John F. Peto

John F. Peto
Cuadro de John F. Peto (detalle)

martes, 22 de junio de 2010

UN BUEN TÍTULO

Un buen título no hace bueno un libro malo, pero sí ayuda a que destaque. Después, el lector decide. Igual que un mal título no hace malo un libro bueno, pero puede restarle brillo. Respecto a qué constituye un buen título, no faltan teorías, pero no tiene mérito decirlo a toro pasado. Porque es sabido que los editores de Salinger no estuvieron demasiado felices con un título como The Catcher in the Rye (su traducción española, El guardián entre el centeno, resulta aún más incomprensible), pero me imagino que no sería fácil convencer a alguien como Salinger de que lo cambiase. Parece que la posteridad le ha dado la razón a él. Claro que también hay infinidad de anécdotas sobre cuáles fueron los primeros títulos propuestos para obras relevantes de la historia de la literatura que nos hacen suspirar aliviados de que alguien -el autor, su editor o un amigo- decidiera cambiarlo. Ahí van unas cuantas:
  • Guerra y paz: Tolstoi la tituló primero 1805, y así apareció inicialmente en una revista.
  • Umberto Eco quería llamar a su novela El nombre de la rosa La abadía del crimen, pero desistió porque le pareció que ponía excesivo énfasis en la trama policiaca.
  • La versión inicial de Lo que el viento se llevó pasó por varios títulos bastantes desafortunados, entre ellos Pansy, Tomorrow is Another Day y Bah, Bah, Black Sheep! (A pesar de lo dicho antes, me temo que con este título no hubiera llegado muy lejos.)
  • Juan José Millás asegura que el título de El desorden de tu nombre se lo ganó a las cartas a un amigo suyo, que tenía el título, pero no tenía novela, mientras que él tenía la novela, pero le faltaba un título.
  • Hitler le puso a su tristemente célebre Mein Kampf el largo y pomposo título de Cuatro años y medio de lucha contra las mentiras, la estupidez y la cobardía, pero su colaborador Max Amman lo convenció para que lo dejara en el título que todos conocemos. Una lástima, porque el primer título da una idea mucho más clara de cuál es la postura de su autor ante el mundo. Por no mencionar lo estúpido (se me perdonará que emplee su misma terminología) que resulta lo de insistir en que son cuatro años "y medio". ¿Afán de precisión germánica?

7 comentarios:

  1. Que buen post. Esta claro que un titulo malo te echa para atrás a la hora de comprar un libro, sobre todo al principio de la etapa lectora. A mi me llaman mucho la atención los títulos de novela negra, los hay para echar a correr Jajaja
    Saludos!

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  2. Sí, desde luego, hay algunos títulos increíbles. En los USA existe incluso una competición para el "peor título del año" y te aseguro que salen verdaderas joyas. Prometo hacer un post sobre esto próximamente.

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  3. También hay cambios de título por voluntad popular, me refiero a por ejemplo a que la titulada Tragicomedia de Calisto y Melibea al final se ha acabado titulando La Celestina.

    Aunque hay otro suceso todavía mucho más cómico a modo de anécdotas, que toca el asunto de los títulos y son las equivocaciones y desencuentros que se producen entre el clientes y libreros; estaba el libro "Soldados de cerca de un tal Salamina" que aunque al final ya te parecía repetitivo en el tipo de anécotas, si que al menos te echas unas cuantas risas.
    Son anécdotas del tipo: -¿Tienen "Las piernas abiertas de América Latina"?
    (encuéntrese por el libro de Galeano ;D)

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  4. Vigo, ja,ja! Las anécdotas de libreros son todo en género en sí mismas.

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  5. Instructivo el post.
    Cómo entiendo a Juan José Millás.
    Y encima él tenía la novela terminada y sabe jugar a las cartas.

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    1. Bienvenido al blog, Manel. Confío en verte de vez en cuando por aquí.

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