En su ensayo "Por qué leer los clásicos", publicado póstumamente en 1991 junto con otros textos, Italo Calvino recogía una serie de razones que en su opinión avalan la vigencia de esas obras que se conocen como "clásicos" y hacen recomendable su lectura. Todo lo que en él dice resulta de lo más pertinente, expuesto además con una claridad que lo hace accesible a todo el mundo. No voy por tanto a detenerme en comentarlo, porque no hay nada mejor que leerlo directamente. Sin embargo, releyendo este texto -convertido a su vez en un clásico y, por ello digno de ser leído en más de una ocasión- me ha llamado la atención un aspecto al que anteriormente no había dado mucha importancia. Se trata de lo siguiente: la lectura de un clásico, a la que usualmente accedemos lastrados por un bagaje previo de expectativas debidas a lo que sabemos sobre la obra y su autor, sobre su influencia en obras posteriores, a lo que otros nos han contado acerca de ella, debería ser siempre una sopresa. El propio Calvino cita el ejemplo de Michel Butor quien, siendo profesor en una universidad americana se hartó un día de oír hablar del ciclo de los Rougon-Macquart de Zola y se empeñó en leerlo entero. Descubrió entonces que era totalmente distinto de lo que creía y dedicó incluso un ensayo a describir el fabuloso árbol genealógico en torno al que se estructura la obra. Me ha recordado esta anécdota la de un conocido mío que, a pesar de ser persona muy culta, a una edad bastante avanzada no había leído nunca el Quijote. Inevitablemente, se había topado con fragmentos, citados aquí y allá, y había leído mucho acerca de ese libro, pero como les ocurre a tantos otros, nunca había sentido el impulso de leerlo, porque creía ya saberlo todo sobre él. Cuando por fin, en un momento en que disponía del tiempo y la serenidad necesarias, emprendió la lectura, quedó atónito: resultó que ese libro, que siempre había mirado con cierto temor reverencial, era sumamente divertido. ¡Que se reía leyéndolo! Por eso dice Calvino, con mucha razón que "no puedo recomendar suficientemente la lectura directa del propio texto, dejando de lado biografías críticas, comentarios e interpretaciones siempre que sea posible. Las escuelas y universidades deberían ayudarnos a entender que ningún libro que habla de otro libro puede decir más que el libro en cuestión. [el subrayado es mío] En lugar de ello, hacen todo lo posible por hacernos pensar lo contrario." Volviendo la vista atrás, puedo recordar yo también una serie de ocasiones en que he tenido una experiencia parecida: el libro que yo creía que era se ha revelado como muy distinto, porque el clásico tiene la facultad de decirnos siempre algo nuevo, fresco e inesperado. Algo que sólo cada lector individual puede desentrañar y que no puede ser sustituido por ningún estudio crítico, por brillante que éste sea.
Propuesta para este final de un tórrido verano: en espera de que lleguen las lluvias, déjese sorprender por un clásico. Ese que tanta pereza le dio siempre empezar, ese que todos sus amigos piensan que ya ha leído. Seguro que será una sorpresa muy grata.
Propuesta para este final de un tórrido verano: en espera de que lleguen las lluvias, déjese sorprender por un clásico. Ese que tanta pereza le dio siempre empezar, ese que todos sus amigos piensan que ya ha leído. Seguro que será una sorpresa muy grata.
Mi clasico del año pasado fue La Regenta..todavia me falta el de este año, pero como bien dices hay que esperar el momento justo, ese en el que te sobrepones a la pereza y a " puff..es que ya se de que va y no me apetece nada".
ResponderEliminarSaludos
Sí, hay que esperar el momento justo. Si te sientes obligado, le quita todo el encanto y dejas de apreciarlo. De ahí que me parezcan tan mal las "lecturas obligatorias". ¿Así cómo se va a aficionar la gente a leer?
EliminarLa Regenta fue el mío de este verano 2012; ahora no me explico cómo pudo estar tanto tiempo esperando su momento... Todavía estoy fascinada por la sofocante sociedad vetustense; no regresé de ese fascinante viaje en el espacio y en el tiempo. Ya en el plano lingüístico, qué me decís de la riqueza de su vocabulario? Cuántas palabras bonitas aprendí con esta obra!
Eliminary me gusta la cita de Lewis...
ResponderEliminarPero en muchas ocasiones los clásicos no se entienden ni se comprenden bien sin la "ayuda" de los estudios críticos, Elena. Seguramente las universidades y la erudición han cometido muchos errores, y merecen ser censurados por ello, pero en mi opinión son imprescindibles: leer el 'Quijote' sin más, y leerlo en la edición de F. Rico, por ejemplo, equivale a viajar en un seat 850 frente al pasmo de ir en un Ferrari. En el 850 puedes disfrutar, pero en el Ferrari alucinas.
ResponderEliminarEs cierto que las ediciones críticas pueden ser utilísimas e iluminar aspectos que un lector común ni hubiera sospechado. Pero creo que son mejores para una relectura, no para el primer contacto con la obra, que idealmente debería ser esa sorpresa deliciosa de la que habla Calvino: el lector solo frente al texto desnudo, de tú a tú.
EliminarNo sé... tendrás razón, supongo. Lo único que puedo decir es que, personalmente, no tuve la impresión de haber leído y comprendido bien a Dante, a Petrarca, a Fray Luis o a Cervantes hasta que no los leí en ediciones que me ayudaron a entenderlos. No disponía del bagaje cultural, lingüístico y literario para enfrentarme a ellos "de tú a tú", y por eso necesité ayuda de editores y anotadores. Pero, bueno, cada uno...
EliminarTotalmente de acuerdo con eso de que un clásico es un libro que aún no ha acabado de decir todo lo que tiene que decir. Para mí Jane Eyre es así, por ejemplo.
ResponderEliminarY sí, en algunos casos, entiendo que sea necesaria un poco de ayuda externa, pero un libro tiene que hablarte a ti por quién eres tú. Otra cosa es que puedas indagar más, claro.
Hace unos días en el intermdio de un Prom hablaban del poema Sordello de Robert Browning. Por lo visto es lo más de lo más, buenísimo, etc. Pero no hay quien lo entienda...
Estamos de acuerdo, Cristina, el clásico ha de hablarte a ti directamente, sin intermediarios,como si fueses el primer y único lector. Que luego quieres saber más, pues estupendo. Lo lógico es que si te ha gustado quieras saberlo todo sobre él y ahí entrarían los estudios, notas, introducciones, etc.
EliminarPues a ver qué me dice Proust mientras espero que las lluvias no tarden.
ResponderEliminarCon padres lingüistas los clásicos pululaban por la casa a sus anchas. Es posible que las versiones comentadas sean excelentes, pero no para una niña de 8 años en su primera incursión en el Quijote (en 16 tomos, con más notas a pie de página que texto en sí). Tengo el Kindle lleno de clásicos, que por otro lado encuentro en la biblioteca paterna, pero de este modo abultan menos (prefiero el libro en papel, pero tengo problemas de espacio e Internet ofrece muchos títulos de forma libre y legal).
ResponderEliminarCoincido con Moli. Me encanta la cita: leer es un vicio. Por eso mismo estoy de acuerdo contigo en que las lecturas obligadas no contribuyen a fomentar el hábito.
Coincido en cómo me divertí con el Quijote, libro que mi madre aborrece por la dichosa obligación de leerlo en la escuela.
ResponderEliminar¿Por qué leer los clásicos? Porque ellos, más que cualquier otro libro, nos pueden salvar. La tristeza de ver a mi padre morirse lentamente se mezcla en mi recuerdo con la inolvidable lectura de Guerra y Paz.
Yo ahora mismo estoy leyendo los Anales, de Tácito. Más clásico, imposible.
Gran lectura, Tácito. ¡Que la disfrutes!
EliminarEstoy muy de acuerdo contigo porque estoy totalmente de acuerdo con las propuestas de Calvino, un texto que es un verdadero clásico. Yo no desprecio las ediciones críticas porque, en general, me han ayudado a vislumbrar los detalles que mi ignorancia dejaba pasar. Aunque estoy de acuerdo con Calvino que lo importante es el texto original y no la interpretación, pues a veces parece dársele más valor a esta última. Pasa igual con la música clásica, donde a veces tiene más valor la interpretación de un artista que la obra en sí (Karajan por encima de Beethoven ni hablar).
ResponderEliminarUn saludo.
Espero no haber dao la snsación de que desprecio las ediciones críticas. Al contrario, me parecen muy necesarias, y algunas de ellas me han enseñado muchísimo. Pero leer debe ser un placer, no una obligación. Siempre, siempre, hay que ir a las fuentes, no a los que las interpretaron luego, porque sólo en el original está realmente lo que el autor quiso decir.
Eliminarsuscribo todo lo que dice Calvino en ese artículo. En cuanto a sorpresas la que me llevé cuando leí Frankenstein; la fuente "directa" no tenía nada que ver con lo que yo pensaba.
ResponderEliminarEs que el "Frankenstein" original tiene poco que ver con las adaptaciones que luego se han hecho, cada una más alejada de su fuente que la anterior. Es una novela maravillosa.
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