John F. Peto

John F. Peto
Cuadro de John F. Peto (detalle)

jueves, 22 de julio de 2010

LEON Y SOFÍA


Se cumplen en este 2010 cien años de la muerte de Leon Nikolaievitch Tólstoi y, con este motivo, ya desde hace unos meses -aunque propiamente el centenario es en noviembre- han proliferado las reediciones de sus obras, así como de estudios y biografías sobre él. También han visto la luz -aunque no en español, al menos por ahora- los diarios de su mujer, Sofía Andreyevna. Tanto uno como otro llevaron diarios durante toda su vida y, gracias a ello, disponemos ahora de unos testimonios inestimables del día a día de esta pareja, así como de una oportunidad seguramente única para confrontar dos versiones de unos mismos acontecimientos. Hay que señalar además que las relaciones de Leon y Sofía fueron complejas y a menudo turbulentas, atormentadas por la incomprensión y los celos, en especial durante los últimos años de Tolstoi. Sofía, hija del médico del zar, se casó con Leon cuando ella contaba 18 años y él 34. Antes de la boda, Tólstoi insistió para que Sofía leyese sus diarios: allí pudo enterarse de su inclinación por la bebida y el juego, así como de sus aventuras sexuales, y de que había tenido un hijo con una campesina. En realidad, nada fuera de lo común  en un joven aristócrata de la Rusia zarista, pero sin duda chocante para una jovencita inocente. De esta experiencia escribió ella más tarde que su "exceso de honestidad" la había dejado "destrozada". Durante los 25 años siguientes, Sofia tuvo 13 hijos -de los cuales sólo ocho llegaron a la edad adulta-, se ocupó de la casa, de la finca de Iasnaia Polyana donde instalarían su hogar y actuó como devota secretaria y amanuense de su marido. Se dice que llegó a copiar varias veces las diferentes versiones de Guerra y Paz y Ana Karénina. Muchos miles de páginas, desde luego. Las relaciones de la pareja, nunca muy fáciles debido al carácter de ambos, se complicaron desde el momento en que Tólstoi derivó hacia el misticismo, y se convirtió en una suerte de gurú espiritual que atrajo a una cohorte de seguidores. Las tensiones fueron en aumento, hasta que una noche, después de escribir en su diario que "Día y noche quiere saber y tener bajo su control todas mis palabras y acciones ", Tólstoi se escapó de casa y fue a parar a la famosa estación de Astapovo, donde moriría. Se sabe casi todo sobre estos últimos momentos de Tólstoi -hay incluso una novela, La última estación, de Jay Parini, llevada recientemente al cine-, y en muchos de estos retratos Sofía emerge como una persona bastante desagradable, que no comprendía a su marido. Pero no cabe duda de que hay dos caras de la moneda. De los diarios de Sofía se puede deducir que era una mujer animosa, inteligente y lúcida. El 12 de junio de 1989 escribe: "Me preguntaba hoy por qué no hay mujeres ecritoras, músicos o artistas de genio. Es porque toda la pasión y las habilidades de una mujer llena de energías son consumidas por su familia, su marido, y en especial sus hijos.Sus otras habilidades no se desarrollan, permanecen en embrión y se atrofian. Cuando ha terminado de parir y educar a sus hijos, sus anhelos artísticos despiertan, pero entonces ya es demasiado tarde." Quizá Sofía no era la persona más comprensiva del mundo, quizá -como decía Tólstoi-, sus prejuicios le impedían captar la grandeza espiritual que predicaba su marido, pero lo cierto es que, aunque conoció momentos de gran felicidad, no tuvo una vida fácil.

1 comentario:

  1. Elena, como cambia la mirada sobre un acontecimiento histórico, o sobre un personaje conocido, como en este caso, cuando podemos acceder a la mirada femenina. Y cuanta razón tenía, y tiene, Sofía cuando habla del desgaste de energías de las mujeres que tienen que atender a una familia.

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