¿A quién no le ha ocurrido tomar de la estantería un libro que no ha tocado desde hace años y descubrir entre sus páginas un recorte de diario, una foto o un billete de tren olvidados allí dentro? Si el libro es nuestro, generalmente este hallazgo nos transporta al momento en que compramos o leímos el ejemplar y nos trae una oleada de recuerdos. A veces, se trata de objetos que no pusimos allí nosotros mismos, ya sea porque es un libro que prestamos a alguien o porque lo compramos de segunda mano. Seguramente este último caso es el que resulta más intrigante, el que abre más puertas a la imaginación. ¿Quién sería la persona retratada en la foto? ¿Qué importancia tenía para su poseedor ese artículo de periódico? ¿Era el billete de tren un simple marcapáginas o tenía algún significado especial, recuerdo de un viaje glorioso (o todo lo contrario)? Existe una web argentina, Otras historias, que se dedica precisamente a recoger estos hallazgos casuales en las páginas de un libro. Verán que algunos de ellos resultan enormemente sugerentes, e incluso permiten establecer curiosas analogías entre el objeto en cuestión y el título o tema del libro en que se ha encontrado: un calendario de fertilidad femenina dentro de un libro de poemas de Juana de Ibarborou; una añeja foto en sepia de dos niñas en un ejemplar de El principito; una fotografía de los Beatles en El mensaje de los sueños sexuales (¿a su propietario o propietaria le ponían los de Liverpool?); una serie de tréboles de cuatro hojas disecados entre las páginas de un libro de poemas de Walter Scott ¡eso sí es suerte! (como la persona que tuvo la fortuna de encontrarlas, en mi infancia siempre deseé, en vano, hallar uno de esos tréboles); o una hoja de afeitar encontrada entre las hojas de un diccionario. No sé si esto último trae mala o buena suerte, pero creo que a mí un hallazgo así me produciría bastante inquietud. Como comprobarán, material suficiente para escribir algunas novelas...
Es verdad, esos hallazgos siempre me transportan al pasado y a navegar en la nostalgia. Por otro lado me gustan mucho las dedicatorias...
ResponderEliminarHe tenido alguna encuentro en libros de segunda mano.
Me ha encantado tu entrada, me he sentido bastante identificada con lo que describes (por cierto, yo también buscaba el trébol), visitaré la web que recojes.
Un abrazo.
Esto es así porque los libros que leemos son parte de nosotros. Qué tontería decir algo tan obvio, pero es así. Yo no es que haya encontrado en ellos cosas inadvertidamente olvidadas, propias o ajenas, es que a veces las meto. Hace unos días, en un blog que frecuento, vi un ejemplo muy bueno de esto que hablas hoy. Si hubieran sido los libros de otro escritor quizás no me hubiera fijado tanto:
ResponderEliminarhttp://jmarchamalo.blogspot.com/2011/03/cortazar-lector.html
Qué curioso post, nunca se me hubiera ocurrido pensar en ello. Pero sí he utilizado libros para guardar cosas, por ej., cuando era jovencita y me daban la paga, la guardaba en algún libro de mi ya grande biblioteca.
ResponderEliminarLa cosa terminó cuando buscando un billete no lo encontré. Creo que presté el libro
Siempre es agradable (o quizá no) encontrar un recuerdo entre las páginas de un libro. Aún así, yo prefiero los "descubrimientos" en libros ajenos, esos de segunda mano (o tercera o cuarta) con una larga historia que contar, y no solo por la que lleva impresa. Mi imaginación se pone a volar y no hay quien me pare. En estos casos las dedicatorias de desconocidos me producen el mismo efecto. No sé si es bueno esto de que guste irrumpir en la intimidad ajena...
ResponderEliminarSaludos.
Me encanta encontrarme pequeñas tonterías en los libros propios, y en los ajenos ya ni te cuento. No conocía la web pero me ha parecido curiosísima.
ResponderEliminarLaura, es cierto, las dedicatorias son otra fuente de nostalgia. Se hacen todo tipo de hallazgos interesantes en los libros de segunda mano.
ResponderEliminarUrzay, gracias por el interesante enlace.
ISA, ja ja, qué mala suerte, dejar el libro donde habías metido tu dinero. Como para curarse de la costumbre, desde luego.
Mar, a veces puede dar cierto reparo encontrarse con cosas que los propietarios no pretendían que fuesen de dominio público. Es como si te encuentras una carta dirigido a otro o, aún peor, un diario. Pero la curiosidad suele ser más fuerte...
Cristina, estaba segura de que te interesaría esta entrada. No sé si estoy en lo cierto, pero tengo la impresión de que debes meter pequeños objetos en los libros, sólo para poder encontrarlos luego por sorpresa, ¿no es así?
He estado un montón de veces por coger el iPhone y empezar a hacer fotos a todas las cosas curiosas que me he encontrado en mis libros y hacer un post sobre ello. Cosas mías antiguas y sobre todo, en libros de segunda mano, de todo, desde billetes de avion con vuelos Londres/Edimburgo del mismo día que se compro el libro y el nombre de su propietaria hasta tarjetas de bibliotecas americanas que han poseído el libro y las fechas y nombres de los estudiantes que los llevaron a casa.
ResponderEliminarPor ahora lo dejaré, porque tu entrada y la web son mucho mas interesantes, pero cualquier dia me da el punto, cojo el iPhone y....
En un rastrillo organizado por una parroquia de mi ciudad puedes encontrar "Mi Credo" de Adolf Hitler al lado de "El Capital" de Carlos Marx; el libro de recetas de la Marquesa de Parabere junto a una guía turística de Palma de Mallorca de los años 70.
ResponderEliminarMe pregunto si todos esos libros abandonados a su suerte han sido depositados allí por el hartazgo de sus lectores o por el azar.
En uno de los libros que compré (el libro rojo de Mao) encontré una estampa de Jesús; intenté encontrar alguna relación entre el contenido y el continente, cosa que no logré. La estampa se la di a mi hijo para que la llevara en el bolsillo del pantalón en los exámenes y dio su resultado, aprobó todos en los que se presentó con el amuleto, pero la dicha se tornó en decepción cuando metí el pantalón en la lavadora sin sacarla del bolsillo. Su faz se deshizo y más que Jesús parecía "La Chunga" tras una noche de copas, ni pasándole la plancha logré reconstruir su rostro.
Con toda esta retahíla quiero decir que todos los objetos tienen su propia vida y nosotros solamemnte somos un instante de su camino.
Osacr, pues anímate, coge el iPhone y contribuye a ese proyecyo wiki que es la web Otras historias.
ResponderEliminarmakkkafu, muy gracioso lo de la estampita en el libro rojo de Mao. ¡Y encima tenía poderes!
Compré un libro hace un mes en el que hallé una postal enviada desde Rusia a un tal Raimundo de Peñafort, residente en Tossa. La postal está fechada en 1975 o 76, no se ve claramente el último número, y escrita en Leningrado durante una visita al museo del Hermitage. La firma Vincens. Me pregunto qué habrá sido de estas personas, si seguirán vivas, si Vicens habrá vuelto o no Rusia alguna vez,si Raimundo continua viviendo en Tossa y recuerda que alguna vez recibió un mensaje de tan lejos...
ResponderEliminarCreo que les superó el proyecto, actualmente está abandonado.
ResponderEliminarTienen este otro enlace que es sólo portada.
http://www.comunidadeditorial.com.ar/
Hay un nombre para eso, alguna vez lo escuche pero lo olvidé, me parece que "tripas" o algo así.
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