John F. Peto

John F. Peto
Cuadro de John F. Peto (detalle)

jueves, 23 de febrero de 2012

TANTOS, TANTOS LIBROS

No me considero una coleccionista de libros (aunque guardo como oro en paño algunas ediciones antiguas y algunas encuadernaciones especiales que el azar o la generosidad han puesto en mis manos). Ya hace años que intento resistirme al impulso de acaparar libros que, a menudo, sé que no voy a tener tiempo material de leer. Hago todo lo posible por disuadir a mis familiares y amigos de regalarme libros (con cierto éxito, pero no debido a mi insistencia sino a que muchos piensan "seguro que ya lo tiene"). Cuando un libro me llama la atención, procuro recurrir antes al préstamo bibliotecario que a la compra. En suma, me esfuerzo por no acumular más y más ejemplares en mi biblioteca. A pesar de todo, ésta crece y crece: cada vez hay más libros en doble fila o transversales, porque ya el espacio de estanterías se ha agotado. Y no, no voy a poner más librerías. No hay paredes: hasta la cocina tiene su correspondiente cupo libresco. O sea, hemos llegado a ese doloroso momento en que, a la vista de que es imposible encontrar más espacio y tampoco se consigue limitar la entrada de nuevos ejemplares -la tentación es grande, y la carne, débil-, hay que proceder a una poda de lo existente. ¿Por dónde empezar? Un primer vistazo a algunos estantes me permite discernir  varios libros que he leído y no me han gustado; otros, que sin duda no leeré nunca por ser su tema o su autor claramente contrario a mis gustos (imposible saber cómo he llegado a poseerlos); otros más, de asuntos que en un tiempo me interesaron -o por los que me vi obligada a interesarme-, pero que ya he alejado de mí. De todos estos podría prescindir sin remordimientos. Aunque sé por amargas experiencias anteriores que, cuando me deshago de un libro que no he abierto en años y años, a las pocas semanas surge inesperadamente la necesidad de consultarlo. No importa, seamos fuertes. Hago una pila de libros "desechables" y a continuación voy a buscar una caja de cartón, que se llena casi sin querer. Mientras resuelvo el siguiente problema, que es qué hacer con ellos (de las diversas opciones que se me ocurren, ninguna parece satisfactoria), dejo la caja en un rincón. Antes de cerrarla, un libro me llama la atención. ¿De qué iba este? ¡Ahh, ya recuerdo! Pues no estaba tan mal. Ves a saber, igual me es útil para eso o lo otro. ¿Y ese que asoma por aquí? Mmm... bonita encuadernación y ¡qué papel más bueno! Claro que, fíjate en este otro, ¡vaya cubierta anticuada! Si es que ahora ya resulta declaradamente "vintage". Casi de coleccionista...
Uno a uno, los libros desechados salen de la caja. Al final, he empleado en ellos varias horas, mucho más de lo que puedo permitirme y de lo que seguramente les he dedicado en todos los años que han ocupado mis estanterías. Que siguen estando igual de llenas. Misión imposible.

Sea suficiente aquí con citar la respuesta que Anatole France le dio a un filisteo que admirando su biblioteca terminó con la pregunta de rigor:
-¿Y usted ha leído todos esos libros, monsieur France?
-Ni la décima parte. ¿Acaso usted usa su vajilla china todos los días?

15 comentarios:

  1. No sabes hasta qué punto me siento identificado con tu nota. Umberto Eco, en "Nadie acabará con los libros", afirmaba con razón, que cada vez que te regalasen un libro deberían añadir la cantidad proporcional necesaria para ampliar la vivienda o adquirir una mas grande, a tanto el metro.

    A la tercera revisión y después de un montón de dudas y cambios de idea, mis cajas acaban en el fondo de algún armario o últimamente en casa de los abuelos. Después de hacer lista, además, por si me arrepiento.

    Saludos

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  2. Hola. Hace años que prácticamente no me compro ropa (me la regalan mi madre o mis hermanas de la que a ellas les sobra) y mi vida es bastante sobria. Pero de lo que no puedo prescindir es de comprar libros. Porque yo necesito poseerlos, verlos, tocarlos, abrirlos, buscarlos (a veces durante días, y el reencuentro siempre es maravilloso). En nuestra casa no caben más estanterías, pero yo sigo empeñada en abarrotar las habitaciones de libros. Son mi consuelo, mi huída, mi alegría. Mientras pueda (mientras me quepan) no pienso prescindir de ninguno de ellos, pues todos (puedo estar hablando de unos cinco mil) me los compré en ese momento porque tuve una buena razón para hacerlo, y siempre, siempre, pensando en un momento ideal y un entorno perfecto en el que yo estaría disfrutando de su lectura. Así que mis libros se quedan conmigo. Y qué bien que tú te quedas con los tuyos. Un saludo. Sonia.

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  3. Coincido totalmente contigo...... con el exceso de libros que ya no sé cómo ni dónde poner, con las dificultades evidentes para deshacerme de ellos, con el intento de no acumular más...

    Pese a todo me quedo con ellos, me hacen tanta compañía!!

    Un abrazo!!

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  4. Curiosamente, a pesar de tener una cantidad ingente (me podéis creer) de libros, nunca me he considerado coleccionista, mas bien un acumulador.
    Durante un tiempo logré ponerle coto al tema y dejé (casi) de comprar durante varios años, para dedicarme fundamentalmente a releer.
    El reinicio del problema vino cuando comencé a leer en inglés. Nadie de mi entorno tenía libros en inglés. Las bibliotecas de mi zona tenían algo en inglés, pero muy poco, empecé a comprar libros en inglés, que además eran más baratos considerablemente que por aquí. Y el montón volvió a crecer desmesuradamente.
    De vez en cuando peino los libros buscando ejemplares obsoletos, o repetidos, o totalmente carentes de interés para regalar. Pero soy débil. A veces una tarde de peinar miles de libros me ha reportado dos donaciones potenciales.
    Siempre me acuerdo de aquel libro de Gabriel Zaid, "Los demasiados Libros", que aquí vendría como anillo al dedo o como libro a la estantería...

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  5. Casi describes mi vida jejejejejejeje,solo que ademas,tengo un espacio limitadisimo y tengo que apañarme y frustrame ,al buscar el libro que quieres,en un momento dado...., pero tambien se colocan, se esconden y agrupan , de forma sospechosa,,,,, un dia aparecere en los sucesos, enterrado entre libros jejejejej

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  6. Golem, no había pensado en lo de la lista... Voy a tener que añadir una tarea más a la depuración de mi librería. Al final, va a resultar más práctico dejarlo todo como está.

    Sonia, te entiendo bien, pero llega un momento en que hay que poner coto a esa pasión acumuladora. Eso, o acabar sepultada por los libros, claro.

    Laura, sí que hacen compañía, incluso sólo como telón de fondo de las rutinas cotidianas son muy reconfortantes.

    Oscar, "Los demasiados libros", desde luego. Pero ¿cuántos son demasiados? He aquí la cuestión.

    enfermerolibrero, estoy convencida de que tienen vida propia. Yo soy bastante ordenada, pero aún así a menudo el libro que busco parece haberse esfumado (para reaparecer días después en otro lugar, imprevisible).

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  7. Pues parece que casi todos los que pasamos por aquí tenemos esa enfermedad ¿Qué hacer? Poco se puede hacer, aunque a otros les parezca absolutamente absurdo seguir sepultándose en vida entre papeles. Hay libros que hablan incluso de los males de los bibliófilos y nos etiquetan con auténtica puntillosidad, pero no dan solución. En fin, debo ir a tomarme mi píldora de papel.
    Ahora recuerdo un divertidísimo artículo de Jacinto Antón que hablaba exactamente de lo mismo. Sus ingeniosos métodos acababan siempre con el mismo resultado: cinco o seis libros a la pira y los demás indultados. Pero con sentido del humor encontró la solución adecuada (que seguramente nunca aplicaría): donaba todos esos libros de más a un centro de ancianos que tenía frente a casa y así, provisto de unos buenos anteojos, vigilaba desde su ventana los avatares de sus desterrados y se regocijaba con el estupor creado entre los lectores ante tales curiosidades.

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  8. Yo tengo la (buena) costumbre de comprar los libros siempre que puedo en edición de bolsillo, por lo que me evito el encariñarme con ellos por razón de su calidad como objeto en sí. Además, con el invento del e-reader me he quitado muchos kilos de encima en los últimos meses: más de la mitad de lo que leo no está en papel.
    Pero entiendo que debe ser difícil decidirse por qué libros sacrificar de la librería, no me quiero poner en la situación de tener que hacerlo.
    Suerte y que se de bien.
    Saludos.

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  9. Una opción sería donarlos a una biblioteca pública.

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  10. ¡Cómo entiendo lo que cuentas! A mi -veo que a casi todos- me cuesta muchísimo deshacerme de un libro, de cualquiera: aunque lo haya leído, aunque no me haya gustado, aunque no valga un pimiento … no soy capaz de tirarlos. Me parece que es más manía que amor al libro, pero esa es la verdad.

    xG

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  11. ¡Ay, la "pregunta de rigor"! Conozco a un bibliófilo que siempre responde: "los libros se huelen y algunos se leen". Se podía hacer un compendio de respuestas divertidas a esa pregunta. Ah, y no los tires, que seguro que te arrepientes.

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  12. Cuando nos mudamos, tuve que deshacerme prácticamente obligada con muchos libros que disfruté horrores de niña. Nunca dejo de arrepentirme de eso... Además, siempre que intento hacer hueco en la estantería no soy capaz de deshacerme de ninguno. Todos los libros que he ido comprando forman parte de mi vida y de mi evolución como persona así que tirarlos o regalarlos me dolería mucho. Quizá les tengo demasiado apego... pero en fin, veo que no estoy sola en el club.

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  13. Carlos, a mí también me gustan mucho los artículos de Jacinto Antón. Lo de vigilar a los ancianos con unos prismáicos me parece genial :)

    Inmaculada, aún no me he decidio a pasarme al e-reader, pero estoy a punto. Creo que así al menos aliviaré algo el incremento de ejemplares en mi biblioteca.

    Urzay, estoy segura de que si llego a tirar alguno, me arrepentiré de inmediato. Incluso los que parecen menos aprovechables...

    littleEmily, yo sigo lamentando no haber podido conservar muchos de los libros de la biblioteca de mis padres, que fueron en gran parte mis lecturas de infancia. Claro que si a los míos tuviera que sumar los de ellos, esto ya sería imposible...

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  14. Si no lo has leído ya, te recomiendo que leas también un articulo de Monterroso que se titula "Como me deshice de quinientos libros", aunque más o menos dice lo mismo... que al final eso de deshacerse de libros es asunto complicado para los aficionados a la lectura.
    Yo atiendo a varias normas respecto a la compra de libros: una es la de intentar no ir a las librerías si no tengo claro que quiero comprar algún libro (es como los ludópatas que intentan evitar los bingos). Otra norma es, intentar comprar siempre una edición de bolsillo antes que la de tapas duras. Mi economía sufre menos, y además así no acrecento el fetichismo bibliófilo por ejemplares más caros (así además no tengo complejos en subrayarlos o en poner anotaciones en los márgenes)
    Lo de las bibliotecas públicas también es una gran solución que estoy redescubriendo (iba mucho cuando era pequeño y por alguna razón que no sé determinar, dejé de ir, pero por ahorrar espacio en mi casa y dinero, me estoy volviendo a aficionar a esos templos del saber público.

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  15. Vigo, gracias por esta recomendación de Monterroso. Intentaré alquilarla en la biblioteca, para no aumentar la invasión libresca de mis estanterías :)

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