John F. Peto

John F. Peto
Cuadro de John F. Peto (detalle)

viernes, 28 de octubre de 2011

SOBRE LA AUTORÍA


Henri Matisse, Femme aux fleurs
(Falsificación realizada por
Elmyr de Hory en 1963)
Leo hoy en la prensa la noticia del juicio a un astuto falsificador de pintura, Wolfgang Beltracchi. Parece que sus imitaciones de pintores como Max Ernst o André Derain eran tan perfectas que fueron autentificadas por expertos, y casas tan serias como Sotheby's o Christie's las vendieron por varios millones de euros. Aunque le han condenado a seis años de cárcel, el propio magistrado ha considerado oportuno felicitarle por su pericia pictórica. El caso me ha hecho pensar en otro maestro de la falsificación, Elmyr de Hory, un húngaro -que, por cierto, pasó muchos años en Ibiza- de quien se dice que fue el mayor falsificador de la historia del arte (que se sepa, añadiría yo). Era capaz de imitar a la perfección el estilo de pintores como Matisse, Modigliani o Renoir y se dice que logró vender más de mil de sus obras como auténticas. Aunque eventualmente algunas de estas falsificaciones se descubrieron, nunca llegó a ingresar en prisión (sólo fue condenado a dos meses de arresto por conducta homosexual y complicidad con banda de malhechores). Su caso se hizo muy famoso y generó un libro, escrito por Clifford Irving, y una película dirigida por Orson Welles, Fake, muy recomendable. Hory argumentaba, con cierta razón, que si los expertos coincidían en que sus cuadros eran tan buenos como los de los maestros a los que imitaba, no había razón para que no se cotizasen al mismo precio que estos. Por uno de esos saltos asociativos de la memoria, este escurridizo e interesante personaje me ha hecho pensar en otro, esta vez un escritor, cuya autoría fue difusa. He de reconocer que hasta que leí su necrológica, en 2005, ignoraba -y como yo, sospecho, la inmensa mayoría de sus lectores- que el verdadero nombre del autor conocido como Trevanian era Rodney William Whitaker, un profesor universitario de cinematografía. Bajo el nombre de Trevanian publicó en los años 70 y principios de los 80 varios thrillers de gran éxito (La sanción del Eiger -de la cual se hizo una película, no muy buena, con Clint Eastwood como protagonista-, La sanción del Loo, El Main y Shibumi, principalmente), que se caracterizan por su inteligencia, su ritmo narrativo y la originalidad e ingenio de los delitos que relata. De hecho, uno de los métodos para robar obras de arte que describe en La sanción del Loo fue copiado (con éxito) por unos ladrones en Turín. Luego, Trevanian se eclipsó durante casi veinte años, para publicar poco antes de su muerte un par de novelas más, muy distintas de las anteriores. Sus fans no pudieron por menos que dudar de que ese Trevanian "resucitado" fuera el verdadero autor. Durante toda su carrera Trevanian se negó a revelar su identidad o a participar en la promoción de sus novelas, que aún así alcanzaron ventas millonarias. Esto, unido al profundo conocimiento que sus obras demostraban de disciplinas tan distintas como las artes marciales, la pintura, o el montañismo, además de la diversidad de estilos que era capaz de emplear, fue creando un auténtico mito en torno a su persona. Una de las teorías que circularon era que "Trevanian" era el nombre colectivo de un grupo de escritores. Para complicarlo más, publicó también un par de relatos firmados por un tal Beñat Le Cagot y presuntamente traducidos del francés por Trevanian, además de un par de novelas muy distintas -una histórica y otra basada en mitos artúricos- bajo el nombre de Nicholas Seare. En la única entrevista que concedió, hacia el final de su carrera literaria, afirmó que lo primero que decidía antes de ponerse a escribir era qué autor iba a contar esa novela, para lo cual utilizaba técnicas actorales a fin de ponerse en la piel del autor adecuado. Como muchas otras cosas en este misterioso personaje, suena a "boutade", pero también podría ser verdad. Lo cierto es que disfrutaba jugando a despistar al público y riéndose de los críticos literarios. Y, como lectora que he sido de todas sus novelas, puedo asegurar que su capacidad camaleónica, para cambiar de género y de estilo, resulta asombrosa. Al parecer, Trevanian dejó una novela épico-histórica inacabada, que su hija se está encargando de completar. ¿Desde 2005? ¿Otra jugarreta de este autor que nunca se cansó de jugar al escondite con su público? Creo que nunca lo sabremos.

11 comentarios:

  1. Es muy interesante eso de que si varios especialistas creen que la obra es del autor imitado, ¿por qué no valorarla igual?

    Por cierto, leyendo más detenidamente lo que dice Wikipedia sobre Daniel Garber, he encontrado esto: "His paintings are owned by major museums including the Smithsonian American Art Museum in Washington, DC, and the Art Institute of Chicago."

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  2. Elvira, muchas gracias por la referencia sobre Garber, lo buscaré.

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  3. Qué historia más curiosa la de Trevanian! He de reconocer mi ignorancia total sobre el autor, ya que soy poco dada a thrillers, pero el personaje es superinteresante.

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  4. Yo lei Shibumi, Justo en esa edición que pones en la foto, al menos tres veces, hace tantos años que ni me acuerdo (debe hacer más de 25). Lo compró mi padre y le gustó y yo entonces solo leia lo que tenía mi padre, claro, era un crio. Solo reciuerdo que el protagonista era un experto en el arte de matar con elementos aparentemente no letales como un peine, que tenía una amante japonesa y que en algún momento venía por España al País Vasco. Pero no tenia ni idea delas peripecias de su autor.

    Por cierto, tal como refiere Elvira, yo vi una obra de Garber en el Art Institute de Chicago. Y pienso como ella. ¿Porque eso no es una obra de arte si engaña al más pintado y si lo es la original?. ¿No producen el mismo placer estético?.

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  5. Interesante artículo. Yo leí Shibumi hace nos sé cuántos año y creo recordar que me gustó. Creo que debe estar en la biblioteca de mis padres, voy a ver si lo recupero. Gracias

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  6. Nit, dentro del género, los thrillers de Trevanian son de lo mejorcito: thrillers inteligentes, algo que no abunda. El día que quieras pasar un rato emocionante y entretenido y, además, aprender un montón de cosas (están llenos de informaciones interesantes), te los recomiendo.

    Oscar, por lo que he podido averiguar, el gran conocimiento que demostraba Trevanian sobre el País Vasco le venía de que vivió varios años en la parte francesa. De hecho, en sus obras se nota que es un americano muy europeizado.

    Sobre las falsificaciones de arte, te recomiendo, si tienes oportunidad, que veas esa película de Welles. Estoy de acuerdo en que la obra de arte debería cotizarse por el placer estético que produce y por su maestría en lograrlo, no por la firma que lleve. Si Hory era capaz de pintar como Matisse y ni los expertos detectaban el fraude, ¿por qué no reconocer que era una obra maestra? De hecho, lo que salvó a Hory de ser encarcelado era que, por lo general, él no ponía la firma falsa en sus cuadros, sino que lo hacían sus marchantes. De este modo, no se le podía acusar de haber intentado engañar a nadie.

    Carlos, yo también leí a Trevanian hace muchos años. No lo he releído, de modo que no sé si habrá resistido bien el paso del tiempo. Lo que sí recuerdo muy bien es que alguna de sus últimas obras era tan distinta en contenido y estilo de las primeras que dudé firmemente (y sigo dudando) de que se tratase del mismo autor. Un misterio.

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  7. Dos asuntos apasionantes: la valoración de la obra de arte (si la copia tiene tanta calidad como los originales, porqué no tienen el mismo valor que los originales) y el autor que se crea/inventa a sí mismo. Dos asuntos sobre los que se puede profundizar si llegar nunca al final. Para lo primero -sobre lo segundo he pensado menos- hay algunos motivos evidentes, pero otros ... Es un tema al que se le pueden dar mil vueltas y no concluir demasiado.

    xG

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  8. > «…si los expertos coincidían en que sus cuadros eran tan buenos como los de los maestros a los que imitaba, no había razón para que no se cotizasen al mismo precio que estos.»

    Creo que esa frase dice bastante, demasiado, sobre la verdadera naturaleza del arte, sobre todo como la entendemos hoy en día. Parafraseando a Wittgenstein, se podría decir: «Si funciona como si fuese arte, entonces es arte».

    Y sobre los relatos de Trevanian, estaban muy bien documentados, pero narrativamente creo que no estaban mucho más allá de un film de Van Damme…

    Opiniones, todo opiniones y nada más que opiniones.

    Feliz puente.

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  9. xGaztelu, habría mucho que hablar sobre por qué nos resulta tan importante el creador de la obra, a veces casi más que la obra misma (eso es muy notable en el caso de los pintores, no tanto en los escritores). No renuncio a seguir dándole vueltas.

    *entangled*, un debate muy interesante, el de definir qué entendemos por arte. Sobre Trevanian, admito que lo leí hace muchos años, y quizá mis criterios literarios eran menos exigentes entonces, pero me dejó un buen regusto, cosa que no me ha sucedido con otros thrillers de ese estilo. Por algo sería, creo yo.

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  10. Clifford Irving aparte de rodar Fake! se ve que le cogió afición al tema, porque años después se vió inmerso en un escándalo al intentar publicar unas memorias falsas del multimillonario aviador Howard Hughes.

    Estoy de acuerdo en eso que han puesto por aquí de que "si funciona como arte es arte", pero no creo que tenga el mismo valor que el original. De entrada, copiar siempre es más fácil que ser original. Y copiar un estilo no creo que tenga el mismo mérito que crearlo y hacerlo tuyo.

    Siempre he defendido que hay muchas cosas que rodean la literatura propia o el arte, que no son solo las palabras o la pintura. Creo que si Van Gogh no se hubiera cortado la oreja, sus cuadros no tendrían el mismo precio de mercado, o que si Lord Byron o Baudelaire no hubieran llevado la vida que llevaron, tampoco serían hoy tan y tan admirados. Lo que no quita por supuesto que desde nuestro punto de vista crítico busquemos la buena literatura o la buena pintura.

    Pero yo al menos siempre he defendido que la vida del artista y el cómo la vive también es parte de su obra (los que no les gusta la metaliteratura igual no me "compren" este argumento, pero los que tenemos una visión más amplia de la concepción del arte, a esos quizás sí que los convenza ja,ja). Vamos, que existe un fetichismo artistico, que incluso casi ni nos damos cuenta de las causas, pero lo aceptamos por que funciona así.

    Por poner otro tipo de ejemplo, creo que si la joven escritora Pola Oloixarac no fuera tan guapa, no hubiera vendido tantos libros de sus Teorías Salvajes. Lo que no quita que el libro tenga que tener una cierta calidad, para que no nos parezca burdo nuestro engaño.

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  11. Vigo, muy buena aportación al debate la tuya. Efectivamente, de algún modo la personalidad y el modo de vida del autor forman parte de su obra. Quizá no debiera ser así, pero seguramente este vínculo entre autor y obra demuestra que el arte no existe en el vacío.
    También tienes toda la razón en que el mérito no está en "pintar como" alguien, sino en ser capaz de inventar un estilo y una manera de abordar la realidad que sea propio y distintivo.

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