Una viñeta de El cetro de Ottokar, de Hergé |
Nada raro, pues, la sorpresa generalizada que ha causado el que el actor francés Gérard Dépardieu -quien por cierto ha personificado a otro ídolo del cómic, Obélix-, huyendo del fisco de su país de origen, se haya empadronado en la república de Mordovia, cuya existencia sospecho que todos ignorábamos hasta ahora. No es que haya disponible mucha información al respecto, pero la que hay tiene un aire ciertamente tintinesco. Tanto su escudo como sus trajes regionales hubieran podido figurar muy dignamente en las páginas de El cetro de Ottokar o El asunto Tornasol.
Porque ¿quién nos asegura que Syldavia es un país imaginario? La historia de "los reinos perdidos" de Europa, esos que existieron una vez, perdieron luego su entidad autónoma y en algún momento se olvidó hasta su nombre, es larga y muy jugosa. El historiador británico Norman Davies ha escrito un libro sobre ello, Vanished Kingdoms, lleno de datos interesantes, y de dinastías con nombres evocadores hoy reducidas a la nada. O, como mucho, a salir de refilón en las páginas del Hola.
Tan olvidados están muchos de ellos, que parecen inventados. Una confesión: cuando comencé El pensionado de Neuwelke, cuya acción transcurre en la báltica Livonia, mi primera impresión fue de que se trataba de un reino ficticio. Sólo al darme cuenta de que todos los demás detalles geográficos e históricos eran correctos, se me ocurrió pensar que quizá no era invención del autor, sino falta de información por mi parte. Y sí (mis disculpas desde aquí a su autor, José C. Vales, por haber dudado de él). La existencia de Livonia está documentada desde el siglo XIII y, aunque pasó por muchas manos, su rastro sólo se pierde tras la Primera Guerra Mundial, con la creación de las modernas Letonia y Estonia. Sic transit gloria mundi.
Qué interesante parece el libro de Davies. ¿Qué tendrán esos reinos remotos o desaparecidos que nos atraen tanto?
ResponderEliminarA mí Livonia me sonaba vagamente, pero Mordavia... verdaderamente tintinesco. Y respecto a Syldavia, aparte de Tintín, recuerdo también la canción de La Unión, que me ponía bastante de los nervios y que ahora hasta me gusta. Cosas de la edad.
Un saludo.
Sí, el libro de Davies promete. Tengo entendido que aquí lo publicará próximamente Galaxia Gutenberg.
EliminarMadre mía, que libro más interesante. Me lo busco pero ya, vamos. Muchas gracias. He de decir que Livonia suena más a falso que un billete de 127 euros. Syldavia suena mucho más a realidad, no en vano soy tintinófilo empedernido.
ResponderEliminarHa, y no te preocupes, lo que te pasó con Livonia se puede superar fácilmente. Si de confesar se trata, confesaré que adorando Hamlet, durante mucho tiempo, merced a la errónea indicación de un amigo y mi pura pereza, creí que Elsinor era un lugar imaginario (con un nombre precioso, por cierto).
Saludos.
Te comprendo, Óscar, la Dinamarca esa de Shakespeare suena bastante impostada (aunque la obra sea estupenda): ¿dónde se ha visto un danés llamado Polonio?
EliminarY donde esté cierta Freedonia...
ResponderEliminar¡Desde luego, estupenda y divertidísima Freedonia!
EliminarNo sé si será por lo apasionada que soy de los mapas pero, sin exagerar, puedo situar en el mapa el 98% de los países, la excepción serían las ex-repúblicas soviéticas. ¿Mordavia? Livonia, por supuesto que sí.
ResponderEliminarYa me he hecho con un fragmento del libro de Davies, no me he podido resistir...
¡Felicidades por tu agudeza geográfica, littleEmily! Aunque creo que las repúblicas ex-soviéticas nos derrotan a todos. ¿Sabrá Depardieu siquiera dónde queda Mordovia?
EliminarPor culpa de la Syldavia tintinera me invitaron a ir a Albania y me negué en redondo, convencida de que me iban a secuestrar unos malvados bigotudos que estaban sin parar bebiendo ouzo en una taberna. Fue espantoso. Hasta dos horas antes de salir el avión no me decidí. Y al llegar allí descubrí que, en efecto, allí estaba Syldavia:
ResponderEliminarLa plaza principal de Tirana, con la mezquita y la estatua ecuestre de Stankanderbeg, son las que inspiraron a Hergé y están allí tal cual.
Menos mal que el personal no tenía nada que ver. Al contrario. Son buenísima gente, con su Kadaré y todo. Si miras la bandera syldaba, verás que es una parodia de la albanesa, el País donde Anidan las Aguilas se convierte en el País donde Anida un Pelícano Despachurrado.
Ah, y no olvidemos la Libertonia de "Sopa de Ganso" ni la Carpacia de "El Príncipe y la Corista", que también merecen un rinconcito.
Fantástico. Una vez más queda demostrado lo minucioso que era Hergé en cuanto a documentación. Yo de lo único que de que puedo dar fe en este sentido es de que me hospedé en el Hotel Cornavin de Ginebra (hace muchísimos años, yo debía tener 15 o 16) y al entrar en el vestíbulo tuve toda la impresión de adentrarme en una viñeta de "El asunto Tornasol".
EliminarAh, Freedonia/Libertonia ya estaba bajo control. Perdón.
ResponderEliminartambien Krilonia o Crilonia de no recuerdo cual novela de mi infancia tipo El prisionero de Zenda o alguna así. Malecarlia -que no Dalecarlia- es de otro libro. Ambos nombres no los encuentro en las profundidades de la red...
ResponderEliminarSí que suenan a países imaginarios, pero no sabría decirte yo tampoco de dónde proceden. Seguro que de El prisionero de Zenda no, porque transcurre en Ruritania.
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