John F. Peto

John F. Peto
Cuadro de John F. Peto (detalle)

viernes, 13 de julio de 2012

LONDRES: VIDA SUBTERRÁNEA

El diagrama del metro de Londres, diseñado por Harry Beck en 1933,
se ha convertido en un clásico y en un símbolo de la ciudad
Dentro de muy pocos días, todas las miradas estarán posadas en la capital británica, y en los atletas que correrán, saltarán y nadarán en su superficie. Más allá del atracón olímpico que nos espera -o, mejor dicho, por debajo de él- he preferido volver la mirada a ese otro Londres oculto a los ojos, pero que no sólo está ahí, sino que es esencial para que el otro, el visible, funcione. Me refiero, claro está, al Londres subterráneo. Peter Ackroyd, que con su monumental Londres. Una biografía  ya demostró ser un perfecto conocedor de esa ciudad, es el mejor guía para adentrarnos en sus oscuras galerías, en su Londres bajo tierra. A diferencia de su biografía londinense, un grueso volumen de esos que conviene tener en la mesilla de noche para ir leyendo de forma pausada, este Londres de los subterráneos y las galerías es un libro breve, que se lee de un tirón, entre la fascinación y algún estremecimiento (¡esas ratas enormes que, enloquecidas por los ultrasonidos se estampan contra las paredes!) y que abre un mundo de posibilidades insospechadas: resulta que es posible hacer una travesía en barco por alguno de esos canales sumergidos; también cruzar el Támesis por debajo, a pie, por uno de los más de veinte túneles que lo atraviesan, aunque la mayoría esté clausurada o en desuso. Si el Támesis fluye por su superficie, bajo Londres fluyen nada menos que trece ríos enterrados.
El subsuelo londinense no sólo alberga las lógicas y necesarias conducciones de alcantarillado, gas, electricidad o telefonía -todas ellas vastísimas, a la par de la ciudad a la que sirven-, sino que en él tienen cabida otros túneles más misteriosos, como la compleja red que se rumorea pertenece al gobierno y se utiliza para albergar secretos departamentos, o el sistema de túneles que un tal William Lyttle -apodado por la prensa "el hombre topo"- excavó bajo su propiedad en Hackney con propósitos nunca desvelados y cuya existencia sólo se descubrió en 2000 gracias a un accidente.  Y es que ese vasto subsuelo no ha sido cartografiado por completo, de modo que podríamos decir que, al menos en parte, constituye aún un terreno inexplorado.

El templo romano de Mitra, que salió a la luz en 1954.
(Foto Museum of London)
Naturalmente, como cualquier ciudad que tiene una larga historia, las excavaciones a menudo descubren tesoros del pasado, restos de la ciudad y de su habitantes de hace varios siglos, sobre los que se asienta la urbe actual. Capa sobre capa. También sobre esto nos habla Ackroyd, para dedicarle a continuación un par de capítulos al metro de Londres, el más antiguo del mundo (1863), por el que podrían haber transitado personajes como Dickens o Charles Darwin. De algún modo, cuesta imaginarse a ninguno de ellos comprando un billete y adentrándose en las malolientes profundidades (por aquel entonces, los trenes eran a vapor y la atmósfera, bastante irrespirable).
Y, si los tesoros suelen esconderse o enterrarse, ¿qué mejor lugar para el oro del Banco de Inglaterra que el subsuelo de la ciudad? Del Banco sale una red de pasadizos subterráneos que discurren por debajo de las calles de la City, donde se amontonan miles de lingotes de oro. El segundo mayor tesoro del mundo (supongo que después del de Forth Worth, aunque el autor no nos lo indique).
Hasta aquí, una muestra de la infinidad de datos interesantes o curiosos que expone Ackroyd, a los que hay que añadir -siendo británicos, es casi inevitable- algunos fantasmas y alguna incursión en la literatura. ¡Ah, y Jack el Destripador (que, quién sabe, quizás utilizó el metro para llegar al escenario de sus crímenes)! Confieso que a mí las retransmisiones olímpicas suelen provocarme un tedio espantoso. Les garantizo que eso no ocurrirá si deciden sustituirlas por este libro. Pocas páginas, pero muy bien aprovechadas.
[Por cierto, para los muy londonófilos, acaba de salir un estuche que reúne ambas obras londinenses de Ackroyd.]

13 comentarios:

  1. La bibliotecaria y un servidor somos dos de esos "londonófilos"; así que nos lo apuntamos. La última vez que estuvimos por allí me compró uno muy divertido de Chistopher Winn titulado "I never knew that about London" (que me gusta traducir como "Ah, no sabía eso de Londres").
    Ciudades subterráneas... hum... gran tema.

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    1. La idea de que en todas las grandes ciudades hay un mundo subterráneo que es casi tan grande (y mucho más desconocido) que el que vemos resulta de lo más sugerente. En las ciudades con un pasado muy rico, como Roma, es aún más atractivo: caminamos siempre por encima de siglos de historia, que duermen bajo nuestros pies... Sólo tengo que recordar ese pasaje de la "Roma " de Fellini donde descubren unas prodigiosas pinturas, que automáticamente se borran al contacto con el aire, para que se me encienda la imaginación.

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  2. Muy interesante. Lo del Banco me ha recordado a Harry Potter, supongo que Rowlings se inspiraría en ello. ¡Entre el Támesis y los 13 ríos se explica que se llene la superficie de niebla! (claro que a algún lado tendría que ir a parar toda la lluvia).
    Espero que disfrutases de tus vacaciones pirenaicas.

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    1. La idea de tanta agua por debajo de la ciudad resulta inquietante. De hecho, Ackroyd ya dice que diariamente hay que bombear no sé cuántos miles de litros para evitar que, poco a poco, todo ese agua engulla la ciudad.

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  3. Desde que lei este libro creo que no volveré a mirar Londres exactamente con los mismos ojos cuando vuelva por allí. Enterarme de que en calles tan concurridas y por las que tanto he paseado como Haymarket o Whitehall puede uno enlazar directamente a otra ciudad desconocida que empieza ahi, detrás de una pequeña puerta de chapa... o debajo d ela estatua de Boadicea. Me dio mucho que pensar de lo poco que a veces sabemos de esa otra ciudad que se esconde debajo y sin la que la de arriba no podría funcionar igual.
    Saludos

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  4. Muy inquietantes esos miles de pasadizos subterráneos. Me impactó también la enorme plaza subterránea que se abre debajo de Picadilly Circus, un poco como el reflejo (oscuro, ignorado y desierto) de la populosa plaza de la superficie. A partir de ahora, no podré pisarla sin pensar en ello.

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  5. Estoy acabando Londres y este volumen ya está esperando. Como este año no hay viaje a Londres he decidido viajar con Ackroyd...¡y qué bien lo estoy pasando! Ahora, tras leer tus comentarios, no sé si voy a poder esperar a acabar el super tocho...;D

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    1. En este complicado año olímpico, mejor ver Londres desde el sillón... Eso sí, el Londres bajo tierra te lo leerás en un suspiro, comparado con el otro.

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  6. Los he visto!! Juntos!! Y también hace años, me encontré con el de Londres, en una feria del libro antiguo.
    La verdad es que tengo ganas de leerlos...o por lo menos de irles echando un ojo de cuando en cuando.
    Gracias por la recomendación.
    He visto a un Jack el Destripador llegando en metro...

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    1. En un libro sobre Londres no podía faltar Jack. Pensar que es posible que tomase el metro le da aún más morbo al asunto...

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  7. Muy interesante sugerencia. El tema de las ciudades subterráneas resulta siempre me ha interesado ya que la historia se construye a través de capas. Da miedo pensar los tesoros que se ecsonden debajo de nuestras mismas narices. Ya había visto el pack, y como el de Londres lleva tiempo en mi lista me lo apunto. Saludos.

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  8. Me apetece muchísimo. Lei en mayo "En casa" de Bryson y hablaba de algunas cosas de Londres...lo apunto.

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  9. Supongo, compa Elena, que una ciudad sin subterráneos es como una ciudad sin misterios; o sea, nada, un puro aburrimiento. Eso sí, a mí no me pidas que haga 'abstinencia olímpica': tengo prevista darme una 'pechá' de las de órdago. Así se retoma después la lectura con más ganas...

    Un abrazo y buena tarde.

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