Estatua de Enriqueta Rylands, situada en uno de los extremos de la Biblioteca |
La John Rylands Library de Manchester es una de las bibliotecas más importantes del Reino Unido, ubicada en un imponente edificio neogótico, obra del arquitecto Basil Champney. Debe su fundación a una dama medio española, Enriqueta Rylands, de cuya curiosa historia se hace eco actualmente una exposición en la propia biblioteca.
Enriqueta Tennant (su nombre de soltera) nació en La Habana en 1843, una de los cinco hijos de un comerciante oriundo de Liverpool, Stephen Cattley Tennant y de su esposa, la española Juana Camila Dalcour. Tras la temprana muerte del padre, la viuda se trasladó a París, donde contrajo matrimonio con el músico de origen polaco Julian Fontana, amigo y más tarde albacea musical de Chopin. De esta etapa de la vida de Enriqueta poco se sabe; parece que su madre murió pronto y que ella pasó temporadas en Nueva York y Londres. Hacia principios de la década de 1860 se convirtió en acompañante de Martha Rylands, la esposa de un acaudalado comerciante textil de Manchester. En 1875, sólo ocho meses después de la muerte de Martha, Enriqueta contrajo matrimonio con su viudo, John Rylands. A la muerte de este, en 1888, se convirtió en heredera de gran parte de su fortuna y accionista mayoritaria tanto de su empresa textil como del Canal de Manchester. Enriqueta fue una mujer conocida por su profunda religiosidad y por su implicación en obras benéficas y culturales. No obstante, el que a su muerte dejase establecido que se destruyesen todos los documentos relativos a su vida personal -que sólo ha podido ser reconstruida, con dificultad, gracias a un arduo trabajo detectivesco en archivos de todo tipo- hace pensar que debía haber en su pasado algún elemento que la rígida sociedad victoriana hubiese considerado indecoroso, como mínimo.
John y Enriqueta Rylands habían compartido el interés por la literatura, en particular la de carácter religioso, así como una firme convicción en la importancia de la educación. Por ello su viuda decidió que una biblioteca pública sería un memorial adecuado para su marido. Enriqueta no escatimó gastos en su construcción y tomó un interés personal en todos los detalles relacionados con ella; se emplearon los mejores materiales y se trajo roble polaco desde Gdansk para los trabajos de carpintería. Los elementos metálicos se hicieron en bronce, en estilo art nouveau, incluyendo las lámparas, pues la biblioteca John Rylands -inaugurada en 1899-, fue uno de los primeros edificios en Manchester en tener iluminación eléctrica. El edificio original disponía incluso de un complejo sistema de filtrado de aire, para impedir que la polución dañase los documentos en ella depositados. Enriqueta también intervino personalmente en la adquisición de fondos para la biblioteca, pues era una coleccionista con gran criterio. En 1892 adquirió los fondos de la Althorp Library, de Lord Spencer, por los que desembolsó la mayor cantidad pagada hasta entonces por una colección de libros. Nueve años después se hizo con otra importante colección, la de los condes de Crawford, que constaba de más de 6.000 manuscritos en cerca de cincuenta lenguas distintas. Desde 1972, la biblioteca John Rylands forma parte de la Universidad de Manchester y el edificio que ella mandó construir alberga más de 250.000 documentos impresos y cerca de un millón de manuscritos. Enriqueta Rylands murió en Torquay -donde se había retirado para cuidar de su reumatismo- en 1908. Desde la perspectiva actual, no cabe sino lamentar que su excesiva discreción nos haya privado de los detalles de lo que sin duda hubiera podido ser una fascinante biografía.
Uy que mujer tan interesante. Además seguro que había "algo" todavía más interesante que escondía. Qué estricta la moral decimónica para con las mujeres acomodadas...
ResponderEliminarInteresante entrada, Elena. Me ha encantado.
Un abrazo.
No sabía que ella era la fundadora, ya que la biblioteca lleva solo el nombre de él. Fascinante historia.
ResponderEliminarComo bien dices, lástima que no sepamos más de ella, pero lo más importante lo dejó para gozo y disfrute del público. Alegrémonos, pues.
ResponderEliminar¡Saludos!