El arte culinario hace su aparición más de una vez en las obras de ficción. Puede tratarse un una simple evocación. como la de la madalena de Proust, de un símbolo de un tipo de vida, como el delicioso bizcocho, todavía caliente y fragante a mantequilla, que come por las mañanas la joven burguesa Cécile Grégoire en Germinal o -versión más elaborada y declaradamente gastronómica- de los platos que cocina Pepe Carvalho en las novelas de Vázquez Montalbán. En todos estos casos, la gastronomía actúa como complemento de la trama, ayuda a definir a un personaje o a redondear la historia. Pero también ocurre que un autor literario o su obra sirven de inspiración para la literatura gastronómica. Es lo que ha hecho, por ejemplo, Mark Crick- fotógrafo y dibujante británico- en Sopa de Kafka, una obra que lleva como subtítulo Un recorrido por la literatura universal en 14 recetas. Este pequeño volumen reúne 14 pastiches literarios que adoptan la forma de receta culinaria. Así, los "Huevos al estragón comentados a la manera de Jane Austen" comienzan así: "Es una verdad por todo el mundo admitida que los huevos que tardan mucho tiempo en consumirse acaban por echarse a perder"; John Steinbeck nos cocina un Risotto de setas ("Allí estaban los boletus, secos, engurruñados, unas láminas retorcidas por la falta de agua, del color de la tierra reseca.", hay que reconocer que parece estar hablando de la tierra agostada del Medio Oeste americano), y los "Filetes de lenguado al estilo de Dieppe" que nos presenta Borges son, más que una receta, un intrincado laberinto de acontecimientos que acaban con alguna que otra muerte. Kafka, por su parte, más que cocinar, intenta hacer frente a unos invitados imprevistos con lo poco que tiene en su frigorífico; unos comensales que no recuerda haber invitado y que -cómo no- resultan de lo más inquietante. Un divertimento literio que, gracias a las múltiples habilidades de su autor, incluye ilustraciones "a la manera de" Andy Warhol, Picasso o Matisse, naturalmente dibujadas por él mismo.
Algo similar se le ha ocurrido a la escritora culinaria Esterelle Payany, en su Les criminels passent à table: 30 recettes vraiment mortelles des méchants de la littérature. Se trata aquí de recetas inspiradas por algunos de los "malos" más fascinantes de la literatura, tanto de los cuentos populares como de las obras clásicas o de autores modernos. Cada capítulo se abre con un fragmento de la obra en que está inspirada e incluye unas bonitas ilustraciones de Jean-François Martin.
La madrastra de Blancanieves cocina unas tentadoras manzanas al caramelo y Long John Silver aprovisiona su barco con galletas de marinero, mientras que el estofado con paprika de Drácula debe cocer durante toda la noche para alcanzar su punto óptimo. ¿Y quién podría resistirse al pollo con limón a la veneciana de Tom Ripley?
Claro que, hablando de Venecia, corro a la librería a hacerme con otro libro de recetas de procedencia literaria, A la mesa con Brunetti: por fin sabré cuál es el secreto de esos prodigiosos guisos con los que Paola Brunetti regala a diario a su familia y de paso nos hace salivar de envidia a sus lectores.
Hola, yo desde el pudding de arroz de Guillermo Brown y los sándwiches de tomate y huevo de Los Cinco, quedé enganchada a la gastronomía en la literatura. Te recomiendo dos libritos que tienen algo que ver con tu entrada: "En deuda con el placer", de John Lanchester, un libro peculiar donde el autor no sólo trata de gastronomía, y uno más obvio, "El perfeccionista en la cocina", de Julian Barnes, en el que el autor habla de sus encuentros y desencuentros cuando se mete a cocinar, ambos de Anagrama. A mí es que además, me encanta cocinar, sobre todo porque me encanta comer.Un saludo. Sonia.
ResponderEliminarSoy estudiante de Creación Literaria y tengo la idea de combinar mi tesis con ensayos y recetas de cocina. Me encantaría encontrar bibliografía sobre el tema. Estas dos sugerencias me sirven mucho. Si tienes más, favor compartirlas
EliminarUn proyecto muy interesante, María. Además de los libros ya citados, el año pasado, creo, Salamandra publicó un divertido libro con las tiras cómicas de Tom Gauld de tema culinario titulado "En la cocina con Kafka". Y siempre está el "Diccionario de cocina" de Alexandre Dumas, claro.
EliminarGracias, Sonia, por estas dos recomendaciones. Conozco el de Julian Barnes, que es usna verdadera delicia (la verdad es que hubiera debido incluirlo en mi entrada, no caí en ello), pero no el de John Lanchester. Lo buscaré. Confieso que a mí no sólo me gusta la gastronomía en literatura, sino que soy una ávida lectora de recetas culinarias; es decir, me leo los libros de recetas de la primera a la última página, como si fuesen una novela, y disfrutando de todas ellas.
ResponderEliminar¡Una receta al estilo Emily Brontê! no quisiera ser un pobre huevo. Me encanta la entrada: combinar la astucia descriptiva de los autores con buenas recetas (todos quieren y necesitan comer)es una excelente manera de cocinar... y pasarla bien. felicidades.
ResponderEliminarBueno, la receta de los huevos está inspirada en Jane Austen, de la que yo me fiaría más culinariamente hablando que de Emily Brontë. La verdad, no sé qué cocinaría Emily, pero yo siempre he tenido la impresión de que la que se ocupaba de estos asuntos domésticos era más bien Charlotte. Es una impresión, claro, pero es que leyendo Cumbres borrascosas uno no se la imagina entre fogones.
ResponderEliminarMe alegra que te haya gustado la entrada.
Excelente combinación, compa Elena, la de gastronomía y literatura (también hace muy buen casamiento el "platerío" con el cine, te lo puedo asegurar...); al fin y al cabo, se trata de la combinación de dos de los más tremendos placeres de que los humanos tenemos ocasión de disfrutar, y, como es lógico en estos casos, sus ondas expansivas no solo no se estorban, sino que, más bien, se refuerzan.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo y buen día.