Como sea que el calor y el ambiente generalizado de vacaciones -aunque yo ni estoy de vacaciones ni sé si voy a hacerlas este año- invitan a la frivolidad más que a los asuntos serios, se me ha ocurrido detenerme en un artículo de la Paris Review escrito en respuesta a la petición de un lector que solicita consejo sobre qué libro llevar consigo a una cita. Es ésta una petición tan difícil de complacer -el fracaso está casi asegurado- como aquella tan habitual (y tan odiosa) de "recomiéndame un libro", que obliga, si se quiere responder con un mínimo de rigor, a lanzarse previamente a una verdadera encuesta sobre la persona en cuestión, sus gustos lectores, sus intereses, su historia personal... al cabo de la cual casi hubiera resultado más rentable escribir un libro para ella que recomendárselo.
Volviendo al asunto de qué libro llevar a una cita, lo primero que habría que poner en duda es la propia idea de presentarse en una cita con un libro. Huelga decir que si lo que uno pretende es simplemente un polvo, lo del libro no parece muy buena idea. Bueno, quizás una novela erótica dejaría claro por dónde van los tiros... Pero en fin, para esta encuesta supondremos que se trata de una cita que pretende cierta continuidad y algo más de profundización en la relación. En ese caso, el libro puede tener varias funciones:
a) impresionar al otro y dejar patente que uno tiene cierto nivel cultural
b) servir de comodín para entablar conversación
c) como filtro para descartar a personas con gustos diametralmente opuestos a los tuyos.
En el primer supuesto, casi cualquier libro de los llamados "clásicos" sirve. Eso sí, hay que procurar que no sea de los de lectura obligada en el instituto, porque se vería demasiado que hemos echado mano de esa estantería que teníamos olvidada desde nuestros años de estudiantes (descartado el Quijote, desde luego). Conviene asimismo que el ejemplar se vea leído, pero no desvencijado; y de ninguna manera debe ser nuevo de trinca. Lo hayamos leído o no -aconsejo lo primero, no vaya a ser que el otro sí lo haya leído y nos ponga en evidencia- hemos de poder hablar con razonable soltura sobre su contenido y sobre el autor. Mi consejo: alguno de los grandes autores rusos. Por ejemplo, Anna Karénina es una buena opción, más romántica que Guerra y paz (aunque esta última puede resultar más "masculina" si el que la lleva es un hombre). O bien, si uno quiere darle un sesgo más serio y profundo, Los hermanos Karamazov. Desventaja: el notable peso y volumen de estas obras, que no las hace muy indicadas para llevar en el bolsillo del abrigo o en el bolso. Alternativa: alguna de las muchas selecciones de cuentos de Chéjov.
Vayamos al apartado b). Aquí yo me sumo al consejo que parece mayoritario: llevar una obra menor de algún escritor muy conocido. Resulta un excelente trampolín para lanzar una conversación, porque es muy probable que la otra persona, por poco lectora que sea, haya leído alguna obra suya, y en ese caso podremos quedar al mismo tiempo como cultos y originales, pues leemos lo que no lee la mayoría. La lista sería muy extensa, pero para limitarnos a autores contemporáneos, yo recomendaría algo de Murakami o de Paul Auster. De este último, mejor optar por alguna de sus primeras obras, más desconocidas y mejores que algunas más recientes (a mi modo de ver), como La invención de la soledad, por ejemplo.
Con una cubierta tan bonita como ésta, es difícil no triunfar |
El apartado c) es el más claro, pero sólo es apto para personas que tengan grandes filias y fobias. Supongamos que eres un friki de la ciencia-ficción y no podrías soportar relacionarte sentimentalmente con alguien que la detesta. La prueba de fuego, claro, consiste en llevar bajo el brazo una de tus novelas favoritas. Si produce una mirada de incomprensión, malo, pero hay esperanza. Quizás puedes ganar un nuevo adepto para tu secta. Si la reacción es de horror... está claro, el filtro ha funcionado, esa persona no te conviene. Existe una variante más arriesgada que es lo que llamaríamos el "efecto inverso". Consiste en presentarse con una novela que realmente detestas. Cuál elegir va a gustos, desde luego. Pensaba yo esta mañana en el autobús viendo a una chica enfrascada en la lectura de un Federico Moccia (uno de tantos, me da la impresión de que todos sus libros se llaman igual) que relacionarme con un fan de este escritor sería para mí una dura prueba. Vaya, que en mi caso funcionaría como filtro inverso. Como aquellas personas de cuyo gusto cinematográfico estamos tan alejados que basta que nos recomienden una película para que la tachemos al instante de nuestra lista.
En fin, o sé si estos consejos libresco-festivos servirán a alguien, pero recuerden que superada la prueba del libro aún queda todo lo demás, que no es poco. ¡Mucha suerte!
Pues ahora que me he quedado unos días de rodríguez, esta entrada tuya me viene de perlas. Yo optaré por Auster en inglés. Así, si la chica tiene un gusto opuesto al mío (digamos que es de Moccia, Bucay o Coelho), y aun así yo me la quiero beneficiar, siempre puedo decir que El alquimista me cambió la vida, y que si leo a Auster es sólo para practicar mi inglés.
ResponderEliminarJa, ja, muy astuto. No me cabe duda de que con estas refinadas técnicas lograrás ligar:)
EliminarLlevar un libro es bueno mientras se espera a la cita, o si se va en el metro hasta el sitio escogido, pero mostrarlo descaradamente resulta exhibicionista. Si se pretende llevarlo para fardar, pero nunca se lee, a poco que la cita sí que lo haga le pillará en el engaño y causará el efecto contrario al que se pretendía. Lo ideal es un libro de bolsillo, fácil de guardar y que realmente apetezca leer. Los cuentos de Chejov son una buena opción, no sólo por su calidad literaria, sino porque al ser muchos de ellos bastante breves, se puede terminar la historia durante la espera. Eso sí, se corre el riesgo de dejarse llevar por la melancolía de sus finales.
ResponderEliminarRecuerda que los libros del apartado a) son para impresionar, nada más. Aunque Chéjov siempre es una buena opción, porque como bien dices, encima puedes leerlos mientras esperas.
EliminarEl truco es llevar un libro de Eurípides. ¿Quién demonios ha leído a Eurípides? Así puedes asegurar que Eurípides hablaba de esto, o de lo otro, e inventar la historia que más convenga en cada caso.
ResponderEliminarPero no aseguro el éxito... en absoluto
Saludos y buen verano a todos!!!
Lo de aparecer en la cita con Eurípides ya es para nota. Aunque, como puedes ver por el comentario de littleEmily, incluso así corres el riesgo de que alguien lo haya leído. Hay gente muy rara por ahí... ;)
EliminarMira, justo llevo unos días pensando si se puede ligar en este mundo gracias a leer. Lo malo sería elegir un libro para llevarlo y que no me entraran ganas de pasar del ligue en cuestión... qué difícil. Cómo se nota que lo de ligar es un mundo aparte para el que no me creo preparada.
ResponderEliminarY, por cierto JCV, yo he leído la mitad de lo que se ha traducido de Euripides, conmigo no funcionaría :P
Ignoro si realmente los libros pueden servir para ligar. Para lo que sí sirven (si uno sabe elegir bien) es para entablar conversación. Y a partir de ahí, nunca se sabe lo que puede surgir.
EliminarMi Santo sólo lee biografías de rockeros y considera a las Brontë lo más aburrido del mundo...si nos llegamos a llevar algún libro a las citas nos hubiésemos perdido a nuestra media naranja. Leemos juntos, pero no revueltos.
ResponderEliminarYo, que no solo leo en casa, sino que siempre voy con uno o dos libros en la bolsa y leo en cafeterías o bancos del parque en ratos libres, no solo no he conseguido nunca ligar, sino que solo he logrado que me miren de reojo como diciendo "mira ese, mira ese...". Es decir, o leo libros muy raros o leo en sitios muy raros. De lo de Auster estoy totalmente de acuerdo. Hace mucho que no rinde al nivel del Auster que conocí años atrás. Me quedo con "La noche del oráculo". Y para lo de Coelho tendría que acabar de leerme el libro que dejé desesperado, ese del Alquimista, cosa que no pienso hacer ni para ligar, auqnue reconozco que habría personal (masculino y/o femenino) para caer en esas redes.
ResponderEliminarBueno, que si alguien quiere algo, que ahora voy por ahi con un libro de relatos de Frank O´Connor en inglés (claro, asi como voy a ligar?), con que se acerque y diga que viene de parte del Blog de Elena, llegamos a un acuerdo.
Abstenerse los de Paulo Coelho. Y los de Larsson. Y los de ese o esa que ha escrito tres novelas eróticas de las que hay cerros en las librerías....
Buneo, Oscar, no desesperes, a lo mejor es que no les has dado suficiente oportunidad. Seguro que hay por ahí gente lo sufientemente rara como para interesarse por alguien que lee libros raros (sin ir más lejos, por este blog se pasan unos cuantos...) ;)
EliminarYo siempre he optado por la naturalidad: llevar el libro que de verdad estés leyendo, o no llevarlo si no estás leyendo ninguno. De todas maneras que nadie me haga demasiado caso, que mi experencia en el arte de la conquista es más bien pobre.
ResponderEliminarTenía una amiga que antes de ir a una primera cita, se leía el periódico, por si no surgía tema de conversación, al menos poder comentar un poco los temas de actualidad. Yo por supuesto no preparo nada, y soy partidario de la improvisación más absoluta (y si la cita es un fracaso luego así tengo una anécdota para contar en mi próxima cita). Pensamiento positivo :)
Estoy de acuerdo, Vigo, la naturalidad siempre da mejor resultado que el artificio.
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