Página del "Literaturkalender 2011" que publica la editorial Aufbau en Alemania |
Pasados los fastos navideños, nos encaminamos a toda prisa al final de este año e inicio del Año Nuevo. Quien más, quien menos, todo el mundo estrena en estas fechas nuevo calendario o agenda. Buen momento, pues, para reflexionar un poco en torno a estos útiles y popularísimos inventos. Primitivamente, la medición del tiempo, ligada a los fenómenos astronómicos, era fundamental ante todo para los trabajos del campo y para la navegación. Los primeros calendarios datan de la era babilónica y eran tablas astronómicas. En el siglo XV, con la invención de la imprenta, empezaron a difundirse los almanaques, o sea, calendarios que incorporaban informaciones diversas como previsiones meteorológicas, noticias, datos sobre precios del ganado o de los productos del campo, refranes y anécdotas. Este tipo de publicaciones se hicieron muy populares en toda Europa y encontramos ejemplos de ellos en todos los países. En Francia e Inglaterra, en vista de que eran un negocio de lo más rentable, pasaron a ser monopolio real, que sólo podían publicar los impresores autorizados a ello. En España tenemos un caso muy especial en los almanaques de Diego de Torres Villarroel (1694-1770). Este personaje singularísimo, que ejerció mil oficios, que fue escritor, poeta, catedrático de matemáticas y también -al final de su vida- sacerdote, un especialista en astrología y ocultismo que odiaba la superstición, que conoció tanto la fama como el destierro, se hizo famoso en un principio por sus Almanaques, que publicó bajo el seudónimo de "El gran Piscator de Salamanca". Acierto o casualidad, en 1724 predijo la muerte del rey Luis I para aquel año "en el rigor del verano". El joven murió, efectivamente, un 31 de agosto, lo que hizo que en adelante los pronósticos de Torres Villarroel se considerasen totalmente fiables y le dio fama de adivino..
En vista de la gran demanda, puesto que muy a menudo constituían la única lectura a la que tenía acceso una gran parte de la población, los almanaques se fueron especializando: surgieron así almanaques para navegantes, almanaques de la vida rural, almanaques artísticos, almanaques del misionero e incluso un Almanaque del espiritismo. Alcanzaron su mayor difusión en el siglo XIX, momento en que los textos que incluían fueron alargándose cada vez más, hasta el punto de que muchos se convirtieron en verdaderas revistas. Aún hoy subsisten publicaciones periódicas con este nombre. Y el concepto también se ha utilizado en la literatura: Bertolt Brecht, por ejemplo, publicó en 1949 una recopilación de pequeños textos en verso y prosa que tituló Historias de almanaque [Kalendergeschichten]. Los almanaques son asimismo los precedentes de los populares "libros de listas", como el famoso Whitaker's Almanack, que algunos consideran un embrión de lo que luego -mucho más a lo grande y con una enorme flexibilidad- serían sitios de internet como Wikipedia.
Lo que se aprende contigo, Elena!! Sigue así el 2011, el 12, el 13 y todos. ¡¡Feliz año nuevo!!
ResponderEliminarSecundo con puntos, comas y exclamaciones todo lo que dice Samedimanche.
ResponderEliminar¡Muchas gracias a las dos y feliz año!
ResponderEliminarGracias a D... por los almanaques y los libros de listas, ¿qué haríamos sin ellos?
ResponderEliminar¡Feliz Año Elena!
Interesante entrada sobre los Almanaques. Este año una amiga me ha traido un calendario de un viaje a Irlanda. Son escritores, enero empieza con James Joyce.
ResponderEliminarUn abrazo y mis mejores deseos para el 2011, que podamos seguir disfrutando de tus interesantes textos.