Hace dos días, el 14 de diciembre de 2011, murió en París George Whitman a los 98 años, a consecuencia de un derrame cerebral sufrido hace un par de meses. Whitman era el bohemio, original y muy literario (en todos los sentidos) dueño de la librería Shakespeare & Co. de París, de la que ya hemos hablado en alguna otra entrada (y sobre la que podéis encontrar mucha más información en otros blogs). Es una triste pérdida, no por esperada menos sentida. Su hija, confiamos, continuará su labor y París segurá contando con un oasis dedicado a la literatura anglosajona a las orillas del Sena.
Para recordar a tan singular personaje, os dejo el clip de un video producido por Sundance Channel en 2005, Portrait of a Bookshop as an Old Man, donde podréis ver a Whitman en todo su esplendor.
Pues ciertamente, como bien dices, no por esperada es menos dolorosa la noticia. Cuando estuve en verano en París ya parecía inminente. De hecho hoy mismo me he acordado de la librería porque compré cosas de Nemirovsky en francés en Gilbert Jeune el mismo día que fui a Shakespeare & Co y hoy he visto traducida una nueva obra de la autora en editorial Salamandra. Este video documental, que conocí gracias a ti no tiene el más mínimo desperdicio.
ResponderEliminarUn individuo d elo más peculiar, de los que harían falta en más de una librería alrededor de mi domicilio.
Un tipo interesante. Espero que alguien tome el relevo.
ResponderEliminarSí, es una pena. Ojalá la librería siga siendo durante muchos años ese oasis para los escritores que George Whitman quiso siempre que fuese.
ResponderEliminarLeí el otro dia una nota en los obituarios de La Vanguardia por G. Whitman, firmada por el periodista Luís Uría (que tiene blog y normalmente escribe sobre política internacional y asuntos económicos). Pero escribió también esta nota, y me resultó bastante emotiva.
http://luisuria.blogspot.com/2011/12/el-angel-de-los-escritores.html
El video es intrigante: primero rodeado en plan paternal por esas dos jovencitas, con su nariz roja (diría que o está resfriado o le gustaba empinar un poco el codo). Pero ya lo brutal es cuando su cabeza se vuelve en llamas en plan antorcha humana.
ResponderEliminarBueno, ¡una de pasta que se ahorrará en peluqueros! xO
Oscar, si te animas a comprar este último Némirovsky ya me dirás qué tal, yo desconfío un poco, esta autora es bastante irregular y junto a obras magníficas tiene otras que se ve claramente que las hizo para complacer al público del momento y ganarse así unos dineritos.
ResponderEliminarVigo, me temo que la nariz roja de Whitman se debe a su (importante) afición por la bebida: no era de esos tipos que se preocupan por su salud, desde luego. Gracias por el obituario de Luis Uría, que no había leído.
Más Whitmans y menos Urdangarines nos hacen falta...Ahora mismo disfruto imaginando su cielo de libros y botellas.
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