John F. Peto

John F. Peto
Cuadro de John F. Peto (detalle)

martes, 7 de julio de 2015

LEER POR PROCURACIÓN

(Foto: books-cupcakes.tumblr.com)

Siendo como es la lectura una actividad solitaria, puede ser también un importante nexo de unión. Con otros mundos, otras mentalidades, otras épocas, por supuesto. Con el universo interior del autor, cómo no. Y también con otros lectores como nosotros mismos, pues comentar una lectura es el complemento perfecto de haberla leído. Hay gente -hablamos de ello en otra ocasión- que utiliza los libros como gancho para ligar. (Aunque de estos, algunos ni siquiera los han leído.) Hay parejas muy lectoras cuya relación está cimentada sobre las lecturas compartidas, sobre el placer de intercambiar opiniones y pasajes favoritos. Y luego están las lecturas por procuración. ¿En qué consiste este curioso proceso?
Cuando quien te acompaña -ya sea cónyuge, novio/a o amigo/a del alma- es otro lector apasionado, te es dado vivir a través de él (o ella) todas las fases de la lectura: la anticipación de un libro que ansía desde hace tiempo, sus primeras impresiones, el avance más o menos rápido a través de sus páginas -y la pasión o decepción que genera-, así como conocer de primera mano qué le ha parecido el final, cómo se siente después de haber leído esa obra y si ha estado a la altura de sus expectativas. Casi, casi, como si tú mismo hubieses sido el lector. Así, ocurre que hay parejas que tienen gustos lectores distintos -uno es apasionado de la gran novela americana, el otro se inclina por las biografías; uno lee clásicos del XIX, otro novela gráfica o divulgación científica- y casi nunca uno leeré lo que el otro ha leído. Pero el resultado de su puesta en común de la experiencia lectora es que cada uno cree saber a la perfección cómo es lo que el otro ha leído. Por una especie de ósmosis, cada cual absorbe las lecturas del otro.
 
(Ilustración de flapperdoodle)
 
Ahora bien, ¿si he leído por procuración una novela, puedo decir que la he leído? Bueno, Pierre Bayard hacía todo un arte del no-leer libros en su Cómo hablar de los libros que no se han leído, demostrando que incluso la cultura literaria del hombre más letrado no está hecha sólo de lecturas; también de malentendidos, invenciones, libros olvidados, referencias cruzadas, vistazos más o menos eficaces, y reivindicando la importancia de los comentarios críticos escuchados como eco, de la conversación literaria. La lectura por procuración forma parte de este entramado de no-verdaderas-lecturas que, al fin, conforman una suerte de universo lector paralelo.
Está lo que hemos leído y recordamos, lo que leímos alguna vez, pero hemos olvidado, y lo que nunca leímos, pero de lo cual sabemos mucho. Al final, los grandes lectores tenemos a veces problemas para diferenciar una experiencia de lectura de otra.
Eso sí, procuramos no salir nunca con no-lectores. Como decía tan sabiamente John Waters:
“If you go home with somebody, and they don't have books, don't fuck 'em!”
Pues eso.
 
 
 
  

8 comentarios:

  1. A mí me fascina que, como bien dices, una actividad solitaria pueda generar tanta relación social.
    La lectura me ha abierto puertas a amistades, y sin yo buscarlo.
    Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muy cierto, Letraherido. Pocas cosas unen más que compartir la pasión por las lecturas.

      Eliminar
  2. Hola

    Concuerdo con lo expresado en su artículo: la cultura no se basa sólo en lo leído directamente sino en lo escuchado o visto de una u otra forma.

    Claro, mayormente evito a los no lectores: de qué hablaríamos si no les interesa casi nada y se caen de aburridos.


    Saludos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues sí, uno se pregunta de qué habla la gente que no lee. Claro que a veces veo el índice de los programas más vistos de la TV e intuyo que debe haber por ahí un mundo (para mí, parecido al infierno) en que toda actividad se reduce a hablar de lo sucedido en "Sálvame" o "Supervivientes". Vade retro!

      Eliminar
  3. ¡Curioso! Hasta ahora reconocía el valor de las lecturas compartidas -entre amigos, en clubs de lectura etc.-, pero no se me había ocurrido lo de completar el currículo lector a través de las lecturas ajenas.
    Es cierto, estos diálogos aumentan nuestra cultura y nos amplían el horizonte, pero ¿no es un arma de doble filo? No tendemos a pensar que conocemos una obra simplemente porque se nos ha contado el argumento cuando, en realidad, estamos muy lejos de conocerla.
    Eso pasa con las películas basadas en libros, también con esos clásicos (como el Quijote, cualquiera de Shakespeare, Dumas etc.) que todo el mundo piensa que ha leído sin haber abierto el libro nunca.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muy cierto lo que apuntas, Tirso. Siempre está el peligro de creer que leer a través de otros es lo mismo que haber leído un mismo. Y no, por supuesto. Yo creo que estas lecturas por procuración sirven ante todo para abrir el apetito por libros que de otro modo igual no hubiesen entrado en nuestro radar lector.

      Eliminar
  4. ¡¡Qué bonita entrada!! Los compañeros de vida, seguro que apuntan a lectura de lo más diversas...pero es genial cuando con ellos compartes algunos fragmentos de determinados libros. Y si en ocasiones coincides...¡¡es maravilloso!!

    Me ha gustado mucho leerte, somos un poco los libros que leemos y los que no hemos leído...y el enjambre de ideas que se agolpan y nos confunden a veces...

    Un abrazo y espero que estés disfrutando de un refrescante verano. Aquí nos derretimos...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, María, me alegro de que te haya gustado. Es verdad que somos los libros que hemos leído, pero también un poco los libros de los que hemos leído hablar, los que tenemos intención de leer, pero nunca encontramos el momento, los que leímos pero creemos haber olvidado...

      Eliminar