Muchos miles de personas viven de los libros: escritores, traductores, editores, libreros, impresores... A otro nivel, los libros proporcionan sustento seguramente a varios cientos de miles más, aunque esta vez en sentido literal, pues me refiero a los insectos bibliófagos. Cualquiera que posea una biblioteca lo suficientemente amplia, o incluso sólo instalada en un lugar con condiciones poco adecuadas, se habrá encontrado alguna vez con alguno de estos bichitos: un lepisma, un piojo de los libros, una carcoma o uno de los representantes de la familia «Lyctidae» (líctidos). Los "comedores de libros" son muchos, y los daños que pueden causar, diversos, aunque no por ello menos irreparables. Mientras los lepismas -también llamados "pececillos de plata", bonito nombre para un insecto tan destructor- devoran la superficie de la hoja hasta que hacen un agujero y pasan a la siguiente, los líctidos excavan galerías en sentido paralelo a la fibra de la madera (no olvidemos que el papel se hace a partir de pulpa de madera) y producen un serrín harinoso cuyo tacto es similar al talco. Estos, los que se alimentan de libros, son los verdaderos bibliófagos, aunque otros los tengamos por nuestro sustento espiritual, y seguramente podríamos prescindir de los libros tan poco como ellos.Comentarios, anécdotas y rarezas varias para todo tipo de bibliófagos y bibliómanos
John F. Peto
Cuadro de John F. Peto (detalle)
lunes, 26 de julio de 2010
LOS LIBROS COMO SUSTENTO
Muchos miles de personas viven de los libros: escritores, traductores, editores, libreros, impresores... A otro nivel, los libros proporcionan sustento seguramente a varios cientos de miles más, aunque esta vez en sentido literal, pues me refiero a los insectos bibliófagos. Cualquiera que posea una biblioteca lo suficientemente amplia, o incluso sólo instalada en un lugar con condiciones poco adecuadas, se habrá encontrado alguna vez con alguno de estos bichitos: un lepisma, un piojo de los libros, una carcoma o uno de los representantes de la familia «Lyctidae» (líctidos). Los "comedores de libros" son muchos, y los daños que pueden causar, diversos, aunque no por ello menos irreparables. Mientras los lepismas -también llamados "pececillos de plata", bonito nombre para un insecto tan destructor- devoran la superficie de la hoja hasta que hacen un agujero y pasan a la siguiente, los líctidos excavan galerías en sentido paralelo a la fibra de la madera (no olvidemos que el papel se hace a partir de pulpa de madera) y producen un serrín harinoso cuyo tacto es similar al talco. Estos, los que se alimentan de libros, son los verdaderos bibliófagos, aunque otros los tengamos por nuestro sustento espiritual, y seguramente podríamos prescindir de los libros tan poco como ellos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Creo que puede interesarte: http://laspalabrasdelagua.blogspot.com/2010/07/javier-cabornero.html
ResponderEliminarSaludos,
Diego
Gracias, Diego, por la recomendación. Él sí que tiene unos cuantos libros... ¡y sin duda ha de ir con cuidado con los bibliófagos!
ResponderEliminar