Joseph Conrad |
Si buscamos en el Diccionario de la Real Academia la palabra "exófono", no obtendremos ningún resultado. y una búsqueda en Google tampoco nos sacará de dudas. Sin embargo, este neologismo -que he tomado prestado de un artículo de The Guardian- me parece muy útil para designar a una determinada categoría de escritores: aquellos que han abandonado su lengua materna como vehículo creativo para escribir sus obras en otra lengua. Evidentemente, el ejemplo que viene ante todo a la mente es el de Joseph Conrad, el polaco que cambió de nombre, profesión, nacionalidad y lengua para convertirse en uno de los maestros indiscutidos de la literatura inglesa. Pero hay muchos más. Nabokov, sin ir más lejos, y Milan Kundera son dos ejemplos de escritores que han publicado tanto en su lengua materna como en la de adpción; aunque la producción rusa del primero quedó eclipsada por su obras en inglés, mientras que la producción de Kundera se divide bastante equitativamente entre el checo y el francés. Pero, dado el desconocimiento de las lenguas eslavas imperante en Europa occidental -al menos hasta la década de 1990-, estoy segura de que muchos creyeron que La insoportable levedad del ser había sido escrita en francés. Samuel Beckett es otro exófono, pues escribió una parte de su obra en inglés y otra en francés. En su caso, los británicos tienden a considerarle un autor anglófono, los irlandeses insisten en que nació allí y para los franceses es un dramaturgo francés. La cuestión suele zanjarse con la muy diplomática definición de "escritor irlandés que se expresa en inglés y en francés". Arthur Koestler, por su parte, constituye un caso aún más singular, puesto que cada una de las tres partes de su trilogía sobre los peligros del comunismo fue escrita en una lengua distinta: la primera, Los gladiadores, en húngaro, la segunda en alemán y la tercera en inglés. Si se conoce la vida de exilios que se vio obligado a llevar Koestler -que tampoco se llamaba así, claro- se comprende un poco mejor tanto cambio de idiomas. Lo que sorprende es que alcanzara el suficiente dominio y fluidez en cada una de las lenguas para hacer literatura con ellas. Cuando a Joseph Brodsky, otro exófono, le concedieron el Premio Nobel en 1987 y le preguntaron si se consideraba un escritor inglés o ruso, contestó: "Soy un judío, poeta ruso y ensayista inglés." Podríamos citar muchos otros ejemplos de exófonos, pero creo que con estos basta para desmentir la idea de que la creación sólo es posible en nuestra lengua materna. Y me quedo con la palabreja.
Dada mi absoluta ineptitud con los idiomas siempre me ha admirado que alguien pueda crear en otro idioma distinto al materno.
ResponderEliminarY… gracias por esta nueva palabra, “exófono”, la recordaré.
Saludos.
¿Podría influir que determinados idiomas sean mas vendibles que otros? En el caso de Kundera está claro que escribir en inglés es mucho mas "vendible" que hacerlo en ruso. El mismo Kafka, aún siendo checo, escribió practicamente toda su obra en alemán. Claro que esto no quita ni un ápice de mérito a estos autores. En mi opinión escribir en otro idioma implica, además de un gran conocimiento del mismo, ser capaz de adaptar tu personalidad a la del país en cuya lengua escribes. No es lo mismo escribir "en francés" que escribir "como un francés". Mejor lo dejo que me estoy metiendo en un jardín de mucho cuidado..
ResponderEliminarSaludos
Me fascinan los "exófonos", aunque no conocía el caso de algunos de los que mencionas. Sí el de Nabokov, que parece increíble que no naciera hablando inglés, a la vista de las maravillas que hace con el idioma. Lo mismo digo de Joseph Conrad.
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