John F. Peto

John F. Peto
Cuadro de John F. Peto (detalle)

lunes, 16 de mayo de 2022

LIBROS CON FRONTERAS

                                            (Foto: Eryk Fudala)

Hace poco más de dos años -aunque han pasado tantas cosas y tan gordas desde entonces que parece que haga una eternidad- escribí una entrada lamentando el voto británico favorable al Brexit y temiendo, por adelantado, sus consecuencias. Como hemos venido aquí a hablar de libros y no de sociopolítica (aunque, ¿dónde mejor se habla de estos temas que en los libros?) no voy a dedicarme a criticar a gobernantes como Boris Johnson, que en el colmo del ridículo manifiestan desconocer leyes que ellos mismos habían promulgado, ni enumeraré los diversos problemas que la salida de la Unión Europea está causando tanto a nacionales como a extranjeros. Tal como vaticinaba, la antes habitual y simple actividad de adquirir libros a través de librerías británicas se ha convertido en una lotería donde es imposible saber a ciencia cierta lo que nos espera. Dado que mis intereses me llevan con frecuencia a requerir libros publicados hace años -la novedad, creo yo, está sobrevalorada-, suelo (solía, más bien) recurrir para mis compras de obras en inglés a librerías británicas de segunda mano, de las cuales hay muchas y muy bien abastecidas. Hasta que llegó el Brexit, no había tenido más que motivos de elogio para sus servicios: por regla general, los libros llegaban en pocos días y en las condiciones indicadas por el vendedor. Cuando empezó todo esto, pensé, ilusa de mí, que los burócratas que diseñan las mil y una regulaciones de las fronteras no se molestarían en poner en marcha su maquinaria por ejemplares cuyo precio no suele rebasar los cinco euros. 

Eso sí, tuve que admitir con pesar que el coste del envío había aumentado. Con frecuencia, resultaba más caro el envío que el propio libro. En fin, me dije, si este es el peaje a pagar, lo pagaremos. Pero, tras varios envíos recibidos en casa sin  trámite ni problema alguno, más allá de que también el plazo era algo más prolongado, llegó el momento en que me di de bruces con la nueva realidad. Al principio, achaqué la insólita demora del último libro comprado a los efectos de la pandemia, que entretanto estaba, ella sí, poniendo nuestras vidas patas arriba. Pero al cabo de un tiempo, un papelito de Correos, que me conminaba a personarme allí para realizar los trámites aduaneros pertinentes, me sacó de mi error. El vendedor británico me había informado del "IVA estimado" del libro, de modo que supuse que esa cantidad es la que debería pagar. Tras hacer la preceptiva cola en Correos (todo, por supuesto, complicado por el asunto de las medidas de seguridad, control de aforo, mascarillas y demás), me encontré sin embargo con la desagradable sorpresa de que debía abonar casi el doble de lo calculado. Correos no tuvo a bien darme una explicación plausible del motivo (no, al menos, una que yo pudiese comprender). Decidida a aclarar el asunto, escribí a los vendedores, quienes vinieron a decirme que lo que se cobraba por trámites aduaneros quedaba al arbitrio de las autoridades locales y ellos no tenían nada que ver. En fin, que así es como acabé pagando por el dichoso libro casi el doble de su coste inicial. Perfectamente soportable en términos económicos -estamos hablando de unos pocos euros arriba o abajo- pero tremendamente irritante como gran consumidora de libros que soy. 


Se preguntarán si aprendí algo de esta experiencia. Debería. Pero la naturaleza humana, lo sabemos desde hace siglos, es dada a tropezar dos veces con la misma piedra. Tras un breve lapso de tiempo en que reprimí mis ansias compradoras, acabé reincidiendo. Y, de nuevo, pareció que los dioses me sonreían. Mas el mal -llamémosle aduanas- está siempre al acecho. Hace poco, compré, el mismo día, dos libros de segunda mano. El primero, a través de una librería alemana, me llegó con celeridad y sin trámite alguno. El precio de envío fue de poco más de 3 euros. Sobre el segundo, procedente del Reino Unido, mucho más tardón, recibí primero una ominosa comunicación de Correos que me advertía de que "Próximamente llegará tu envío a España y podrás realizar los trámites aduaneros correspondientes". Esta vez, al parecer, he tenido suerte y el cartero me ha pillado en casa, por lo que los "trámites aduaneros" se han limitado a tener que pagarle 5,25 euros (en efectivo y con el importe justo, claro) y echar una firmita. Eso, por un libro cuyo precio de coste era de 1,20. El envío han sido unos "meros" 6,25 euros. Comprenderán que deteste el Brexit, a sus adalides y sus consecuencias. O me rindo ante la evidencia y dejo de comprar en librerías del Reino Unido, o me resigno a ser un juguete en manos de los servicios de Correos y de aduanas. Detestable elección. 

11 comentarios:

  1. No tengo palabras, la de inconveniencias y pasta q nos está costando a todos el Brexit. Lo de los envíos ya lo he dejado. No sé si viste el artículo de The Guardian del otro día "Embarrassed to be British": es así.

    https://www.theguardian.com/politics/2022/may/04/brexit-study-reveals-impact-britons-in-eu

    Según dice mi compa de piso, igual dentro de 10 anios, los jóvenes pedirán la vuelta. Quién sabe... la ideología detrás del Brexit -a la q no estoy expuesta demasiado, afortunadamente, solo conozco a dos personas que digan abiertamente q lo votaron- es lo q me da ganas de irme de este país,

    di

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    1. Todo muy lamentable. A mí se me han quitado las ganas de visitar UK, y mira que hay cosas que me gustan del país y de su cultura.

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  2. Un peaje más que debemos pagar por atrevernos a comer manzanas sin el permiso divino... no hay que ser muy bíblico, para darse cuenta de que el poder establecido (ese que tiene nombres y apellidos) tiene claro donde hincar el diente de la opresión... las cadenas virtuales siempre le salieron más baratas que las analógicas.. y si no, que se lo pregunten al poder establecido en esta "nuestra" España, sobre todo desde Fernando VII el Nefasto...

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  3. Cualquiera de las dos decisiones tiene sus pros y sus contras, solo tú puedes decidir qué lado de la balanza prefieres.
    Opino como tú sobre las novedades. Parece que si es nuevo tiene que ser bueno, y ni mucho menos.

    Besos.

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    1. Visto lo visto, la decisión está clara, Devoradora: dejar de comprar lo que sea si tiene que venir de UK. Yo me lo pierdo, pero ellos también.

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  4. Creo que los británicos aún no se dan cuenta de hasta qué punto fue una decisión ruinosa votar Brexit. Nosotros hemos tenido el mismo problema. La familia de mi mujer nos solía enviar regalos para los niños, comida típica por Navidad y cosas así. Ya no. Una vez Correos nos pidió 30 euros o así en tasas por unos p.... huevos de chocolate (lo bueno fue que, cuando les dijimos que les aproveche, se ofrecieron a rebajarlo), y otras veces, sencillamente el papeleo era tan complicado que dejamos que devolvieran el paquete.
    Multiplica eso por decenas de miles de personas con experiencias parecidas y, en fin. Quién va a comprar productos británicos. Eso por no hablar de la dramática escasez de mano de obra en tantas áreas.
    Y todo esto por una decisión caprichosa de un Primer Ministro mediocre.
    Esperemos que nuestros sospechosos habituales tomen nota.
    Un saludo.

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    1. Sí, todo el mundo tiene experiencias horribles similares. Me encanta lo de Correos, ofreciéndose a rebajar las tasas, clara muestra de la arbitrariedad con que las imponen.
      En cuanto a los sospechosos habituales, nada parece afectarles, ellos siguen en su burbuja, pensando que más allá hay un mundo mejor de ensueño. Bueno, Boris Johnson y los suyos también parecen vivir en un mundo de ensueño que sólo ven ellos...

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  5. Ni "poder establecido" ni "opresión" ... ni cristo que lo fundó. Populismo puro y duro (respuestas simples a problemas complejos, halagando el oído y metiendo miedo) + las redes como altavoz.
    Las cosas pequeñas como esta que cuentas, E.Ríus, dicen mucho de las grandes. Si para mandar un libro de segunda mano a España hay que vivir este disparate... ¿qué no estará pasando ya en Irlanda del norte?

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    1. Totalmente de acuerdo, Barbie, esto es lo que se saca de prestar oídos al populismo. Desde luego, si siguen por este camino veo el futuro de UK bastante complicado. Lo malo es que las "soluciones mágicas" son contagiosas, y así nos va a todos.

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  6. Hace un par de días unas amigas comentaban este mismo tema. Yo desde que empezó la pandemia he restringido mucho mis compras online, así que de momento no tengo ninguna experiencia al respecto. Pero sí recuerdo que hace unos años compré un libro que venía de una tienda de segunda manos de EEUU y no tuve que pagar aduana. Supongo que hay acuerdos diferentes con cada país.
    Un saludo.

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