Al parecer, un periodista americano ha descubierto que gran parte de lo que John Steinbeck narra en su libro Viajes con Charley es, pura y simplemente, ficción, porque es posible que Steinbeck no haya estado en muchos de los lugares que dice visitar y que las personas que hace aparecer allí como sus ocasionales interlocutores sean personajes de ficción y no reales. Ya en otras ocasiones se han revelado "fabricaciones" o "intromisión de la ficción" en las obras de otros escritores de libros de viajes: los ejemplos más conocidos son probablemente Bruce Chatwin y Ryszard Kapuscinski. Francamente, no me parece tan grave. Sin duda es censurable que todos ellos mantuviesen la presunción de que sus obras eran una crónica de lo visto y vivido y por tanto estaban basadas enteramente en hechos reales. Pero este tipo de obras no son guías de viaje ni se presentan como tales. Los lectores esperan de ellas ante todo un retrato de una región o país determinado, un acercamiento muy personal -pasado por el filtro de la sensibilidad y el poder de observación del autor- a un ambiente, a una cultura. Las obras de los escritores que he citado son un perfecto ejemplo de lo que se llama "viaje de sillón" (armchair-travelling): les pedimos que nos lleven a lugares remotos -en ocasiones, a la vez, a un tiempo alejado del nuestro, a una sociedad que ya no existe, como es el caso de las crónicas de Patrick Leigh Fermor-, que nos entretengan a la vez que nos desplazan en el tiempo y en el espacio. En los buenos libros de viajes, los que perduran como clásicos, lo que apreciamos es el estilo, el poder de evocación, la vividez de las descripciones. Funciones todas estas que son las mismas que cumple la ficción. No importa si para conseguir su efecto, el escritor ha embellecido algunas anécdotas o inventado personajes. Lo que importa es que, como en la novela, todos ellos resulten verosímiles, que nos lo creamos. De algo de esto habla Claudio Magris en el prefacio a su hermoso libro de crónicas de viaje El infinito viajar: "Vivir, viajar, escribir. Acaso hoy la narrativa más auténtica sea la que cuenta no a través de la invención y la ficción puras, sino a través de la toma directa de los hechos, de las cosas, de esas transformaciones locas y vertiginosas que, como decía Kapuscinski, impiden captar el mundo en su totalidad y ofrecer una síntesis de él, permitiendo capturar, como el reportero en la barahúnda de la batalla, sólo algunos fragmentos ... un cuadro, fiel y a la vez reinventado, que es el retrato del mundo y del viaje a través del mundo." A menudo, la ficción consigue ser más fiel a la realidad que ella misma.
A mi me encantan los libros de viajes que mezclan temas. Ahora mismo se me ocurren 3 muy distintos, "Menuda América" de Bryson, " Imágenes de Praga" de Banville o " Los anillos de Saturno" de Sebald...los tres me encantaron.
ResponderEliminarMoli, pues Sebald es un ejemplo perfecto de lo que digo en mi post: ¿a quién le importa si lo que cuenta ha pasado o no de verdad? Lo fundamental es que nos gusta y nos inspira.
ResponderEliminarYo pase una época muy purista con esas cosas, pero ese sofocón ya se me pasó. Es decir, antes me gustaba que si el libro se vendía como de viajes y experiencias personales del autor, tuviera una extensa base real, aunque se "adornara" algo ("una cosas es adornar, otra inventar", pensaba yo). Como suele pasar, esa manía cedió cuando atravesé una de mis épocas de lecturas de ciencia ficción curiosamente. Los viajes de un libro de Stanislav Lem me hicieron darme cuenta de que los límites entre realidad y ficción son afortunadamente, fluidos.
ResponderEliminarTambién me pasó algo similar con otros temas, como por ejemplo cuando me enfadé mucho con Javier Marías porque su libro "Vidas escritas" que hablaba de muchos de mis escritores favoritos se acompañaba de la explicación parecida a esto "parte de las anecdotas sobre estos escritores son reales, parte inventadas, y además no os pienso decir que trozo es cual". También ahora paso de eso.
Estoy leyendo una biografía de Douglas Adams por Neil Gaiman de la que el biografiado dice "este libro es todo absolutamente y devastadoramente verdad, salvo los trozos que son mentira". Toma ya. Ahora me lo paso pipa con estos viajes de sillón.
A pesar de ello he de confesar que me ha sorprendido que nada menos que Steinbeck y en este (admirado) libro) haya ido por ahi. Gracias por descubrirmelo. Creo que lo releere con otros ojos cuando le toque.
Exactamente, Óscar, en un periódico hay que pedirle al periodista que nos cuenta la noticia verazmente, pero en cuanto entramos en el terreno de la literatura (sea éste de viajes, de aventuras o qué sé yo), lo de la fidelidad a los hechos pasa a ser secundario. La ficción puede penetrar más hondo en la realidad que muchas crónicas. Por cierto, en cuanto a libros de viajes que iluminan muchos otros aspectos, te recomiendo encarecidamente los de Magris.
ResponderEliminarEsta mañana he dedicado un rato a tus últimas entradas, todas interesantes. He elegido hacer un comentario en ésta para estrenarme en NOTAS PARA LECTORES CURIOSOS porque los libros de viajes me parecen interesantísimos, porque citas a MAGRIS que me parece interesantísimo (y además recomiendas EL DANUBIO!), porque tengo VIAJES CON CHARLEY en la estantería de libros pendientes, y porque estoy completamente de acuerdo con la tesis que propones …
ResponderEliminarxG
xGaztelu, gracias por el comentario y beinvenido al blog. Tanto Magris como Steinbeck son unos escritores estupendos. Por cierto, hablando de exposiciones, si eres fan de Magris la que sí vale la pena es la dedicada a la Trieste de Magris en el CCCB. Es muy original en su planteamiento (la mezcla de cultura de Trieste y, por extensión, de Mitteleuropa, con la obra de Magris como hilo conductor), y además reproducen casi a tamaño natural uno de los cafés históricos y una preciosa librería de Trieste. Dan ganas de quedarse allí a pasar la tarde...
ResponderEliminarA mí, que sin ser gran lector de libros de viaje me parece un "género" interesantísimo por evocador e inspirador, me parece perdonable ese pequeño embuste del Steinbeck. Hoy en día viajar se ha convertido más en una anécdota que contar, en algo para presumir en una reunión de amigos que, como nosotros, suelen ir a sitios pero no estar en ellos; no los habitan. Por eso el viaje como experiencia, como ocasión para una observación y un aprendizaje selectivo y atento, me parece algo casi necesario en esta época de experiencias enlatadas... Gracias por esta entrada y por el contenido siempre interesante de tu blog.
ResponderEliminarUn saludo
Totalmente de acuerdo, Víctor, lo importante no es que los viajes sean reales, sino que sean capaces de transportarnos. Gracias por comentar, me alegro de que te guste el blog.
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