Los que hemos crecido con las travesuras de Guillermo Brown -por no hablar de las aventuras de los Cinco o los internados de Enid Byton-, y hemos alimentado nuestra juventud de autores tan diversos como Dickens, Jane Austen y Thackeray, o Virginia Woolf, Wodehouse -¡los buenos ratos que he llegado a pasar con Jeeves!- y Edward Gibbon, estamos hoy de duelo. Ya sé que lo del Brexit no es más que política (pero tampoco menos: la política importa), y que hay muchos millones de británicos que quisieran seguir siendo europeos, pero el hecho es que va ganando la facción que aspira a que Gran Bretaña vuelva a su "espléndido aislamiento". El tiempo dirá si esta iniciativa les trae algo positivo o si solo sirve para que comprueben que ya no son -como en tiempos de la reina Victoria- cabeza de un Imperio, reyes de los mares y superiores en riqueza al resto de Europa, y tal vez del mundo.
Por supuesto, el Brexit no va a suponer que dejemos de leer a autores británicos, pero quién sabe si los libros producidos allí se volverán más caros (a estas alturas nadie puede decir a ciencia cierta cuáles serán las consecuencias del divorcio). Lo que probablemente ocurrirá es que viajar al Reino Unido resultará, si no más difícil (que también), sin duda más antipático: los europeos ya no tendremos trato de iguales, sino que seremos considerados personas ajenas, mirados con suspicacia. Cruzar la frontera volverá a ser un trance poco agradable y desde luego una barrera comparado con la facilidad con que pasamos de Francia a Italia o a Alemania. Es inevitable ver en muchos de los discursos y actitudes de los brexiteros reminiscencias de esa arrogancia imperialista que llevó a Cecil Rhodes (siniestro personaje) a decir que: "Somo el pueblo mejor del mundo, con los ideales más altos de honradez y justicia y libertad y paz, y cuantas más partes del mundo habitemos, mejor será para la humanidad". Con lo de "habitar" se refería a "dominar", sin duda.
Los acantilados de Dover se van alejando |
No, Boris Johnson y sus secuaces no van a lograr que deje de amar la lengua inglesa y su literatura, pero sí han conseguido que sienta que el Canal de la Mancha -¡que ahora se puede cruzar cómodamente sin bajar del coche!- se ha vuelto más ancho. Por eso hoy es un día triste. Igual que hicieron los parlamentarios europeos en la despedida, dan ganas de cantar el "Auld Lang Syne". Volved, británicos, os esperamos.
Es un drama de una estupidez tal que sigo sin creérmelo.
ResponderEliminarSensación de que todo el mundo se ha vuelto loco. ¿Dónde ha ido a parar la sensatez?
EliminarAish, Wodehouse y Chesterton y Benson y Bennett y Collins y... Todos. Parece mentira que con lo mal que lo pasó Reino Unido en los primeros compases de la Segunda Guerra Mundial, donde se quedó totalmente sola en su oposición a los nazis, vuelva a repetir el movimiento de aislamiento. Si no aprendemos de la Historia estamos condenados a repetirla. Besos.
ResponderEliminarA mi también me resulta difícil entenderlo, Mónica. Solo puede explicarse por ese irracional orgullo de ser británico, es decir, distinto y -según ellos- mejor. En realidad, la misma irracionalidad que está en el sustrato de todos los nacionalismos.
EliminarOh Elena... qué puedo decir, que lloré con el "Auld Lang Syne" q cuelgas y con la descripción del Blitz del libro q me recomendaste (me quedan 200 páginas)...ojalá sea una exagerada, ojalá solo sea q estoy fatalista, pero la sensación es "todo lo estamos haciendo mal". Sobre los precios de los libros, piensa q los clásicos seguirán siendo baratos... y a mí por lo menos aun me quedan tantos por leer... Hay q volver a Orwell, Russell et al.
ResponderEliminarBesos desde un día gris, encapotado, miserable, al sur del Támesis
di
Sí, Di, tristísimo. Imagino que los que vivís allí aún lo estaréis pasando peor. Me alegro de que te guste el libro del Blitz. ¡Hay que evadirse, que esta realidad es insoportable!
EliminarEsto leo: primera gran victoria del nacionalismo desde 1945. El paisaje de Julian Barnes en Inglaterra, Inglaterra hecho realidad, pero más para consumo interno que como producto para turistas. Un enorme parque temático con todos su topicos resucitados y puestosa cubierto, desde los Beefeaters al té con nata de Devonshire, pasando por Robin Hood, los blancos acantilados de Dover... Todo unido al Europa-nos-roba de N. Farage (¿Qué Europa? ¿Esa de la que habéis formado parte durante 47 años, y de la que sois tan corresponsables, para lo bueno y para lo malo, como los demás? Pero ya caigo otra vez en la trampa de tratar de razonar.... Perdón!)
ResponderEliminarMe temo que nada es razonable en este asunto. Veremos adónde nos lleva.
EliminarSiempre me simpatizaron los ingleses. ¿Cómo no va a caerme bien un pueblo cuyo principal rasgo distintivo es el sentido del humor? Además, me crié en Inglaterra, formando parte de los Proscritos y siendo amigo de Guillermo Brown, de la mano de mi adorada Enid Blyton.
ResponderEliminarSí, siempre me simpatizaron los ingleses. Hasta que, hace unos años, fui a Londres invitado por el Instituto Cervantes y di una charla en Eton. Me quedé entre fascinado y horrorizado, porque Eton es un monumento al clasismo elevado a la enésima potencia. Poco después, fui de vacaciones a Irlanda y descubrí, en profundidad, las monstruosidades que habían perpetrado los ingles en la isla. Y ahora el brexit, un ejemplo de lo irracional que es el nacionalismo.
Así que me he dado cuenta de que en realidad no me gustan los ingleses, sino su literatura (son los mejores narradores del mundo), su música, su cine y su cómic. Y su sentido del humor, por supuesto. Quizá es que hay dos tipos de ingleses, o puede que tengan doble personalidad, no lo sé. Lo que sí sé es que antes me encantaba viajar por Inglaterra y ahora me da un poquito de mal rollo. No obstante, mi amistad con Guillermo Brown seguirá inquebrantable.
A raíz de los últimos acontecimiento, yo también empiezo a sentir cierta reticencia a viajar por Inglaterra. Muchas cosas de allí me gustan, pero no creo que el ambiente ahora mismo sea muy propicio a los extranjeros.
EliminarEso sí, ¡Guillermo Brown forever!
A mí me pasa como a ti, Elena, no voy a dejar de leer cosas british, pero además de tristeza todo esto me pasma un poco. La guinda del pastel fui oír a una persona a favor del Brexit decir que al fin eran libres, que esperaba que volvieran los tiempos de explendor del imperio. Como dirían ellos: WTF!
ResponderEliminarUn abrazo.
El esplendor del Imperio, eso es lo que echan de menos. Aunque no me parece que esto del Brexit les vaya a traer mucho esplendor... ¡Al tiempo!
EliminarComo lectora de escritores ingleses, pienso como tú. Me ha encantado tu blog, me quedo de seguidora y te invito a que te pases por el mío si te apetece (es Relatos y Más, es que aparecen dos en el perfil).
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Muchas gracias, Rocío, y bienvenida al blog! Sin duda te visitaré yo también en el tuyo
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