J.R.R. Tolkien |
En momentos como estos en que la actualidad reviste tintes absurdos, en que -emulando a Brecht hace ya tantos años (que parecen, de nuevo, muy pocos)- otra vez hay que luchar por lo que es evidente, inevitablemente mi atención se ve atraída por situaciones igualmente contrarias a toda lógica. Ejemplos no faltan, aunque el que traigo a colación hoy es ya añejo. Pero no por ello menos absurdo. Mantener la propia dignidad -si nos dejan-, eso es lo importante. Como lo hizo el insigne filólogo y profesor de Oxford J.R. R. Tolkien cuando en 1938, poco después de la publicación de El hobbit, su editor inició negociaciones con la editorial alemana Rütten & Loening para su traducción. Hay que advertir que dicha editorial -que, por cierto, contaba entre uno de sus bestsellers con el famoso libro infantil Der Struwwelpeter (Pedro Melenas)-, un par de años antes había pasado en virtud de las leyes antisemitas de manos de sus propietarios a las de otro editor, Albert Hachefeld, ese sí con impecables credenciales arias. Cumpliendo con lo requerido por las leyes de Núremberg (esas mismas que pretendían proteger la "sangre alemana" y el "honor alemán", ya se vió con qué éxito), previamente a la publicación los editores alemanes remitieron una carta al editor de Tolkien, Stanley Unwin, pidiéndole que aportase pruebas de la ascendencia aria del autor. Este a su vez trasladó el requerimiento a Tolkien quien, furioso, redactó dos cartas de respuesta, una más diplómatica y otra más dura, que es la que reproducimos a continuación*. Se ignora cuál de las dos optaron por enviar. Lo que sí se sabe es que la pretendida traducción quedó en nada, puesto que El hobbit no saldría en versión germana hasta pasada la Segunda Guerra Mundial.
20 Northmoor Road, Oxford
Dear Sirs,
Thank you for your letter. I regret that I am not clear as to what you intend by arisch. I am not of Aryan extraction: that is Indo-Iranian; as far as I am aware none of my ancestors spoke Hindustani, Persian, Gypsy, or any related dialects. But if I am to understand that you are enquiring whether I am of Jewish origin, I can only reply that I regret that I appear to have no ancestors of that gifted people. My great-great-grandfather came to England in the eighteenth century from Germany: the main part of my descent is therefore purely English, and I am an English subject — which should be sufficient. I have been accustomed, nonetheless, to regard my German name with pride, and continued to do so throughout the period of the late regrettable war, in which I served in the English army. I cannot, however, forbear to comment that if impertinent and irrelevant inquiries of this sort are to become the rule in matters of literature, then the time is not far distant when a German name will no longer be a source of pride.
Your enquiry is doubtless made in order to comply with the laws of your own country, but that this should be held to apply to the subjects of another state would be improper, even if it had (as it has not) any bearing whatsoever on the merits of my work or its sustainability for publication, of which you appear to have satisfied yourselves without reference to my Abstammung.
I trust you will find this reply satisfactory, and
remain yours faithfully,
J. R. R. Tolkien
[25 de julio 1938
20 Northmoor Road, Oxford
Estimados señores,
Gracias por su carta. Lamento decir que no me queda claro a qué se refiere lo de arisch. No soy de extracción aria: es decir, indo-iraní; hasta donde yo sé, ninguno de mis antepasados hablaba indostaní, persa, romaní ni ninguno de los dialectos relacionados. Pero si lo que debo entender es que me preguntan si soy de ascendencia judía, sólo puedo contestarles que para mi pesar al parecer no tengo ascedencia de ese pueblo tan dotado. Mi tatarabuelo vino a Inglaterra desde Alemania en el siglo XVIII: por ello, la mayor parte de mi ascendencia es puramente inglesa y soy súbdito inglés, lo que debería resultar suficiente. No obstante, he tenido a gala llevar con orgullo mi nombre alemán, algo que hice incluso durante la lamentable última guerra, durante la cual serví en el ejército inglés. Sin embargo, no puedo por menos de observar que si preguntas irrelevantes e impertinentes de este tipo han de convertirse en la norma por lo que respecta a los asuntos literarios, no queda muy lejos el momento en que un nombre alemán dejará de ser fuente de orgullo.
Sin duda han realizado ustedes esta averiguación en cumplimiento de las leyes de su país, pero resulta impropio que las mismas se apliquen a ciudadanos de otros estados, incluso si tuviese (que no tiene) alguna relación con los méritos de mi obra o su adecuación a ser publicada, aspectos que al parecer les han convencido sin necesidad de remitirse a mi Abstammung.
Confíando en que encuentren esta respuesta satisfactoria
les saluda atentamente,
J.R.R. Tolkien]
*La carta procede de la interesante web Letters of Note, dedicada a preservar cartas y notas de escritores y artistas.
Edición alemana de 1957 (Paulus Verlag). Claramente, pensada como libro infantil, empezando por el título: "El pequeño hobbit y el gran mago" |
Ah, me acabas de dar un motivo para encarar el día y la semana con un poquitín más de esperanza en la dignidad de esto que llamamos "ser humano".
ResponderEliminarDios mío, que engendro de portada (la alemana). Parece diseñada para evitar que se venda un solo ejemplar del libro.
Saludos.
Hola, precisamente me estoy leyendo HHhH, de Laurent Binet, sobre el asesinato de Heydrich, el jefe de la Gestapo, y no importa las veces que hayamos leído, visto o escuchado sobre las atrocidades cometidas por los nazis. Siempre, siempre, resultan espeluznantes. El caso de Tolkien es un pequeño botón de muestra, que ojalá hubiera quedado ahí. Saludos. Sonia.
ResponderEliminarFantástica respuesta. Y como bien dices y citas, parece mentira tengamos que hacer, de nuevo, eso de luchar por lo que es obvio. Por suerte, lees cosas así y ves que no todo está perdido.
ResponderEliminarUna respuesta a la altura de un hombre firme en sus convicciones humanas y repleto de sabiduría (aquí se demuestra plenamente el poder de las palabras).
ResponderEliminarSaludos.
Genial la respuesta. He ahí la diferencia entre el saber y el dejarse llevar por una idea única sin pensar.
ResponderEliminarOscar, la portada tiene una estética típica de las ediciones alemanas de esa época. Evidentemente, no tiene nada que ver con el libro (o con la idea que se lleva un lector de ese libro), sino con lo que el editor pensaba que le gustaría al público infantil al que él pensaba que se dirigía.
ResponderEliminarSonia, he oído comentar ese libro, lo último en un estupendo artículo de Jacinto Antón (como todos los suyos). Tendré que apuntarlo en mi lista.
Nit, sí, en estos momentos reconforta ver que siempre hubo gente que plantó cara al absurdo con dignidad.
Carlos & Cristina, yo creo que el tono de la misiva es perfecto: no insulta, no agrede, pero se ríe sutilmente de su ignorancia y afirma sus convicciones. Hay muchos que deberían aprender de él.
Magnífica contestación, que muestra una vez más el carácter y la categoría de TOLKIEN, de quien soy ferviente admirador (desde hace unas semanas estoy releyendo –o mejor, “audioleyendo”- THE LORD OF THE RINGS, así en v.o.: una joya. Ayer me quedé llegando a las puertas de Moria …).
ResponderEliminarxG
xGaztelu, no he conseguido hacerme adicta de los audiolibros, aunque la verdad es que mencantga que me lean en voz alta. ¿Quién lee tu versión de TLOTR?
EliminarPequeño pero gran alegato contra el nazismo. La carta de Tolkien nos reconcilia con la humanidad. Saludos
ResponderEliminarAhí se ve la categoría moral de un gran escritor (y un gran profesor). Conocía la carta por una nota del libro "El plan maestro", de Heather Pringle, sobre las paranoias arqueológicas de Himmler y su Ahnenerbe -muy recomendable para desmontar estupideces pseudocientíficas nazis.
ResponderEliminarPilar, muy cierto.
ResponderEliminarRicardo, no he leído ese libro, pero me troncho de risa cada vez que alguien menciona la famosa expedición de Himmler a Montserrat en busca del Santo Grial. ¡Vaya chalados! Lo malo es que eran muy dañinos.
Me ha encantado la carta, Elena. Bien por Tolkien!!!
ResponderEliminarEl libro es buenísmo y está lleno de chaladuras. Lo de Otto Rahn y la búsqueda del Grial es casi tan divertido como la expedición de Schäfer al Tíbet, en busca del parentesco de los arios nazis con los lugareños, a ver si podían así afiliar al Yeti al partido.
ResponderEliminares una tonteria decir que los alemanes son arios, los arios son indoeuropeos, pero de la india e iran.
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