John F. Peto

John F. Peto
Cuadro de John F. Peto (detalle)

martes, 19 de mayo de 2015

DESPLAZAMIENTOS LITERARIOS

 
 
Los que amamos la literatura y los viajes (sobre todo, los desplazamientos a pie), estamos últimamente de enhorabuena. Por todas partes, se multiplican las publicaciones sobre ilustres caminantes, escritores nómadas, rutas literarias... Otras tantas invitaciones a viajar desde el sillón. Y también, por qué no, a emular algunas de las propuestas viajeras.
Alguien me ha dicho que se van a republicar en España los ensayos "gemelos" de Robert Louis Stevenson y William Hazlitt sobre el caminar, que hasta ahora sólo existían en una edición hermosa, pero  difícil de encontrar de la Universidad Autónoma de México. Hablé de ellos en un post anterior, son una delicia para cualquier caminante que se precie.
Otro libro que me parece intrigante -no he tenido oportunidad de hojearlo- es Walkscapes, de Francesco Careri, del que me atrae su subtítulo "El andar como práctica estética". Entre otras cosas, su autor imparte un curso en la Universidad Roma Tre que es peripatético, o sea, que se lleva a los alumnos de paseo como parte del currículo académico. Casi dan ganas de inscribirse. Los situacionistas y los oulipistas eran maestros en convertir el deambular urbano en una actividad artística (algo que dejó huella en más de una obra literaria, véase las de Patrick Modiano por ejemplo). Hay que citar también el Andar, una filosofía de Frédéric Gros, en el que explora las estilos de caminar de diferentes filósofos.
 
"Hay maneras de andar que, efectivamente, son estilos filosóficos. Por ejemplo: Kant era muy serio y disciplinado, y es un filósofo que establece unas demostraciones muy rigurosas con definiciones muy estrictas. Tenía un estilo de andar que consistía en hacer todos los días el mismo paseo, a la misma hora. La escritura de Nietzsche, mucho más dispersa, con menos cohesión, tiene que ver con el hecho de que él buscaba en el andar sensaciones de energía y luz."
[De la entrevista de Leticia Blanco a Frédéric Gros en El Mundo.]
 
Y, por supuesto, está el gran clásico de los caminantes, el libro de Henry David Thoreau, Un paseo invernal, publicado asimismo hace poco por Errata Naturae. 
 
 
 
De esta misma editorial, descubro otra  tentadora y peripatética obra, El peatón de París de León-Paul Fargue. En fin, una cascada de libros pensados para atraer la atención de los paseantes sin rumbo, que me temo que pronto no tendremos ni tiempo para practicar nuestro pasatiempo.
 
Y es que nadie debería emprender un viaje-ya sea un paseo por su barrio o una vuelta al mundo- sin un propósito. Precisemos que me refiero siempre a viajes o desplazamientos con fines recreativos: el trayecto que te lleva de casa al trabajo y viceversa no entra en esta categoría. Pero ese paseo cotidiano que damos para tomar el aire puede enriquecerse notablemente si, pongamos por caso, uno decide trazar una de las letras del alfabeto con su itinerario. Creo recordar que un personaje de una novela de Paul Auster hace precisamente eso (siento no poder dar más detalles, ha volado de mi memoria, pero sin duda alguno de mis amables lectores podrá llenar esa laguna). Otras propuestas se basan en los nombres de las calles o de los lugares que uno piensa recorrer. La web www.latourex.org ofrece muchas sugerencias de este tipo, entre ellas un curioso viaje "donquijotesco" que no consiste, como pudiera parecer, en seguir la ruta de Don Quijote, sino en enfrentarse a molinos: sólo localidades con la palabra "molino" en su nombre (y en la geografía española no faltan, desde Molina de Segura hasta Torremolinos).  Pero objetivos así pueden enriquecerse casi ad infinitum: visitar poblaciones cuyo nombre empiece o termine por la misma sílaba -Madrid, Málaga, Mallorca o Soria, Vitoria, Coria- o que sean el anagrama una de otra (Rupit-Pruit). Una verdadera invitación al viaje, a la experimentación y a la aventura.
 

8 comentarios:

  1. Estupenda entrada. Grandes reflexiones a tener en cuenta. Me ha llamado la atención, sobre todo, el libro "Un paseo invernal" de Thoreau (con el que me pienso hacer en cuanto amanezca). Es muy cierto lo que se comenta respecto a pasear, a caminar, a dirigir tus pasos hacia un lugar con un objetivo determinado y todo lo que esta actividad aporta al pensamiento y a la vida de todo lector (y también a la del escritor, por supuesto). Un artículo para recordar, sin duda. Gracias. Un saludo.

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    1. Gracias, Rachael. Una vez se prueba, uno se vuelve casi adicto a esto de dar sentido a tus paseos. Muy enriquecedor

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  2. Cuando el médico me dice que haga ejercicio por salud, que al menos camine, nunca pensé que esto, que veo como una obligación, pudiera tener un sentido hasta filosófico o literario.
    Me apunto tus sugerencias, en particular la de Thoreau.

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    1. Muchos escritores han sido aficionados al caminar, una actividad que no sólo es buena para la salud; sobre todo pone en marcha las ideas y, con su ritmo pausado, permite la observación y la reflexión, sin las que no es posible crear. De modo que, créeme, haz cas a tu médico y camina, pero siempre de manera literaria.

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  3. Hola! Una escritora novel y yo, estamos haciendo una iniciativa social para fomentar la lectura. Me encantaría que participaras, lo explico todo en mi post de hoy. Recuerda poner el banner donde tengo mi reto vaquero (o lo puedes coger de mi post y ponerlo en un lateral de tu blog) para que todos nos podamos beneficiar. Hay concurso, premios a la participación, etc. Un besito y encantada
    http://www.sientetebellaybien.com/2015/05/leer-esta-de-moda-participas.html

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  5. Me ha encantado, Elena. Después de comer salgo todos los días a dar un paseíto y estoy pensando en hacer lo del abecedario, para variar un poco. Aunque me asemejo bastante a Nietsche y me gusta variar para lograr energías distintas.

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    1. Anímate a probarlo, Dorotea. Verás cómo lo de dar un tema a tus paseos los enriquece enormemente.

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