John F. Peto

John F. Peto
Cuadro de John F. Peto (detalle)

martes, 25 de febrero de 2020

LECTURA REPARADORA

Carl Vilhelm Hosloe, Sleeping Woman

Los grandes lectores solemos tener algo de misántropos o, como mínimo, de reclusos: necesariamente, pasamos muchas horas leyendo, lo que nos hace aislarnos y evitar el bullicio de la gente, tan poco adecuado para concentrarse en un libro. Tal vez generalizo en exceso, tal vez esto nos sucede solo a unos cuantos y hay por ahí una cantidad ingente de ávidos lectores que al mismo tiempo son seres tremendamente sociables y se pasan la vida de fiesta en fiesta. Así que me limitaré a hablar de lo que me pasa a mí (y a unos cuantos más). La imagen más certera que me viene a la cabeza para definir lo que me ocurre cuando debo enfrentarme a una situación en que me encuentro rodeada de gente es  -cómo no- una referencia literaria: ¿recuerdan a los dementores de la saga de Harry Potter? ¿cómo son capaces de absorber la energía positiva, los sentimientos y los recuerdos felices de cualquiera al que se acerquen? Pues algo muy parecido siento yo al regresar de cualquier reunión multitudinaria (debo aclarar que, para mí, lo multitudinario empieza cuando me las he de ver con más de tres personas a la vez). 


Horas y horas de lectura no me fatigan, al contrario, parecen recargar mi motor interno. En cambio, una hora de intercambio social -y, si es con desconocidos, aún peor- hace que regrese a mi casa sintiéndome como si me hubiese atropellado un camión, o -por seguir con la imagen- como si me hubiesen arrojado en medio de una cuadrilla de dementores. Ignoro si un temperamento retraído es lo que me abocó a la lectura, o si el haber pasado buena parte de mi infancia y adolescencia sumergida en los libros arruinó para siempre mis habilidades sociales. En cualquier caso, a estas alturas ya no hay mucho que pueda hacer para remediarlo. Tampoco, dicha sea la verdad, siento demasiada necesidad de hacerlo.
Comprenderán mi alegría y mi plena identificación al encontrarme en una de mis más recientes -y más gozosas- lecturas, los Diarios de Iñaki Uriarte, con el siguiente pensamiento:

Tras cinco horas de parloteo en una reunión de unas diez personas, vuelvo a casa. Me tumbo en el sofá y abro un libro. Qué descanso, qué orden, qué puntos, qué comas, qué comillas.
Imposible expresar mejor el inmenso alivio que representa, tras una ordalía semejante -¡cinco horas, agotador!-, regresar a una actividad tan reparadora como la lectura. La sensación de bienestar que le invade a uno al abrir las páginas de un libro, donde únicamente hay que relacionarse con lo que nos cuenta un escritor que está lejos, que tal vez ya no forme parte del mundo de los vivos, pero que sigue hablando solo para nosotros, en íntima confidencia. Ahora sé además que estos diarios son el tipo de lectura a la que volver de tanto en tanto, cada vez que sea preciso recuperarme de alguno de los estragos producidos en mi espíritu por una prolongada exposición al mundo exterior. Sin lugar a dudas, lectura reparadora. 









24 comentarios:

  1. Me ha dejado pensativo tu post... Yo pertenezco a otra especie lectora, la que combina los libros con la actividad social. No me abruman las personas, me abruman los idiotas. Creo que es fantástico y enriquecedor relacionarte con gente interesante, aunque sea en grupo. Por una vez diferimos, amiga mía; para mí los libros son el aderezo de la vida, pero no pueden ni deben sustituirla.

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    1. Sin duda es una suerte pertenecer a esa otra especie: la de los lectores sociables. Eso no quiere decir que los que no somo así nos retiremos de la vida. Yo disfruto con las charlas distendidas con una o dos personas interesantes. Lo que me mata son las concentraciones de gente.

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  2. Hola, Elena:
    Si yo hubiera escrito sobre mis sensaciones sobre este tema, me habría salido un texto similar al tuyo. Has descrito exactamente cómo me siento. En estos días tengo entre manos un asunto en el que relacionarme me está agotando. La meditación me ayuda, pero leer es la terapia perfecta. Solo leyendo consigo olvidarlo todo.
    Un abrazo enorme y gracias por este texto que nos representa a tant@s.

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    1. Te entiendo bien, Dorotea, tener que relacionarse (y más cuando es por deber, no por elección) puede acabar con todas tus energías. ¡Espero que la meditación y la lectura te ayuden a recargarlas!

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  3. ELENA, qué gran tema. A mi me ha pasado otra cosa y es la edad. Yo era muy sociable pero a medida que avanzan los años, te vuelves más selectiva. Así que estás en una fiesta o una cena, hablando con un pesao’ de la pesca de barracuda que hizo en su 50 cumple en las Azores, y de repente, sales de ti, te ves como un actor sobre un scenario (el proceso en psicopatología se llama “desperzonalización”) y dices: “pero qué (piii) hago yo aquí?” (con lo q tengo esperándome en la mesilla en casa). Ese es el proceso, creo. Y eso q a los blogueros esas charlas del atún nos dan para divagues… :)

    Hugs

    di

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    1. Gracias, Di, por darle nombre a esa sensación que tengo yo tan a menudo cuando, en una reunión numerosa, voy de uno a otro, haciendo esfuerzos para parecer amable, al menos. Me despersonalizo, eso es: estoy allí y al mismo tiempo en otro lugar, viéndome desde fuera. ¡Mejor estaría en casa, leyendo!

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  4. Hola,

    Yo soy exactamente igual que tú y me ha pasado siempre. ¡reunión o libro? Libro. ¿salir de casa o quedarme en el sofá 3 horas leyendo? Casa. Para mi un plan ideal es pasar el fin de semana sin salir de casa. Nunca he sido muy sociable, si tengo que socializar lo hago pero prefiero los libros mil veces.

    Sobre lo que dices de hablar con dos o tres, no te pierdas el video de Delibes que enlace donde Di porque justo al principio dice eso justamente.

    Bs

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    1. Muy interesante el vídeo de Delibes. Lo mismo que a él, me gusta tratar con la gente de uno en uno, no "a codazos". Esto creo que ha sido un gran inconveniente en mi carrera profesional, por mi tendencia a rehuir fiestas y eventos sociales, que es donde se hacen los contactos. Pero bueno, uno es como es y cada vez que no he tenido más remedio que asistir a uno de esos saraos ha representado un esfuerzo enorme. Soy mucho más feliz ahora, encontrándome solo con las gentes que me apetecen y en "petit comité".

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    2. Ana, serías tan amable de enlazarme a ese vídeo? Gracias!

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    3. Marta, aquí lo tienes.

      https://www.youtube.com/watch?v=DQ6xttkHJGs

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  5. Con el móvil, la tablet, la tele y la prensa; ya sólo soy capaz de leer un libro en un tren o en un avión sin conexión. Estoy atrapada por los dispositivos.

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    1. Las pantallas estorban, interrumpen, pero es muy fácil apagarlas o ignorarlas cuando estás metida en tu lectura. ¡Apagar a la gente que absorbe tus energías es más difícil! :)

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    2. Aún me asombra el hecho de que al socializar con algunas personas me deja exhausta, regreso a mi rincón muy agotada y si, el solo hecho de adentrarme en la lectura y contemplar el paisaje me reanima.
      Disfruto de una buena charla con pocas personas pero las reuniones o fiestas tumultariad me agobian en exceso.

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    3. Está claro que eres una más del club de los lectores poco sociables, Maricela. Igual somos muchos, pero como preferimos estar en casa leyendo, nunca llegamos a encontrarnos.

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  6. Generalices o no, me identifico contigo. Son rasgos asociados a personas introvertidas o con alta sensibilidad (que se sobreestimulan fácilmente): el intercambio social nos chupa la energía. No es que rechacemos el contacto con otras personas, es tan solo que nos agota. Ahora bien, me he encontrado con lecturas abrumadoras que me producían un efecto parecido, hasta pesadillas. Los diarios, por su tono reflexivo son perfectos para desconectar.
    Saludos.

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    1. Bien visto: sobreestimulación, eso es lo que me producen las reuniones sociales. En cambio, es una sensación que no recuerdo haber tenido nunca con una lectura. Un libro puede ser apasionante, absorbente, pero no me deja agotada.
      Coincido en que los diarios, con su ritmo pausado y sus pensamientos a menudo deshilvanados, van perfectos para desconectar.

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  7. Entiendo cómo te sientes porque a mí me pasa lo mismo, y como además tengo la mala costumbre de anticiparme a lo que está por venir ya me pongo de mal humor ante lo que me espera.

    Besos.

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    1. No sé, yo con el tiempo supongo que he aprendido a sobrellevarlo con paciencia, cuando no queda otro remedio... Pero agotarme, me agota igual.

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  8. He de confesar que por una vez me encuentro en el extremo opuesto. La charla con cualquier persona, sobre todo si es un desconocido, me resulta más atractiva que la lectura. Pero el artículo me ha hecho mucha gracia.
    Alberto Mrteh (El zoco del escriba)

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    1. Una suerte la tuya, sociable Alberto. Me alegro de que al menos el artículo te haya hecho sonreír. Al fin y al cabo, leer es interactuar con otro ser humano, a través un intermediario, el libro.

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  9. La inteligencia que desarrollemos no solo viene de los genes si no también de como alimentamos nuestra mente a través de la lectura, misma que nos abre las puertas al conocimiento e impulsa nuestra imaginación.
    Pues inteligente no se nace, ¡Se hace!
    Leí un artículo interesante al respecto, les dejo el enlace. Saludos
    https://instaiq.org/es

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