John F. Peto

John F. Peto
Cuadro de John F. Peto (detalle)

lunes, 23 de julio de 2012

UNA BIBLIOTECA SAQUEADA

Allí donde haya valiosos volúmenes, seguro que acecha un ladrón de libros. Al fin y al cabo, los libros suelen ser más fáciles de sustraer que otras obras de arte: menos vigilados que los cuadros, por regla general, y mucho menos que las joyas, pueden sin embargo alcanzar un valor considerable, si uno sabe a quién vendérselos. Al contrario que los ladrones de bancos, que suelen actuar en grupo y de manera organizada, los ladrones de libros actúan comúnmente en solitario. De ahí que resulte tan notable el caso recientemente destapado en Nápoles (¿dónde sino?), en que una biblioteca fue saqueada por su propio director, con la connivencia de algunas altas autoridades. Y hay más. Pasen y vean.

La hermosa Biblioteca dei Girolamini, Nápoles

La Biblioteca dei Girolamini es la más antigua de Nápoles. Anexa al monasterio del mismo nombre, perteneciente a los padres oratorianos, y abierta al público ya en 1586, alberga -al menos, hasta el reciente saqueo- una riquísima colección de obras raras de los siglos XV y XVI, amén de una notable colección de manuscritos musicales y todas las primeras ediciones de la obras de Giambattista Vico, que fue quien asesoró a los monjes en la adquisición de parte de los títulos más valiosos y a quien está dedicada una sala de lectura de dicha biblioteca. No sólo sus fondos son valiosísimos, sino que también el edificio es un monumento de la arquitectura barroca. A raíz del terremoto de 1980, la biblioteca sufrió algunos daños e inició un lamentable declive, que obligó a cerrarla al público. Recientemente, fue nombrado un nuevo director, Marino Massimo de Caro, nombramiento que suscitó cierta perplejidad en círculos entendidos. Su misión, se suponía, era llevar a cabo las reformas necesarias para que la biblioteca, remozada y modernizada, pudiera de nuevo ser utilizada por los lectores. Sin embargo, las crecientes sospechas de que en lugar de cumplir con ella estaba dedicándose a realizar un verdadero saqueo culminó el pasado mes de abril con un registro sorpresa por parte de los carabinieri, que pudieron constatar no sólo el estado caótico en que se hallaban los fondos, sino la ausencia de más de 1.500 -y me temo que el recuento no está completo-  de los libros más valiosos. Ulteriores investigaciones les condujeron a un almacén cerca de Verona, perteneciente a De Caro, donde en efecto hallaron un par de cientos de los libros sustraídos. Algunos otros, se ha podido comprobar, han acabado en casas de subastas extranjeras. Las pistas llevaron también a la policía hasta el despacho romano de un senador, Marcello dell'Utri, que no pudo ser registrado, debido a la condición parlamentaria de éste. Por su parte, el conservador de la biblioteca, el padre Sandro Marzano, se empeñaba en achacarlo todo a robos ocurridos en años anteriores (que, curiosamente, no habían sido denunciados). Todo hace pensar que detrás de este saqueo hay algo más que un simple afán de enriquecimiento del director. Los ladrones de libros, por lo visto, no siempre actúan solos. Aunque, sabiendo cómo funcionan la política y la justicia italianas, lo más probable es que nunca se saque el agua clara. Confiemos -sé que es mucho confiar- en que algún día esa hermosa biblioteca pueda recobrar su esplendor y retomar las funciones para las que fue creada.


7 comentarios:

  1. La codicia, compa Elena, no respeta nada, tanto da si son libros, cuadros, joyas u objetos que sirven a alguien para cubrir necesidades vitales básicas. Por robar, se roba hasta dinero, ya ves... Espero que a este fulano, al menos, una vez convenientemente depuradas sus responsabilidades, le caiga lo que le corresponde.

    Un abrazo y buena semana.

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    1. Manuel, a este fulano me temo que no le pasará absolutamente nada, porque está bien arropado y cuenta con influencias. Así van las cosas...y no sólo en Italia.

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  2. Yo he robado libros, y no me arrepiento de ello =)

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    1. ¿Por qué robar libros ha de ser diferente de robar bancos o joyas? ¿Quizás quieres decir que si robases cualquier otra cosa tampoco te arrepentirías? Cada cual tiene su ética (o ausencia de ella), desde luego.

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  3. Hay obras que son insustituibles, unas por su antigüedad, otras por su contenido, y otras por su valor, no sólo económico, sino también sentimental. Por eso robar un libro, por cutre que sea su aspecto, es siempre un crimen. No así pedirlo prestado, o dejar que sea su legítimo propietario el que se ofrezca a regalarlo. Compartir un libro del que se ha disfrutado es una gran muestra de aprecio.

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  4. Robar es robar, y tiene pocos matices: adueñarse de lo que no le pertenece a uno. Y el hecho de que sea un bien cultural no exculpa a nadie. El que roba un libro (incluso en internet) es un ladrón y un sinvergüenza, como el que roba películas, música, cuadros, códices calixtinos, cuadros de Munch o victorias de Samotracia. Un robaperas siempre será un robaperas.

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  5. Yo recuerdo que en mis años de adolescencia, algunos de mis amigos también se ufanaban de robar libros, como si fuera un acto digno de encomio. "Fíjate qué culto soy, robo libros". Yo solía decirme que prefería ser el tonto del grupo antes que robar. Ahora reconozco que me equivocaba, y que el tonto no era yo.
    Lo curioso es que estos chorizos también se indignan cuando un político roba. En mis clases me encuentro con algunos adultos y padres de familia que justifican el robo, siempre que sea a "grandes empresas". Cuántos escrúpulos pueden llegar a tener los chorizos.
    Y en cuanto a la biblioteca de Nápoles, qué pena. Les voy a recomendar a Mariano el recuperador de códices.
    Un saludo.

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