John F. Peto

John F. Peto
Cuadro de John F. Peto (detalle)

lunes, 9 de julio de 2012

MI BIBLIOTECA (VII): MOLIBIBLIOTECA

La última invitada de esta serie es Molinos (también conocida como Moli). Desde su blog Cosas que (me) pasan Moli ha creado todo un Moliuniverso poblado por dos adorables princezaz, un ingeniero, un par de pobreshermanos y muchos otros personajes inolvidables. Además, Moli no sólo corre, nada, escribe y conduce muchos kilómetros cada día, sino que es una devoradora de libros, unas lecturas que puntualmente reseña (y ocasionalmente despelleja) en su blog, para regocijo de sus lectores. Seguro que más de uno tenía ya curiosidad por conocer esa Molibiblioteca.


-Moli, ¿te gustaría participar en la sección “Mi biblioteca” que se me ha ocurrido para el blog?
- Claro, me encantaría. Me hace muchísima ilusión.
Y ¿ahora qué cuento?
Primera duda, ¿Tengo yo una biblioteca? ¿Cuándo se considera que tienes una biblioteca? ¿A partir de qué cantidad de libros? ¿O no va por número? Hombre, tienes que tener bastantes, más que nada porque sino el post queda insulso. Seguro que Elena no se lo ha pedido a nadie que sólo tenga un libro electrónico. “Mi biblioteca: tengo 23.000 títulos en mi Kindle”. Quedaría pobre y con poco misterio.
Vale, yo no tengo un Kindle y tengo muchos libros y repartidos por toda la casa, así que aceptaremos “libros por toda la casa” como biblioteca. Puedo escribir un post sobre ella.
¿Qué cuento? Para casi todo soy bastante ordenada y metódica pero para la compra, organización y clasificación de los libros, no. Lo he intentado alguna vez, pero me gusta más el caos organizado sobre la base de mi fabulosa memoria visual.
Empecemos por el principio. ¿Cuáles fueron mis primeros libros? Esta es fácil. Celia lo que dice inauguró la Molibiblioteca hace exactamente treinta y dos años. Mi madre me lo regaló al cumplir siete, siguiendo una especie de tradición familiar porque a ella también se lo había regalado mi abuela. Poco a poco, con cumpleaños, premios por las notas, santos, y los Reyes Magos conseguí toda la colección y ahí está, sus lomos azules en un lugar de honor de la estantería de mi cuarto. Esa estantería que me empeñé en poner a pesar de que la gente me decía… ”aprovecha para un armario”.

Ahí están esos lomos azules...

¿De dónde han salido mis libros? Mmm… la gente cuenta aquí búsquedas legendarias de títulos, encuentros sorpresa con libros inesperados, excursiones a revolver en busca de tesoros ocultos y yo no tengo nada de eso. Cuando tuve dinero compraba lo que me apetecía, lo que me llamaba mientras me paseaba por las librerías o por las ferias del libro antiguo que siempre me han encantado. Si daba con un autor que me molaba, buscaba compulsivamente todo lo que hubiera escrito hasta terminar con todo o hasta dar con alguna obra que no me gustara frenando en seco mi proceso de enamoramiento. Recuerdo perfectamente cuando compré El talento de Mr. Ripley con muy poco entusiasmo y sin embargo acabé con una estantería llena de sus títulos. Lo mismo me ocurrió con Auster, pero esta vez fue a partir de un regalo, La música del azar fue lo primero que cayó en mis manos y ahí sigo, peleándome con cada nuevo título que publica, en una relación que va del amor absoluto al odio total.

¿Desorden? No tanto. ¿Clasificación? Muy personal.
¿Los tengo ordenados? En esta pregunta suspendo claramente. No tengo ningún tipo de clasificación, orden ni concierto. Los libros van llegando y tras su paso por la estantería de “pendientes de leer”, los voy colocando donde encuentro hueco. Hago vanos intentos por juntar todos los de un mismo autor, pero muchos de ellos caprichosamente acaban emparejándose como les apetece y así por ejemplo Historias de Nueva York de Enric González y Ventanas de Manhattan de Antonio Muñoz Molina comparten espacio al margen del resto de obras de ambos que pululan por otras estanterías.
Supongo que si sigo acumulando libros en algún momento tendré que idear un sistema de ordenación medianamente lógico, pero por ahora confío en mi gran memoria visual para encontrar los libros. Me gustan desordenados, mezclados unos con otros. Me gusta mirarlos y pensar que el orden que tienen en las estanterías responde un poco al momento vital en el que los leí y los coloqué. Me gusta pararme delante de la estantería y pasar la mirada por los lomos de libros estableciendo relaciones entre ellos, y recordando porqué después de la serie policiaca de Henning Mankel empecé a leer a Philip Roth. ¿Hubo alguna relación? ¿Algo me hizo asociar un autor con otro o sencillamente el azar los ha colocado así? Miro una balda y veo Maus, El cero y el infinito, The Great Gatsby, From Hell y 1984, una extraña combinación de títulos que sin embargo para mí, tiene todo el sentido del mundo.

Maus y otros.

Me gustan los libros, me gustan los míos. Me tranquiliza verlos en las estanterías, todos distintos, diferentes en tamaños, colores, olores. Cada uno cuenta su propia historia y mi propia historia, están cargados de las sensaciones que llevan dentro y también de las mías, del momento en el que los leí o de las que tendré cuando por fin les llegue el turno.

 

13 comentarios:

  1. Ya tenía ganas de conocer la Molibilioteca. Después de disfrutar con sus despellejes, con las aventuras del Ingeniero y las Princezaz, Molimadre, etc. Moli es como de la familia y me ha encantado curiosear en sus baldas. Lo de su memoria visual es lo mejor que hay... por cierto, que la mía está compuesta de una manera parecida.

    P.D. Y, por cierto, ya he encontrado mi ejemplar de Bainbridge perdido en una doble fila. Todavía no ha desaparecido ningún otro. Seguiré informando...

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    1. Creo que todos los que seguimos a Moli la consideramos de la familia y esperamos ansiosos la próxima entrega de las aventuras de las princezaz. En mi caso, también espero con gran interés los libros encadenados, pero es que lo mío es vicio...
      Me alegro de que hayas localizado el Bainbridge, es un libro estupendo, sería lástima que se hubiese devanecido para siempre.

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  2. ¡Qué rabia! No recuerdo cual fue mi primer libro. Sé que descubrí tarde a Celia, antes me leí los de Cuchifritín, su hermano, que pertenecían a mi padre y que me resultaron más divertidos y menos cursis. Uno de los que recuerdo con más cariño es el de dos abuelos locos que se llamaba ¡Ay, ay, ay!, también paterno y absolutamente desternillante. La mayoría de mis primeros libros fueron los mismos que los de mi progenitor (cuya biblioteca sigue un orden de lo más estricto, aunque él es el único que conoce todas sus reglas)

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    1. Yo también leí a Celia en mi infancia, creo que es una lectura compartida por muchos niños (sobre todo niñas) españoles de varias generaciones.
      Observo por vuestros cometarios que las historias de bibliotecas dan para mucho. Quizás debería pensar en una segunda serie.
      Por cierto, la serie actual acabará con la próxima entrega que será -claro- mi propia biblioteca.

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  3. Moli, siempre tremenda!!!

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  4. Ha sido un honor participar en esta sección, me ha encantado.

    Que conste que la mala calidad de las fotos es cosa mía...se me echó el tiempo y el veraneo franquista encima y no me dió tiempo a hacer fotos decentes.

    Gracias por invitarme Elena!

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  5. Muy interesante conocer la biblioteca de esta divertida bloguera. Es seguro que una lectora que se inicia con Celia, no puede sino seguir siempre un buen camino.
    Saludos.

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  6. Encantado de descubrir la Molibiblioteca.

    Firmado: un descerebrado contento ;D

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  7. ¡que bien poder mirar la biblioteca de Moli! (aquí otra deserebrada seguidora suya)
    yo confiaba en mi asombrosa memoria visual...hasta que mis adolescentes dan al traste con ella pues me mueven los libros porque (¡oh pecado de pecados!) luego los prestan a sus amigos, o las madres de sus amigos sin pedírmelos primero (quiero correrlos cada que me doy cuenta de esto)

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  8. Me río mucho con Moli y ahora además conozco un poco de su biblioteca. Aunque leí de pequeña a Celia mis inicios viene de la mano del barco de bapor y los cinco más mayor. Haber si haces otra serie que me ha gustado mucho, en espera de la tuya. Saludos

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  9. Vapor, perdón se me ha ido el dedo

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