Como todos los testimonios de personas que han experimentado en carne propia la persecución y la barbarie, el Diario de Hélène Berr -una joven parisina de origen judío que tuvo la mala suerte de vivir durante la Segunda Guerra Mundial, fue deportada a Auschwitz en 1944 y murió en Bergen-Belsen pocos días antes de que el campo fuese liberado- produce una gran pena por tantas vidas malgastadas y perdidas. La desgracia de Hélène Berr, que de la noche a la mañana pasó de ser una francesa más a una "extraña" en su propio país, fue compartida por muchos otros franceses como ella. Entre ellos estuvo Irene Némirovsky, cuya Suite francesa es uno de los mejores retratos de la Francia ocupada que pueda haber, aparte de una gran obra literaria. Pero han tenido que pasar más de cincuenta años para que muchos de estos testimonios saliesen a la luz. La doctrina oficial francesa tras la guerra fue que, salvo una pequeña minoría que debía ser depurada y castigada, la mayoría de los franceses habían estado del lado de la Resistencia. No era cierto, claro, y poco a poco la historia va poniendo las cosas en su lugar. A los largo de los últimos años, se han ido publicando algunos testimonios contemporáneos que retratan un París distinto del que las películas y la propaganda oficial nos han querido hacer ver. Por ejemplo, el Journal 1940-1950 de Philippe Jullian, otro joven parisino que -por fortuna para él- no contaba con antepasados judíos; aunque no sentía especial simpatía por los nazis, de su diario se saca la impresión de que la vida en el París ocupado era casi normal: costaba un poco encontrar comida decente, es cierto, pero por lo demás, la actividad cultural seguía adelante, las obras de Cocteau se seguían representando en los teatros, Sartre podía publicar sus libros y los estudios cinematográficos florecían bajo el patronazgo alemán. Una impresión que, por cierto, se puede deducir también de las memorias de Simone de Beauvoir, que en el volumen La plenitud de la vida evidencia estar más preocupada por asuntos como si le va a llegar un paquete de comida de sus conocidos en el campo que por la suerte de los judíos.
En resumen, cuando se quiere saber la verdad sobre algún acontecimiento histórico, es recomendable remitirse a las fuentes, en este caso los testimonios contemporáneos. Cotejando unos y otros, la verdad acaba saliendo a la luz.
La fotografía que ilustra esta entrada, de André Zucca, pertenece a la muestra "Paris sous l'Occupation", que causó gran revuelo cuando se exhibió en París en 2008.
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