Hay algo muy personal y muy íntimo en los libros que nos gustan. Esos que nos han conmovido, que nos han sorprendido, que nos han hecho reflexionar o madurar. ¿Qué hay pues de extraño en desear compartir esas lecturas con la persona a la que amamos? O, a la inversa, ¿podríamos plantearnos convivir con alguien cuyas lecturas favoritas estuviesen en las antípodas de las nuestras? ¿O con alguien que no leyese en absoluto? Desde este prisma, las afinidades librescas constituirían una base muy válida para seleccionar a una posible pareja. En esta era en que proliferan los servicios de emparejamiento a través de internet, no podía faltar una web que aprovechase este filón: se trata de alikewise, una web de contactos (su lema lo deja muy claro,, "dating by the book") basada en las lecturas de cada cual. Basta con elegir sexo, franja de edad y ámbito geográfico -lo siento, España no figura entre las localizaciones posibles- para dar con una serie de candidatos que comparten alguna de las lecturas que nos interesan. Evidentemente, como con todo lo que circula por la red, es posible mentir como un bellaco y cualquiera puede presumir de amar a Proust sin haberse leído ni una página. Cabe imaginarse la primera cita entre dos personas que ambas han falseado su perfil de lecturas; para esos casos, habría que recomendar la obra de Pierre Bayard, Cómo hablar de los libros que no se han leído. Sólo le he echado un vistazo a esa web, pero me ha dado cierta mala espina ver que las fotos que aparecían eran todas de hombres y mujeres delgados y atractivos, como de anuncio.
En la misma vena, pero mediante un procedimiento más rudimentario y más cercano, leo que una librería de Brooklyn, Word, ha instaurado un servicio de citas que consiste en un tablero de corcho donde los clientes pueden colgar sus preferencias literarias, en la esperanza de pillar así un alma gemela. Mmm, no sé... Me temo que no son los primeros en haber tenido esa idea: la difunta cadena Borders hizo algo parecido hace unos años, con un servicio que llamaron "Happily Ever After". No diré que sea eso lo que haya llevado a la compañía a la quiebra, pero para mí que con un nombre tan cursi estaba destinado al fracaso.
Vaya, no tenía ni idea... pero mira, tiene su miga, antes me emparejaría yo con alguien que coincidiera en los gustos litararios, que por cualquier otra afinidad. Claro que los que presumen de leer sin hacerlo son un peligro... pero me parece que es fácil pillarlos.
ResponderEliminarSíii... la verdad que el nombre era demasiado cursi.
Un abrazo, Elena.
Pues si las lecturas son distintas casi resulta más interesante (es mi opinión, tan solo, o mi experiencia). Bonita foto.
ResponderEliminarYo pensaba que conocería a mi hombre ideal en una librería o en una biblioteca...y no. Es más, mi Santo sólo lee alguna que otra biografía de rockeros muertos, nada que ver con mis refinados gustos. ^-^ Eso si, como punto de partida no me parece mal...
ResponderEliminarPues mentalmente he hecho una estadística (pachanguera, claro) entre mis parejas/matrimonios conocidos. Creo que practicamente ninguno comparte el gusto en general por las misma lecturas. O bien cada uno tiene su gusto diferencial o bien uno lee y otro no. De hecho no es araro que cuando quedamos los librescos charlemos por un lado y los no librescos por otro. Se que eso no funciona en sentido inverso (que haya parejas felices que no leen lo mismo no significa en absoluto que las parejas que leen lo mismo tengan menos posibilidad de ser felices). Imagino que es una forma de enganchar a la gente para que se conozca como otra cualquiera.
ResponderEliminarEl libro de Bayard me pareció curiosísimo. No comulgo con todas sus ideas, pero tiene varias muy interesantes.
PS: Se lo comento (la web que pones) a un amigo y me pregunta "Pero...¿eso que es? ¿un Meetic para cultos?¿para empollones?". Que no se enteran de que los lectores tenemos nuestro corazoncito...
Laura, de entrada, yo pienso también que la coincidencia en gustos literarios puede ser, si no un factor decisivo, sí uno bastante importante a la hora de buscar pareja. Pero luego,cuando comparas con la vida real, ves que la gente suele buscar su complementario, es decir, algo diferente. Y muchos acaban con una pareja cuyos gustos son opuestos en tantísimas cosas.
ResponderEliminarUrzay, coincidir es divertido, reconforta, pero los gustos divergentes estimulan más. En cuanto a la foto, a mí también me gustó. Siento que no sea mía, la saqué de internet (y no sé el autor, de otro modo lo hubiera puesto).
Samedimanche, aunque el sueño adolescente es encontrar una pareja que coincida en todo contigo, luego te das cuenta de que es mejor no coincidir en todo, así hay terreno para el debate y el contraste de opiniones. Que enriquece (a veces demasiado :)) la vida en pareja.
Oscar, me ha divertido esa definición: "un Meetic para empollones". Yo también difiero en muchas cosas del libro de Bayard, pero me parecieron interesantes sus aportaciones.
en mi caso, mi marido y yo leemos cosas muy diferentes y somos muy felices juntos...y no conozco una pareja cuyos gustos sean iguales (que conste que sólo estoy revisando a los que me vienen a la cabeza en este momento, pero de 20 que revisé, ni uno...)
ResponderEliminarmuy interesante entrada ¡gracias!
Ale.
Pues mira, en mi caso, mi pareja leían más bien poco) y sus gustos solían ser bastante diferentes de los mios.¡Pero no creo que fuera ese el motivo de la ruptura!
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