John F. Peto

John F. Peto
Cuadro de John F. Peto (detalle)

miércoles, 8 de junio de 2011

INJURIAS LITERARIAS

Que el de los escritores es un gremio en el que florecen los celos y las envidias, en que el éxito de uno tiende a levantar ronchas en los demás, no es nada nuevo. Los escritores -como la mayoría de los artistas por otra parte- tienden a tener un ego desmedido, que tolera mal la competencia. De ahí que los comentarios de un escritor sobre sus colegas vayan a menudo aderezados por algún dardo cáustico, cuando no algo peor. Algo que, desde luego, no es exclusiva del gremio de las letras; otros hay mucho más venenosos, pero no nos extenderemos aquí sobre ello, porque no acabaríamos nunca. La ventaja de estos -digamos- "juicios críticos severos" emitidos por los escritores es que, puesto que dominan el lenguaje, suelen tener una finura y una gracia malévola ausente en otros gremios. Aunque no siempre, que también hay plumíferos que no son capaces de ir más allá del vulgar insulto. Hace poco se ha publicado en Francia un Dictionnaire des injures littéraires (Diccionario de injurias literarias) que, en sus más de 700 páginas, recoge todo tipo de "perlas" de este tipo:
-Vladimir Nabokov sobre Joseph Conrad: "No soporto el estilo tienda de souvenirs de Conrad, los barcos en botella y los collares de conchas de sus tópicos románticos."
-Henry Miller sobre Edgar Allan Poe : "Detesto hasta el sonido de su nombre, Edgar Allan Poe. Es el graznido de un cuervo."
-John Dos Passos sobre Tristan Tzara : "Tzara, un rumano pálido que parecía un experto contable."
-Jules Renard sobre Stéphane Mallarmé: "Intraducible, incluso en francés."
Huelga decir que las críticas (o injurias) no se limitan al aspecto literario, sino que con frecuencia recurren a todo tipo de prejuicios para lanzarlos como proyectiles. Las mujeres, evidentemente, son un blanco fácil, pero no sólo ellas. Sobre George Sand, Flaubert dijo: "Como mujer, produce asco; como hombre, produce risa." Y Jules Renard la llamaba "la vaca bretona de la literatura." A la muerte de André Gide, Paul Claudel anotó : "Muerte de A. G. La moralidad pública gana mucho y la literatura no pierde gran cosa."
Los hermanos Goncourt eran especialmente virulentos en sus comentarios; de Verlaine dicen: "Maldito sea ese Verlaine, ese borrachuzo, ese pederasta, ese asesino, ese acojonado al que le entra de vez en cuando el miedo del infierno y se caga en los pantalones..." Por suerte, a veces -sólo a veces- el tiempo pone las cosas en su sitio y hoy de los Goncourt nadie recuerda otra cosa que el premio literario que lleva su nombre, mientras que Verlaine figura en todos los manuales de literatura.
No me cabe duda de que si alguien se dedicase a compilar un diccionario similar del ámbito hispano, desenterraría perlas de un calibre parecido. Aunque, desde luego, lo que interesa de los escritores no es la opinión que tengan de sus colegas, ni siquiera lo que piensen de ellos mismos (se podría componer otro diccionario bastante sabroso con ello), sino lo que transmiten su obra.

7 comentarios:

  1. Leyéndote me viene de nuevo a la cabeza un tema clásico: lo difícil que puede ser insultar con estilo, y lo fácil que es ser ramplón. El insulto irónico puede ser hasta elegante –y por eso mimo, demoledor- pero muy pocos son capaces de hacerlo; y cuando alguno lo consigue, el insultado no tiene cómo escapar y el que insulta queda de cine. En cambio, el insulto simplón habla mal del que lo lanza y apenas hiere. De los ejemplos que citas, el de los Goncourt me parece patético, en cambio los de John Dos Passos y Jules Renard los encuentro más inteligentes.

    Por cierto, muy apropiada para este final de primavera la nueva cabecera, de la que no te había dicho ná d’ ná.

    xG

    ResponderEliminar
  2. Paseando por algunos blogs de escritores o críticos se podía hacer ahora un diccionario como éste de la actualidad literaria española. ¡Vaya cuchilladas que se ven!

    ResponderEliminar
  3. Al final lo dices, Elena: lo que importa de los escritores es lo que han escrito. Creo que cuando se dejan llevar por las emociones de ese calibre dejan de ser escritores y lo que predomina en ellos es el ciudadano envidioso o rencoroso o simplemente tocapelotas. Al escritor quien tiene que juzgarlo y valorarlo como tal es el buen lector, y debe trabajar mucho y bien para que el juicio sea lo más favorable en función de los intereses que tenga cada cual. Lo que digan compañeros de oficio y críticos importa en la medida en que su opinión parta de la honestidad y del buen hacer, y al escritor le corresponde aceptarla con la misma actitud.

    ResponderEliminar
  4. Si bien es cierto que los escritores han de hablar en sus obras no menos cierto es que encontramos a faltar una obra como esta no sólo de la literatura castellana sinó universal. Me he divertido mucho con estos insultos a pesar que alguno no era muy fino ni literario...

    ResponderEliminar
  5. A su manera Francisco Umbral dedicó una especie de diccionario de escritores hispanos, donde dejaba clarísimas sus filias y fobias.
    Las "opiniones" de los escritores sobre sus colegas nos atraen porque nos gusta esa sangre, saber si tal le ha cantado las cuarenta al otro engreído o si tal otro merece el respeto del colega al tenerlo del público. Si además lo hacen con buen gusto estético mucho mejor.

    ResponderEliminar
  6. xGaztelu, me alegro de que te guste la imagen de cabecera. Es una foto mía y no soy demasiado buena haciendo fotos, de modo que me siento muy orgullosa de que por una vez me haya salido bien.

    Urzay, hay escritores que parece que gastan más energías poniendo verdes a sus colegas que escribiendo. Así les va, claro.

    Juan Manuel, lamentablemente, el amor por el trabajo honesto, callado y bien hecho es una cosa rar. Véase sino el panorama político.

    Galderich, aunque algunos de estos comentarios son bastante insultantes, algunos tienen su punta. Los primeros dicen más del que los emite que de su destinatario; los segundos, al revés.

    Carlos, gran verdad, suele ataernos el morbo del cuerpo a cuerpo en esta clase de enfrentamientos. Naturaleza humana...

    ResponderEliminar
  7. Sobre las críticas entre escritores se podría hablar mucho, yo creo que eran críticas personales a queridos enemigos apoyadas en el hecho de que eran "competidores" en un mismo campo. Esa idea tópica del ego de los escritores a mí me parece un pelín manida y sobredimensionada, un argumento más para vender libros, porque ya se sabe que las peleas en el barro gustan mucho...

    Como lectura divertida puede estar bien este tipo de diccionarios, siempre se aprende viendo el refinado uso que algunos pueden dar al lenguaje...

    ResponderEliminar