John F. Peto

John F. Peto
Cuadro de John F. Peto (detalle)

lunes, 30 de mayo de 2011

LA ÚLTIMA FRONTERA

Durante el siglo XIX, cuando aún la civilización occidental no había pisado vastas áreas del globo terráqueo, la fascinación por los descubrimientos de los intrépidos exploradores que se aventuraban en ellas inspiró infinidad de obras literarias, con el gran Julio Verne a la cabeza, quien, en un alarde de imaginación, no sólo se atrevió a conjeturar cómo sería adentrarse en el fondo de los mares o en las entrañas de la Tierra, sino que incluso imaginó que el ser humano podía viajar a la Luna. Algo que, casi un siglo después, se haría efectivamente realidad. A su vez, los avances en la exploración del espacio durante el siglo XX inspiraron un rico filón del género que fue bautizado entonces como ciencia-ficción. Aunque luego hayamos podido constatar que los extraterrestres -si es que existen- no serán hombrecillos verdes, ni plantas monstruosas y malignas como las que describía John Wyndham en El día de los trífidos (sólo recordarlo me pone la piel de gallina), sino probablemente algún tipo de bacterias. Conquistada la Tierra y -con poca convicción- el espacio, queda ahora una última frontera, quizá aún más apasionante, porque todos la llevamos dentro: el cerebro humano. Los avances de la neurociencia en las últimas dos o tres décadas han sido de tal magnitud que han trastocado por completo la idea que se tenía de qué es lo que nos hace funcionar y, por qué no, de qué es lo que nos hace humanos. Los que no somos expertos en la materia, sino simples curiosos fascinados por esa nueva frontera, hemos tenido la fortuna de contar con la ayuda de algunos neurólogos notables, que son al mismo tiempo excelentes divulgadores y, en algún caso, incluso grandes escritores.  Citaré aquí sólo a los tres que son mis preferidos, cuyas obras recomiendo a cualquiera que quiera adentrarse en este fascinante terreno. Ante todo está el que podríamos llamar pionero de la divulgación neurocientífica, Oliver Sacks, quien marcó un hito en 1974 con su obra Despertares, en la que relata sus experiencias con pacientes afectados por encefalitis letárgica. En otros libros describe casos de trastornos -como el síndrome de Tourette, el de Asperger o la agnosia visual- o alteraciones que le permiten no sólo revelar cómo funciona nuestro cerebro, sino realizar lúcidos análisis sobre la condición humana. Los libros de Sacks son tan literarios, rezuman tanto interés humano que -creo yo- son las únicas obras de su género que han servido de base para una película (Despertares, con Robert de Niro y Robin Williams como protagonistas) y una ópera (El hombre que confundió a su mujer con un sombrero, de Michel Nyman). La obras de Antonio Damasio -que en la actualidad dirige un centro de nombre tan atractivo como el Instituto para el estudio neurológico de la emoción y de la creatividad- se centran en las emociones, los sentimientos y los mecanismos que los originan. Para el que quiera saber algo más sobre este fascinante campo, dejo aquí una entrevista a este profesor realizada por Eduard Punset. Y, por último, V.S. Ramachandran, cuyo trabajo más conocido -plasmado en el libro Fantasmas en el cerebro- versa sobre los "miembros fantasma", el curioso fenómeno que hace que, al perder un brazo o una pierna, se siga teniendo sensación de dolor o picor en él a pesar de que ya no está. Ramachandran ha estudiado asimismo otras alteraciones igual de intrigantes, como la sinestesia -frecuente en muchos artistas- y de ahí ha pasado a interesarse por la relación del arte con los mecanismos cerebrales. Junto con otros investigadores, ha logrado demostrar la plasticidad del cerebro, es decir, que las células cerebrales son capaces de reorganizarse y reestructurarse a lo largo de toda la vida. Es, desde luego, una nueva frontera. Quizá no la última, sin embargo, porque ¿quién sabe qué vendrá después?
V. S. Ramachandran (foto George Brett)

6 comentarios:

  1. Es verdad Elena, esa frontera no será fácil de cruzar y, además, da miedo... ¿Qué puede hacer el poder si es capaz de controlar la mente y el cerebro de las personas? Hay obras y películas al respecto.

    Voy a anotar los autores que mencionas.

    Un abrazo!!

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  2. Prefiero pensar en las grandes posibilidades que nos ofrece. Si en pocos siglos hemos sido capaces de evolucionar como lo hemos hecho, con la ayuda de estos investigadores acaso acabemos siendo algo mejores.
    Recordar, al hilo de lo que se dice en la entrada, que desde la literatura de ficción se ha abordado a personajes condicionados por un cerebro enfermo. Sin ir más lejos, don Alonso Quijano es uno de ellos. Su propensión a trastornar la realidad no imposibilitó que fuese un hombre bueno y razonable; la estupidez inicial de Sancho no impidió luego que gobernase la ínsula prometida con excelente criterio y no menos excelentes resultados. Así de complejo y así de fascinante resulta.

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  3. El día de los trífidos. Hmmmmm, que buenos recuerdos (hace poco hablabas de la ciencia ficción buena). Por cierto me gustó la miniserie de la BBC sobre esta obra (http://www.imdb.com/title/tt1332653/)
    Bueno, que me pierdo. En este post puedo opinar un poco desviado por mi implicación profesional. Los tres autores que comentas son magníficos comunicadores y alguno además es una gran persona (no es que no lo sean todos, es que no lo se de primera mano en uno de los casos). Esa última frontera es extremadamente evasiva, la complejidad de una red neuronal es aun mucho mayor de lo que a simple vista puede parecer. Y eso que a simple vista ya parece muy, muy complicada. Multitud de estudios funcionales están dándonos a conocer el funcionamiento del tejido neural, auqneu claramente aun estamos muy en la periferia del "tema" en lo que se refiere a poder operar sobre las neuronas. Se nos vende como milagro hechos puntuales como el potencial uso de las células madre (que a día de hoy son poco más que una promesa). Diferenciar una célula a tejido neuronal es relativamente sencillo, pero meter eso en nuestra cabeza y hacerla funcionar allí como si estuviera en su casa es algo de lo que estamos aun a larga distancia. No obstante, no me cabe duda de que si antes no nos auto-extinguimos, llegaremos a cruzar la frontera. Es un mundo apasionante, desde punto de vista científico y como dice Juan Manuel, desde el literario. Las posibilidades de la ciencia ficción en este campo son increíbles. William Gibson Philip K Dick, Ursula LeGun... han imaginado retos increíbles superados.Y la superación de todo reto comienza con alguien que lo imagine. Y si no, que se lo digna a Julio Verne (bueno, a sus herederos).

    Saludos.

    PD: Hace muy poco he leido en Internet una entrevista maravillosa a Sacks hablando de su enfermedad de nuevo. Era preciosa. Estoy buscandola para ponertela (ya sabía que te gustaba Sacks) pero aun no la he encontrado y no recuerdo en cual de los montones de páginas que visito estaba.

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  4. Laura, cierto que la posibilidad de controlar el cerebro da bastante miedo. Pero, como apunta Oscar, eso está aún lejos de conseguirse. Podemos estar tranquilos... por ahora.

    Juan Manuel, las personas que se desvían de la norma (aunque ¿qué es la norma?)dan mucho más juego en literatura que las que se ajustan a ella. Creo que casi todos los personajes memorables transgreden de un modo u otro, en su cabeza o en sus actos, lo que la sociedad considera "normal" y aceptable.

    Oscar, soy una gran aficionada a la neurociencia, a pesar de no tener formación científica. Pero gracias a estos estupendos divulgadores, al menos puedo vislumbrar algunos de los misterios del cerebro humano. Como ya habéis notado algunos, disfruto mucho con los textos de Sacks. Voy a buscar yo también esa entrevista que mencionas.

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  5. En mi opinión, entender el funcionamiento del cerebro es una tarea más difícil que cualquier otra aventura de exploración. Parece que el cerebro es un órgano demasiado complejo como para que podamos desarrollar un modelo funcional adecuado, más allá de un esquema simple tipo caja negra.

    Además, su funcionamiento, por lo que se sabe, no es lineal —al contrario de lo que sucede con los ordenadores— es decir, las mismas causas pueden producir efectos distintos. Se especula con que haya un germen de aleatoriedad en el funcionamiento del cerebro (que de paso permitiría justificar el libre albedrío) pero precisamente esa aleatoriedad impediría comprender cómo funciona.

    Sobre los estados patológicos que ponen de manifiesto funcionamientos atípicos del cerebro, Hay dos que me resultan fascinantes: Uno es la amnesia anterógrada, la pérdida de la memoria a corto plazo. Quien la padece, se vuelve incapaz de entender nada de lo que le ocurre, aunque puede automatizar sus actos y adoptar una cierta apariencia de normalidad. El film Memento, de Christopher Nolan describe de modo inquietante esta extraña condición.

    El otro estado es el de las personas a las que se somete a una sección de las conexiones nerviosas entre ambos hemisferios cerebrales (corpus callosum), por ejemplo, para controlar algunas formas graves de epilepsia. Su comportamiento posterior parece sugerir una sorprendente conclusión: lo que llamamos yo no existe. El yo sería solamente un constructo artificial, la suma de nuestras acciones conscientes destinadas a mantener la ficción de que somos hoy la misma persona que éramos ayer.

    > «Es, desde luego, una nueva frontera. Quizá no la última…»

    Mi opinión en este momento es que sí es la última frontera.

    Saludos. Un blog muy interesante (y bien escrito).

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  6. *entangled*, gracias por tu comentario. A mí uno de los síndromes que me fascinan es el de Capgras o "síndrome del impostor", en el cual el afectado reconoce a sus allegados, pero está convencido de que son impostores. Los médicos lo explican como una disociación entre el reconocimiento visual y la memoria afectiva. Pero a mí me recuerda a esas películas de ciencia-ficción (una de mis favoritas, en sus diferentes versiones, "La invasión de los ultracuerpos") en que unos seres extraterrestres adoptan apariencia humana.Y todos toman por loca a la mujer que afirma que su marido ha sido sustituido por un impostor...

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