John F. Peto

John F. Peto
Cuadro de John F. Peto (detalle)

lunes, 21 de agosto de 2017

EVOCANDO DUNQUERQUE


Los calores veraniegos animan a encerrarse por un par de horas en las salas de cine, esos lugares mágicos donde uno se sumerge de verdad en las películas -si tiene la prudencia de evitar los cines "palomiteros"-, sin distracciones, mensajes de WhatsApp ni ruidos del vecindario y con una pantalla y un sonido a la altura de la obra que se va a contemplar. Ciertamente, la última película de Christopher Nolan, Dunquerque, merece ser vista en estas condiciones, porque sus recreaciones de los combates aéreos y las tragedias en el mar son de lo más espectacular. Aunque pasé un rato de lo más distraído, personalmente, sin dejar de reconocer la habilidad técnica de su director y apreciar que recurra a diferentes lapsos temporales para narrar la historia, hubiera agradecido un guión un poco más sólido detrás. ¿Dónde están los guionistas de la edad dorada de Hollywood? Esta película me ha llevado a evocar otra descripción -literaria, en este caso- de esa famosa retirada, la que hace Ian McEwan en su novela Expiación. Si uno quiere sentir en toda su crudeza lo que debió significar estar acorralado en esas playas, con los alemanes pisándole los talones, la lectura de las páginas que McEwan le dedica es inexcusable. Ya puestos, recomiendo leer la novela entera, sin lugar a dudas una de las mejoras obras de este escritor británico.
El estreno de la película de Nolan ha propiciado otras recuperaciones interesantes en torno a este episodio bélico, como la de las memorias de Anthony Rhodes, Sword of Bone.

Rhodes (1916-2004) fue un gentleman ilustrado, apasionado por el arte y la literatura, que escribió novelas, libros de viajes, biografías y las mencionadas memorias de guerra -aparecidas en 1942, muy poco después de vivida la experiencia- que, según reza su obituario en The Independent, son "un clásico de la literatura de la Segunda Guerra Mundial". Los críticos comparan su tono con el de Evelyn Waugh, pues Rhodes hace buen uso de la ironía inglesa. No he tenido aún oportunidad de leer estas memorias, pero sí me ha llamado la atención el fragmento que ofrecen sus editores, Sightly Foxed -por cierto, bibliómanos anglófilos, no deberían perderse las cuidadas publicaciones de este sello editorial-, en el que Rhodes relata primero la conferencia de oficiales en que se les comunicó que el ejército inglés iba a ser evacuado de Francia. La escena, tal como él la reproduce, está a la altura del mejor guionista:
Nos concedió unos momentos para que se acallase el sorprendente efecto de sus noticias.
-Vamos a hacer algo esencialmente británico; me atrevo a decir que sólo los británicos se atreverían a llevar a cabo un plan tan descabellado. Esperemos que resulte tan exitoso como la última vez que alguien intentó algo parecido: sir John Moore en La Coruña.
[Nota aclaratoria para mis lectores: recordarán sin duda que Moore fue herido mortalmente durante la batalla que precedió a la evacuación, en 1809, y está enterrado en tierra española. Es cierto que en aquella ocasión el ejército inglés fue evacuado, contra todo pronóstico, pero no sé si citar a Moore como precedente elevaría mucho los ánimos de los presentes.]
-No les puedo decir mucho al respecto -continuó- porque no se han hecho planes. Ni siquiera estamos seguros de que haya barcos en la costa para evacuarnos. Simplemente, hemos de correr el riesgo. Lo único que puedo decirles con certeza es que lucharemos duramente en la retaguardia durante todo el tiempo. Ni siquiera sabemos a ciencia cierta en qué orden se están aproximando a la costa las divisiones británicas. Avanzadillas de cada división se adelantarán para preparar nuestro recibimiento en Inglaterra - al llegar a este punto se rió- si es que llegamos.

Las instrucciones eran que debían dejarlo todo atrás, destruyendo previamente cualquier armamento o equipo. En el caso de Rhodes, sus pertenencias incluían un número considerable de libros:

Entre todo el trajín y la conmoción que siguió, encontré el modo de guardar mis libros en un armario ropero. Eran el resultado de ocho meses de exploraciones en las librerías de viejo de París y de Lille. Me producía cierta desazón pensar que algún soldado alemán o francés los utilizaría tal vez para encender el fuego. [..] Encima de ellos, puse una educada notita en francés y en alemán en la que le rogaba al nuevo dueño que los tratase con cuidado, diciéndole que confiaba en que disfrutaría mucho de su lectura; finalmente, le pedía que viniese a visitarme a mi dirección de Londres después de la guerra (trayendo consigo los libros, por supuesto). 

Me encantaría saber qué ocurrió con esos libros abandonados y si la educada nota de Rhodes -tan británica- dio algún fruto. Posiblemente, no, y como tantas otras cosas desaparecieron en el torbellino de la guerra. De todos modos, esta preocupación por sus libros en momentos en que se está jugando la  vida retrata bien el tipo de personaje que era Rhodes.
A veces, hay historias de guerra que son más apasionantes que las batallas. 
    

6 comentarios:

  1. Qué anécdota tan genial la de la pila de libros y la notita, los lectores entendemos bien el dolor de Rhodes al dejar atrás semejante tesoro. Quiero pensar que después de la guerra alguien le devolvió sus libros porque me gustan los finales finales poco probables. Me han entrado muchas ganas de leer esas memorias de guerra, Elena, gracias por la nota. Un abrazo.

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    1. A mí también me ha parecido estupenda la anécdota y me han entrado ganas de leer las memorias. Si, además, los libros hubiesen reaparecido, sería sensacional.
      Un abrazo

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  2. Me ha pasado una cosa con este post: que has mencionado "Expiación" de Ian McEwan y ya no he podido concentrarme en el resto. Es una de mis obras favoritas y también creo que la parte de los soldados en la playa es memorable (y la película también lo refleja muy bien). Y eso que a mí la temática bélica no me interesa pero esa es la magia de la (buena) literatura.
    Y los guionistas de hoy día, sí. Parece que los buenos están todos en las series.
    Un saludo

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    1. Es una novela que me gusta muchísimo a mí también. No es nada fácil representar la guerra sin caer en el tremendismo o en la caricatura, y McEwan lo consigue.

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  3. Por fin encuentro a alguien que ha experimentado una sensación similar a la mía al ver "Dunkerque". Sin ánimo de hacer sangre, he de añadir que me desconcentró terriblemente que cada diez o quince minutos alguien dijera o hiciera algo que me resultara absurdo. Especialmente cuando celebran la caída de una aeronave como si fuera un gol en la final de la Eurocopa.

    No he leído nada de Rhodes, pero con la anécdota y la comparación con Evelyn Waugh, has despertado mi curiosidad. Tomo nota para futuras lecturas. Aún me río por dentro al recordar algunos pasajes de "Scoop" ("...the traitors against the patriots...")
    Gracias por la recomendación.
    Alberto Mrteh (El zoco del escriba)

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    1. Sí, parece que en ciertas películas importa más la vistosidad de las imágenes que el contenido, cuando lo importante es saber contar una historia de forma que resulte interesante y verosímil. De Rhodes me temo que sólo hay alguna obra disponible en inglés, y aún así muchas de ellas sólo de segunda mano. ¡A mí también me ha entrado mucha curiosidad por leerle!
      Gracias por tu visita y tu comentario.

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