Comentarios, anécdotas y rarezas varias para todo tipo de bibliófagos y bibliómanos
John F. Peto
jueves, 6 de mayo de 2010
LAS NOTAS COMO FORMA DE NARRACIÓN
Hablaba anteriormente de las notas a pie de página, y citaba a algunos escritores ilustres que las habían empleado de forma creativa, como Gibbon. Su ejemplo cundió, y con el correr de los libros ha dado algunas muestras sublimes de cómo convertir las notas a pie de página en una forma narrativa por sí misma. Nabokov, en Pálido fuego, hace de las notas que va insertando el pretendido editor del texto el argumento propiamente dicho, de modo que hay una inversión de papeles entre texto y notas: el elemento narrativo principal pasan a ser las notas, mientras que el texto tiene una importancia secundaria. David Foster Wallace, otro anotador compulsivo, incluye en su novela Infinite Jest más de 400 notas, algunas con una longitud de diez páginas; es evidente que, con esta abundancia y extensión, las notas se convierten en un texto paralelo. Algunos críticos han sugerido que era conveniente leer esta obra con dos puntos de libro, uno para la parte del texto y otro para las notas. Otro artificio parecido es el que emplea Mauel Puig en su El beso de la mujer araña, una novela de tono ligero, punteada por larguísimas notas de contenido serio y psiconanalítico que sirven de contrapunto a la narración. Sólo algunos ejemplos del inmenso abanico de posibilidades que ofrece un elemento en apariencia tan poco estimulante como la nota al pie.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario