, ay, resulta que las bibliotecas públicas no admiten donaciones de particulares. Si se les ha pasado por la cabeza aligerar el peso que soportan sus librerías -o deshacerse de los libros de su difunta tía Engracia, que de ningún modo caben en su casa-, desechen esa idea de inmediato. </p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgI3p67yUA399LpKplZq3unEneKiaTdSnpygw8X8jBTQssxN3jPLZn8CeBaDuNg5n_PeAFcZsAAOte6pbrPVHXsrmOELVObKpMLX0DePGEeElcAoAAA84kCib0wDsjmyy5sw5vrkugBmrT5rD1PqFZDUsGdmwL7y3_9njatYvo55elBHJfNTwLeXVHuZX_g/s1200/Gladstone's%20Library.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="800" data-original-width="1200" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgI3p67yUA399LpKplZq3unEneKiaTdSnpygw8X8jBTQssxN3jPLZn8CeBaDuNg5n_PeAFcZsAAOte6pbrPVHXsrmOELVObKpMLX0DePGEeElcAoAAA84kCib0wDsjmyy5sw5vrkugBmrT5rD1PqFZDUsGdmwL7y3_9njatYvo55elBHJfNTwLeXVHuZX_g/s320/Gladstone's%20Library.jpg" width="320" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Gladstone's Library</td></tr></tbody></table><p style="text-align: justify;">Pero allí donde los simples mortales fracasamos y damos media vuelta ante la firme negativa de la biblioteca a quedarse con nuestros libros descartados, nuestro intrépido antiladrón se crece. Adoptando su expresión más inocente, se encamina decidido a la biblioteca elegida (a ser posible, una donde no le tengan ya visto) provisto de una mochila, como un estudiante cualquiera de los que aprovechan sus acogedoras salas para repasar sus apuntes. Una vez allí, deambula por los pasillos, buscando siempre los más solitarios, para ir repartiendo, con disimulo, la carga de su mochila: ora coloca una novela del XIX entre los tratados de química inorgánica, ora camufla una recopilación de cuentos fantásticos entre manuales de contabilidad. O deja un volumen de poesía entre las actas de los Congresos Eucarísticos (signatura 265, por si alguien está interesado en consultarlas). Lo encuentro una actividad fascinante. Desde que supe de esta modalidad, no dejo de elucubrar, ante mis libros candidatos a ser expurgados, cuál sería el lugar más adecuado para depositar cada uno de ellos.</p><p style="text-align: justify;">Entiéndanme, no estoy animándoles a que imiten el ejemplo de nuestro ingenioso antiladrón. Soy consciente del trastorno que sus incursiones deben de causar a los bibliotecarios, obligados de repente a catalogar una serie de ejemplares con los que no contaban, y a ejercer de vigilantes para evitar sucesivas aportaciones no deseadas. Aunque, por el momento, solo sé de una persona (cuya identidad debo mantener en el más riguroso secreto) que practique este -diríamos- deporte, de modo que confío en que el daño causado no sea grave. </p>Elena Riushttp://www.blogger.com/profile/12159431310736855575noreply@blogger.com10tag:blogger.com,1999:blog-4312668323530365630.post-65671078396823344282023-06-30T17:56:00.001+02:002023-06-30T17:56:20.156+02:00¿CUÁNTAS PÁGINAS DEBE TENER UN LIBRO?<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiTUOQa7yoFQsKGlFAgXoBLdLxHbaXlZA1GT760UYe7kRs8Ha3YfHkxMtevoGwo4VuaqpJ1E2jmY1_WkjT_2XrMtxK2kxYibCVKkCGIT1dikCHT2dCQ-DSc0v85MQ6Cy_Y3lCwNTNremRdMpI8D36f8EohcVsvYufvLrDG4Cao7ncN8EIX4gsfYeIGUUqV5/s275/Libros%20tochos.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="183" data-original-width="275" height="183" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiTUOQa7yoFQsKGlFAgXoBLdLxHbaXlZA1GT760UYe7kRs8Ha3YfHkxMtevoGwo4VuaqpJ1E2jmY1_WkjT_2XrMtxK2kxYibCVKkCGIT1dikCHT2dCQ-DSc0v85MQ6Cy_Y3lCwNTNremRdMpI8D36f8EohcVsvYufvLrDG4Cao7ncN8EIX4gsfYeIGUUqV5/s1600/Libros%20tochos.jpg" width="275" /></a></div><p style="text-align: justify;">Decididamente, las redes son una mina. Por más que una sea cuidadosa con los perfiles que sigue, los señores que las gestionan (tal vez se encarga ya la IA, a estas alturas) se encargan de llenar tu pantalla de informaciones que ni has pedido, ni te interesan. Lo que por regla general resulta muy irritante, pero de vez en cuando estas apariciones no solicitadas dan pie a echar unas risas, o a reflexionar un poco, como en este caso. Todo viene a cuento de que me he topado con un tuit -una de esas <a href="https://notasparalectorescuriosos.blogspot.com/2023/03/recomiendame-un-libro.html">preguntas a los lectores de las que hablé hace poco</a>- que decía: "¿A partir de cuántas páginas consideras que un libro es un tocho?" Por supuesto, no he respondido, básicamente por dos razones: </p><p style="text-align: justify;">1) Porque estoy segura de que su autor/a no tiene mayor interés en saberlo, solo busca acumular respuestas, retuits y nuevos seguidores.</p><p style="text-align: justify;">2) Porque, de querer darle una respuesta, me vería obligada a sobrepasar de largo la extensión máxima de 280 caracteres. ¿Que podría hacer un hilo? Sin duda, pero no creo que Twitter sea el lugar más adecuado para elucubrar sobre estos temas. Así que me he venido hasta aquí para hacerlo.</p><p style="text-align: justify;">Como suele ocurrir con este tipo de preguntas hechas sin ton ni son, ya su enunciado es discutible. ¿Qué entendemos por "tocho"? ¿Simplemente, un libro con muchas páginas? Obsérvese que el término "tocho" posee un matiz despectivo; en su primera acepción del diccionario de la RAE, como adjetivo, "tocho" significa "tosco, inculto, necio"; solo en su cuarta acepción, y como coloquialismo, encontramos el sustantivo "tocho" como equivalente a "libro con muchas páginas" (que suponemos es el significado que quiere dar a entender el tuit en cuestión). Ahora bien, ¿es el número de páginas un criterio válido para juzgar un libro? La pregunta no lo especifica, pero es común que a algunos lectores la perspectiva de leer más de un determinado número de páginas les resulte disuasoria. ("Huy, no, este libro no, que es un tocho.")</p><p style="text-align: justify;">También es discutible el concepto de "páginas", que no es ni mucho menos inmutable. Según sean el formato, el cuerpo de letra, la interlínea o los márgenes de cada edición, una misma obra puede ocupar más o menos páginas. En épocas de carestía de papel, es corriente que el cuerpo y la interlínea se reduzcan, y los márgenes se aprovechen al máximo. Veamos el ejemplo de una de las novelas de Galdós, <i>Misericordia</i>, que en su edición original de 1897 ocupaba 398 págs.; en 1932 podemos encontrar una edición, de la editorial Hernando, con solo 361 págs., pero en épocas de vacas flacas el adelgazamiento se incrementa: en 1945, la edición que publica Losada tiene solo 240 págs.; a partir de ahí, el libro irá engordando: <a href="https://amzn.to/3PFgbU4">la última edición registrada</a> en el catálogo de la Biblioteca Nacional (Navona, 2020) alcanza ya las 353. ¿La debemos, pues, considerar un "tocho", de casi 400 páginas, o una novela breve de solo 240? </p><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgU4pt7gtiDlqy4p0VVqDTrfZrVyIPLBjLIDWxAAKbKDVcNtOrO4wF2xuguwld7NV0hplw_faA0GmWJ6ZQCVJoi6hQsGYovX-zejcSTusuOqUqiDqTO4qiMLg44C8ta4Jf3oSJGkMHUJHY_5Z3MuYPxiuYveprAXe7yFCCXsdVfEdGi5KJZtWWi0kvLSzqv/s800/Hernando1600.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="800" data-original-width="556" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgU4pt7gtiDlqy4p0VVqDTrfZrVyIPLBjLIDWxAAKbKDVcNtOrO4wF2xuguwld7NV0hplw_faA0GmWJ6ZQCVJoi6hQsGYovX-zejcSTusuOqUqiDqTO4qiMLg44C8ta4Jf3oSJGkMHUJHY_5Z3MuYPxiuYveprAXe7yFCCXsdVfEdGi5KJZtWWi0kvLSzqv/s320/Hernando1600.jpg" width="222" /></a></div><p style="text-align: justify;">Por cierto, lo que mucha gente no sabe es que esas larguísimas novelas del XIX por lo general no se comercializaban en un solo volumen. Muchas vieron la luz por entregas -y ahí sí que interesaba demorar todo lo posible su conclusión, porque de este modo el escritor seguía cobrando- o divididas en tres volúmenes, que era el formato usual (que las novelas de Jane Austen, por ejemplo, estén divididas en tres partes se debe, ni más ni menos, a que se publicaron de este modo, y cada parte corresponde a un volumen). </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhOkRzoyHK4HyYxO4NsQ5FDCtfN5cOU-sxPOdlFRvi-rNjy56BXNQDY6oErcb4q2wPZE1v6sYT9Uf8M0FA-B1FYL7xP9crnRTwFFOadgJL1eUpIRpkZCn5PnEXUawCSTo34ykS-7LQsDPeBjruz37wkc33AShgVaDPrIasiwxURHtYNpLEn5mc2VKD5xxgS/s500/Orgullo.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="500" data-original-width="361" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhOkRzoyHK4HyYxO4NsQ5FDCtfN5cOU-sxPOdlFRvi-rNjy56BXNQDY6oErcb4q2wPZE1v6sYT9Uf8M0FA-B1FYL7xP9crnRTwFFOadgJL1eUpIRpkZCn5PnEXUawCSTo34ykS-7LQsDPeBjruz37wkc33AShgVaDPrIasiwxURHtYNpLEn5mc2VKD5xxgS/s320/Orgullo.jpg" width="231" /></a></div><br /><p style="text-align: justify;">Aunque, a fin de cuentas, lo que debería importar no es la extensión en páginas de un libro, sino su contenido. Es decir, si esas páginas, no importa qué pocas o qué muchas sean, están bien aprovechadas. Personalmente, estoy muy a favor de los libros largos, de esos que una querría que durasen eternamente: eso sí, su longitud ha de estar justificada, nada de andar rellenando páginas con diálogos insulsos, o descripciones que no aportan nada. Hay, por desgracia, muchas novelas que habrían mejorado notablemente si su autor o sus editores se hubiesen dignado recortar varias decenas de páginas. Este de la extensión desmesurada es un mal que aqueja en especial a los por lo general horrendos productos comerciales llamados <i>bestsellers</i>, que parecen competir entre ellos por ver quién llena más páginas. (De paso, no me resisto a comentar que el mismo mal padecen las últimas producciones de Hollywood. Ya nadie parece ser capaz de contar una historia en menos de tres horas, y me quedo corta. ¡Pero si está lleno de obras maestras del cine que lo resuelven en hora y media, tan ricamente!) </p><p style="text-align: justify;">En fin, como ven, en cuanto al asunto de los "tochos" no es tan fácil pronunciarse. Por mi parte, ando aún llorando por las esquinas, lamentando haber acabado mi lectura de <i><a href="https://amzn.to/3rgekdS">Guerra y paz</a></i>, un "tocho" que no me habría importado en absoluto que tuviese unos cuantos cientos de páginas más. </p>Elena Riushttp://www.blogger.com/profile/12159431310736855575noreply@blogger.com11tag:blogger.com,1999:blog-4312668323530365630.post-17256196733781352862023-05-21T20:16:00.004+02:002023-05-21T20:16:56.976+02:00¿LECTURA O CONVERSACIÓN?<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjfvH2T55MxkurNrmDP2sEDKlfN83VdyCmREb6JN6hSb0Z3yCkW9GhH3TWt5EKNg01vpZAzRFiMduGfwsjnwDRKuzG5IgmI-fxUPio9_4q7BEPPjxmnpynHXxlXqdM4_k_1zMN-pEuAq154UAjI9zStmXyxZvZkT8idCivjNQ-Us2_71bp1_9AlP8lsiQ/s586/Sevign%C3%A9.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="586" data-original-width="449" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjfvH2T55MxkurNrmDP2sEDKlfN83VdyCmREb6JN6hSb0Z3yCkW9GhH3TWt5EKNg01vpZAzRFiMduGfwsjnwDRKuzG5IgmI-fxUPio9_4q7BEPPjxmnpynHXxlXqdM4_k_1zMN-pEuAq154UAjI9zStmXyxZvZkT8idCivjNQ-Us2_71bp1_9AlP8lsiQ/s320/Sevign%C3%A9.jpeg" width="245" /></a></div><div style="text-align: center;"> <span style="font-size: x-small;"> Madame de Sevigné, gran admiradora del arte de la conversación</span></div><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-small;"><span> </span></span>Lo confieso, no soy una persona sociable. La idea de encontrarme en una reunión donde haya más de dos personas -y, cuantas más sean, peor- me produce un rechazo instintivo (ya <a href="https://notasparalectorescuriosos.blogspot.com/2020/02/lectura-reparadora.html">expliqué en otro lugar</a> que el efecto de acudir a una fiesta cualquiera es para mí semejante a tener que vérmelas con un grupo de dementores). Se debe, sin duda, a mi falta de habilidad para interactuar con otros seres humanos. Me supone un verdadero esfuerzo practicar ese arte que los ingleses llaman <i>small-talk</i>, ese intercambio de opiniones banales sobre asuntos anodinos que, según dicen, engrasa las relaciones sociales. Al parecer, lo suyo es empezar por charlar de cosas triviales para, progresivamente, ir entrando en temas más serios, cuando -siempre según la teoría- saldrán a relucir las verdaderas joyas que hacen de la conversación un arte. Decía madame de Sevigné: "Me encanta la compañía de aquellos que poseen el don de la conversación, que pueden hacer que el tiempo pase volando y que uno se sienta iluminado y enriquecido". Tal vez ella se movía en un círculo compuesto solo de gentes cultas e interesantes, o tal vez ella misma poseía el don de sacar de las personas sus mejores pensamientos. Me temo que mi experiencia es muy distinta. Si he de ser sincera, en la mayoría de las ocasiones en que las circunstancias me obligan a conversar con otros, me aburro soberanamente. Mi actividad se reduce bien a poner cara de estar escuchando con atención a alguien que me habla de cosas por las que siento un nulo interés, bien a devanarme los sesos tratando de encontrar un comentario que esté a la misma altura de las naderías que el otro (u otra) está manejando. (Aún recuerdo una de las veladas más soporíferas de mi vida: una cena de empresa en la que mis compañeros de mesa se pasaron toda la noche hablando de los radares de tráfico, de dónde estaban ubicados, de sus multas/no multas a causa de ellos, y otras "aventuras" derivadas de los excesos de velocidad al volante. No hubo otro tema. Creí morir de aburrimiento.) </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiAYijq-ZiV_FNd96b4ubgR9WVPB3zz3EL0jryEaTObBqnZHKIiE3p2qhZTO3BRCqOKEwE45L-k7n7w7h-3aPlYinng8jtcbDBq8u8HYxybaMaN4nemhoyR-BC2Rps12Q9dylesZMWS44fBV3lUNUUEGJjWFhkNxcTS7ZqzEcSUjVvTCKYUL13PPFX-XA/s1196/DeTroy.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="950" data-original-width="1196" height="254" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiAYijq-ZiV_FNd96b4ubgR9WVPB3zz3EL0jryEaTObBqnZHKIiE3p2qhZTO3BRCqOKEwE45L-k7n7w7h-3aPlYinng8jtcbDBq8u8HYxybaMaN4nemhoyR-BC2Rps12Q9dylesZMWS44fBV3lUNUUEGJjWFhkNxcTS7ZqzEcSUjVvTCKYUL13PPFX-XA/s320/DeTroy.jpg" width="320" /></a></div><p style="text-align: center;"><span style="font-size: x-small;">Se supone que estos señores del XVIII están reunidos para conversar sobre temas elevados. Pero me da que al menos uno de ellos se está aburriendo bastante. </span></p><p style="text-align: justify;">Dar con alguien con quien la conversación fluya sin esfuerzo, de la que salgas enriquecida (como dice madame de Sevigné), con la sensación de haber aprendido algo y, a ser posible, de haberle aportado también algo a tu interlocutor, es una rareza. Lo habitual es que, mientras finjo interesarme por lo que me cuentan, vaya pensando para mis adentros que preferiría mil veces estar en casa leyendo. Porque, incluso la novela más boba al menos te narra una historia, consigue -por los medios que sean- sostener tu interés mientras dura la lectura, te entretiene (y, en el mejor de los casos, te enriquece). Si no lo consigue, dejas el libro y buscas otro, cosa que difícilmente puedes hacer con tu interlocutor. Aunque, bien pensado, ¡cómo me gustaría poder hacerlo!; levantarte a los cinco minutos de charla inane y dejar al otro con la palabra en la boca. Si el libro no me gusta puedo rechazarlo, manifestarle mi desacuerdo... o, si me da el arrebato, tirarlo contra la pared. Nadie resulta ofendido. </p><p style="text-align: justify;">Por eso, si puedo elegir, prefiero siempre la lectura a la conversación. Mi estado mental lo agradece. Ya lo decía <span style="text-align: left;">Quevedo: </span><span style="text-align: left;">"Con pocos, pero doctos libros juntos, vivo en conversación con los difuntos y escucho con mis ojos a los muertos".</span></p>Elena Riushttp://www.blogger.com/profile/12159431310736855575noreply@blogger.com15tag:blogger.com,1999:blog-4312668323530365630.post-81810300531049671932023-05-03T19:32:00.001+02:002023-05-03T19:32:52.413+02:00LA SEQUÍA, EL CLIMA Y LA FICCIÓN<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgUipDxnKnACS9KGnyXqQbm3tPLapo-YXeCxzRLkCeMmJ4Hv6Gmgre0tXb9xxjUgYUI9aoW4f1nB2SnBSIt6kycdqO4eqjqBLyWx7X1BsEnxx26uX8d1Q6-fd99vZZz8v0XJ56PccUqI6ufr-iZFr1RbuvCX3PI_X36DBtYCYwr558ev24D636NXRB3Tg/s768/Embalse%20seco.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="432" data-original-width="768" height="216" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgUipDxnKnACS9KGnyXqQbm3tPLapo-YXeCxzRLkCeMmJ4Hv6Gmgre0tXb9xxjUgYUI9aoW4f1nB2SnBSIt6kycdqO4eqjqBLyWx7X1BsEnxx26uX8d1Q6-fd99vZZz8v0XJ56PccUqI6ufr-iZFr1RbuvCX3PI_X36DBtYCYwr558ev24D636NXRB3Tg/w385-h216/Embalse%20seco.jpg" width="385" /></a></div><br /><p></p><p style="text-align: justify;">"A unos cuatrocientos metros a la izquierda se abría la boca del río seco, el curso que había seguido diez años antes, para llegar a la playa. Miles de toneladas de arena y piedras sueltas que bajaban al lecho vacío desde las lomas adyacentes habían sepultado las orillas, ocultas también en parte por los trabajos de la cantera. (...) Del otro lado de la cantera se abría una concavidad entre las dunas, donde sobresalía el descolorido techo dorado de una casilla de una vieja feria de diversiones. El cobertizo de madera pintada a rayas colgaba sobre los caballos silenciosos del tiovivo, inmovilizados como unicornios en la espiral de los ejes." (J. G. Ballard, <i>La sequía,</i> 1965)</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiWKl7KH8j_feO1VfBqnk0X-dtGQxsbwYMwEtRmH27WZRwvkWQAkYaXSU1F0oPqYLehczFbMJQA_SNaOCVTHH58i8xLxX9rNW7W1fSBpau1Bq6ZqjlHcafaZKxvPj255d9y7qNmy8_nXEeVYMZIsmorSRtIK5j9p9WQsRPqpQYjuVedz4aRszwY9DEhbQ/s297/Ballard.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="297" data-original-width="170" height="297" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiWKl7KH8j_feO1VfBqnk0X-dtGQxsbwYMwEtRmH27WZRwvkWQAkYaXSU1F0oPqYLehczFbMJQA_SNaOCVTHH58i8xLxX9rNW7W1fSBpau1Bq6ZqjlHcafaZKxvPj255d9y7qNmy8_nXEeVYMZIsmorSRtIK5j9p9WQsRPqpQYjuVedz4aRszwY9DEhbQ/s1600/Ballard.jpg" width="170" /></a></div><p style="text-align: justify;">Este fin de semana llovió en mi ciudad. Al fin, después de más de dos meses sin que cayera ni una gota. Y de un invierno excepcionalmente seco. Estábamos cansados de mirar el cielo azul, implorando la aparición de alguna nube preñada de agua. Lamentablemente, la alegría fue efímera. Un par de chaparrones, y ha regresado la sequía. Contemplar los parques y sus plantas sedientas -no las riegan, dicen, para ahorrar agua; estoy segura de que las piscinas privadas de Pedralbes lucen perfectas-, las fuentes vacías, da dolor. Casi tanto como las fotos de los embalses medio secos, de los que han tenido que evacuar a los peces, que iban a morir por falta de oxígeno en el agua. Miedo me da pensar en el verano, que auguran será aún más tórrido que el anterior (y llevamos ya varios años batiendo récords de calor). La sensación inevitable es de hallarnos próximos a un mundo apocalíptico, donde la vida pronto va a volverse imposible. </p><p style="text-align: justify;">Pero todo esto ya lo preveía la literatura. Visionarios como Ballard, que hace sesenta años ya fue capaz de imaginar escenarios tremebundos en que el mundo se enfrentaba a catástrofes climáticas, causadas por el hombre, desde <i><a href="https://www.planetadelibros.com/libro-el-mundo-sumergido/12252">El mundo sumergido</a></i> a <a href="https://amzn.to/3NC6DrM"><i>La sequía</i> </a>o algunos de los relatos incluidos en la antología <i>Playa terminal</i> (En el titulado "Ocaso" la atmósfera terrestre ha quedado afectada por la minería extensiva de oxígeno para abastecer la atmosfera de otros planetas). Después, mucho después (parece que en 2007) se acuñó el término clima-ficción (o cli-fi, del inglés <i>climate-fiction</i>). Hoy, empezamos a sospechar que no se trataba de ficciones, sino de anticipaciones. Leídas en su momento, estas novelas podían sonar a distopia; leídas hoy, producen un escalofrío mucho más cercano. </p><p style="text-align: justify;">Lamentablemente, muchas de las obras de Ballard son hoy inencontrables (o se venden de segunda mano a un precio abultado: <i>La sequía</i> ronda los 92 euros). Aunque he oído rumores de que está previsto reeditarlas. Esperemos que lo consigan antes de que sus premoniciones se hayan hecho realidad. Si no, siempre queda el recurso de acudir a una biblioteca. (Me consta que las bibliotecas de Barcelona <a href="https://aladi.diba.cat/search*cat/?searchtype=a&searcharg=ballard%2C+j.+g.&searchscope=164&submit=Cercar">están bien surtidas de sus novelas</a>.)</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhX8Ukb2iXb8ug5IlEvkKqu3b-Is0gNGHHwxpiuaN70UQs2w4H2Ul7oxqukB4X6i9qGGRYQbzy85lwOD2DQtfDOSingJvssckBTXqVqGrrzGQp7kFZztxRsVpLGRRl1CSO_Gz3NX-g2ngjcRgmlzcE5HY-Wxy7FCz7uoiym4_clXAddT44LREkPb6HGug/s420/imperio%20del%20sol.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="420" data-original-width="310" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhX8Ukb2iXb8ug5IlEvkKqu3b-Is0gNGHHwxpiuaN70UQs2w4H2Ul7oxqukB4X6i9qGGRYQbzy85lwOD2DQtfDOSingJvssckBTXqVqGrrzGQp7kFZztxRsVpLGRRl1CSO_Gz3NX-g2ngjcRgmlzcE5HY-Wxy7FCz7uoiym4_clXAddT44LREkPb6HGug/s320/imperio%20del%20sol.jpg" width="236" /></a></div><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><div> <span style="font-size: x-small;"> <span> </span>La película que hizo Spielberg basándose en la novela es también</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-size: x-small;"><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> <span> </span>estupenda. Spielberg narra como nadie las historias de niños que </span></span></div><div><span style="font-size: x-small;"><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> <span> </span> </span>descubren el mundo adulto. (Aprovecho para recomendar <i>Los Fabelman)</i><i><br /></i></span><p style="text-align: justify;">En cualquier caso, mi Ballard favorito sigue siendo <i><a href="https://amzn.to/412iTEQ">El imperio del sol</a></i>, la novela inspirada en los dos años que pasó de niño internado en un campo de prisioneros japonés en Shanghai. Sin duda, cuando uno ha visto tantas cosas terribles a temprana edad, cualquier catástrofe parece posible. Pero hay que saber plasmarla. Y el mundo imaginario de Ballard es a menudo escalofriantemente real. </p><p style="text-align: justify;">Por el momento, no podemos hacer más que seguir mirando al cielo, angustiados. </p><p style="text-align: justify;">(Por si algunos de mis amables lectores es ballardiano de pro, les informo de que acaba de publicarse una curiosísima -y por eso mismo muy ballardiana- obra inspirada él y su mundo, <i><a href="https://amzn.to/42isZTh">Ballard Reloaded</a></i>, de Beatriz García Guirado y Andreu Navarra.)</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiuRgbq4rYXOPKfsHvWGPS-IRcQnw_Q0xwYcE5-1DZpXVh0EOxZx48AdKWuAl4dNpMK0QqZoI-2daROO5YOrEnEXDvTi7wbotPvJpVpHeoHpbD9_NeH6StkdHIvFjvk_70BFagBr_2l_X1Cu4GryRu0ld2RtTR7GxyLRJgTnXkVwgzIEdI-ZjxZH32IzQ/s788/Ballard%20reloaded.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="788" data-original-width="552" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiuRgbq4rYXOPKfsHvWGPS-IRcQnw_Q0xwYcE5-1DZpXVh0EOxZx48AdKWuAl4dNpMK0QqZoI-2daROO5YOrEnEXDvTi7wbotPvJpVpHeoHpbD9_NeH6StkdHIvFjvk_70BFagBr_2l_X1Cu4GryRu0ld2RtTR7GxyLRJgTnXkVwgzIEdI-ZjxZH32IzQ/s320/Ballard%20reloaded.jpg" width="224" /></a></div><br /><p style="text-align: justify;"><br /></p></div>Elena Riushttp://www.blogger.com/profile/12159431310736855575noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4312668323530365630.post-32692529492195966502023-03-28T18:09:00.011+02:002023-03-30T17:23:26.866+02:00RECOMIÉNDAME UN LIBRO<p style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiCwEKQ1BzINw7Pof7lKDsXbccoAdJg5_tKiRf7yA7DVq-Rv4fpIXDe95VpPgV-cNza39fP3BtNB829FXKj1avSaF2wGPXhOR48SC1CU-_Y3lVmoaNmYxyt95dsDNd2LpSOik8EyZASYW1fIRQN9ibZZOsquemxptdjLkGfEwNDLHb-Orooyt9SEskujg/s1200/man-phone-bed-sleep.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="800" data-original-width="1200" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiCwEKQ1BzINw7Pof7lKDsXbccoAdJg5_tKiRf7yA7DVq-Rv4fpIXDe95VpPgV-cNza39fP3BtNB829FXKj1avSaF2wGPXhOR48SC1CU-_Y3lVmoaNmYxyt95dsDNd2LpSOik8EyZASYW1fIRQN9ibZZOsquemxptdjLkGfEwNDLHb-Orooyt9SEskujg/s320/man-phone-bed-sleep.jpg" width="320" /></a></div><br /><div style="text-align: justify;">Nadie ignora que las redes sociales están llenas de gente desnortada y con muy poco cerebro, incapaces de reflexionar antes de darle al teclado y publicar cualquier sandez. Trato por eso de ser muy cauta con el uso que hago de ellas, porque estoy convencida de que consumir un exceso de tonterías al día -alguien tendría que hacer un estudio de dónde se sitúa el umbral de peligrosidad- puede ser nocivo para tu cerebro. Parecería, sin embargo, que seleccionar a la gente que sigues no basta: cada vez más, los malvados algoritmos de estas plataformas nos bombardean con publicaciones de gentes desconocidas que vocean cualquier memez que se les acabe de ocurrir. Pero no quiero hacerles perder el tiempo quejándome de la inanidad casi tóxica de Twitter o de las absurdas publicidades de Instagram (de Facebook ni hablo: es el mal), porque aquí hemos venido a hablar de lectura, no de redes. De lo que he venido a hablarles, pues, es de algo que me deja pasmada cada vez que me lo encuentro (y es a menudo): esa gente que le pide al éter -o sea, a ese gentío de desconocidos que se supone lo leerán- que le recomienden un libro. A veces es una petición así, en general: "Recomiéndenme un libro"; otras, se dignan ofrecer algo más de detalle: "¿Qué novela romántica me recomiendan?". Cada vez que veo algo así, se me ponen los pelos de punta. Ganas me dan agarrarles por el cuello y decirles: "Hombre (o mujer) de dios, ¿por qué crees que esa gente que te lee tiene la más remota idea de literatura? O, suponiendo que alguno la tenga, ¿por qué piensas que ese desconocido/a que no sabe nada de ti va a acertar milagrosamente con tus gustos? ¿Te vas a fiar más de alguien que a lo mejor solo ha leído tres o libros en su vida que del librero de la esquina (cuyo trabajo es, precisamente, conocer la mercancía que vende)?" </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhn4xDOtdewDpq1mNSWcpEChI4sB9ytozIkh-PW1vxQxGEmysqVyLVTAkyz7If6n9tLOs_NHCaXVSDrr8CSVKFtW_xe7oyiQExmfJmraV1-SF5vbiD4jMQwl01r-Ca2_VQIYDX5lA1tmXQPokD1N8lnI-qAI9UYA0TfVVsqA-NMv1agfbCfY5sqEcd9YQ/s318/Tom%20Gauld.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="159" data-original-width="318" height="180" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhn4xDOtdewDpq1mNSWcpEChI4sB9ytozIkh-PW1vxQxGEmysqVyLVTAkyz7If6n9tLOs_NHCaXVSDrr8CSVKFtW_xe7oyiQExmfJmraV1-SF5vbiD4jMQwl01r-Ca2_VQIYDX5lA1tmXQPokD1N8lnI-qAI9UYA0TfVVsqA-NMv1agfbCfY5sqEcd9YQ/w360-h180/Tom%20Gauld.jpeg" width="360" /></a></div> <span> </span><span> </span><span> </span><span style="font-size: x-small;">Tom Gauld, como siempre, dando en el blanco: </span><div><span style="font-size: x-small;"><span> </span><span> </span><span> </span><span> <span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span> </span>a veces la gente recomienda libros que ni siquiera ha leído</span><span style="font-size: x-small;"><br /></span><div style="text-align: justify;"><br /></div><p></p><p style="text-align: justify;">En verdad, no hay nada más difícil que recomendar un libro (acertando, se entiende), ni nada que garantice más el fracaso que seguir la recomendación de alguien que no te conoce. Si alguien me pide que le recomiende un libro, siempre me dan ganas de decirle: "¿Tienes cuatro horas para explicarme con detalle tus gustos y tu historial lector?" Porque, sin eso, lo máximo que conseguirá es saber qué libro me ha gustado a mí, no qué libro le va a gustar a él o ella. Otro de los errores habituales de la gente que pide que le recomienden libros es pensar que "un libro es un libro es un libro" (que me perdone Gertrude Stein). O sea, que tanto da cuál sea su trama, cómo esté escrito, a qué género pertenezca, si se publicó hace dos semanas o hace dos siglos... no parece ocurrírseles que los libros son tan diversos como las personas. Y que, en las lecturas, como en las amistades, las afinidades son la clave. Delante de una recomendación, como cuando te presentan a alguien, lo primero que habría que preguntarse es, ¿seremos compatibles? </p><p style="text-align: justify;">Probablemente ninguna de estas personas tan ansiosas de recibir recomendaciones leerá este artículo. Pero, por si lo hacen, ahí va un último -y crucial- consejo: cuando alguien te recomienda un libro, averigua antes si es una recomendación desinteresada. Porque es muy posible que esté tratando de colarte el libro que ha publicado su editorial o el que le pagan por promocionar. En este capítulo, inmensa ternura la que me ha producido un alma cándida que decía: "Quiero empezar a leer libros autopublicados, ¿me recomiendan uno?" No sé si reír o llorar, porque estoy segura de que todos los autores autopublicados que la lean se apresurarán a bombardearla con sus libros. Recuerda, alma bendita, los libros son como los hijos: cada cual piensa que el suyo es el más guapo del mundo. Lo que no quiere decir que lo sea.</p><p style="text-align: justify;">De todas maneras, pensar en la gente que anda pidiendo recomendaciones a ciegas por las redes no es algo que vaya a quitarme el sueño. Sospecho -y no creo andar muy errada- que no van a comprarse, ni por supuesto a leer, ninguna de las obras que les recomienden. Como tantas otras cosas en las redes, esta también es pura fachada. </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjq4FJt_GEKF_GEYdXq6LVYHOZuZKIMgi0vswgxK0plGOHzSY2yRccEIYl5gtxEYxCrUAfmcisKEdPUuhpBAtAElpaB_QkRn6nMoSNDxxz3I9OmTx39aod02ajrlxzjKM-yj5ehduG2-iy-3Rrl3E1HOY66F8A0FllghLuwNUjO37WAUV5i30ScYWYqNA/s1500/Ramon%20Casas%20Joven%20decadente.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1250" data-original-width="1500" height="267" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjq4FJt_GEKF_GEYdXq6LVYHOZuZKIMgi0vswgxK0plGOHzSY2yRccEIYl5gtxEYxCrUAfmcisKEdPUuhpBAtAElpaB_QkRn6nMoSNDxxz3I9OmTx39aod02ajrlxzjKM-yj5ehduG2-iy-3Rrl3E1HOY66F8A0FllghLuwNUjO37WAUV5i30ScYWYqNA/s320/Ramon%20Casas%20Joven%20decadente.jpg" width="320" /></a></div><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span></div><div> <span style="font-size: x-small;"> Ramon Casas, J<i>oven decadente (Después del baile)</i>, 1899</span><br /><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><br /></p></div>Elena Riushttp://www.blogger.com/profile/12159431310736855575noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-4312668323530365630.post-26815107140376997812023-03-04T20:32:00.001+01:002023-03-04T20:32:55.628+01:00LA DAMA DESAPARECE<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjdypxpv6qVOjZPB4-Bgb8ZOhsPhKHyL3mvTV6ePS8HY3KEBOW-7a0i5oAYGRwzl-Y2YktHJeuG8UvBuUS0tLIZPquIzqiwHmUDq6itxH750ntTUCcmvgxjJ1-eH8I2HmgT0RZtHSDKE31rrT731TWEMYhoLcFMRN-ZepaxWhcy1bTMHc7ce5ayOQa-qQ/s640/640px-Roll-call.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="315" data-original-width="640" height="216" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjdypxpv6qVOjZPB4-Bgb8ZOhsPhKHyL3mvTV6ePS8HY3KEBOW-7a0i5oAYGRwzl-Y2YktHJeuG8UvBuUS0tLIZPquIzqiwHmUDq6itxH750ntTUCcmvgxjJ1-eH8I2HmgT0RZtHSDKE31rrT731TWEMYhoLcFMRN-ZepaxWhcy1bTMHc7ce5ayOQa-qQ/w437-h216/640px-Roll-call.jpeg" width="437" /></a></div><div style="text-align: justify;"> <i> </i><span style="font-size: x-small;"><i>The Roll Call</i>, por Elizabeth Thompson, lady Butler (1846-1933)</span></div><p></p><p style="text-align: left;"><span style="text-align: justify;">Observen el cuadro que acompaña esta entrada. Lo pintó una mujer, Elizabeth Thompson, en 1874, y se convirtió en una de las pinturas más famosas de Gran Bretaña en su momento. La Royal Academy, un selecto club artístico formado por 40 pintores (todos hombres), los que cortaban el bacalao en la escena artística británica, tomó la insólita decisión de otorgarle un lugar de honor en su exposición anual. Las multitudes que atrajo fueron tales, que la pintura inició una gira por todo el país. Finalmente, la adquirió la reina Victoria por una abultada suma, y hasta el día de hoy cuelga en la galería real de St. James' Palace. Sin embargo, el nombre de Thompson no se menciona entre los pintores destacados del siglo XIX. Aunque la artista en cuestión siguió pintando (su especialidad eran los temas militares), parece que ya nadie la recuerda. Estuvo a punto de ser elegida la primera mujer miembro de la Royal Academy, pero le faltaron dos votos. Nunca más se propuso su candidatura. Ella se casó con un militar, tuvo seis hijos y se hundió en el olvido.* Yo tampoco hubiese sabido nada de ella de no haberme topado, mientras buscaba información sobre la situación de las mujeres en la Inglaterra victoriana, con el podcast titulado </span><b style="text-align: justify;"><a href="https://podcasts.apple.com/us/podcast/the-lady-vanishes/id1119389968?i=1000376154821">The lady vanishes</a></b><span style="text-align: justify;"><a href="https://podcasts.apple.com/us/podcast/the-lady-vanishes/id1119389968?i=1000376154821"> (La dama desaparece)</a>, primer episodio del podcast </span><i style="text-align: justify;">Revisionist History</i><span style="text-align: justify;">, conducido por Malcolm Gladwell. </span></p><p style="text-align: justify;">Les recomiendo que lo escuchen, porque no solo habla de esta artista, sino de las sutiles formas que tiene el poder establecido (léase patriarcado, aunque él no lo llame así) para abrir un poquito la puerta, dejar entrar a una mujer, y cerrarla luego enseguida. A veces, durante décadas. Ya han demostrado lo abiertos de mente que son, ahora pueden volver a sus prejuicios habituales. </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgafna7Hcq_rOpgczxB7CQAmc-1PZLjitzYruSZawYg28RnHAQ7edoAdUCEa9p9X6QXxW7tcBbg0cRYl1hk3Om-liqy5SwoxMLKtlhVOmvPaP03M2CuHAEuaGhVKz-JqJ0alPGTCEKv0OZWpAvwZpN8Q1NB1oSPAujuFpRJgplpxeSLQFMEDJhNgEYOGg/s499/Joana%20Russ.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="499" data-original-width="322" height="287" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgafna7Hcq_rOpgczxB7CQAmc-1PZLjitzYruSZawYg28RnHAQ7edoAdUCEa9p9X6QXxW7tcBbg0cRYl1hk3Om-liqy5SwoxMLKtlhVOmvPaP03M2CuHAEuaGhVKz-JqJ0alPGTCEKv0OZWpAvwZpN8Q1NB1oSPAujuFpRJgplpxeSLQFMEDJhNgEYOGg/w185-h287/Joana%20Russ.jpg" width="185" /></a></div><br /><p style="text-align: justify;">Si el podcast de Gladwell ilumina una de las técnicas empleadas para relegar a las mujeres, Joanna Russ, en el revelador libro <b><a href="https://amzn.to/3SSI0rl">Cómo acabar con la escritura de las mujeres</a></b>, destapa unas cuantas más. Lo que Russ señala se puede aplicar a la literatura, pero también a cualquier otra disciplina artística, o simplemente, cualquier otra actividad socialmente prestigiosa en la que alguien "inadecuado" (léase mujer) destaque. Como ella señala: "En una sociedad que se define como igualitaria, la situación ideal (socialmente hablando) es aquella en la que los miembros de los grupos «inadecuados» tengan la libertad de dedicarse a la literatura (o a actividades igualmente significativas) y aún así no lo hagan, probando por tanto que son incapaces de ello. Pero ay, dales un poquito de libertad real y lo harán. Por consiguiente, el truco reside en hacer que la libertad sea tan solo nominal y después —puesto que habrá quien aún así lo haga— desarrollar diferentes estrategias para ignorar, condenar o minusvalorar las obras artísticas resultantes." Después de enumerar todas estas estrategias, Russ dedica el libro a analizar todas ellas -recomiendo su lectura, seguro que les abre los ojos ante sutiles discriminaciones que casi no parecen tales-, pero termina concluyendo que tal vez la más difícil de combatir sea la que consiste simplemente en ignorarlas, a las autoras, a sus obras y a toda su tradición. Como si no existieran. </p><p style="text-align: justify;">Así que sí, sigue siendo necesario -y me temo que por mucho tiempo- revindicar el trabajo de las mujeres, luchar por que se les reconozca y se les dé el lugar que les corresponde. No solo el 8 de marzo, sino todos los días del año. Aunque pueda parecer que hemos conquistado ciertos territorios, nunca debemos olvidar la facilidad con que se ha venido llevando cabo el truco, y se sigue haciendo: la dama desaparece. </p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-small;">*Uno de los detalles más escalofriantes (para mí, al menos) de todo este asunto es que, cuando el marido de Elizabeth, un militar de prestigio, escribió sus memorias, a ella ni la mencionaba. Nada. Ni siquiera figura en el índice onomástico. No me extraña que ella se rindiera y abandonase su carrera. </span></p>Elena Riushttp://www.blogger.com/profile/12159431310736855575noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-4312668323530365630.post-16264512091239910592023-02-16T19:11:00.000+01:002023-02-16T19:11:04.025+01:00¿TIENEN VIDA PROPIA LAS HISTORIAS DE FICCIÓN?<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhWRjEh6FosYwAen3mGBf6jR5_ranSfFsR8pqrC-wylNe-q-m06eY9xX7XrI34Z5G1w1pYeKKonvzhZnLxi0CoXzVQzUw5KjBMmq855yd4O3hXdn0YAEip3z3QOytHUZcoNdVn7xEkGzGadoQs19zM2ZX6qGwhxw6u6AZ965UqJXCiscgNzfyeXN5crOw/s674/George%20Bernard%20Shaw.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="674" data-original-width="540" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhWRjEh6FosYwAen3mGBf6jR5_ranSfFsR8pqrC-wylNe-q-m06eY9xX7XrI34Z5G1w1pYeKKonvzhZnLxi0CoXzVQzUw5KjBMmq855yd4O3hXdn0YAEip3z3QOytHUZcoNdVn7xEkGzGadoQs19zM2ZX6qGwhxw6u6AZ965UqJXCiscgNzfyeXN5crOw/s320/George%20Bernard%20Shaw.jpg" width="256" /></a></div> <span style="font-size: x-small;"> George Bernard Shaw, trabajando</span><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><p style="text-align: justify;">Es frecuente que los escritores cuenten que, al llegar a cierto punto de la creación de su novela, alguno de sus personajes adquirió vida propia. Entiéndase, no es que saltara de la página y se fuese a correr aventuras por ahí, sino que el autor sintió que a ese personaje su papel le venía estrecho, que estaba pidiendo a gritos -hasta donde un personaje ficticio puede hacerlo- tener mayor protagonismo, o hacer algo que no estaba previsto en el plan inicial. Debo decir que durante bastante tiempo creí que eso era una <i>boutade</i> propia de los artistas. Como aquello de la inspiración y la visita de las musas. Sin embargo, los años que he pasado siguiendo de cerca el proceso de creación de otros me han demostrado que se trata de un fenómeno real. Aunque, por supuesto, no comporta nada mágico ni sobrenatural. Ocurre, simplemente, que esa mezcla de rasgos de carácter, acciones y parlamentos con que se configuran los personajes de ficción es más certera unas veces que otras. Cuando el cóctel funciona, el lector -y el propio escritor es su primer lector- reconoce al personaje como alguien real, alguien que podría haber existido. Es entonces cuando el personaje cobra alas y el escritor, más que guiarle, se deja llevar por la lógica de su deriva. </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjQGoSHnON_-8HD5LFYL93nhVU7sRFQ-cwys-u6aSW1uh_AqCz_cLU7y938b4KQ2rB4RAK8ruT-YPQ1o823_hE2sG0_jcVyoXnWef1ZEyH0lNbZzdkJQzVkV5-bnLkzqzOGDRyHYMwYjMPrzfDyCog-ypAGkIGudBx2Rd3xVFcm71R__SPWDpdNS1V6Jw/s499/Olive%20Kitteridge.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="499" data-original-width="324" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjQGoSHnON_-8HD5LFYL93nhVU7sRFQ-cwys-u6aSW1uh_AqCz_cLU7y938b4KQ2rB4RAK8ruT-YPQ1o823_hE2sG0_jcVyoXnWef1ZEyH0lNbZzdkJQzVkV5-bnLkzqzOGDRyHYMwYjMPrzfDyCog-ypAGkIGudBx2Rd3xVFcm71R__SPWDpdNS1V6Jw/s320/Olive%20Kitteridge.jpg" width="208" /></a></div><p style="text-align: justify;">De lo que no cabe duda es de que hay personajes que, una vez terminado el relato, parecen quedarse aletargados entre las páginas. Con el fin de la historia se acaba también su vida ficticia. No se moverán de ahí hasta que aparezca un nuevo lector. De otros, en cambio, estamos seguros de que siguen con su vida mucho más allá de la última página. Nosotros cerraremos el libro, pero ellos continúan viviendo, corriendo quién sabe qué aventuras que sólo podemos imaginar. No es magia, pero lo parece. Seguro que se les ocurren muchos ejemplos, es una experiencia bastante común. El caso más reciente que recuerdo es el de <a href="https://amzn.to/3IpEUHC">Olive Kitteridge</a>, la brusca y temperamental protagonista creada por Elizabeth Strout. Al lector le resulta imposible creer que esa mujer no sea real, y sospecho que lo mismo le sucedió a la autora, que después de la novela que lleva como título el nombre de este personaje, se vio impulsada a seguir narrando sus peripecias en una segunda, titulada en inglés <a href="https://amzn.to/3Invpsw">Olive, again</a> y aquí, <a href="https://amzn.to/3YNdMrF">Luz de febrero</a>. </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/3S1CepUaGMI" width="320" youtube-src-id="3S1CepUaGMI"></iframe></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: x-small;">Hay una excelente miniserie sobre este personaje, </span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: x-small;">con la gran Frances McDormand como Olive</span></div><p style="text-align: justify;">Pero existe algo más asombroso aún que esos personajes que adquieren vuelo: las novelas cuyo mundo ficticio se convierte, todo él, en una extensión del mundo real. Son aquellas (pocas, admitámoslo) en que la vida vibra de tal modo que nos convence de que ese universo ficticio existe en realidad; de que cuando abrimos las páginas del libro no hacemos otra cosa que asomarnos a una ventana por la que vemos transitar a sus personajes. Como sucede con las ventanas de la vida real, nos es dado únicamente contemplar una parte de lo que sucede. Pero no hay duda de que, cuando desaparecen de nuestra vista, los personajes se van a otros lugares, y les pasan otras cosas, que por desgracia no podemos conocer. Es lo que estoy experimentando estos días, enfrascada en la (re)lectura de <a href="https://amzn.to/3YxdchQ">Guerra y paz</a> (aprovecho para recomendar la soberbia nueva traducción de Joaquín Fernández-Valdés, que ha recibido el premio de traducción Esther Benítez). Hablo de relectura con cierta mala conciencia, porque leí esta monumental -en todos los sentidos- obra en mi adolescencia, y sé positivamente que por aquel entonces tenía tendencia a saltarme los pasajes de la "guerra", más interesada por los amoríos que tenían lugar en los elegantes salones moscovitas que por el fragor de la batalla. Esta vez, sin embargo, no me pierdo detalle. ¡Y cómo lo estoy disfrutando! Como es habitual en Tolstói, desde la primera página te agarra por el cuello y te sumerge en la historia. Unos pocos párrafos y estás dentro. Sus escenas están invariablemente llenas de movimiento, el autor nos lleva de aquí para allá, nos va mostrando a este y aquel personaje, sin demorarse en explicaciones, que en realidad son innecesarias, porque todo resulta tan real que el lector va proyectando su propia película en su imaginación. Así, cada vez que abro el libro, me encuentro preguntándome qué habrá pasado en mi ausencia, convencida de que los gallardos oficiales a los que dejé sucios y maltrechos después de la batalla habrán estado bebiendo con sus camaradas, mientras que la dulce princesa Maria habrá aprovechado su salida de escena para retirarse a rezar, o tal vez a dar instrucciones a los criados. Sé lo que va a suceder -no es que mi memoria de la primera y parcial lectura sea muy fresca, es que durante el confinamiento vi <a href="https://www.filmaffinity.com/es/film799488.html">la serie de la BBC</a>-, pero eso no merma para nada mi interés. Los personajes -desde los más aristocráticos al más humilde cochero- poseen tal rotundidad que sé positivamente que están vivos en algún lugar, quién sabe si en un universo paralelo al nuestro. Cada vez estoy más convencida de su existencia.</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEioqnw--rUD5_2twkx-ruz3P2rIlAExVYDjb5ITgj6S4JDfyAk1zdzJCk-JC6igOrTxAN72OVPFgtJjOVTP-hcRYcIHGqt9DAMSdPWImpVOXv5UWHEDBz2pdbxVWi63fSKxqUie6YeHUyrD1JXtqGjF2EONl1MFhopuuE2QpJga3JmLf2Uyf8W_CZ4R3Q/s624/War%20and%20Peace.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="351" data-original-width="624" height="180" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEioqnw--rUD5_2twkx-ruz3P2rIlAExVYDjb5ITgj6S4JDfyAk1zdzJCk-JC6igOrTxAN72OVPFgtJjOVTP-hcRYcIHGqt9DAMSdPWImpVOXv5UWHEDBz2pdbxVWi63fSKxqUie6YeHUyrD1JXtqGjF2EONl1MFhopuuE2QpJga3JmLf2Uyf8W_CZ4R3Q/s320/War%20and%20Peace.jpg" width="320" /></a></div><p style="text-align: justify;"><br /></p>Elena Riushttp://www.blogger.com/profile/12159431310736855575noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-4312668323530365630.post-76422124306664594932023-01-07T11:36:00.000+01:002023-01-07T11:36:32.324+01:00LEER COMO MODO DE VIDA<p style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><img border="0" data-original-height="480" data-original-width="430" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiBXYO8irHmgzjUabjkNf9QDpqjxrb3PqmKzCo16XBAOUk33Aa2Ftjo09cwEYFJYRxEQYXTxdbwUV1-KmP8F8jWGJcuSuHycMjqCIPzvYKrLqqCLHwQ8WBvAsr6rJnhG1zjFeBfOPL-fTL5zNth1L9Mj6oQmaVqQ2W1SYYnc7J_P4j07ZION5lRVabcqA/s320/430px-John_Singer_Sargent_-_Man_Reading_(Nicola_d%E2%80%99Inverno)_-_1948.35.1_-_Reading_Public_Museum.jpg" width="287" /></div><p style="text-align: justify;"> <span style="font-size: x-small;">John Singer Sargent, <i>Man reading</i></span><br /></p><div style="text-align: justify;">Se lamenta el autor de uno de los blogs que sigo de que <a href="https://evidenceanecdotal.blogspot.com/2023/01/revelations-in-act-of-reading.html">apenas conoce verdaderos lectores</a>. Dice que, en su labor como profesor de una universidad americana, raras veces se ha encontrado con estudiantes que leyesen por el mero placer de leer, y no simplemente por adquirir los conocimientos necesarios para superar los exámenes. Desconozco si su percepción es acertada o si forma parte de esa pertinaz tendencia a creer que los demás -sobre todo si son alumnos- no están a tu misma altura (hay que suponer que el autor en cuestión sí se considera un lector hecho y derecho). Hecha esta salvedad, he de decir que su comentario me ha recordado el motivo -ya lejano en el tiempo- que me llevó a abrir este blog. Parecerá raro, pero tras toda una vida en mundo editorial, una labor que me ha llevado a codearme con escritores -conocidos y desconocidos- traductores, correctores, editores, agentes y demás fauna del mundillo literario, me di cuenta de que eran poquísimas las personas que compartían mi forma de concebir la lectura. Aparentemente, mucha gente leía porque pensaba que debía hacerlo, como una forma acceder a la cultura; otros, porque necesitaban estar al día de "lo que se publica"; los de más allá, solo leían "buenas novelas", o solo a autores consagrados, como si entrar en contacto con otro tipo de obras constituyese una especie de contaminación. Por no hablar de aquellos que concebían la lectura como una especie de permanente concurso, que libraban contra sí mismos o contra otros, llevando una férrea contabilidad de la cantidad de libros leídos y lamentándose amargamente si por cualquier motivo no alcanzaban el número deseado. Actitudes todas ellas muy respetables, pero que me resultaban -me resultan- totalmente ajenas. No llevo ningún tipo de contabilidad de los libros leídos, ni los comienzo en ningún tipo de orden. Nunca he leído un libro porque creyese que me iba a hacer más sabia, o mejor. (Entre nosotros, eso de que la lectura nos hace mejores es un bulo; podría citarles a bastantes personas despreciables que eran grandes lectores.) </div><div style="text-align: justify;">Desde que aprendí a leer, la lectura es para mí como la bebida o la comida: algo que mi ser reclama a diario para mantenerse a flote. Un modo de vida. No importa demasiado si uno come un trozo de pan o un plato de alta gastronomía; si bebe un vaso de agua o un vino de la mejor cosecha, todo vale para subsistir. Mi dieta literaria es igualmente variada y a menudo errática. Claro que aprecio los buenos manjares y me deleito con ellos, pero no me hace falta comerlos a diario. Lo que sí necesito es mi ración diaria de lectura, buena, mala o regular (y si es una ración abundante, mejor que mejor). </div><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjK33A0KV59CPkjMePZ55fvAtsfbQS6nkoMEomECA9VtLjrGLmylIvQAU2aSWnxYtnn928qKK8Z8oRNtfEuLuHPh-CJKxwkKtVaLXQW8qrL2oIcU-tQ4ucqdMQBs719WGi6SoME5nI_lw7UvI2LMOVxqk4YHhLy5lBC2iyugYX2cfFD3u2hnx1-fGb3FA/s1106/melendez6.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1106" data-original-width="850" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjK33A0KV59CPkjMePZ55fvAtsfbQS6nkoMEomECA9VtLjrGLmylIvQAU2aSWnxYtnn928qKK8Z8oRNtfEuLuHPh-CJKxwkKtVaLXQW8qrL2oIcU-tQ4ucqdMQBs719WGi6SoME5nI_lw7UvI2LMOVxqk4YHhLy5lBC2iyugYX2cfFD3u2hnx1-fGb3FA/s320/melendez6.jpg" width="246" /></a></div><span><div style="text-align: center;"><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span style="font-size: x-small;">Bodegón de Luis Meléndez (Museo del Prado).</span></div></span><div><div style="text-align: center;"><span style="font-size: small;"> </span><span style="font-size: small;"> </span><span style="font-size: small;"> </span><span style="font-size: small;"> </span><span style="font-size: small;"> </span><span style="font-size: small;"> </span><span style="font-size: x-small;"> A veces, con un vaso de agua y un pedazo de pan (excelsamente pintados), nos basta.</span></div><div><p style="text-align: justify;">Detesto tener que leer algo que me ha sido impuesto (y lo digo después de haberme pasado muchos años leyendo por obligación). Puedo apreciarlo, valorarlo, pero no lo disfruto, pues para mí el libre albedrío y la lectura deben ir de la mano. ¡<a href="https://notasparalectorescuriosos.blogspot.com/2016/06/elogio-de-los-libros-malos.html">Abajo las lecturas obligatorias</a> y las listas de lectura! Conste que no creo ni por un instante que esto me haga mejor ni peor que quienes leen por otros motivos. Cada cual tiene su forma de vivir. </p><p style="text-align: justify;">Pero me voy por las ramas. Retomando el asunto, mi motivación para abrir un blog fue pensar que tal vez, entre ese inmenso público que pulula por las redes, habría algunas personas que concibiesen la lectura igual que yo. Como una pasión, como una necesidad vital, y no como un camino de virtud. No, no quiero ser una lectora virtuosa, ni tengo la menor intención de explicarles cuántos libros he leído, ni pretendo estar al día de las últimas novedades (los asiduos de este blog ya saben de mi <a href="https://notasparalectorescuriosos.blogspot.com/2021/07/la-tirania-de-la-novedad.html">escaso aprecio por la polvareda que se forma en torno a "lo nuevo"</a>). Además, lo confieso, me alimento también de libros mediocres. ¿Ustedes nunca se han dado un atracón de patatas fritas? Mi intención, simplemente, era compartir con otros el placer de leer, una vida lectora, que para mí es la única vida que vale la pena. </p><p style="text-align: justify;">Volviendo al bloguero-profesor que he citado al principio: yo de él no me preocuparía tanto por la escasa motivación lectora de los alumnos, ni por el hecho de que el público en general lea menos de lo que él considera adecuado. Ya los romanos se quejaban de lo mismo, y miren...</p></div></div>Elena Riushttp://www.blogger.com/profile/12159431310736855575noreply@blogger.com17tag:blogger.com,1999:blog-4312668323530365630.post-34163714576270285782022-12-01T19:04:00.001+01:002023-12-19T19:20:36.935+01:00LIBROS DELICIOSOS DE 2022<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgdGbp_yUfnwBowX0JZa7lMJZPyYNb6Q5CscUfaAMnnzg0ACTjnE859wBGXl2HKzHBxPfyiruZh-BJerEP2-vtliekK_NuRae64e_tF_j3WDoVplxwtP6Jks1JNHW-y8MJFpYf6MU8ZujOdfNWDHSs_vrqTGS0UQFxLOUnIQXscol6wKGYyc_gQw4JhjA/s800/calendario.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="533" data-original-width="800" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgdGbp_yUfnwBowX0JZa7lMJZPyYNb6Q5CscUfaAMnnzg0ACTjnE859wBGXl2HKzHBxPfyiruZh-BJerEP2-vtliekK_NuRae64e_tF_j3WDoVplxwtP6Jks1JNHW-y8MJFpYf6MU8ZujOdfNWDHSs_vrqTGS0UQFxLOUnIQXscol6wKGYyc_gQw4JhjA/s320/calendario.jpg" width="320" /></a></div><br /><p style="text-align: justify;">¿Todo se acelera o soy yo que voy más lenta? (si hemos de fiarnos de mi escasa producción de entradas en el blog, quizás sea lo segundo). En todo caso, hace un mes que en los supermercados venden turrones y las tiendas ya hace al menos quince días que lucen su decoración navideña. ¡Y sólo es 1 de diciembre! Siguiendo con esa tendencia a adelantarlo todo, hoy mismo he empezado a ver en redes listas de "los libros de 2022" (¿y diciembre? ¿es que la gente no lee en diciembre?). Aparte de resultarme chocante, me ha recordado que tengo que poner al día mi lista de lecturas del año -sí, desde hace dos o tres años he conseguido llevar, a trancas y barrancas, una relación de libros leídos, todo un logro para mí- y, por qué no, seleccionar algunos para ponerlos aquí. (Soy poco amante de estas listas, pero <a href="https://notasparalectorescuriosos.blogspot.com/2020/12/lecturas-2020.html">algún año he hecho algo que se le parecí</a>a.) </p><p style="text-align: justify;">Constato algunas cosas curiosas: definitivamente este ha sido un año Daphne du Maurier. Desde que preparé, hace un par de años, creo, un club de lectura en torno a <i>Rebecca</i> y leí la espléndida biografía de esta autora escrita por Margaret Forster (es un lujo poder leer la biografía de una autora escrita por otra escritora: véase <a href="https://amzn.to/3gPqfuB">la de Charlotte Brontë por Elizabeth Gaskell</a>) tuve la impresión de que se trataba de una escritora injustamente minusvalorada. Seguramente tenga bastante que ver que solía cultivar un tipo de literatura a menudo a caballo entre el suspense y lo gótico, y que ya desde un principio de su carrera vendió muchos miles de ejemplares; la crítica tiende a despreciar los bestsellers, no importa lo buenos que sean. A raíz de ello, me embarqué en una cruzada de lecturas du Maurier que, aparte de confirmar mis suposiciones, me han procurado unos ratos buenísimos. A estas alturas, sólo me quedan por leer tres o cuatro libros suyos. Seguro que caen en el 2023.</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: left;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj_THGNUfrb2UyhjiDigfbIR9ASBY6UvoT5YQKbA7xHhuwHRs5uFYnJzfaK6E6FMGJhchYPQp5Sz08rA3f81nBGINKB9M2OsU8TPrl0HlC095Z9-EXev46lsxmRnj3EOwzwWWkPjtg6NOBnLoaexEfo_YLhkOFNy9UvDumVdqg8m1ebTpoMdyyB0RBbgg/s499/El%20chivo.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="499" data-original-width="315" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj_THGNUfrb2UyhjiDigfbIR9ASBY6UvoT5YQKbA7xHhuwHRs5uFYnJzfaK6E6FMGJhchYPQp5Sz08rA3f81nBGINKB9M2OsU8TPrl0HlC095Z9-EXev46lsxmRnj3EOwzwWWkPjtg6NOBnLoaexEfo_YLhkOFNy9UvDumVdqg8m1ebTpoMdyyB0RBbgg/w126-h200/El%20chivo.jpg" width="126" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh7DjOvJoyZE8tn88cYXEzKnNdPs2bs0riedndYL9eNz-J3IN0mgaef7n7ZMVODbIKajBfpyZNKqXdiwBvijFk0_Zxcf09svB6NaRjgDo9awHU_LJBjV4ITKnwffZtneHYIV9Mt0jBF6dPGLUAh3MgrVIUUFYoDcnYfcIgOOgohSDGKh6YommuJPm3-Kw/s500/R%C3%ADo%20franc%C3%A9s.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="500" data-original-width="315" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh7DjOvJoyZE8tn88cYXEzKnNdPs2bs0riedndYL9eNz-J3IN0mgaef7n7ZMVODbIKajBfpyZNKqXdiwBvijFk0_Zxcf09svB6NaRjgDo9awHU_LJBjV4ITKnwffZtneHYIV9Mt0jBF6dPGLUAh3MgrVIUUFYoDcnYfcIgOOgohSDGKh6YommuJPm3-Kw/w126-h200/R%C3%ADo%20franc%C3%A9s.jpg" width="126" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj9mgb8vRLOJ7voZQ0CWAE9QOOYDC9fNphtQBzFUeAv_QXkF8iLqBc7-4OHIoqX4pqkxkD0jHCCUfwskYyMaDW-HpRVORO52m4yftSkaodQ5dsMQv29fTZnqgq10IbkDzoqhg-8fQGKcsiUURSjU9gobPMVkFQ_eownJaFiOUxQ3T1mSCpzYtjxFuMWOg/s500/Rachel.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="500" data-original-width="315" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj9mgb8vRLOJ7voZQ0CWAE9QOOYDC9fNphtQBzFUeAv_QXkF8iLqBc7-4OHIoqX4pqkxkD0jHCCUfwskYyMaDW-HpRVORO52m4yftSkaodQ5dsMQv29fTZnqgq10IbkDzoqhg-8fQGKcsiUURSjU9gobPMVkFQ_eownJaFiOUxQ3T1mSCpzYtjxFuMWOg/w126-h200/Rachel.jpg" width="126" /></a></div><br /> <span style="font-size: x-small;"> Aquí van unos cuantos Daphne du Maurier de muestra.</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: left;"><span style="font-size: x-small;"><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> <span> </span><span> </span><span> </span><span> </span><span> </span>Hay muchos más, no se los pierdan.</span></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: left;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: left;"><span style="text-align: justify;">También ha habido una maratón de </span><a href="https://www.maeva.es/autores/elly-griffiths" style="text-align: justify;">Elly Griffiths</a><span style="text-align: justify;"> y su antropóloga forense Ruth Galloway. Aunque esto entre en otra categoría, es igualmente adictiva. Tomen buena nota los amantes de las series policiacas. </span></div></div></div><p style="text-align: justify;">Pero dar aquí un listado de mis lecturas del 2022 -¡y falta diciembre, en un mes se puede leer mucho!- sería tedioso y pesado, tanto para mí como para mis lectores. En aras de la ligereza, y porque sé que me lo agradecerán, les voy a recomendar unos cuantos libros deliciosos que han pasado por mis manos durante este año. (Ojo, que no quiere decir que sean novedades de este año, alguno ya tiene trienios; ya <a href="https://notasparalectorescuriosos.blogspot.com/2021/07/la-tirania-de-la-novedad.html">saben que el concepto de la novedad me tiene sin cuidado</a>.) </p><p style="text-align: justify;"><a href="https://amzn.to/3iycpNq"><b>Jonathan Coe, El señor Wilder y yo</b></a></p><p style="text-align: justify;">¿Qué hay mejor que ser una joven estudiante sin planes para el verano y que te propongan trabajar para Billy Wilder, que va a rodar una película en una isla griega? Seguramente el segundo plan mejor después de éste -un muy buen plan, ciertamente- es leer la historia que ha escrito Jonathan Coe sobre ello. Cinefilia, nostalgia y literatura de la buena, y todo en pocas páginas. </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgiYPN2vGsgBC0yEljFdc-2CMRfC--Hf4Q-7TcLI6LzLVuTRf1t5H92nBNyyEgd3gUHUydZ8bSEKPOy6CWTg_Ct79S71Cnxen0SH-gipTej-06wPMltnU5TFMlnrDUX_EWC4eBWxvBZ00gbNceWnlol7Y6j0M5kIRpi3x9COFDNurDLxF76LJ_eriTcwQ/s499/Wilder.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="499" data-original-width="319" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgiYPN2vGsgBC0yEljFdc-2CMRfC--Hf4Q-7TcLI6LzLVuTRf1t5H92nBNyyEgd3gUHUydZ8bSEKPOy6CWTg_Ct79S71Cnxen0SH-gipTej-06wPMltnU5TFMlnrDUX_EWC4eBWxvBZ00gbNceWnlol7Y6j0M5kIRpi3x9COFDNurDLxF76LJ_eriTcwQ/w128-h200/Wilder.jpg" width="128" /></a></div><br /><p style="text-align: justify;"><a href="https://amzn.to/3GXo02Z"><b>Gianni Stuparich, La isla</b></a></p><p style="text-align: justify;">No sé si entra en la categoría de libros deliciosos, porque el tema no es alegre -un chico que acompaña a su padre, que padece un cáncer avanzado, en un último viaje a su isla natal-, pero sí lo es por el placer que procura su prosa elegante y depurada, así como la franqueza con que encara un asunto trascendental como la muerte. </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhYyn5VwrdLbF2MdOeyRDwYJZHTDo9i5f9nHXHE8s04psJLB9e7vVL7wYnSrJAv9eOpk-asBoeKarXQE3DyaPpl5YsBeRIUHclNim_fOYo1ugTzO8gqUIaXv8Q70XeTcBBpp5bCg0Tr_K80FOLKRzatp5Gwz15p-BNaWZhiODLF7jn-wn1gyY_eZaYqcQ/s454/Stuparich.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="454" data-original-width="336" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhYyn5VwrdLbF2MdOeyRDwYJZHTDo9i5f9nHXHE8s04psJLB9e7vVL7wYnSrJAv9eOpk-asBoeKarXQE3DyaPpl5YsBeRIUHclNim_fOYo1ugTzO8gqUIaXv8Q70XeTcBBpp5bCg0Tr_K80FOLKRzatp5Gwz15p-BNaWZhiODLF7jn-wn1gyY_eZaYqcQ/w148-h200/Stuparich.jpg" width="148" /></a></div><br /><p style="text-align: justify;"><a href="https://amzn.to/3GYF4pi"><b>Richard Osman, El jueves siguiente</b></a></p><p style="text-align: justify;">Esta sí, ligera, ligera. Puro entretenimiento, pero ingenioso y simpático a rabiar. Unos cuantos jubilados resuelven crímenes. Así de tonto, pero ¡qué bien narrado! Continuación de la igualmente deliciosa <i><a href="https://amzn.to/3irxFVd">El club del crimen de los jueves</a></i>, que si no han leído, recomiendo lean en primer lugar. (Sé que ha salido una tercera entrega. Igual cae antes de que acabe el año.)</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhA9MQmD8pqEixy5aNr-80TEKF67xGgq28E4SCukwqkYSIEKF4YVWfzBRT0Mc_w4js9kf7QgkT7cPuxOZByWhegv89WJkKm5rnmXR6fKDLy2JSm4j6MggM8eF5v9md4pi01HTE8GxTYrVyHkd4LL94lJB5_7skK_jfoLZfQsGzz8Uk5tM2wXRn04QiqFg/s500/Jueves.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="500" data-original-width="330" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhA9MQmD8pqEixy5aNr-80TEKF67xGgq28E4SCukwqkYSIEKF4YVWfzBRT0Mc_w4js9kf7QgkT7cPuxOZByWhegv89WJkKm5rnmXR6fKDLy2JSm4j6MggM8eF5v9md4pi01HTE8GxTYrVyHkd4LL94lJB5_7skK_jfoLZfQsGzz8Uk5tM2wXRn04QiqFg/w132-h200/Jueves.jpg" width="132" /></a></div><br /><p style="text-align: justify;"><b><a href="https://amzn.to/3Ujn9MV">Stefano Mancuso, Sensibilidad e inteligencia en el mundo vegetal</a></b></p><p style="text-align: justify;">Me van a decir que esto no pega ni con cola con todo lo demás. Como habrán adivinado por el título, se trata de un libro de divulgación científica, que habla sobre las plantas y su inteligencia. Todo viene de una exposición que vi hace unos meses titulada <a href="https://www.cccb.org/es/exposiciones/ficha/ciencia-friccion/234907">"Ciencia-fricción"</a>, que venía a demostrar que el ser humano no es el centro del universo, que en realidad estamos rodeados de seres con inteligencias distintas de las nuestras, pero igualmente asombrosas. En ella se mencionaba a este autor, uno de los estudiosos de las plantas más influyentes en los últimos años y quise saber más. Lo que este científico explica constituye una verdadera cura de humildad y una fuente inagotable de fascinación. Así que sí, no sólo es un libro delicioso, sino que te abre nuevos caminos. </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh-KeT_k-rMjceEOKcMdDGJyF2SEWdNoWMJapWvGqW5lS7bpJi3R693pd4d0EC7vLHkifQxdkqW4ogvBj_F7cKQgU9y3prJjyT1a6ADP1OJMLBdmjWXoMZsJimMxWZLZaFJdTYvcLv3u7k2kAEbuWgoCLzDK61wKxfqrWqxBfb2grXCp3MILJPEaSlDcw/s500/Inteligencia%20vegetal.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="500" data-original-width="337" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh-KeT_k-rMjceEOKcMdDGJyF2SEWdNoWMJapWvGqW5lS7bpJi3R693pd4d0EC7vLHkifQxdkqW4ogvBj_F7cKQgU9y3prJjyT1a6ADP1OJMLBdmjWXoMZsJimMxWZLZaFJdTYvcLv3u7k2kAEbuWgoCLzDK61wKxfqrWqxBfb2grXCp3MILJPEaSlDcw/w135-h200/Inteligencia%20vegetal.jpg" width="135" /></a></div><br /><p style="text-align: justify;">Y con esto, hasta el año próximo, probablemente. ¡Mis mejores deseos para un 2023 repleto de buenas lecturas!</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><br /></p>Elena Riushttp://www.blogger.com/profile/12159431310736855575noreply@blogger.com12tag:blogger.com,1999:blog-4312668323530365630.post-46194253636435008602022-10-16T19:40:00.002+02:002022-10-16T19:40:47.905+02:00VIAJAR AL PASADO (o tal vez no)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhF0vOZjA2jQSMQGeQy-iUupdWU2WDQ9siYHsvQAMNZBQ-TihS0kI-P3FB94wnZyP8H7CvkBAmWCnHFpC5-dahsoAGMC6axEMhVXv88zcWbt0-bZ1OGOp7LLcW1Kr-_PBUx4GlU6t36i5XG95TxpUZr1CzaPydohIec44QFcoKcf7QaSEgSDaQnbKzXDw/s1200/Viajes%20en%20el%20tiempo.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="785" data-original-width="1200" height="266" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhF0vOZjA2jQSMQGeQy-iUupdWU2WDQ9siYHsvQAMNZBQ-TihS0kI-P3FB94wnZyP8H7CvkBAmWCnHFpC5-dahsoAGMC6axEMhVXv88zcWbt0-bZ1OGOp7LLcW1Kr-_PBUx4GlU6t36i5XG95TxpUZr1CzaPydohIec44QFcoKcf7QaSEgSDaQnbKzXDw/w407-h266/Viajes%20en%20el%20tiempo.jpg" width="407" /></a></div><br /><p style="text-align: justify;">Una de las cosas más irritantes que existen es que la tomen a una por tonta. Todavía más irritante resulta ver cómo esa tomadura de pelo se hace extensiva a toda la sociedad y nadie parece darse cuenta. De ahí que sienta la imperiosa necesidad de alzar mi voz contra los anuncios de esa entidad llamada Meta, que no queda muy claro en qué consiste, pero que nos promete un futuro lleno de cosas maravillosas (siempre que previamente compremos sus productos, no especialmente baratos). Entre esas maravillas que el "metaverso" -es decir, la realidad virtual- nos traerá se encuentra -dicen ellos- la posibilidad de viajar en el tiempo. Argumentan que de este modo los estudiantes podrán asistir a escenas de la historia como si hubiesen estado allí. </p><p style="text-align: justify;">Bueno, pues tengo malas noticias para ustedes: tal vez no lo saben, pero el pasado no existe. Los humanos vivimos estrictamente en el presente. Podemos recordar nuestro pasado, imaginar nuestro futuro, pero estamos anclados en el momento actual. Es más, el pasado que creemos recordar es simplemente una fabricación de nuestra memoria, que selecciona y a menudo tergiversa lo que realmente sucedió. Y si esto ocurre con aquellos episodios que hemos vivido en primera persona, para qué hablar de aquellos que no hemos vivido, ni presenciado. Como dice David Lowenthal en su ensayo <a href="https://amzn.to/3CDj4wv"><i><b>El pasado es un país extraño</b></i>,</a> "Ningún informe histórico se corresponde nunca de modo preciso con ningún pasado real. No se puede recuperar la totalidad de ningún acontecimiento porque su contenido es prácticamente infinito... La mayor parte de la información en torno al pasado no se registró jamás y la mayoría del resto fue efímera." No es posible, por tanto, reconstruir el pasado; como mucho, podemos intentar hacer una burda aproximación a través de los fragmentos e informaciones que nos han llegado. Pero esta recreación nunca se corresponderá con lo que dicho pasado fue realmente. No me resisto a citar las palabras de <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Hilary_Mantel">Hilary Mantel</a> -la gran novelista recientemente fallecida-, quien, en <a href="https://www.bbc.co.uk/programmes/b08tcbrp">unas interesantes conferencias que dio sobre la relación entre historia y novela</a>, decía lo siguiente respecto a la historia: </p><p style="text-align: justify;">"Es lo que ha quedado en el cedazo cuando los siglos han pasado por él: unas cuantas piedras, retazos de escritura, retazos de tela. No es más “el pasado” de lo que un certificado de nacimiento es respecto a un nacimiento, o un guion respecto a una representación teatral, o un mapa respecto a un viaje. Es una multiplicidad de testimonios de testigos falibles e interesados, combinado con informaciones incompletas sobre acciones que las personas que las ejecutaban no entendían del todo." </p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgxXIaU5Hpvhnd1cUGooTo6l396_rcYK_Im9Q5DvHhkO6P_OzeqJ8LpurN_aNDPXjnsJNGsi7HXdEtizBQf1tsjp2fiEJjcxXOetLpVxmY-W8f5UzshE2FYYUIeNiA27OoM8OBYvB1JHDDyf9DqIGt3VLLYDwiLxV6BeGCYCmrCTMhD5KHa3WE1-zYiBA/s2000/Mantel.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1333" data-original-width="2000" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgxXIaU5Hpvhnd1cUGooTo6l396_rcYK_Im9Q5DvHhkO6P_OzeqJ8LpurN_aNDPXjnsJNGsi7HXdEtizBQf1tsjp2fiEJjcxXOetLpVxmY-W8f5UzshE2FYYUIeNiA27OoM8OBYvB1JHDDyf9DqIGt3VLLYDwiLxV6BeGCYCmrCTMhD5KHa3WE1-zYiBA/w320-h213/Mantel.jpg" title="Hilary Mantel" width="320" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-size: x-small;">Hilary Mantel</span></td></tr></tbody></table><p style="text-align: justify;">Así pues, suponer que gracias a Meta los estudiantes podrán viajar al pasado es una entelequia. Lo que verán, en el mejor de los casos, es lo que los programadores de Meta (o sus asesores históricos o quienquiera que se ocupe de eso) creen que es el pasado. La imagen que ilustra este engañoso anuncio es la de una escena que sin duda pretende evocar la antigüedad clásica (las personas vestidas con túnicas y mantos así lo hacen suponer), sobre las escalinatas de un posible templo griego, con sus columnas de mármol blanco. Así es como, al menos desde el Renacimiento, nos imaginamos que eran los templos de aquella época. Y así, imagino, será cómo los veremos en este prodigioso metaverso que nos espera. Sólo que los estudios más recientes indican que las columnas de los templos griegos, igual que sus frisos y estatuas, no eran blancas, sino que estaban pintadas de vivos colores. (De hecho, no es una absoluta novedad, ya el pintor del XIX Lawrence Alma-Tadema lo mostraba así en alguno de sus cuadros.) Vaya, que de viaje en el tiempo, nada de nada. Como mucho, nos ofrecen una especie de Disneyland del pasado. </p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEihRP_60O-QyK6mUPBojUg24fpHToQ1OcwWW3YOew8MsTkyqbQvooc4FtypglW_08rBIM8HV1T0L2r_rHpE9W4DsIJkgWe43u1jjDGArSfmevPVCHG_06UbjfcunbrsXNWnHVJaNkua1D0DlDRmYa4zFM6D89pMZ1Qm8RfXpovbWc_WJ7FUz_82-Jy4iQ/s988/Fidias%20y%20Parten%C3%B3n.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="656" data-original-width="988" height="212" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEihRP_60O-QyK6mUPBojUg24fpHToQ1OcwWW3YOew8MsTkyqbQvooc4FtypglW_08rBIM8HV1T0L2r_rHpE9W4DsIJkgWe43u1jjDGArSfmevPVCHG_06UbjfcunbrsXNWnHVJaNkua1D0DlDRmYa4zFM6D89pMZ1Qm8RfXpovbWc_WJ7FUz_82-Jy4iQ/s320/Fidias%20y%20Parten%C3%B3n.jpg" width="320" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-size: x-small;">Alma-Tadema, <i>Fidias mostrando los frisos del Partenón</i></span></td></tr></tbody></table><p style="text-align: justify;">Además, lo de viajar en el tiempo ya está inventado y se puede hacer por una módica cantidad de dinero (o incluso gratis, visitando una biblioteca): leyendo un libro. ¿Que quieres transportarte a la Antigüedad clásica? Déjate de realidad virtual. Nada como una dosis de las <i><b><a href="https://amzn.to/3g5kQyB">Vidas paralelas</a> </b></i>de Plutarco. Y oigan, él tampoco estuvo allí (escribe durante el siglo I d.C., y las Vidas que recrea son de personajes que vivieron décadas, o incluso siglos, antes), pero sin duda reconstruye determinados momentos históricos mejor que toda la realidad virtual. Como dijo <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Carles_Riba">Carles Riba</a>:</p><div><div style="text-align: justify;"> "Ningún lector de las <i>Vidas paralela</i>s olvidará jamás la fuga y asesinato de Pompeyo, los pasos de César desde la última noche hasta su muerte a los pies de la estatua del magno rival, la despedida de Casio y Bruto, la vela de este antes de Filipos, el espectáculo de Antonio, vencido y herido, izado a la torre inaccesible de Cleopatra, que le aguarda para morir, el encuentro de Coriolano y su madre, la captura y muerte de Filopemen, el suicidio de Catón en un amanecer lleno de pájaros, la angustiosa huida de Cicerón, el suplicio de Agis, su abuela y su madre, y la escena, que se empareja con esta, del suicidio colectivo de Cleómenes y sus compañeros, seguido de los horrores de la venganza egipcia en sus deudos inocentes, pero también espartanamente heroicos..."</div></div>Elena Riushttp://www.blogger.com/profile/12159431310736855575noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-4312668323530365630.post-51082576763626232922022-09-10T10:30:00.006+02:002022-09-10T10:30:56.336+02:00ISABEL II, PERSONAJE LITERARIO<p style="text-align: justify;"> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhBzbn6Awi8GQe_ds0p4H5anR7hV1HaGOZv0nHCrVnN7JNeZdx7zA_wuvKITFPl6w1EkME4cjwoERH1XesZ-lD7x_3Dx-1SB30FtauSuyxkvOakBSmPN8FDJPmtXITbAiP_QUdhyvR7CmggvPUBvNDyG9yARdgcXH72_XthLsIAuKM5avVnb1bHb9-1Gw/s1600/Queen%20Elizabeth%20II.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="899" data-original-width="1600" height="180" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhBzbn6Awi8GQe_ds0p4H5anR7hV1HaGOZv0nHCrVnN7JNeZdx7zA_wuvKITFPl6w1EkME4cjwoERH1XesZ-lD7x_3Dx-1SB30FtauSuyxkvOakBSmPN8FDJPmtXITbAiP_QUdhyvR7CmggvPUBvNDyG9yARdgcXH72_XthLsIAuKM5avVnb1bHb9-1Gw/s320/Queen%20Elizabeth%20II.jpg" width="320" /></a></div><br /><p style="text-align: justify;">La muerte de Isabel II, monarca del Reino Unido (y de la Commonwealth) durante setenta años, marca el fin de una era: la segunda era isabelina. Dado que su desaparición coincide con un momento ciertamente turbulento para su país, mi primera reacción ante la noticia fue pensar "sólo les faltaba esto". Veremos cómo lo hace su sucesor, Carlos III, para mantener el prestigio de la casa real, que ella encabezó tan dignamente durante siete décadas. Mejor no fijarse demasiado en los precedentes de los reyes que llevaron su nombre: Carlos I acabó juzgado por traición y decapitado; Carlos II, por su parte, tuvo numerosos conflictos con el Parlamento, que acabó por disolver, aparte de ser notoriamente disoluto en su vida privada (llegó a reconocer a catorce de sus bastardos, pero se dice que hubo bastantes más). En fin, que los augurios no son muy favorables. El tiempo dirá. </p><p style="text-align: justify;">Pero volvamos a la reina. Si algo supo Isabel II fue crear un personaje público, un tanto hierático y encorsetado tal vez, pero cuya coherencia y adecuación a su papel -como en toda monarquía parlamentaria, el papel de la reina es puramente ornamental- eran indiscutibles. Igual que le ocurrió a su ilustre antepasada, la reina Victoria, que tuvo también un reinado muy largo, poco a poco su figura se fue convirtiendo en un icono. Para cuando se celebró su jubileo, raro era el hogar británico que no lucía alguna efigie u objeto relacionado con la reina. (Este "merchandising" real no es cosa de ahora, sucedía lo mismo con Victoria, aún circulan por ahí cientos de tazas y platos con su retrato: incluso llegaron a hacer papel pintado con su imagen.... ) A medida que envejecía, la figura de Isabel iba adquiriendo un aura cada vez más familiar, como una simpática abuela -muy rica y con muchos castillos, eso sí- que desde las alturas miraba benévolamente a sus súbditos, buena parte de los cuales podrían ser sus nietos. </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEih8r28sV1il6X0WgZ6WrgURkYeLdxnoDrt6tOlUmy-BgYGkspCnIaGpTHuf1-gQvgqju4xg9V3-atKbuuurlRr5j8KsYqkjANH9hxQNqC1u2KmFURfmVv4JjOg8L4GG5BTqS6eS-hafhJWQIwzw-6TEClPazkKysnlW7w5FDUVt02JlCngSvpEHaBjNg/s527/Victoria%20papel%20pintado.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="527" data-original-width="398" height="282" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEih8r28sV1il6X0WgZ6WrgURkYeLdxnoDrt6tOlUmy-BgYGkspCnIaGpTHuf1-gQvgqju4xg9V3-atKbuuurlRr5j8KsYqkjANH9hxQNqC1u2KmFURfmVv4JjOg8L4GG5BTqS6eS-hafhJWQIwzw-6TEClPazkKysnlW7w5FDUVt02JlCngSvpEHaBjNg/w213-h282/Victoria%20papel%20pintado.jpg" width="213" /></a></div><div style="text-align: center;"><span style="font-size: x-small;">Cuesta un poco imaginar tu salón empapelado así, </span></div><div style="text-align: center;"><span style="font-size: x-small;">pero parece que a los victorianos les gustaba</span></div><div><br /></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi6Swi-dXJfTMQ4FH0sFnCwclEBcvZPvFTsafkoJw2vYNMVLWcaDnqdlWOpgHvX3szEveYZpWdRpqiXMy-L8NG5szGwzfr_JINyT190JTeQTBCUJI2OBlNQeA0T3T4Qjc46ngTAOCz4fqQNdy-s_WtVvR5hSHsC0qhvHvyHuB5RXBncGC4dBS77SQdjQQ/s570/Victoria%20Jubilee%20mug.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="456" data-original-width="570" height="219" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi6Swi-dXJfTMQ4FH0sFnCwclEBcvZPvFTsafkoJw2vYNMVLWcaDnqdlWOpgHvX3szEveYZpWdRpqiXMy-L8NG5szGwzfr_JINyT190JTeQTBCUJI2OBlNQeA0T3T4Qjc46ngTAOCz4fqQNdy-s_WtVvR5hSHsC0qhvHvyHuB5RXBncGC4dBS77SQdjQQ/w274-h219/Victoria%20Jubilee%20mug.jpg" width="274" /></a></div><div style="text-align: center;"><span style="font-size: x-small;">Merchandising victoriano. </span></div><div style="text-align: center;"><span style="font-size: x-small;">No hay nada nuevo bajo el sol</span></div><p style="text-align: justify;">La presencia constante de su figura, unida al relativo desconocimiento de su intimidad (es difícil saber lo que pensaba tras esa fachada siempre impecable) la convirtieron en un personaje muy goloso para los creadores de ficciones. Ficciones que, en algunos casos -como la estupenda <i>The Crown</i>, ansiando ver la nueva temporada- se han plasmado en la pantalla (¿cómo resistirse al atractivo visual de tanta grandeza arquitectónica, tantos vestidos preciosos y joyas, tantas estancias palaciegas?), pero que también han conocido algunas incursiones literarias. Ya en 1988 <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Alan_Bennett">Alan Bennett</a>, un prestigioso dramaturgo provisto de un humor afiladamente inteligente, demostró que la reina no era un tema tabú. En su obra teatral <i>A Question of Attribution </i>-que sería luego llevada a la pantalla por la BBC- jugueteaba con el <i>affaire</i> Anthony Blunt, el asesor artístico de la reina que resultó ser un espía al servició de los soviéticos. En esta obra, de sólo un acto, la reina tiene una conversación con su asesor poco antes de que éste sea descubierto y parece advertir que esconde algo, como si interpretase un papel. Pero, claro, ella también lo interpreta, ¿o no? Años más tarde, en 2007, Bennett volvería a la carga con el personaje regio, esta vez en una divertida y breve novela titulada aquí <i><a href="https://amzn.to/3Dd8mP2">Una lectora nada común</a></i>, que cuenta cómo la reina Isabel, después de un encuentro casual con una biblioteca ambulante, se aficiona a la lectura, y cómo eso influye sobre su visión del mundo. </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjoRja2YqOAqD9dXWCCetVxyt15_BWK1wBr2-kGdNqSvecBCSViuNwAXJWELbzBZzIQ_HuPNn0MqB8JE20UN78wrliNXGHgAoylrvlJxCmwl1CnahQmXLnPLzmxEg2HnDcvgXxjdm8BuW2Qj_gREoCx4E_iqTFT8yUzNfKcJ2UKhwna1_g_R3ShnAC2pA/s500/Una%20lectora%20nada%20com%C3%BAn.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="500" data-original-width="315" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjoRja2YqOAqD9dXWCCetVxyt15_BWK1wBr2-kGdNqSvecBCSViuNwAXJWELbzBZzIQ_HuPNn0MqB8JE20UN78wrliNXGHgAoylrvlJxCmwl1CnahQmXLnPLzmxEg2HnDcvgXxjdm8BuW2Qj_gREoCx4E_iqTFT8yUzNfKcJ2UKhwna1_g_R3ShnAC2pA/s320/Una%20lectora%20nada%20com%C3%BAn.jpg" width="202" /></a></div><p style="text-align: justify;">El ingenio de Bennett, visible de forma especial en sus diálogos, hace que con dos pinceladas sea capaz de retratar a un personaje. Véase la reacción del príncipe Felipe ante el nuevo protegido de la reina, su bibliotecario personal:</p><p style="text-align: justify;"><span> </span><span> <i> </i></span><i>-He visto esta tarde a esa extraordinaria criatura -informó más tarde-. El paje pelirrojo.</i></p><p style="text-align: justify;"><i><span> </span><span> </span>-Sería Norman -dijo la reina-. Le conocí en la biblioteca ambulante. Trabajaba en la cocina.</i></p><p style="text-align: justify;"><i><span> </span><span> </span>-Ya entiendo por qué -dijo el duque.</i></p><p style="text-align: justify;"><i><span> </span><span> </span>-Es muy inteligente -dijo la reina.</i></p><p style="text-align: justify;"><i><span> </span><span> </span>-Tendrá que serlo -dijo el duque-. Con esa pinta...</i></p><p style="text-align: justify;">Pero, en la ficción, Isabel II no sólo lee, también es capaz de resolver asesinatos. S. J. Bennett (hasta donde yo sé, nada que ver con el otro Bennett) la convierte en protagonista de dos entretenidas novelas que podríamos encuadrar en el género "cosy crime", donde la reina -una reina sorprendentemente perceptiva y astuta bajo su apariencia de imperturbable anciana- se transforma en una especie de Miss Marple que está rodeada de lacayos y asistentes personales en lugar de por benévolos vicarios. Al parecer, estos dos títulos -traducidos como <i><a href="https://amzn.to/3BEDTbH">El nudo Windsor</a></i> y <i><a href="https://amzn.to/3cXYlL6">Un caso de tres perros</a></i>- debían ser los primeros de una serie. Ignoro si el hecho de que su protagonista se haya quedado sin su correlato en la vida real le pondrá fin o si la autora decidirá continuarla. </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiP8dfZtTMRz30_0gmP6rXVLZd1UdgiZlnPVEn21coeCpPcXTzXhKb9YWOm8FwslR6smU9U-QvJs6TJw0xiLJlB9on2nw8u1m2orUHtmmYpWGTrCQ0yLsS3n62eKz7HiO7x9tLC22Zd29YJeyVYs6FdPrT7uDSAOMuNhzkCjzZFcNDaCd4hhNoYV5CX_A/s630/El%20nudo%20Windsor.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="630" data-original-width="392" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiP8dfZtTMRz30_0gmP6rXVLZd1UdgiZlnPVEn21coeCpPcXTzXhKb9YWOm8FwslR6smU9U-QvJs6TJw0xiLJlB9on2nw8u1m2orUHtmmYpWGTrCQ0yLsS3n62eKz7HiO7x9tLC22Zd29YJeyVYs6FdPrT7uDSAOMuNhzkCjzZFcNDaCd4hhNoYV5CX_A/s320/El%20nudo%20Windsor.jpg" width="199" /></a></div><br /><p style="text-align: justify;">En cualquier caso, estos dos ejemplos (creo que corre por ahí alguno más, pero no lo he leído, así que no puedo opinar) son buena muestra del mucho juego que da un personaje como la reina de Inglaterra, conocida universalmente y con una vida pública evidente, pero con una vida interior opaca, que el escritor puede llenar a su antojo. La vamos a echar de menos. </p>Elena Riushttp://www.blogger.com/profile/12159431310736855575noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-4312668323530365630.post-39447152852159172172022-06-24T19:42:00.002+02:002022-06-24T19:42:50.318+02:00LA VIDA SECRETA DE LOS LECTORES<p style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhYe8n_GW8Mx1gr9BKkBXQ-GSNhZqDD1lxdHRMqyepcb3kf1c20glH7tadnohnzn768YwrjMp35e9oatxlM2K12LKiqZ1a-aHhDZeYOdACzVnpFvKLB_wH0WwqVsj-9N_PK1xvDiaz7CJ2W0lDkEksglJvXPH_JRyAEKdpfExqEg0tjlqF4e7skVs7Ckg/s564/bookstagram.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="564" data-original-width="564" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhYe8n_GW8Mx1gr9BKkBXQ-GSNhZqDD1lxdHRMqyepcb3kf1c20glH7tadnohnzn768YwrjMp35e9oatxlM2K12LKiqZ1a-aHhDZeYOdACzVnpFvKLB_wH0WwqVsj-9N_PK1xvDiaz7CJ2W0lDkEksglJvXPH_JRyAEKdpfExqEg0tjlqF4e7skVs7Ckg/s320/bookstagram.jpg" width="320" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: x-small;">¡Hay que ver lo decorativos que son los libros!</span></div><br /><div style="text-align: justify;">Hay algo que me incomoda sutilmente en la continua exhibición de libros comprados, leídos, recomendados con que nos bombardean otros lectores desde las ubicuas plataformas de las redes sociales. Entiéndanme, me parece estupendo que la gente comparta sus lecturas, que se hable de libros, que cada cual comente lo que le ha parecido su última lectura. En el fondo, es lo que los lectores vienen haciendo desde siempre, contarles a otros lo que han leído, buscando comunicar de algún modo las ideas o emociones que han encontrado en los libros. Aunque hasta hace poco este tender la mano a otros lectores era, por necesidad, limitado: tu compañero de escuela o de trabajo, amigos o familia... y poco más. Unas confidencias que se hacían en persona, por carta o, como mucho, por teléfono. No había más. Hoy, ese estrecho círculo se ha ampliado hasta extremos impensables. Y me da impresión de que, en este universo lleno de voces y ecos, demasiado a menudo, el libro se convierte en un mero accesorio, como el bolso de marca o el modelito que se luce en las fotos de Instagram para que todo el mundo lo admire. Hemos pasado de compartir la emoción íntima de la lectura a pavonearnos de nuestras lecturas. (Mira lo que leo, ¿a que soy culto/moderno/original/sensible/loquesea...?)</div><p></p><p style="text-align: justify;">En muchos aspectos, esta exhibición un tanto impúdica está negando la verdadera importancia de la lectura. Encuentro <a href="https://evidenceanecdotal.blogspot.com/2022/06/lonely-impulse-of-delight.html">en un blog que sigo </a>esta cita, que me parece que resume a la perfección lo que ésta representa para muchos de nosotros: </p><p style="text-align: justify;">"Todo verdadero lector tiene una vida secreta, que es tan intensa, compleja e importante como su vida pública. Los libros que leemos no son diferentes de la gente que conocemos o las ciudades que visitamos. Algunos libros, personas o lugares no nos causan apenas impresión, otros nos cambian la vida y los hay que plantaron en nosotros alguna idea o sentimiento que influiría en nuestro futuro. Nadie leerá o releerá nunca, correcta o incorrectamente, los mismos libros que tú, de la manera o en el orden en que tú los has leído. Nuestra vida interior es tan rica y real como nuestra vida aparente, aunque en su mayor parte resulte desconocida para los demás. Tal vez por eso son tan importantes los libros."*</p><p style="text-align: justify;">Los libros que leemos entran a formar parte de nuestra vida interior, esa vida secreta que vamos construyendo en paralelo a nuestra vida pública. Para cada uno de nosotros, el libro que leemos en un momento determinado significará algo distinto del mismo libro leído por otro lector en circunstancias distintas. Una vez procesada y digerida -algunas, se digieren muy rápidamente, otras son de digestión más lenta-, esa lectura pasa a formar parte de la corriente subterránea de nuestra doble vida. Como las proteínas y los hidratos de carbono que ingerimos, los libros nos construyen. Es un proceso que nadie ve, y que resulta imposible de explicar a otros, porque ni siquiera nosotros mismos somos por lo general conscientes de ello. Pero existir, existe.</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgjpEg6zDxMP4F0mCIEgtGEW4lW5ocIbcVg7MoXuo52T_k6z1-f8svBHzGAalASn5lmFoHCJcztBTk4mGO1r5pZ_xY5oB0yROFfEzqLlMTjNBG7QvdlvtlcqM9BNiHMX7BobA3paIs5YuuX4mDBbTsmAAvFiEMWHXF_KmMEnSRVj8Ywz-tGlTnBMXIkQA/s700/books.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="467" data-original-width="700" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgjpEg6zDxMP4F0mCIEgtGEW4lW5ocIbcVg7MoXuo52T_k6z1-f8svBHzGAalASn5lmFoHCJcztBTk4mGO1r5pZ_xY5oB0yROFfEzqLlMTjNBG7QvdlvtlcqM9BNiHMX7BobA3paIs5YuuX4mDBbTsmAAvFiEMWHXF_KmMEnSRVj8Ywz-tGlTnBMXIkQA/s320/books.jpeg" width="320" /></a></div><br /><p style="text-align: justify;">Igual que ocurre con los sueños, lo que hemos leído irrumpe a veces en nuestra vida aparente. ¿Quién no ha tenido alguna vez, ante un acontecimiento o una persona determinados, un intenso <i>déjà-vu </i>de que le ha ocurrido o lo ha conocido en alguna novela? Al pasear por ciertos lugares, ¿no sentimos tal vez que estamos siguiendo los pasos de un personaje de ficción? No es tanto, como dijo no sé quien, que un lector viva muchas vidas, sino que los libros le proporcionan una vida secreta "intensa, compleja e importante". Un tesoro que merece estar a buen recaudo. Dejemos pues que otros utilicen los libros como accesorios, mientras cultivamos celosamente nuestra vida paralela, esa que es única y alimenta nuestro espíritu.</p><div style="text-align: justify;">*<span style="font-size: x-small;">Cita del libro de Dana Gioia, <i>Studying with Miss Bishop: Memoirs from a Young Writer’s Life</i> (Paul Dry Books, 2021)</span></div>Elena Riushttp://www.blogger.com/profile/12159431310736855575noreply@blogger.com9tag:blogger.com,1999:blog-4312668323530365630.post-65767926251803873952022-05-31T19:56:00.001+02:002022-05-31T19:56:27.823+02:00EL SÍNDROME DEL LECTOR LLEGA A SUS PANTALLAS<p style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgXOJl5b_x0463lsG-rp2H3QXEAHSnTN50gVfh-7GSXQoW7AA2-6t1TTUG_DL6D38KF1I1aTraKZsxN1NKJS1cvaWJAmoz9ktiC9AHQF4UH7L1hB2bsUbN8ebAPDgUqnfBBX-AUl4ABjfmTY1F2oJGD1miuKajLFtGLwx0xLb-LWc00bev_KBpCC0ERjQ/s1142/Sindrome%20en%20Rtve_Moment.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1142" data-original-width="1045" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgXOJl5b_x0463lsG-rp2H3QXEAHSnTN50gVfh-7GSXQoW7AA2-6t1TTUG_DL6D38KF1I1aTraKZsxN1NKJS1cvaWJAmoz9ktiC9AHQF4UH7L1hB2bsUbN8ebAPDgUqnfBBX-AUl4ABjfmTY1F2oJGD1miuKajLFtGLwx0xLb-LWc00bev_KBpCC0ERjQ/s320/Sindrome%20en%20Rtve_Moment.jpg" width="293" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div>Mis fieles lectores recordarán seguramente mi insistencia en que <a href="https://notasparalectorescuriosos.blogspot.com/2021/07/la-tirania-de-la-novedad.html">no hay que dejarse llevar por la novedad</a>, que los libros, si valen la pena, tienen una vida larga y en ocasiones incluso reaparecen cuando unos menos se lo espera. Sabrán asimismo que, hace unos años (cinco nada menos), recogí en un libro los artículos que estimé más interesantes de este blog, una recopilación que <a href="https://www.tramaeditorial.es/?s=sindrome+del+lector&post_type=product">Trama Editorial</a> tuvo a bien publicar -en una edición preciosa, por cierto- con el título de <b>El síndrome del lector</b>. El libro ha tenido, como era de esperar -los enfermos de la lectura no somos tantos-, una difusión modesta, pero ha ido haciendo su pequeño camino en el que, quiero imaginar, ha ido encontrando lectores. Prueba de que los libros cobran una vida propia es que hoy, en el telediario de las tres, el de Ana Blanco, en medio de un reportaje sobre la Feria del Libro de Madrid, ha aparecido de repente, en primer plano, mi discreto Síndrome. No sé si el libro se habrá ruborizado, pero su autora sí. Ha sido una maravillosa sorpresa que quería compartir con todos aquellos que pasan por aquí. ¡Larga vida a los libros, y a sus lectores, que son quienes los mantienen con vida!<p></p><p style="text-align: justify;"><iframe allowfullscreen='allowfullscreen' webkitallowfullscreen='webkitallowfullscreen' mozallowfullscreen='mozallowfullscreen' width='320' height='266' src='https://www.blogger.com/video.g?token=AD6v5dwElkmbjOSHshXusLVctZvmFBrBkTQeplCUyQl1mx3-xNj4L5S_8-VAQ8mMmRw_u-4x6k8O6aKZFmBtbXE-ww' class='b-hbp-video b-uploaded' frameborder='0'></iframe></p><p style="text-align: justify;"> </p><br />Elena Riushttp://www.blogger.com/profile/12159431310736855575noreply@blogger.com22tag:blogger.com,1999:blog-4312668323530365630.post-17453017704465740892022-05-16T12:01:00.002+02:002022-05-16T12:01:15.163+02:00LIBROS CON FRONTERAS<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEghoLbivIx51wpqXgPuT47wfHLaLGWo64XKea-3skZrP6ZzgUrqxsI_5v52rvbIy6Vjep8oiOebPTZwZ3vKbw5rNwIs6zZeg5HDYIhVqFporNsR7uQ5rZtjVLILOI-RhoRP7F0QjqrZFHXD7eQCT1zA47Vo4R98q5bAuR3JE6X3yso9t3vysJL3weH4nA/s500/British-street-with-flags-Photo-credit-Eryk-Fudala-500x281.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="281" data-original-width="500" height="180" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEghoLbivIx51wpqXgPuT47wfHLaLGWo64XKea-3skZrP6ZzgUrqxsI_5v52rvbIy6Vjep8oiOebPTZwZ3vKbw5rNwIs6zZeg5HDYIhVqFporNsR7uQ5rZtjVLILOI-RhoRP7F0QjqrZFHXD7eQCT1zA47Vo4R98q5bAuR3JE6X3yso9t3vysJL3weH4nA/s320/British-street-with-flags-Photo-credit-Eryk-Fudala-500x281.jpg" width="320" /></a></div> <span style="font-size: x-small;">(Foto: Eryk Fudala)</span><span style="font-size: x-small;"><br /></span><p style="text-align: justify;">Hace poco más de dos años -aunque han pasado tantas cosas y tan gordas desde entonces que parece que haga una eternidad- escribí <a href="https://notasparalectorescuriosos.blogspot.com/2020/01/adios-al-reino-unido.html">una entrada lamentando el voto británico favorable al Brexit </a>y temiendo, por adelantado, sus consecuencias. Como hemos venido aquí a hablar de libros y no de sociopolítica (aunque, ¿dónde mejor se habla de estos temas que en los libros?) no voy a dedicarme a criticar a gobernantes como Boris Johnson, que en el colmo del ridículo manifiestan desconocer leyes que ellos mismos habían promulgado, ni enumeraré los diversos problemas que la salida de la Unión Europea está causando tanto a nacionales como a extranjeros. Tal como vaticinaba, la antes habitual y simple actividad de adquirir libros a través de librerías británicas se ha convertido en una lotería donde es imposible saber a ciencia cierta lo que nos espera. Dado que mis intereses me llevan con frecuencia a requerir libros publicados hace años -<a href="https://notasparalectorescuriosos.blogspot.com/2021/07/la-tirania-de-la-novedad.html">la novedad, creo yo, está sobrevalorada</a>-, suelo (solía, más bien) recurrir para mis compras de obras en inglés a librerías británicas de segunda mano, de las cuales hay muchas y muy bien abastecidas. Hasta que llegó el Brexit, no había tenido más que motivos de elogio para sus servicios: por regla general, los libros llegaban en pocos días y en las condiciones indicadas por el vendedor. Cuando empezó todo esto, pensé, ilusa de mí, que los burócratas que diseñan las mil y una regulaciones de las fronteras no se molestarían en poner en marcha su maquinaria por ejemplares cuyo precio no suele rebasar los cinco euros. </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgWLUK_IPwgi_J5QMxC9ud-oTshUV7xMmKC9XaXUxYKgBxJRXx4kLY7OzWCATrHOQ58qg-BpV1sAC1z6k8A2u7uNYI7FGuEr29xrqA30TDWQn4rYMmlDBk5pvg_aORNVEfCxchjvJn7lmzbW_f3ktzu4oZAOcFw_kJ_8U2RREDNV_In53Vec9x9O9I0IA/s480/Paquetes%20correo.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="240" data-original-width="480" height="160" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgWLUK_IPwgi_J5QMxC9ud-oTshUV7xMmKC9XaXUxYKgBxJRXx4kLY7OzWCATrHOQ58qg-BpV1sAC1z6k8A2u7uNYI7FGuEr29xrqA30TDWQn4rYMmlDBk5pvg_aORNVEfCxchjvJn7lmzbW_f3ktzu4oZAOcFw_kJ_8U2RREDNV_In53Vec9x9O9I0IA/s320/Paquetes%20correo.jpg" width="320" /></a></div><p style="text-align: justify;">Eso sí, tuve que admitir con pesar que el coste del envío había aumentado. Con frecuencia, resultaba más caro el envío que el propio libro. En fin, me dije, si este es el peaje a pagar, lo pagaremos. Pero, tras varios envíos recibidos en casa sin trámite ni problema alguno, más allá de que también el plazo era algo más prolongado, llegó el momento en que me di de bruces con la nueva realidad. Al principio, achaqué la insólita demora del último libro comprado a los efectos de la pandemia, que entretanto estaba, ella sí, poniendo nuestras vidas patas arriba. Pero al cabo de un tiempo, un papelito de Correos, que me conminaba a personarme allí para realizar los trámites aduaneros pertinentes, me sacó de mi error. El vendedor británico me había informado del "IVA estimado" del libro, de modo que supuse que esa cantidad es la que debería pagar. Tras hacer la preceptiva cola en Correos (todo, por supuesto, complicado por el asunto de las medidas de seguridad, control de aforo, mascarillas y demás), me encontré sin embargo con la desagradable sorpresa de que debía abonar casi el doble de lo calculado. Correos no tuvo a bien darme una explicación plausible del motivo (no, al menos, una que yo pudiese comprender). Decidida a aclarar el asunto, escribí a los vendedores, quienes vinieron a decirme que lo que se cobraba por trámites aduaneros quedaba al arbitrio de las autoridades locales y ellos no tenían nada que ver. En fin, que así es como acabé pagando por el dichoso libro casi el doble de su coste inicial. Perfectamente soportable en términos económicos -estamos hablando de unos pocos euros arriba o abajo- pero tremendamente irritante como gran consumidora de libros que soy. </p><p style="text-align: justify;"><br /></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg40JMbsFBGAjZ3So0_vhJbFJ32OlAwYWENv5Lkm2vCegSRGw-JYZjLQV6mZIuWbpVbXTnTHjM_KUfabYb9xNuP5k7jNi4mzfQb8rPpHq82M9Hz6fcw5ZvcZhf-wHc6PMbo-2L27CZS8LM28hdRmuNmO5-ofR-AaZmh2OEnMTaLtwinVwBhHnimiNftVQ/s960/Colas%20en%20correos.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="540" data-original-width="960" height="180" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg40JMbsFBGAjZ3So0_vhJbFJ32OlAwYWENv5Lkm2vCegSRGw-JYZjLQV6mZIuWbpVbXTnTHjM_KUfabYb9xNuP5k7jNi4mzfQb8rPpHq82M9Hz6fcw5ZvcZhf-wHc6PMbo-2L27CZS8LM28hdRmuNmO5-ofR-AaZmh2OEnMTaLtwinVwBhHnimiNftVQ/s320/Colas%20en%20correos.jpg" width="320" /></a></div><p></p><p style="text-align: justify;">Se preguntarán si aprendí algo de esta experiencia. Debería. Pero la naturaleza humana, lo sabemos desde hace siglos, es dada a tropezar dos veces con la misma piedra. Tras un breve lapso de tiempo en que reprimí mis ansias compradoras, acabé reincidiendo. Y, de nuevo, pareció que los dioses me sonreían. Mas el mal -llamémosle aduanas- está siempre al acecho. Hace poco, compré, el mismo día, dos libros de segunda mano. El primero, a través de una librería alemana, me llegó con celeridad y sin trámite alguno. El precio de envío fue de poco más de 3 euros. Sobre el segundo, procedente del Reino Unido, mucho más tardón, recibí primero una ominosa comunicación de Correos que me advertía de que "Próximamente llegará tu envío a España y podrás realizar los trámites aduaneros correspondientes". Esta vez, al parecer, he tenido suerte y el cartero me ha pillado en casa, por lo que los "trámites aduaneros" se han limitado a tener que pagarle 5,25 euros (en efectivo y con el importe justo, claro) y echar una firmita. Eso, por un libro cuyo precio de coste era de 1,20. El envío han sido unos "meros" 6,25 euros. Comprenderán que deteste el Brexit, a sus adalides y sus consecuencias. O me rindo ante la evidencia y dejo de comprar en librerías del Reino Unido, o me resigno a ser un juguete en manos de los servicios de Correos y de aduanas. Detestable elección. </p>Elena Riushttp://www.blogger.com/profile/12159431310736855575noreply@blogger.com11tag:blogger.com,1999:blog-4312668323530365630.post-84681897859766126952022-03-31T20:22:00.001+02:002022-03-31T20:22:29.425+02:00TRADUCCIONES DE ANTAÑO (EL CASO MADAME BOVARY)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"> </div><div style="text-align: center;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://i.pinimg.com/originals/ce/be/a1/cebea1cf87cff21049339b7dd13deb9d.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="590" data-original-width="590" height="311" src="https://i.pinimg.com/originals/ce/be/a1/cebea1cf87cff21049339b7dd13deb9d.jpg" width="311" /></a></div><span style="font-size: x-small;">Arxiu Històric de Barcelona</span></div><p style="text-align: justify;">La intrincada maraña de internet, con sus millones de hilos que se entrecruzan, es propicia a los hallazgos inesperados. A veces son chorradas, de esas que sólo sirven para perder tiempo (y demorar lo que en realidad deberías estar haciendo), pero también, a fuerza de escarbar en la morralla, es posible encontrar alguna pepita de oro. Hace un par de días, uno de mis últimos itinerarios por la red me condujo a la web del <a href="https://ajuntament.barcelona.cat/arxiumunicipal/arxiuhistoric/es">Arxiu Històric de Barcelona</a> -entidad que, como su nombre indica, atesora el patrimonio documental de la ciudad- y, en concreto a su <a href="https://ahcbdigital.bcn.cat/ca/biblioteca">Biblioteca Digital</a>, recientemente remozada. Este archivo tiene un fondo documental riquísimo de varios siglos de antigüedad, capaz de hacer salivar a cualquier amante de la historia y de la letra impresa en general y, aunque el proceso de digitalización no ha hecho más que empezar, lo que de momento está disponible es suficiente para perder muchas horas de la forma más agradable. En fin, que estaba yo saltando de aquí para allá entre publicaciones añejas de lo más entretenidas cuando, no sé bien cómo, aterricé en un volumen que me dejó, literalmente, alucinada. ¡Nada menos que la primera traducción al castellano de <i>Madame Bovary</i>! ¡Y menuda edición! </p><p style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh_P9cjmNd7JwUrfyTg_4KjyPCjN4tgBsXffSC0H0h73MSsrz30iuUZ5BMPIVctYykFv0fL5Z7R8ZL8TpRyDXIIV58ST94etc_BK8JQII0NQbtLl_Qi8UDmFuyE2KY7MViBwIWQEg5RzsEJvljm2jX9krAv9xtJQqH8bnQlaHQtEufpPXTipYB24IA3Ww/s507/Flauvert-Ad%C3%BAltera.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="507" data-original-width="329" height="379" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh_P9cjmNd7JwUrfyTg_4KjyPCjN4tgBsXffSC0H0h73MSsrz30iuUZ5BMPIVctYykFv0fL5Z7R8ZL8TpRyDXIIV58ST94etc_BK8JQII0NQbtLl_Qi8UDmFuyE2KY7MViBwIWQEg5RzsEJvljm2jX9krAv9xtJQqH8bnQlaHQtEufpPXTipYB24IA3Ww/w247-h379/Flauvert-Ad%C3%BAltera.png" width="247" /></a></div><br /><p></p><p style="text-align: justify;">Como podrán ver (me disculpo por la escasa calidad de la imagen, pero la captura de pantalla no da para más), el discreto título francés ha sido sustituido por el mucho más llamativo de <i>¡¡Adúltera!! </i>(lo que viene a ser un <i>spoiler</i> total de la trama, pero qué más da), con la única concesión de dejar el original entre paréntesis. Para iluminar al potencial lector, tal vez mareado por tan agresivo título, se apresuran a añadir la aclaración "Novela filosófica-fisiológica", una definición un tanto enigmática, cuyo sentido les aclararé más adelante. Luego le llega el turno al autor, con el nombre de pila castellanizado, como era habitual en la época. Hasta aquí, normal. Sin embargo, se ve que la uve de Gustavo pesaba mucho y, ya sea el traductor, el editor o el propio cajista, alguien se dejó llevar por ella y convirtieron a Flaubert en Flauvert. Ya nos íbamos temiendo que no estábamos ante la más fiel de las versiones, cosa que enseguida se ve refrendada por la advertencia de que está "Traducida libremente al castellano". No he podido constatar aún hasta qué punto es libre esta versión, pero puesto que el archivo pone a nuestra disposición todo el contenido, espero poder hacerlo algún día. De momento, habiendo hojeado sólo las páginas iniciales, me inclino a pensar que las "libertades" deben de estar más bien en los pasajes "fisiológicos", por emplear la misma terminología de esta edición. Y llegamos al traductor. Ah, el traductor. Debidamente investigado (gracias de nuevo a internet y a la erudición del Diccionario Histórico de la Traducción en España, una herramienta utilísima) podemos saber de este <a href="http://phte.upf.edu/dhte/castellano-siglo-xix/peratoner-y-almirall-amancio/">Amancio Peratoner</a> que era gran admirador de Quevedo y que escribió alguna obra de teatro y, sobre todo, cultivó la literatura podríamos decir "pìcante". Cito aquí lo que el diccionario dice al respecto:</p><blockquote style="border: none; margin: 0 0 0 40px; padding: 0px;"><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: times;"> </span><span style="font-family: verdana; font-size: x-small;">Pero donde puso mayor empeño fue en la divulgación del género «literario–fisiológico» con tratados en los que no oculta su verdadero nombre. A este tipo pertenecen <i>Los peligros del amor, de la lujuria y del libertinaje</i> (1874), inspirado en una larga lista de autores que indagan sobre la sodomía, la pederastia y la prostitución; <i>Extravíos secretos. Onanismo solitario</i> <i>(masturbación) en el hombre, en la mujer</i> (s. a.), estudio extraído especialmente de Deslandes; o el más popular de todos, <i>El culto al falo</i> (1875), título al que sigue la habitual referencia a las fuentes extractadas para su redacción y las consideraciones morales que vienen al caso para esquivar la censura. Cabría añadir que algunas de estas obras podrían considerarse adaptaciones sintéticas de los autores mencionados en las respectivas portadas, aunque don Amancio no considera ese detalle.</span></p></blockquote><div style="text-align: justify;">Como traductor mostró idéntica afición a lo subido de tono, traduciendo incluso una <i>Historia de la prostitución de todos los pueblos del mundo</i>, que se editó con ilustraciones. El Diccionario nos informa de que tradujo también obras de mayor altura literaria, como algunas de Zola, de Dumas (hijo) o de Victor Hugo. Curiosamente, no se le menciona como traductor de Flaubert. Me pregunto si la omisión no se debe a la errata del nombre: me temo que en los catálogos el autor de esta <i>¡¡Adúltera!!</i> figura como Flauvert, lo que sin duda dificulta su localización.</div><div style="text-align: justify;">A pesar de su dudosa fidelidad al original, a don Amancio le pertenece el mérito de haber sido quien por primera vez tradujo la inmortal obra de Flaubert/Flauvert a nuestro idioma. Es muy posible que él no fuese consciente de la importancia de este hecho. Es posible, igualmente, que quienes comprasen ese volumen, editada de forma bastante sencilla por la imprenta de José Miret en 1875, lo hiciesen movidos más por el morbo del título que por otra cosa. Pero si esperaban encontrar entre sus páginas revelaciones escabrosas dignas del autor de <i>El culto al falo</i> (publicado ese mismo año, no puedo evitar preguntarme si saldrían simultáneamente), acabarían decepcionados. Eso sí, habiendo leído una gran novela. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div>Elena Riushttp://www.blogger.com/profile/12159431310736855575noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-4312668323530365630.post-90118621878640777932022-02-28T09:53:00.007+01:002022-03-01T13:14:02.803+01:00PERSONAJES RECURRENTES<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhEWw-rertOUDLqR42m2OIw9f0YX8m3mjL9BUCu1-kP1WQLG6l8d30dDdfTfm-6nT8SNR4sdKrdALkDUqJp1elIwQU0c9hSQwtYeBcgd7lkBWAzZMdirzFBE61K-Dkn657cLWhb1hnUovPbgURVOhl_L5chra8nS9TSjnJJOlHwBU64IwSdDXgLgTtAWg=s474" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="443" data-original-width="474" height="299" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhEWw-rertOUDLqR42m2OIw9f0YX8m3mjL9BUCu1-kP1WQLG6l8d30dDdfTfm-6nT8SNR4sdKrdALkDUqJp1elIwQU0c9hSQwtYeBcgd7lkBWAzZMdirzFBE61K-Dkn657cLWhb1hnUovPbgURVOhl_L5chra8nS9TSjnJJOlHwBU64IwSdDXgLgTtAWg=s320" width="320" /></a></div><p style="text-align: justify;">Balzac fue uno de los primeros autores -me gustaría decir que fue el primero, pero no tengo la certeza- en servirse de los personajes recurrentes, algo que harían después otros escritores ilustres, como Galdós o Trollope, por citar sólo un par. Un recurso francamente útil cuando se crea no una única historia, sino muchas, vinculadas por el hecho de transcurrir en una misma zona geográfica, o dentro de un mismo grupo familiar, y hay que lidiar con decenas de personajes. Como su nombre indica, consiste en hacer que determinados personajes de una novela reaparezcan en otras, no como protagonistas (en ese caso estaríamos más bien ante una serie protagonizada por un mismo personaje), sino en calidad de secundarios. Cómo de secundarios es algo que suele variar, de modo que a menudo quien se ha situado en primer plano en una novela pasa a ser un mero figurante en la siguiente. Pero está ahí, y los lectores agradecen toparse con un nombre y unas características que les resultan familiares. Es, en cierto modo, como volver a una casa que ya conoces. Terreno amigo.</p><p style="text-align: justify;">A nada que se hayan leído unos cuantos volúmenes de la Comedia humana -o de las simpáticas <a href="https://www.goodreads.com/series/78007-barsetshire">Crónicas de Barsetshire</a>, de Angela Thirkell, si uno se decanta por lecturas más ligeras- se acaba por estar muy atento a esta recurrencia de personajes, y tratar de adivinar cuál de ellos hará esta vez su reaparición casi se convierte en un aliciente adicional. Mucho más raro, y desde luego más sorprendente, es toparse con un personaje conocido en dos libros de autores diferentes y que tratan de temas no relacionados entre sí. Pero esto precisamente es lo que me ha sucedido al leer las deliciosas memorias de Mary Chubb sobre su campaña arqueológica en Egipto en 1930, que llevan el título de <a href="https://amzn.to/3spKxO3"><i><b>Aquí vivió Nefertiti</b></i>. </a></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhlmHWRhHW95j0nqi9YBwT3H_jgsySR_jpeSaJ-nlwuOa9bUTNvDEWPDzJLbikr0X8Y-sw-WwQYVPyJHp6e9TNGzAk-8TebM64WBUQ4tpgtCSlqFTtacqZjMKC1Jy3qmN1mTP8hFK0jtPmTKL97KfblbIXHqcZd98gCQHjjRB-EY7YPhA5haVu2B_sk6Q=s1024" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1024" data-original-width="645" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhlmHWRhHW95j0nqi9YBwT3H_jgsySR_jpeSaJ-nlwuOa9bUTNvDEWPDzJLbikr0X8Y-sw-WwQYVPyJHp6e9TNGzAk-8TebM64WBUQ4tpgtCSlqFTtacqZjMKC1Jy3qmN1mTP8hFK0jtPmTKL97KfblbIXHqcZd98gCQHjjRB-EY7YPhA5haVu2B_sk6Q=s320" width="202" /></a></div><p style="text-align: justify;">El libro va precedido por un par de fotografías de la época, una de ellas la realmente impactante imagen del director de la expedición, John Pendlebury, luciendo un collar egipcio (evidentemente, uno de sus hallazgos) sobre el torso desnudo. </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgGeC1krhI9ZsBIG5dVwjaWolnI8Hjwbb7JUgHucMxhpB8vkb5eiWqkUbAvFemkvJNmASuto3YO4KwNUoInesG1obZ1tRlWMWh9_tW-jJz4fBQRN-DTF4GgyBTH2uTB-LA334vIfK6hyEeBiSeuzkhG6MNPSA-vWemL04UkmhlMQNw-QcK042NYF3JP5g=s434" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="434" data-original-width="330" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgGeC1krhI9ZsBIG5dVwjaWolnI8Hjwbb7JUgHucMxhpB8vkb5eiWqkUbAvFemkvJNmASuto3YO4KwNUoInesG1obZ1tRlWMWh9_tW-jJz4fBQRN-DTF4GgyBTH2uTB-LA334vIfK6hyEeBiSeuzkhG6MNPSA-vWemL04UkmhlMQNw-QcK042NYF3JP5g=s320" width="243" /></a></div><br /><div style="text-align: justify;">La lectura de las páginas que siguen demuestra que no sólo podía ser un tanto excéntrico, sino que era también una persona dotada de enorme talento y un excelente arqueólogo. Lo que Mary Chubb cuenta acerca de él -unido a muchas otras interesantes anécdotas, capaces de trasladarnos a la polvorienta excavación de Tell El-Amarna- hacen que una acabe tomándole cariño. El caso es que, aparte de la fascinación por este personaje, su nombre me resultaba lejanamente familiar. Pero sólo al llegar a las páginas finales, cuando la autora reseña brevemente qué fue de cada uno de los integrantes de aquella lejana expedición y menciona que Pendlebury, destacado en Creta en 1941 (como responsable de las excavaciones de Cnossos, conocía bien la isla) durante la invasión alemana, tras participar en numerosas acciones con guerrilleros, fue fusilado por los alemanes, todo encajó y supe de qué le conocía. En efecto, sus andanzas con los guerrilleros cretenses, así como su muerte a manos de los alemanes, aparecen mencionadas en la <a href="https://amzn.to/3prd83P">biografía de Patrick Leigh Fermor</a> -otro héroe de la guerra en Creta- escrita por Artemis Cooper. Así, resulta que Pendlebury no sólo fue un sabio, sino también un héroe. Por cierto que las peripecias de <a href="https://notasparalectorescuriosos.blogspot.com/2010/09/un-autentico-regalo.html">nuestro amigo Paddy</a> durante esa misma campaña tampoco fueron desdeñables: entre otras acciones, formó parte del comando inglés responsable de secuestrar a un general alemán. La historia completa de esta hazaña, tan emocionante como cualquier relato de ficción, la cuenta uno de sus compañeros, W. Stanley Moss, en <i><a href="https://amzn.to/3C7g6zI">Mal encuentro a la luz de la luna.</a></i></div><div><p></p><p style="text-align: justify;">En este caso, la recurrencia de personajes vino de la mano de la casualidad histórica y no de la voluntad de un novelista, aunque a mí me causó idéntico efecto de familiaridad. De repente, me vi transportada desde una excavación en el Egipto de 1930 a la Creta en guerra de los años cuarenta y Pendlebury, un personaje del todo secundario en la larga biografía de Patrick Leigh Fermor, se convirtió ante mis ojos en un protagonista por derecho propio. Los libros se llaman unos a otros, estoy convencida.</p><p style="text-align: justify;">Y llaman (o deberían) a los lectores: si quieren disfrutar de buenas historias, cualquiera de los libros aquí citados o los del propio Paddy son una excelente lectura. </p></div>Elena Riushttp://www.blogger.com/profile/12159431310736855575noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-4312668323530365630.post-40139331167989490572021-12-20T12:31:00.003+01:002021-12-20T12:31:41.189+01:00¿HAY QUE ORDENAR LOS LIBROS?<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEh_sOubKDvJg-uJ6meDx3fkI8rFMu8u4mfXQCO1cYFBNrSSOfSl18O5C9MmBILI9RPgj1yxtZTbi95jLBF0-nYEpcmT_Y4WTpiVaf4PIsb5Shkz5SmvyS4EMsGkB5I_Wc40wpFrBSO51-yVBGQmALno_NLxazFkH7UbU0tBGxTe_Ee9Hy_YrX2LCCJYvg=s1600" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1600" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEh_sOubKDvJg-uJ6meDx3fkI8rFMu8u4mfXQCO1cYFBNrSSOfSl18O5C9MmBILI9RPgj1yxtZTbi95jLBF0-nYEpcmT_Y4WTpiVaf4PIsb5Shkz5SmvyS4EMsGkB5I_Wc40wpFrBSO51-yVBGQmALno_NLxazFkH7UbU0tBGxTe_Ee9Hy_YrX2LCCJYvg=s320" width="320" /></a></div><p style="text-align: justify;">Disculpen que utilice una pregunta manifiestamente retórica como título de este artículo, una pregunta a la que sin duda la mayoría de mis lectores responderían con una rotunda afirmación. Como mucho, querrían saber si propongo un orden particular como más efectivo que otros. Por mi parte, aconsejo a todo aquel que posea un número considerable de libros que les de algún tipo de orden, si no desea que la tarea de localizar un volumen determinado resulte larga y complicada. Y sin embargo...</p><p style="text-align: justify;">Los libros demandan cierto grado de serendipia para ser descubiertos. Los auténticos hallazgos son los que no estabas buscando, esos libros que no sabías ni que existieran y que saltan ante tus ojos desde el rincón, estante o pila más insospechados. Dice Martin Latham, que ha sido librero durante treinta y cinco años, que, igual que un poco de caos en un jardín vela por un ecosistema saludable, cierto "desorden organizado" en las librerías es saludable para el lector, porque refleja la forma en que los humanos pensamos mejor que el orden sistematizado de la biblioteca. En su librería, sigue diciendo, "veo diariamente el anhelo humano de ocasiones para la serendipia, cuando los clientes repasan con la vista los carritos con los libros pendientes de colocar o las pilas de los que esperan ser devueltos, e incluso lanzan miradas furtivas a los pedidos de otros clientes, buscando una unión chamánica de tiempo y suerte". Me he sentido absolutamente representada. Yo también me siento inevitablemente atraída por cualquier montón de libros apilados sin ningún orden concreto y debo confesar que, en las bibliotecas, una de las primeras cosas que hago es ir al carrito donde la gente deja los libros consultados: suele depararme descubrimientos interesantes (y sí, también hay mucha morralla, pero así es el ecosistema libresco). </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjT60WnIpW0mPhUsUHFoZkneKe6PDm93yHJ4jjb3zGeWXi9evXCeZZWhHGYJVqVBtFadVS9XM7X4tx6rTxDY_I0I-w5omqR6tV7RUWXXJx4ZmWY74-FAOJ84os77f4QiQ6wzrxaFzy7WtthaCLThmST_opQgbdc_0mHJAJvph3nywNJ-43uMkQpZp4u0w=s696" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="696" data-original-width="464" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjT60WnIpW0mPhUsUHFoZkneKe6PDm93yHJ4jjb3zGeWXi9evXCeZZWhHGYJVqVBtFadVS9XM7X4tx6rTxDY_I0I-w5omqR6tV7RUWXXJx4ZmWY74-FAOJ84os77f4QiQ6wzrxaFzy7WtthaCLThmST_opQgbdc_0mHJAJvph3nywNJ-43uMkQpZp4u0w=s320" width="213" /></a></div><br /><p style="text-align: justify;">En su libro -lleno de historietas y curiosidades librescas- Latham menciona el caso de una librería californiana, llamada precisamente Serendipity Books, que durante cuarenta años funcionó regida por el azar. En varios pisos, más de un millón de libros estaban dispuestos sin orden un orden determinado. Parece que su dueño, Peter Howard, famoso por su brusquedad, le dijo un día a un cliente (seguramente exasperado al no encontrar el libro que quería): "Si sabe lo que busca, vaya a una biblioteca". Creo que ahí está la clave. Una cosa son los libros que ya estaban en tu lista, de los que ya posees referencias y que quedan dentro de tu radio de interés. Para ellos se han inventado los sistemas de ordenación, la alfabetización por autores o por temática, pues este lector con un objetivo desea alcanzarlo sin dilación. Pero frente a estas lecturas previsibles están los libros que no sabes que querías leer, de autores para ti desconocidos y que versan sobre temas en los que tal vez nunca habías pensado. Estas son las lecturas realmente valiosas, las que te abren nuevos horizontes, las que hacen que las horas que has invertido en ellas valgan realmente la pena. Y estas son las que sólo el azar puede poner en tu camino. Únicamente dejándose llevar por la curiosidad, explorando áreas a priori poco prometedoras, es posible descubrirlas. Pocas cosas hay más estimulantes que husmear en bibliotecas ajenas, no importa si están o no ordenadas, porque no existen dos criterios lectores iguales. Y buena parte del atractivo de rebuscar en librerías de viejo reside en descubrir obras que no encontrarías en ninguna mesa de novedades, libros que tal vez hace cincuenta años que quedaron en el olvido (por no mencionar el encanto de las encuadernaciones antiguas, del papel amarilleado por el tiempo... pero eso sería motivo de otro artículo). </p><p style="text-align: justify;">Incluso en el entorno perfectamente ordenado de una biblioteca, ¿qué mejor aventura que darse una vuelta por esos pasillos que nunca pisas, dedicados a temas que -en teoría- no te interesan? No se me ocurriría criticar -y en esto seguramente coincidimos todos- la necesidad de que las bibliotecas públicas, cuya finalidad es en buena parte utilitaria, tengan un orden. Aunque, por más afinado que esté el sistema de ordenación, siempre habrá libros inclasificables, obras que en apariencia tratan de una cosa, pero que en realidad hablan de otras. Más de una vez me ha sorprendido toparme con obras que yo hubiese clasificado en una sección determinada, en otra muy distinta. Por poner un ejemplo -bastante burdo, me temo-, el delicioso libro de <a href="https://amzn.to/3qeDLIK">Oliver Sacks, <i>Músicofilia</i>,</a> está colocado en mi biblioteca local entre un manual sobre experiencias de cuidadores de enfermos con demencia y un tratado sobre la depresión. Seguramente los bibliotecarios llevan bastante razón y Sacks, neurólogo de profesión, habla ante todo de asuntos neurológicos. Pero, francamente, a mí me hizo reflexionar ante todo sobre la música en general, sobre qué hace que determinados sonidos nos resulten agradables y otros no. En mis estanterías, lo colocaría junto a otros tratados musicales, como <a href="https://amzn.to/33DXr13"><i>La música. Una historia subversiva</i>, de Ted Gioia</a>, otro libro que explora territorios musicales poco conocidos. </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiyFLOvUd03T8o1jwcZTxiOLbkUkLDul-RsfBQwf5vpjJq9n_LKmXXg9G2bTFBOzY5K8FunI89vpDD5PqRVew_71t9VC-3zsallXKm2u0Hg-28AwbaSTOy6XdXiUyqxMKFHwGUZdKnoAA1aOTBvrKe5U_RWFBqPoTu8UMtUbBhcviZEep-jLdKD9Yvt9g=s998" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="665" data-original-width="998" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiyFLOvUd03T8o1jwcZTxiOLbkUkLDul-RsfBQwf5vpjJq9n_LKmXXg9G2bTFBOzY5K8FunI89vpDD5PqRVew_71t9VC-3zsallXKm2u0Hg-28AwbaSTOy6XdXiUyqxMKFHwGUZdKnoAA1aOTBvrKe5U_RWFBqPoTu8UMtUbBhcviZEep-jLdKD9Yvt9g=s320" width="320" /></a></div><div><br /></div><div style="text-align: justify;">Por eso (y porque qué es la vida -sí, también la intelectual- sin riesgo, sin aventura), abogo por no ordenar los libros. O, más bien, por mantener como sea ciertas parcelas de caos y arbitrariedad. El orden es necesario, sí, pero del desorden a veces surgen las grandes ideas. </div>Elena Riushttp://www.blogger.com/profile/12159431310736855575noreply@blogger.com13tag:blogger.com,1999:blog-4312668323530365630.post-20803318787289343932021-07-02T18:46:00.000+02:002021-07-02T18:46:07.051+02:00LA TIRANÍA DE LA NOVEDAD<p style="text-align: justify;"> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-vewOkeggcMI/YMeMAFs2CaI/AAAAAAAAGcM/e3cfyRqLfLsr_J-WKFgcgKqY-W5SLBstACLcBGAsYHQ/s564/Novedades.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="423" data-original-width="564" src="https://1.bp.blogspot.com/-vewOkeggcMI/YMeMAFs2CaI/AAAAAAAAGcM/e3cfyRqLfLsr_J-WKFgcgKqY-W5SLBstACLcBGAsYHQ/s320/Novedades.jpg" width="320" /></a></div><br /><div style="text-align: justify;">No sé si aún quedan por ahí algunas de aquellas tiendecillas de barrio que se anunciaban con el rótulo de "Novedades". Son una especie en vías de extinción, como todo ese comercio añejo que se ha visto arrasado por el tsunami de la modernidad y de lo digital. Aunque resulta paradójico que los nuevos tiempos hayan acabado con unos establecimientos que, por definición propia, se suponía que estaban siempre a la última. Claro que ninguna de estas tiendas, de existir aún, debe de tener menos de sesenta años, nacieron en una época en que este era un país encerrado en sí mismo y mal comunicado. En aquel contexto, todo lo nuevo era extraordinario, un soplo de aire fresco. Para las mujeres de la generación de mis abuelas, las medias, el jersey o cualquier otro objeto de uso corriente que quisiesen adquirir pasaba gracias a la etiqueta de "novedad" a ser algo codiciable. </div><div style="text-align: justify;">Ahora, aunque las tiendas que se definían a sí mismas como expendedoras de novedades hayan desaparecido, seguimos en manos de otra tiranía de la novedad: el último modelo de cualquier cosa -a ser posible tecnológica- desbanca de inmediato al modelo anterior (que igual tiene solo unos pocos meses pero, ¡ay!, ya no es nuevo). Personalmente, me ha costado siempre entender por qué el hecho de ser novedad debe suponer una ventaja respecto a lo que ya existe. Cuando me he acostumbrado a mi ordenador o a mi móvil, cuando mis manos se han hecho a ellos y ellos a su vez responden con diligencia a ellas, resulta que toca cambiarlos: algún programa fundamental ha quedado obsoleto, empieza a fallar la pantalla o surge cualquier otro contratiempo fatal. Porque por supuesto no se puede reparar, o te dicen que te sale más a cuenta comprar uno nuevo. Y a mí lo que me gustaría es conservar muchos años ese aparato que se me ha convertido en familiar (confieso que tengo alguno que es ya puro <i>vintage</i>, guardado celosamente). </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-AZG3svjQ94k/YN86gA2AJDI/AAAAAAAAGcw/ySZv5tRzagQoTbD8s-DnZHVbcGgnYkOBQCLcBGAsYHQ/s400/Novedad.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="353" data-original-width="400" src="https://1.bp.blogspot.com/-AZG3svjQ94k/YN86gA2AJDI/AAAAAAAAGcw/ySZv5tRzagQoTbD8s-DnZHVbcGgnYkOBQCLcBGAsYHQ/s320/Novedad.jpg" width="320" /></a></div><br /><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Si nos trasladamos al terreno literario, sucede algo parecido. No es cosa de ahora que los libros participen en esa carrera por la novedad. Hace décadas que las editoriales anuncian a bombo y platillo sus novedades de otoño, o las que salen para el día del Libro o para Navidad. Y en todos los casos parece que el solo hecho de ser libros nuevos les otorga galones. "La nueva novela del autor Tal o Cual" debe ser, por necesidad, mejor que las anteriores. Igual que "el nuevo fenómeno que arrasa en librerías" lo hace, sin duda, por el mero hecho de ser reciente, que le hace destacar por encima de todos aquellos otros volúmenes que llevan años en el mercado. Nunca nadie me ha sabido explicar a qué se debe tan curioso fenómeno. Así pues, tiendo a desconfiar de tanta fanfarria sin motivo aparente -insisto, que algo sea nuevo no garantiza que sea bueno-, y suelo dejar que las novedades librescas (aunque no solo estas) se asienten un poco y demuestren lo que valen en realidad. Una vez se ha apagado la polvareda del marketing -cosa de unos pocos meses, por lo general-, el libro empieza a sostenerse por sí mismo y es la recomendación de quienes ya lo han leído la que da el baremo de cuánto vale en realidad. </div><div style="text-align: justify;">Me dirán ustedes que, si todo el mundo hiciese como yo, ignorando las novedades hasta que dejan de serlo y se convierten simplemente en libros como los demás, si no existiesen esos lectores ávidos que, en cuanto una novela aterriza en librería -y antes, a veces- saltan sobre ella, anhelantes, ¿cómo podríamos los escépticos saber si vale la pena? Y tienen razón: sin el arrojo de unos cuantos -a menudo suicida, pues en nombre de la novedad se tragan pestiños considerables-, tendríamos poco en que basarnos. Mi más sincero homenaje, pues, a estos arrojados perseguidores de novedades. Sigan leyendo y compartiendo sus decepciones y entusiasmos. Nosotros, los cautos, los que no nos tiramos a la piscina hasta no estar seguros de que hay agua y, a ser posible, de que no está demasiado fría, se lo agradecemos. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-yAglsFcl3xU/YN8_zD1KdeI/AAAAAAAAGc4/E21Xt7qT3z0VrG45KhH5v68YDZUcPOB4wCLcBGAsYHQ/s1436/Chapuz%25C3%25B3n.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="960" data-original-width="1436" src="https://1.bp.blogspot.com/-yAglsFcl3xU/YN8_zD1KdeI/AAAAAAAAGc4/E21Xt7qT3z0VrG45KhH5v68YDZUcPOB4wCLcBGAsYHQ/s320/Chapuz%25C3%25B3n.jpg" width="320" /></a></div><br /><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div>Elena Riushttp://www.blogger.com/profile/12159431310736855575noreply@blogger.com25tag:blogger.com,1999:blog-4312668323530365630.post-3001906753731892722021-05-24T17:54:00.005+02:002021-05-24T17:57:21.290+02:00VIAJANDO CON LIBROS<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://museum-kam.ru/wp-content/uploads/i-v-gete-biografiya_2.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="419" data-original-width="570" height="298" src="https://museum-kam.ru/wp-content/uploads/i-v-gete-biografiya_2.jpg" width="405" /></a></div><span><div style="text-align: justify;"> <span style="text-align: center;"> </span><span style="font-size: x-small; text-align: center;">Goethe, en "el país donde florece el limonero"</span></div></span><div><p style="text-align: justify;">Hace poco, salió a relucir en una conversación con amigos (virtual, claro) cierta localidad y, sin pensar, comenté que yo había estado allí hacía poco. Por supuesto, enseguida tuve que desdecirme: debió de ser hace más de un año, al menos. De algún modo, los meses de confinamiento y restricciones en diversos grados que hemos pasado últimamente se han convertido -al menos en mi percepción- en no-tiempo. Se han fusionado todos en una amalgama informe y borrosa, han dejado de contar como días, semanas y meses por derecho propio para transformarse simplemente en "la pandemia", ese desagradable episodio que -¿ahora sí?- confiamos en haber dejado atrás y cuya huella queremos borrar cuanto antes de nuestra memoria. </p><p style="text-align: justify;">Mal que bien, durante este largo paréntesis he seguido con mi vida, sobrellevando las limitaciones lo mejor posible, procurando tener presente en todo momento que las cosas podrían estar mucho peor (podría haber caído enferma yo, o alguno de los míos, podría haberme quedado sin trabajo, como le ha ocurrido a tanta gente, podría...). Pero resulta inevitable vivir los enormes cambios en lo cotidiano, la desaparición súbita de una forma de vida -viajar, salir, abrazar- como una pérdida. Me da la impresión de haber pasado algo parecido a un duelo, tal vez sin ser consciente de ello. Como es de esperar, ha habido momentos de desánimo, de ser incapaz de anticipar el futuro más cercano; total, tampoco se podían hacer planes. Por suerte, a falta de viajes para abrir el espíritu a la esperanza, estaban los libros. Así que hoy retomo este blog -después de una larga ausencia- para recomendar una obra que consiguió llenar de luz cada una de las horas en que estuve sumida en sus páginas, un verdadero periplo espacial y temporal, por la Italia y la Grecia que han inmortalizado literatos y artistas. </p><p style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://images-na.ssl-images-amazon.com/images/I/51itzGuu0SL._SX309_BO1,204,203,200_.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="499" data-original-width="311" height="292" src="https://images-na.ssl-images-amazon.com/images/I/51itzGuu0SL._SX309_BO1,204,203,200_.jpg" width="182" /></a></div><div><br /></div><div style="text-align: justify;">A la bellísima prosa de <i><a href="https://amzn.to/3vj7VMf">Peregrinos de la belleza</a>, </i>de María Belmonte, no solo he de agradecerle que me haya transportado a otros lugares; también me ha hecho evocar algunos de los autores que admiro (<a href="https://notasparalectorescuriosos.blogspot.com/2010/09/un-autentico-regalo.html">Patrick Leigh Fermor</a>, Lawrence Durrell) y otros cuyo recuerdo estaba casi borrado, como Axel Munthe y su isla de Capri. Me ha procurado el placer de reencontrarme con autores y paisajes que conozco bien -aunque algunos solo los haya frecuentado en letra impresa-, junto a otros que siento que debo conocer. Afortunadamente, para viajar de la mano de los libros no hay que esperar a que abran fronteras, ni andar consultando las confusas restricciones que rigen aquí y allí: basta con abrirlos para iniciar el trayecto.</div><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://th.bing.com/th/id/OIP.qvPhpeXrRsoMf5En38d80QHaE8?pid=ImgDet&rs=1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="316" data-original-width="474" height="280" src="https://th.bing.com/th/id/OIP.qvPhpeXrRsoMf5En38d80QHaE8?pid=ImgDet&rs=1" width="420" /></a></div><div style="text-align: justify;"> <span style="font-size: x-small;"> <span> </span>La Villa San Michele, a la que Munthe dedicó gran parte de su vida</span><br /></div><p style="text-align: justify;">Libros como estos tienen un efecto sanador. Nos recuerdan, además, que aunque nuestro cuerpo esté encerrado, la imaginación es libre. Y nos puede llevar a los lugares más hermosos. Ni que decir tiene que corro a hacerme con los otros dos libros de esta autora -<i><a href="https://amzn.to/3bSwI2e">Los senderos del mar</a> </i>y <i><a href="https://amzn.to/34jtRLf">En tierra de Dioniso</a></i>-, ansiosa por seguir recorriendo caminos de su mano. </p></div>Elena Riushttp://www.blogger.com/profile/12159431310736855575noreply@blogger.com13tag:blogger.com,1999:blog-4312668323530365630.post-16431798931225009312021-02-21T18:05:00.000+01:002021-02-21T18:05:20.347+01:00HARTA DE PSICÓPATAS<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-jjjezmdLRIw/YDKO4_jgH1I/AAAAAAAAGX8/OaJy0NNeXDEDQKdD2ISt-K6XYiJRwpjLwCLcBGAsYHQ/s1000/psychopath-mind-1000x570.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="570" data-original-width="1000" src="https://1.bp.blogspot.com/-jjjezmdLRIw/YDKO4_jgH1I/AAAAAAAAGX8/OaJy0NNeXDEDQKdD2ISt-K6XYiJRwpjLwCLcBGAsYHQ/s320/psychopath-mind-1000x570.jpg" width="320" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><p style="text-align: justify;">Triste época esta en que todos empezamos a estar hartos de muchas cosas. Entendemos la necesidad de reducir nuestras interacciones sociales, de no viajar, de no tener siquiera un día de campo desde hace muchas semanas (el sino de los que vivimos en la ciudad y estamos confinados perimetralmente). Pero casi un año de vida-no-normal produce cansancio. Mucho cansancio: De la exasperante lentitud en la vacunación, nuestra única luz al final del túnel; de que haya tanta gente a la que le importen un comino todas las restricciones, que en apariencia no van con ellos; de que la política sea un guirigay donde solo se busca aplastar al contrario; de que los asuntos realmente esenciales (sanidad, educación) sigan siendo los últimos de la fila, cuando todos los esfuerzos deberían estar centrados en ellos; de andar siempre enmascarillados (gracias al cielo, sin embargo, por los líquidos anti-vaho, que nos permiten a los usuarios de gafas ver por dónde pisamos y no rompernos la crisma); de... Y, cuando frente a estas ingratas realidades busco refugio en la lectura, me encuentro con que las novelas se han llenado de psicópatas. De esos que son muy, muy retorcidos, frente a los cuales el asesino de <i>Psicosis</i> es casi un corderito. </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-jzd4i5Tjj2k/YDJLZyZ-T3I/AAAAAAAAGXY/jYmGJjydc58Drs64vTnFWo9pRKAEk-7IgCLcBGAsYHQ/s474/Psicosis.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="237" data-original-width="474" src="https://1.bp.blogspot.com/-jzd4i5Tjj2k/YDJLZyZ-T3I/AAAAAAAAGXY/jYmGJjydc58Drs64vTnFWo9pRKAEk-7IgCLcBGAsYHQ/s320/Psicosis.jpg" width="320" /></a></div><br /><p style="text-align: justify;">Por lo general, la novela negra es uno de mis recursos preferidos cuando el ánimo flojea. Nada como una buena novela repleta de tensión y misterio para hacerte olvidar la ingrata realidad y despejar la mente. Pero este año... Tal vez he sido yo la equivocada en mis elecciones y he hecho mal en dejarme arrastrar por lo que sale en los medios. Evidentemente, el género abarca muchos registros, desde las plácidas novelas detectivescas británicas que transcurren en mansiones regidas por imperturbables mayordomos hasta las más nerviosas y trepidantes historias de detectives californianos que deben enfrentarse a la corrupción y al crimen organizado (pienso, por supuesto, en mi admirado <a href="https://amzn.to/2Mhchm0">Michael Connelly</a>, que nunca defrauda), pasando por la novela negra escandinava, donde todo -policías y asesinos- parece envuelto en un bloque de hielo. Desde hace un tiempo, sin embargo, vengo advirtiendo en las novelas negras una deriva hacia lo morboso y lo psicológicamente enfermizo. Los crímenes son cada vez más retorcidos y desagradables (no se le ahorran detalles al lector) y los investigadores están cada vez más traumatizados emocionalmente. Si antes nos conformábamos con un detective de vida sentimental calamitosa, ahora parece inevitable que haya sufrido algún terrible trauma o que esté marcado por algún suceso luctuoso. Si antes los asesinos mataban a veces con saña -pudiendo incluso mostrarse inquietantemente creativos-, ahora su crueldad alcanza unos grados casi inimaginables de refinamiento. Jack el Destripador no les llega a la suela del zapato. </p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-eAMGMl2VZDc/YDJRV5ys2yI/AAAAAAAAGXk/gxPmDRiRMJksf-0gvevyNN6RZXyFZXmeQCLcBGAsYHQ/s800/V%25C3%25ADctima%2BJack%2Bdestripador.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="420" data-original-width="800" height="168" src="https://1.bp.blogspot.com/-eAMGMl2VZDc/YDJRV5ys2yI/AAAAAAAAGXk/gxPmDRiRMJksf-0gvevyNN6RZXyFZXmeQCLcBGAsYHQ/w320-h168/V%25C3%25ADctima%2BJack%2Bdestripador.jpg" title="Descubrimiento de una de las víctimas de Jack el Destripador" width="320" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-size: x-small;">Descubrimiento de una de las víctimas de Jack el Destripador</span></td></tr></tbody></table><p style="text-align: justify;">Así sucede por ejemplo con Antonia Scott, la investigadora que protagoniza la trilogía de Gómez-Jurado (<i><a href="https://amzn.to/3qMRRjS">Reina roja</a>, Loba negra</i> y <i>Rey blanco</i>) o con el perjudicadísimo inspector francés <a href="https://www.planetadelibros.com/libro-sharko/269249"><i>Sharko</i>, de Franck Thilliez</a>, ambos verdaderos desastres emocionales. Cuesta creer que gente con esos historiales pueda seguir trabajando. Los asesinos también parecen rivalizar en retorcimiento, dispuestos a no ahorrarles ningún tipo de sufrimiento a sus víctimas. Véase por ejemplo el que protagoniza <i><a href="https://amzn.to/3aG9uw8">La novia gitana</a></i>, de Carmen Mola, que de tan rebuscado frisa el absurdo (¿matar con gusanos que se comen a las víctimas por dentro?). Por si no fuera bastante, hay que incluir algún niño secuestrado o torturado, para que la angustia del lector alcance niveles aún más altos, como ocurre en <i><a href="https://amzn.to/2ZyCy2a">No está solo</a></i>, de Sandro Dazieri. Cito aquí solo algunos de los últimos que han pasado por mis manos, pero hay muchos más. Y yo me pregunto, ¿es todo esto necesario? Sin duda soy yo la equivocada, porque todos estos autores son superventas. ¿Acaso el visionado de incontables episodios de series tipo <i>CSI</i> o <i>Mentes criminales</i> ha encallecido tanto a los lectores que -cual drogadictos- piden cada vez una dosis mayor para satisfacer su ansia de emociones fuertes? (Y los autores, solícitos, les sirven raciones abundantes.) Seré rara, pero estoy harta de psicópatas. Para angustias y emociones fuertes, las que hemos vivido durante estos meses, o las que los barceloneses estamos sufriendo estos días de barricadas, contenedores ardiendo y violencia callejera. No necesito más. A partir de ahora, buscaré mi solaz en novelas donde lo que cuente sea el ingenio del investigador, no la crueldad del asesino ni la inestabilidad emocional del investigador. Pienso recurrir a lecturas plácidas como el <a href="https://amzn.to/3kafqQP"><i>Club del crimen de los jueve</i>s</a>, con sus sagaces ancianos, o a novelas donde el misterio a resolver se encuentra confortablemente instalado en el pasado, como sucede en <i><a href="https://amzn.to/3aCt6B9">La hija del tiempo</a></i> de Josephine Tey, una verdadera delicia donde además se aprende historia de Inglaterra en lugar de las diferentes maneras de destripar, despellejar o torturar. </p>Elena Riushttp://www.blogger.com/profile/12159431310736855575noreply@blogger.com18