John F. Peto

John F. Peto
Cuadro de John F. Peto (detalle)

viernes, 23 de mayo de 2014

LIBROS EN MI MESILLA


Leer-dormir. Para mí, un binomio inseparable. No recuerdo si viene de que me leían cuentos en voz alta cuando era pequeña, probablemente sí (y sé que lo he hecho con mis hijos, infatigablemente), pero seguro que es un hábito muy arraigado, desde tiempos remotos. Salvo rarísimas excepciones, necesito leer antes de dormir, preludio casi ineludible del sueño. Aunque sean pocas páginas, aunque se me cierren los ojos y sepa que el sueño me ha vencido de antemano: apagar la luz sin haber recibido mi dosis de lectura es como pervertir el ritual que acompaña la inmersión en el país de la noche.
Como todos los lectores nocturnos, procuro tener a mano suficiente material. Nunca se sabe si la lectura dará para poco o para mucho y nadie quiere levantarse de la cama porque se ha quedado sin combustible. De resultas de ello, mi mesilla de noche ostenta siempre una pila de libros apreciable.
Recientemente, César Mallorquí, en la entrada que aportó a este blog para la serie "Mi biblioteca" tuvo la ocurrencia de mostrarnos su mesilla. Espectacular.


Eso me ha llevado a mí a cuestionarme mi propia pila (muy modesta en comparación): ¿qué hay realmente en ella? Porque lo cierto es que, mientras los dos libros que ocupan la cima cambian con bastante frecuencia, a medida que uno va bajando se pierde el rastro de qué y por qué razón se encuentra allí. De forma que, armándome de valor -en realidad, empezaba a considerar la pila como algo geológico, inamovible-  he emprendido una laboriosa tarea arqueológica. Estrato por estrato, la he ido desmontando, con algún descubrimiento inesperado.



Como era de esperar, hay variedad, nunca se sabe qué puede apetecer a la hora de acostarse. Suelo tener a mano alguna recopilación de textos breves, de esos que tienen la medida justa para acabarlos antes de caer rendida. De modo que no es extraño encontrar en lugar preferente un libro como La herencia viva de los clásicos, de Mary Beard. Pero, a partir de ahí, todo se vuelve más oscuro, más misterioso. Véase:

-algún libro que se quedó ahí porque no he tenido el estómago de terminarlo: el buenísimo, pero terrible Meridiano de sangre de Cormac McCarthy. Me he prometido a mí misma que algún día me atreveré a retomarlo. Pero no hoy.



-otro que se quedó en la pila por ser demasiado malo. Un policiaco (no diré el nombre: para gustos, los colores) que empecé y me pareció una bazofia. Creo que se quedó en la pila no porque pensase recuperarlo, sino porque no tuve los reflejos necesarios para tirarlo a la basura.

-un libro que me pasaron (cosas profesionales) pero que al poco decidí que no valía la pena. Otro caso de libro que permanece en la pila porque no acabo de decidir qué hacer con él.

-la estupenda -y ya leída y disfrutada- antología de textos de Patrick Leigh Fermor a cargo de Artemis Cooper, Words of Mercury. No sé si está ahí porque estoy segura de que me apetecerá releer alguna de las piezas, o porque dudaba de en qué sección de mi biblioteca guardar un libro tan ecléctico (¿literatura de viajes? ¿autobiografía? ¿ficción?).

-amén de algún otro texto inclasificable, la sorpresa: una bonita caja forrada de hilo rojo, que yo creí recordar que correspondía a un libro más o menos de bibliófilo, un regalo que me prometí estudiar con atención una de esas noches (pero de esto debe hacer bastante tiempo...) resulta contener, al ser por fin inspeccionada ¡un elegante foulard! ¿Cómo ha ido a para aquí? y, sobre todo ¿dónde estará pues el libro con el que yo lo confundía?

Empiezo a sentirme como un arqueólogo enfrentado a los enigmas del Linear B. Decididamente, la pila de la mesilla tiene vida propia. Quizás creerán que, después de esta inspección a fondo, decido deshacerla. Pues no. Como un buen arqueólogo, una vez documentados los hallazgos, dejo todo donde estaba. Dejemos que el propio ecosistema, al albur de lo que dicten los arrebatos nocturnos, sea el que determine qué se queda y qué desaparece.




20 comentarios:

  1. Pues es interesante tu pequeña pila. La mía, si bien no llega a los niveles de la de César, se parece más a la suya pero compartimos a Mary Beard. Cualquier día le hago una fotografía y os la enseño.

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    1. ¡Me alegro de que compartamos la afición por Mary Beard!

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  2. Bello tu blog, me deleito con sus entradas, felicitaciones. Tal vez te animes a visitar mi blog. Este es el link: http://elbbdordelanoche.blogspot.com/2014/05/lo-que-significa-tener-una-biblioteca.html

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    1. Gracias por pasarte por aquí, Orlando. Ha sido muy interesante visitar tu biblioteca, ya sabes que es uno de los pasatiempos preferidos de nosotros los bibliómanos.

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  3. Mi pila de libros (en este caso sobre el radiador que no funciona) es un poco mayor que la tuya, pero ni de lejos se acerca a la de César Mallorquí. Me ocurre también que los libros de arriba son los que cambian de vez en cuando. Quizás la solución sea sacar un libro al azar de las profundidades y dejarlo a la vista. En cualquier caso me he propuesto ir reduciéndola este año, antes de que el peso haga descolgarse al radiador de la pared.

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    1. Ja, ja. Sí, es importante que no se descuelgue el radiador. ¡Y lo calentitos que deben estar allí los libros en invierno!

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  4. Yo en vez de pila tengo fila entre dos globos terráqueos. La mesita me da juego para ello.
    Entre los que están esperando la noche se encuentran ya empezados: El orden alfabético de Juan José MIllás, Medusa de Ricardo Menéndez Salmón (prestado), El maestro del Prado de Javier Sierra (una de esas compras locas de aeropuerto), Cara a cara con la vida... de Punset, La librería más famosa del mundo de Jeremy Mercer (injustamente olvidada, tengo que retomarlo seriamente), Los primeros cristianos de César Vidal (demasiada sesuda para la noche, quizás una de insomnio) y un catlálogo de lance que por sí mismo se va a convertir en coleccionable como lo deje más tiempo en la mesilla.
    Entre los inmaculados La sombra de Ender de Orson Scott Card (algunas sagas son interminables), La era del diamante de Neal Stephenson (sigo comprando cifi pero me temo que más por incercia), El laberinto mágico de Philip José Farmer (otra saga estirada demasiado), La venus mecánica de José Días Fernández (una sorpresa inesperada y escondida) y Una historia de la guerra civil que no va a agustar a nadie de Eslava Galán (¿me gustará cuando la lea?.
    Bastante variedad, ahora sólo falta llegar al catre pronto y suficientemente despejado como para abordar la mayoría.

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    1. PECE, una buena reserva de libros por leer. Cuanto más grande la mesita, más libros acumula uno, es inevitable.

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  5. Me alegro de que mi mesilla sea un referente (el grado extremo de locura bibliomana al que se puede llegar), y también un apaciguador de conciencias ("vale, estoy loco; pero no tanto como César").

    En mi dormitorio, repartidos entre la mesilla y una pequeña librería, están los libros que quiero leer YA. El problema es que el ritmo de entrada de nuevo material supera al ritmo de lectura. Es como cuando en una presa entra más agua de la que sale; al final se desborda. Otro problema es que leo varios libros a la vez (ensayos, no novelas). Concretamente, de los libros que aparecen en la foto estoy leyendo nueve. Así que habría que dividir todos esos libros entre nueve para hacernos una idea de la proporción exacta.

    María Calderón dice algo muy interesante: "Quizás la solución sea sacar un libro al azar de las profundidades y dejarlo a la vista". Cierto; los libros que están en la parte baja de las pilas tienden a fosilizarse y a olvidarse. Así que de vez en cuando reviso las pilas y cambio libros de lugar. A veces me llevo sorpresas, como cuando encuentro libros cuya existencia había olvidado por completo. En cierto modo es como si mi "yo presente" recibiera regalos de mi "yo pasado".

    Por cierto, me pasa lo mismo que a Pece: sigo comprando ciencia ficción por inercia. ¡Odio hacerlo! (pero lo odio a posteriori, eso es lo malo).

    En cualquier caso, prometo despejar mi mesilla. Como dijo un merodeador de este blog, el riesgo de desprendimientos es grande.

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    1. No cabe duda de que tu pila de libros ha causado sensación, César. Por mi parte, quiero puntualizar que la pila de libros de mi mesilla -en la que como habréis visto se mezclan diferentes categorías- no tiene nada que ver con la estantería de "pendientes de lectura", en continuo crecimiento por más que haga esfuerzos para ir rebajándola. Yo lo has dicho tú: entran más de los que salen.

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  6. Compartimos el placer de que un libro nos conduzca al sueño (a veces plácidamente, otras entre aventuras y viajes, entre muertos y policías, entre reflexiones y cavilaciones, etc.).
    No tengo muchos libros en la mesilla de noche, pero tengo unos cuantos en una mesita anexa a mi sillón de lectura y ya no digamos en una pequeña estantería a la derecha de mi mesa de trabajo.

    Un abrazo!!

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    1. ¡Las pilas de libros tienen tendencia a multiplicarse, dondequiera que haya un hueco para ellas!

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  7. Para mí también es imprescindible leer algo antes de ir a dormir. Aunque sólo sea un párrafo :)
    Yo me obligo a tener sólo uno, de esos que son muy gordos y no puedo llevar conmigo. Ahora tengo 'Few Eggs No Oranges' de Vere Hodgson. Durante mucho tiempo tuve 'London. A biography' de Ackroyd pero he tenido que desistir (¡volveré a recuperarlo!).

    Larga vida a nuestros ecosistemas libreriles.

    ¡Un abrazo!

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    1. Por lo que he visto, este libro de Vere Hodgson suena muy bien. Me recuerda a los también fascinantes diarios de guerra de Nella Last.

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  8. No suelo leer por la noche, ya no, y cuando lo hago, prefiero el sofá. Así que en mi mesilla no hay nada... en la superficie. Porque si le levantas las faldas, puedes encontrarte una sorpresa :D Lo malo es que al estar tapados, ya ni recuerdo lo que tengo en esa pequeña montaña. Cualquier día debería sacar esos libros a la luz para darles una oportunidad y meter otros en su lugar. ¡Quién sabe!

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    1. ¡Oh! Un escondite de libros. Eso sí que suena emocionante. A saber con qué te encuentras el día que decidas rebuscar ahí.

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  9. No quiero parecer demasiado condescendiente pero me ha encantado el blog. Enhorabuena.

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  10. Hola, acabo de descubrir tu blog, leyendo esta entrada. Veo que muchos lectores compartimos la "manía" de llenar nuestra mesilla de noche con libros variados que resistan nuestras noches y cambios de pareceres. Muy buena idea lo de la foto. La mesilla de Cesar es monumental.

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    1. Bienvenida al blog, Aida. Los lectores, seguro que lo sabes bien, estamos llenos de manías. ¡Este es un buen lugar para compartirlas!

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