Escribir una novela es un trabajo largo y complejo. Conseguir, además, publicarla, más difícil todavía. Basta con preguntar a los miles de escritores que con sus manuscritos -metafóricamente- bajo el brazo, llaman en vano a las puertas de los editores. Cuando, al fin, uno de estos escritores noveles ve por primera vez su novela en forma de libro siente que ha alcanzado su meta. ¡Ha comenzado su carrera literaria! Sin embargo, la ruta hacia la gloria y la fama está plagada de obstáculos. Las primeras novelas, a menudo, pasan desapercibidas. ¿Quién se fija en un nombre desconocido cuando hay tanto escritor famoso compitiendo por la atención del público? Ese, no cabe duda, es el primer tropiezo. (Para saber más sobre las dificultades a las que se enfrentan los escritores que empiezan, recomiendo un delicioso libro sobre el fracaso editorial, que lleva el paradójico título de Éxito). Pero supongamos que -por uno de esos golpes de fortuna que ocurren a veces, o porque realmente se trata de una obra excepcional- esa primera novela que asoma tímidamente al mercado se convierte en un éxito. ¿Podemos decir entonces que el camino de su autor se ha allanado? Ni mucho menos. Triunfar con una primera novela es -o puede serlo, hay numerosos casos documentados- un regalo envenenado. Con un listón tan alto, ¿cómo cumplir con las expectativas creadas? Los hay que nunca lo consiguen y, tras un fulgurante comienzo, decepcionan a su público con las sucesivas novelas. O que se quedan tan paralizados por el temor al fracaso, que nunca más escriben o sólo lo hacen tras muchos años de silencio. Véase lo ocurrido con Arundhati Roy, cuya segunda novela ha tardado nada menos que veinte años en ver la luz. El pánico, a veces, demuestra ser infundado: Marylinne Robinson obtuvo en 1994 el Premio Pulitzer por su novela Vida hogareña; hasta 24 años más tarde no publicaría la segunda, Gilead, que, lejos de decepcionar... ¡recibió de nuevo este mismo galardón! La segunda novela, pues, es traicionera. Puede ser tu consagración, pero también la tumba de tus ambiciones.
Conscientes de la inmensa dificultad de revalidar con una segunda novela el talento que apuntaba en la primera, en Gran Bretaña crearon hace ya algunos años un premio, el Encore Award -patrocinado por la Royal Society of Literature-, específico para segundas novelas. Según rezan sus bases, está pensado para premiar a "aquellos escritores que hayan igualado o superado el nivel de un debut excelente o que hayan sido capaces de recuperarse de un inicio poco prometedor". Como es de esperar, los contendientes cada año no son demasiados. Se publican infinidad de novelas, pero sólo un puñado de ellas son precisamente segundas novelas que cumplan con los requisitos de este galardón. Entre los premiados, hay nombres que no sólo han demostrado su valía con una segunda novela, sino que han continuado creciendo como escritores con sus sucesivas obras: Ali Smith (2002), Anne Enright (2001) o Colm Tóibin (1993) son algunos ejemplos de ello.
Siete años después de recibir el premio Encore
por su segunda novela, Anne Enright obtuvo el
prestigioso Booker Prize
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Stephen Fry, en su discurso de presentación del premio, supo poner el dedo en la llaga al decir que:
"El problema de la segunda novela es que, comparada con la primera, no cuesta nada escribirla. Si escribí mi primera novela en un mes y tardé dos años en completar la segunda, ¿cuál escribí más deprisa? La segunda, por supuesto. Escribir la primera me llevó 23 años y en ella está contenida la experiencia, el dolor, la ira, el amor, la esperanza, la invención cómica y el desespero de toda una vida. La segunda novela es un acto de escritura profesional. Por eso es tanto más difícil"
Seguro que están ustedes dándole vueltas al asunto, intentando recordar qué segundas novelas dignas de las primeras conocen. Voy a ayudarles un poco, porque hay segundas novelas realmente deslumbrantes. Por ejemplo, Orgullo y prejuicio, de Jane Austen (que siguió a Sentido y sensibilidad); Oliver Twist, de Charles Dickens (precedida por Los papeles del club Pickwick) o el Ulises, de James Joyce (la primera novela de Joyce fue Retrato del artista adolescente). No está mal para ser unas segundonas.
Viva las segundonas, y lo digo sobre todo por esa de Orgullo y prejuicio, que además tuvo también sus peculiaridades para publicarse. Aunque seguro que lo sabes mejor que yo :)
ResponderEliminarUn abrazo.
Como apunto más arriba, el camino del escritor está sembrado de obstáculos. ¡Y de eso no se libró ni siquiera Jane Austen! :)
EliminarMe ha venido a la cabeza Miguel Delibes, que tuvo un inicio fulgurante con "La sombra del ciprés..." y luego, poco después (he mirado la Wikipedia y resulta que es la tercera y no la segunda, supongo que vale también) publicó uno de mis libros favoritos de siempre, "El camino". Y todavía le quedaban por delante cincuenta años de brillante carrera literaria. Otro ejemplo similar es Mario Vargas Llosa. En fin, casos que se salen de lo normal.
ResponderEliminarUn artículo muy interesante. Te sigo desde hace poco y merece la pena el blog, felicitaciones.
Saludos.
Gracias por tu aportación, Gerardo. El caso de Delibes es bastante significativo: su segunda novela no fue ni con mucho tan exitosa como la primera (de hecho, posteriormente él no quiso que se reeditase), pero supuso un paso más en esa carrera que le llevaría a escribir clásicos como "El camino" o "Cinco horas con Mario". Y es que, a veces, la segunda novela no es más que el eslabón que permite llegar a la tercera, que es la buena.
EliminarHabía oído hablar de ese fenómeno como de pánico escénico. Yo creo que hoy día lo tienes todo TAN difícil como escritor novel que lo de la segunda novela adquiere la simple categoría de "una dificultad más".
ResponderEliminarO a lo mejor, si logro que me publiquen la primera, empiezo a sufrir por la segunda. Mientras tanto, sufro por todo. Sarna con gusto, que conste.
Beatriz
Pues claro, no tiene mucho sentido preocuparse por la segunda novela si no has logrado publicar nada aún. Ahora bien, puesto que la segunda novela depende de la primera, yo diría que hay dos supuestos que son negativos:
Eliminar1) Que tu primera novela no se venda apenas y tenga malas críticas. En ese caso, difícil va a ser que te publiquen una segunda.
2) Que tu primera novela sea un éxito arrollador, porque el listón estará tan alto, que nadie (ni tú misma) te creerá capaz de superarlo.
O sea, lo ideal es que la primera novela funcione, pero discretamente. Que la crítica la considere "prometedora" o "interesante". Eso te da margen para mejorar y no defrauda las expectativas del editor. Ahora, ¡a por ella!
¡Ja ja ja! ¡Gracias!
EliminarPara el escritor novel siempre ha sido todo difícil; antes, ahora y, supongo, lo será después. En los talleres de escritura no se dice, pero una de las enseñanzas clave en el proceso de convertirse en escritor es aprender a tragar mierda.
EliminarTodos los escritores que se dedican a esto más o menos profesionalmente lo saben bien: es una vida dura, donde hay que aprender a aceptar el rechazo y sobreponerse a él. No es oficio para cobardes, ni para perezosos. Esos, se quedan en la cuneta.
EliminarHe leído a menudo acerca de este fenómeno con los grupos de música. El segundo disco es algo completamente análogo a lo que comentas en esta entrada.
ResponderEliminarPersonalmente he escrito una primera novela (Aún sin publicar) que me parece que salió sola. Ahora estoy enfrascado en la segunda, más extensa, más compleja y mucho más costosa en tiempo y esfuerzo. Realmente lo estoy viviendo como un acto profesional. Así que no puedo estar más de acuerdo con lo que aquí comentas.
Un placer leerte siempre.
Alberto Mrteh (El zoco del escriba)
Gracias, Alberto. Te deseo mucha suerte con tu aventura de escritor. ¡Ánimo con esa segunda novela!
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