John F. Peto

John F. Peto
Cuadro de John F. Peto (detalle)

domingo, 11 de noviembre de 2018

LA GRAN GUERRA: CIEN AÑOS


Hoy es de esos días en que la importancia de la fecha se impone sobre todo lo demás. No importa que haga un día radiante y casi primaveral, en vez de la bruma lluviosa que sería más adecuada; ni que los caminos estén secos en lugar de embarrados, muy distintos del lodazal de Verdún: hoy hace cien años desde que terminó la Gran Guerra -la llamada a acabar con todas la guerras, que luego se reveló como simple primer capítulo de un horror que no estamos seguros de que no vaya a repetirse- y resulta imposible hablar de otra cosa. 
Sus muertos hace tiempo que son polvo; sus lisiados y sus huérfanos han desaparecido ya todos, o casi. Aún así, la memoria de tanta sangre persiste en las sociedades que vieron cómo toda una generación de jóvenes era conducida al matadero. En cada pueblecito francés, por pequeño que sea, hay un monumento a los caídos de la Gran Guerra, sus "enfants", como los llaman con devoción las placas que recuerdan sus nombres. Siempre que viajo por Francia, me detengo a leerlos, dedicando unos segundos a esos jóvenes que dejaron bruscamente de tener un futuro. 






¿Qué otro rastro queda, cuando incluso para sus familias no son más que una foto en sepia en algún álbum olvidado? Seguramente ha llegado el momento de salir al encuentro de ese ejército de espectros, que nos hablan desde las trincheras del Somme, desde los campos de Flandes, desde los Dardanelos o desde las Dolomitas. La literatura es la que rescata a todos estos muertos, los hace vivir de nuevo y muestra a las generaciones que no lo vivieron el absurdo de tanta matanza. Lo que sigue no pretende ser un recuento completo, simplemente unas cuantas sugerencias de lectura,  según me vienen a la memoria, para rendirles homenaje:

-Los que estuvieron allí:  No hay, ya lo sabemos, nada mejor que la experiencia de primera mano.  Quienes lucharon en los frentes, cuidaron a los heridos o guardaron la retaguardia, nos han dejado testimonio de cómo lo vivieron. Robert Graves, en Adiós a todo eso, sin lugar a dudas una de las mejores memorias de la guerra de trincheras; Ernst Jünger, con Tempestades de acero (aunque a mí me hiele la sangre a veces su aparente impasibilidad) o Erich Maria Remarque, que en Sin novedad en el frente se sirve de la ficción para meterse en la piel de un soldado. La guerra no sólo truncó las vidas de los caídos, sino también la de las novias o esposas que les esperaban en casa. Como la de Vera Brittain, que en su Testament of Youth (incomprensiblemente, no hay versión española) deja una de las memorias más conmovedoras de una generación devastada por la guerra. Quizás menos literarios, pero no menos verídicos, son los testimonios -diarios, cartas- recogidos por el sueco Peter Englund en La belleza y el dolor de la batalla.




-Los que dicen los historiadores: Hay numerosos estudios de la Gran Guerra, que detallan sus causas -para un análisis implacable de la torpeza política que llevó a ella, véase el Sonámbulos de Christopher Clark o el intenso y ameno Los cañones de agosto, de Barbara Tuchman (que, por cierto, recibió el Premio Pulitzer)- y no pretendo de ningún modo conocerlos todos. Me limito a recomendar una de los últimas, y tal vez una de los más extensas, monografías sobre este tema: 1914-1918, de David Stevenson, o 1914, el año de la catástrofe, de Max Hastings, un historiador que sabe mucho de conflictos bélicos. 

-La verdad de la ficción: Si la ficción, como dice Vargas Llosa en su ensayo sobre Victor Hugo, es "la verdad de las mentiras", no cabe duda de que una de las vías mejores para recuperar el pasado es la ficción. De entre las innumerables novelas que se ocupan de la guerra o sus consecuencias, rescato algunas. Sin duda hay muchas más que merecerían ser mencionadas -y seguro que se me ocurre otra media docena en cuanto publique este post-, pero me limito a hablarles de tres: Regeneración, de Pat Barker -una espléndida escritora que debería ser más conocida-, que nos lleva a un hospital psiquiátrico en 1917, porque a veces las peores heridas no son las que se ven; Nos vemos allá arriba, de Pierre Lemaître, que a través de un humor muy negro nos recuerda que siempre hay quien saca tajada del sufrimiento ajeno; y El regreso del soldado, de Rebecca West, centrada en las secuelas de la guerra, tanto para los que regresan como para quienes les reciben a su vuelta al hogar. 

De esta también hubo película, 
con Glenda Jackson y Julie Christie

Si Quevedo, gracias a los libros "vivía en conversación con los difuntos," y "escuchaba con sus ojos a los muertos",  a nosotros ellos también nos permiten mantener vivo el recuerdo de la Gran Guerra, cien años después. 

10 comentarios:

  1. Ese tema, la literatura sobre la Gran Guerra, me recuerda una anécdota de mi infancia. Yo debía de tener 11 o 12 años; un día encontré entre los libros de mis padres un ejemplar de "Sin novedad en el frente" y me puse a hojearlo (supongo que pensaba que era de aventuras bélicas). Entonces apareció mi madre, me quitó el libro, diciéndome que era demasiado fuerte para mí, y lo escondió. Por aquel entonces, para mí "fuerte" sólo podía significar que contenía escenas de sexo, así que el gran objetivo de mi vida pasó a ser encontrar ese libro. Tras una denodada búsqueda, lo encontré y me puse a leerlo a escondidas. Y leía y leía, y me encontraba con mucha escabechina, pero el sexo brillaba por su ausencia. ¿Por qué mi madre consideraba que aquello era fuerte?, pensaba. Fue una gran decepción.

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    1. ¡Ja, ja! Buena anécdota, César. Pero tu madre tenía razón: el libro es fuerte, aunque no en el sentido que tú pensabas.

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  2. Cuando hace cuatro se conmemoró el inicio de la Guerra, me di cuenta de que apenas sabía nada sobre ella. Lo que aprendí en el colegio e instituto se me había olvidado por completo. Tomo nota de todas tus recomendaciones.
    Un abrazo.

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    1. La Gran Guerra está en general muy poco presente en nuestra cultura, seguramente porque no participamos en ella. Así, muchas de las obras que en Inglaterra o Francia se consideran clásicas sobre esta guerra (ya sea poesía, ficción o ensayo) aquí ni siquiera se han traducido. Pienso que es una lástima perdernos este importante pedazo de historia europea. A mí, por lo menos, me fascina.

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  3. Yo no he leído nada de este tema, aparte de "Sin novedad en el frente" por antimilitarista. Tenéis toda la razón con la poca cultura q recibimos los de mi generación, al menos los de ciencias, sobre este tema.

    Os enlazo, eso sí, un poema precioso de Wilfred Owen "Dulce Et Decorum Est"... http://divagandodivagando.blogspot.com/2018/06/dulce-et-decorum-est-esa-vieja-mentira.html

    Aquí en el Reino UNido, donde vivo, le han dado obviamente mucha importancia a este día. Mi hija MIni insistió ayer en hacer 2 minutos de silencio a las 11 de la mañana, tanto les hablan en el cole de esta parte de la historia, donde participaron tan activamente. Con 10 años, ya ha leído mucho más de las dos guerras mundiales que yo.. le acabo de preguntar por uno de la Primera y me ha dicho "Private peaceful" de Michael Morpurgo, literatura juvenil.

    Mil gracias Elena por el artículo, y muchos muxus

    di

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    1. Gracias por el enlace al poema, Di. Conmovedor. Por cierto, si no has visto el museo de Käthe Kollwitz en Berlín, no te lo pierdas. Son unas obras maravillosas, aunque desgarradoras.
      Si te apetece ponerte a leer sobre la WWI, sugiero que empieces por la memorias de Vera Brittain, creo que te encantarán. De Morpurgo no he leído nada, pero he visto la peli basada en su novela, "Warhorse". Tendré que echarle un ojo a este autor, la literatura pretendidamente juvenil da muchas alegrías (digo pretendidamente porque no creo en esa división entre juvenil/de adultos, me importa que la novela sea buena y ya está).

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  4. Hola Gracias por este interesante bloc recopilatorio.
    Únicamente un comentario: si q hay version española de Testament of Youth. Con Alícia Vikander. La he visto hace poco. Se encurntra facilmente en Amazon.

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    1. Gracias, Marga. No me refería a la película, sino a las memorias en que se basa ésta (aunque es verdad que como he incluido la cubierta de la edición que se hizo para coincidir con el estreno de la peli, puede llamar a error). Son unas memorias magníficas, en Inglaterra se consideran un clásico, por eso es tan incomprensible que nunca se hayan traducido aquí (¡y aún más habiendo una película!).

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  5. Me gusta esa idea de la literatura como arma para rescatar del olvido y así servir de homenaje.
    Es un placer leerte.
    Alberto Mrteh (El zoco del escriba)

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    1. Una forma de responder a las armas de verdad con las armas de la literatura :)

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