- El ladrón por afición. A menudo se justifica diciendo que roba libros porque es demasiado pobre para comprarlos (y las bibliotecas públicas, ¿para qué están?) o recurre al argumento anticapitalista -"los libros son demasiado caros", "las grandes librerías ya dan por hecho el porcentaje de libros que les van a robar"- o incluso contempla el robo de libros como una travesura o un desafío. En este último caso, es frecuente que al ladrón no le importe ni siquiera cuál sea el libro que sustrae, pues la diversión está para él en el hecho de robar, no en lo robado.
- El ladrón bibliómano. Es capaz de llegar a cualquier extremo para conseguir un libro que ambiciona. Un ejemplo de esta categoría es el apodado "Destructor de libros de Knightsbridge", un rico empresario iraní que cortó y robo algunas láminas de valiosas obras de la British y la Bodleian Library para completar sus propios ejemplares de su colección de obras de Oriente Medio.
- El ladrón profesional. Roba libros como podría robar joyas, o un banco, sólo para lucrarse con ello. Sin duda es una especialidad delictiva menos arriesgada que las anteriores, aunque naturalmente requiere un cierto conocimiento para saber qué es lo que vale la pena robar. A esta categoría pertenecía César Gómez, que sustrajo varios valiosos mapas de la Biblioteca Nacional (afortunadamente recuperados), o el famoso John Gilkey, que se hizo con libros por valor de más de cien mil dólares mediante tarjetas de crédito falsas (en su caso, era también ladrón de tarjetas). Hemos de suponer que el o los que sustrajeron hace pocos años más de 300 libros antiguos de la biblioteca del Ministerio de Asuntos Exteriores pertenecían a este gremio también. Que yo sepa, de estos nunca más se supo.
Comentarios, anécdotas y rarezas varias para todo tipo de bibliófagos y bibliómanos
John F. Peto
sábado, 17 de julio de 2010
LADRONES DE LIBROS
Robar libros es una actividad muy antigua y muy extendida, para desespero de libreros y bibliotecarios. Pero no todos los robos ni todos los ladrones son iguales. A grandes rasgos, podríamos distinguir al menos tres categorías de ladrones de libros:
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Interesante entrada. Habrá que estar atentos a la publicación en España del libro de Allison Hoover.
ResponderEliminarEnhorabuena por el blog.
Saludos
Gracias, Carlos. No sé yo si el libro de Allison Hoover tendrá versión española. El panorama editorial aquí anda bastante alicaído...
ResponderEliminarSobre el tema de tu entrada no sé si conoces el libro "El ladrón de libros" de la escritora catalana Nuria Amat publicado en 1988. Lo leí hace algunos años y me gustó mucho.
ResponderEliminarAfortunadamente en estos últimos meses han entrado varias bibliodelicias, que afortunadamente ya están en mi biblioteca, previo pago claro, y de las que estoy disfrutando en mis vacaciones, supongo que las conoces:
Bibliofrenia de Joaquín Rodríguez, Bibliotecas llenas de Fantasmas de Jaques Bonnet y La Librería de Penélope Fitzgerald.
Saludos
Qué buena clasificación.
ResponderEliminary sabes de casualidad cual es ese blog que da seguimiento a las noticias de libros robados? lo tendrás a la mano?
ResponderEliminarGracias.
Ahí tienes uno de esoe blogs, puedes encontrar bastantes noticias sobre robos de libros: http://el-bibliomano.espacioblog.com/post/2005/12/02/mas-libros-robados
ResponderEliminarEn mi casa hay un duende que se roba los libros cuando más los necesito y luego de leerlos, los deja en cualquier lado... Pero creo que esa clasificación la encuentro en el blog de psiquiatría.
ResponderEliminarUn maestro alguna vez me dijo: "no es robo, es expropiación cultural". Cada uno lo define a su manera.
ResponderEliminarEsta misma clasificación, y en términos muy próximos, puede encontrarse en el libro de Miguel Albero, Enfermos del libro. Breviario personal de bibliopatías propias y ajenas (Universidad de Sevilla, 2009). Recomendable y divertida lectura. También creo haberla visto en el libro de Francisco Mendoza, La pasión por los libros, que ya recomienda este blog.
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