Páginas del manuscrito de "Love, etc.", de Julian Barnes, uno de los pocos autores que aún escriben a mano |
La red, que funciona gracias a una tecnología digital, es sin embargo un medio incomparable para preservar y acercar a un público amplísimo manuscritos de todas las épocas y autores. Gracias a las siempre originales ideas de la web Flavorwire, que esta vez ha tenido la ocurrencia de analizar grafológicamente la personalidad de algunos autores (análisis que recomiendo por lo divertido, aunque lo más probable es que no tenga mucho fundamento científico), descubro que existe un lugar donde se recogen muestras manuscritas de escritores y artistas. Se aceptan aportaciones, por cierto. La recopilación abarca desde las notas más de compromiso (incluso algunas escritas a máquina, aunque firmadas a mano) hasta páginas de novelas, poemas o libretas de apuntes. Grafólogos o no, es obvio que la manera de escribir de cada uno -y no sólo la caligrafía, sino también el modo de organizar el texto en la página- transparenta algo de la personalidad del que escribe. De ahí la fascinación que ejerce sobre nosotros la página manuscrita. A veces me pregunto si los nativos digitales aún escriben a mano, si quedará algún manuscrito de los autores del siglo XXI. Probablemente, no. Aunque en las editoriales se siga llamando "manuscritos" a los originales de los autores, ya ninguno de ellos se presenta bajo esa forma. Pero estos manuscritos originados por ordenador no conservan rastro de las tachaduras y correcciones de su autor. Se pierde así toda huella del proceso de creación, a menudo tan fascinante como la obra acabada. (Yo confieso que suelen gustarme casi más los ensayos de obras musicales o de teatro que las representaciones finales de las mismas; hay algo mágico en ver el trabajo que hay detrás de lo que el día del estreno parece fluir sin esfuerzo.) Sé que ciertas bibliotecas universitarias se plantean -o lo están haciendo ya, en el caso de algunas americanas- conservar los archivos digitales de las sucesivas versiones de las obras de determinados autores. Claro que se trata de autores ya consagrados, a los que pueden pedir de antemano que guarden archivos separados de las modificaciones que vayan incorporando a sus obras. Pero eso es algo que dudo que hagan ningún aspirante a escritor. Y ¿quién puede decir cuál de ellos será el Premio Nobel de mañana? Por no hablar de que los bits son mucho más inestables que el papel y la tinta.
Mientras se aclara, o no, el futuro de los archivos digitales, podemos seguir contemplando, gracias a la misma tecnología que está acabando con ellos, manuscritos como este de Pessoa, en el que ha tachado su nombre, quizás porque escribía bajo uno de sus muchos heterónimos. Algo que ningún ordenador nos hubiera dado.
Coincido contigo en que la validez de este tipo de análisis me parece discutible por decirlo suavemente, pero la verdad es que resulta curiosísimo y he de reconocer que soy un poco fetichista con la escritura manuscrita de los autorers que leo. Ahora me estoy hinchando d ever muestras de la caligrafía de Virginia Woolf (que por cierto es muy bonita). Lo que suele captar más mi atención es si me parece que ese tipo de letra se corresponde con lo que "yo esperaría" que fuera la letra del autor según lo que le leo. Algunas (por referirme a las que aparecen en la web que pones) parecen totalmente apropiadas (a mi, vamos). La procesión de hormiguitas y ceritos de Borges es estupenda. En cambio la letra de Hemingway parece algo infantil (si uno lo piensa bien, quizá si que sea adecuada al bueno de Ernst) y la de Emily Dickinson demasiado contemporánea, demasiado poco clásica. Ni que decir tiene que el pene en el manuscrito de Palahniuk parece totalmente adecuado, la de Jane Austen es tant apropiada que aprece ver a la buena de Jane escribiendo o la de Foster Wallace para la de alguien no muy en sus cabales (apropiada, vamos). La de Scott Fitzgerald es la que más me ha sorprendido y la de Orwell parece la de un periodista tomando rápidas notas.
ResponderEliminarMuy interesante y muy entretenido. Lo curioso sería tener una muestra de una obra no identificable de un autor y tratar de adivinar a quien pertenece, estilo concurso.
Lo dicho, muy interesante la entrada. Saludos.
Oscar, coincido contigo en que uno espera de algún modo que la escritura de los escritores se corresponda con su obra, o al menos con la imagen que tenemos de ellos. A mí también me ha sorprendido la letra de la Dickinson, no parece de señorita decimonónica. Claro que ella era una persona tan peculiar...
ResponderEliminar¿Qué tienen las cosas escritas en puño y letra de los autores que nos gustan (o que simplemente son conocidos) que resultan tan especiales?
ResponderEliminarYa no sólo por la curiosidad del análisis grafológico, sino por ver los manuscritos me ha encantado el enlace que pones a Flavorwire. Gracias.