Quedarse sin trabajo es muy duro, y más en los tiempos que corren. Aparte de la idea de que uno podrá hacer caso omiso del despertador, tiene muy pocos aspectos positivos. Bueno, quizá también el derecho al pataleo. Ya que las cosas van tan mal, permitámonos al menos un desahogo. Eso es lo que parecen haber pensado los ya ex empleados de la cadena de librerías Borders. Haciendo buena esa fantasía -que creo todo el mundo ha albergado en un momento u otro- de darte el gustazo de decir por fin lo que piensas sobre tu trabajo, tus jefes y tus clientes, los empleados de Borders han hecho pública una lista de quejas titulada "Cosas que nunca te dije: Oda a la muerte de una librería". Y es que, mientras que en otros establecimientos el cliente suele ir bastante a tiro hecho -"quiero 200 g de jamón dulce y media docena de salchichas"-, gran parte de los que entran en las librerías tienen una idea muy, muy vaga de lo que buscan.
Sin olvidar a esos clientes que confunden "librería" con "guardería" y permiten que sus retoños corran por ahí sin ningún freno, o el habitual lector que, aparentando hojear una revista de decoración, esconde dentro el último Playboy, el dedo acusador de estos sufridos libreros apunta en general a esos clientes que no saben lo que buscan, pero que no dudan en echarle la culpa al librero si no lo encuentran. Algunas perlas:
"Estuve aquí la semana pasada y vi ese libro justo allí." Eso no quiere decir nada, cambiamos las mesas de exposición cada semana.
Si no sabe cuál es el título, el autor o el género, pero recuerda muy bien el color de la cubierta, nosotros tampoco lo sabemos. No entendemos cómo puede ser culpa nuestra que no seamos capaces de encontrarlo.
La mayor parte de las veces, cuando devuelve un libro lo ha leído antes: y nosotros lo sabemos.
Odiamos cuando un libro se pone de moda porque han hecho una película basada en él.
Nicholas Sparks no es un buen escritor... si a usted le gusta, estupendo, pero los hechos son los hechos
Personalmente, suscribo esta última queja con todo mi corazón.
Nicholas Sparks..es el horror...y cuando consiga poner una libreria seré implacable con esa gente..
ResponderEliminarSaludos.
Molinos
Más allá del tópico (que lo es), lo de la flema británica, compa Elena, parece que no deja de encontrar espacio en cualquier ámbito, incluido éste. Curioso, y, desde lo amargo de la situación de fondo, hasta divertido. La vida, y sus contradicciones. En fin... Un fuerte abrazo y hasta pronto.
ResponderEliminarPues estoy de acuerdo en todo excepto en uno. No creo que cuando devuelven el libro se lo hayan leído. Ojalá que así fuese.
ResponderEliminarPor lo demás, se habrán quedado descansando. La de gente a la que les habrá apetecido decírselo a la cara....
Pues mira, al menos se han podido dar el gustazo. Y confieso mi ignorancia pero no se quien es Nicolas Sparks
ResponderEliminar(también yo odio que se ponga de moda un libro porque han hecho una película. Y más aún, que le cambien la portada precisamente por ese motivo)
Moli, es espantoso, sí. El misterio para mí es que tanta gente piense lo contrario. ¿Seremos nosotros los raros?
ResponderEliminarManuel, se agradece que la gente sea capaz de sacarle punta incluso a las situaciones más desagradables, como es la de quedarse sin trabajo.
Oscar, tú siempre con tu pesismismo respecto a las inquietudes culturales de la gente. No digo que no esté justificado, pero también existen los que tienen ganas de saber más. Los de Borders se habrán quedado satisfechos, sí. Qué alivio, poder decir en voz alta lo que has estado reprimiendo durante tanto tiempo...
Lammermoor, afortunada tú, que no has caído en la trampa de intentar leer ningún libro de Sparks. No te lo recomiendo, desde luego, a menos que tengas un momento masoquista. Por cierto, de los libros de Spakrs se han hecho varias películas. No las he visto, pero casi diría que es forzoso que sean mejores que el libro.
Pues siguiendo el hilo de lo que planteaba Óscar, fui yo el otro día a mi pseudolibrería habitual a buscar un libro que, sí, lo reconozco, esperaba encontrar en un estante y que no estaba. El dueño de la tienda y yo estuvimos buscándolo un rato, y no aparecía. Yo fantaseaba con la idea romántica de que alguien, con muchas ganas de leérselo, se lo hubiera llevado. Eso me habría parecido mucho mejor (a costa del dueño de la tienda, claro) que lo que sucedió al final: el libro estaba agazapado en un rincón. Por cierto, era uno del Asteroide, de Leo Málet. Aquí en mi hermosa tierra, ya me habría extrañado mucho que alguien hubiera sisado un libro. ¿Pa qué? Un saludo. Sonia.
ResponderEliminarSi, si, Elena. Llevas toda la razón, me voy a crear un estereotipo. A veces (muchas veces) me paso de cínico. Este es uno de los casos en que me gustaría estar equivocado y quizá esté exagerando. Es que no me puedo contener.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy bueno!! Reconocer un libro sólo por la cubierta??!!! Muy pocas veces he devuelto un libro, pero cuando lo hice, fue porque ya lo tenía.
ResponderEliminarSaludos!!