John F. Peto

John F. Peto
Cuadro de John F. Peto (detalle)

sábado, 7 de enero de 2023

LEER COMO MODO DE VIDA

                                             John Singer Sargent, Man reading

Se lamenta el autor de uno de los blogs que sigo de que apenas conoce verdaderos lectores. Dice que, en su labor como profesor de una universidad americana, raras veces se ha encontrado con estudiantes que leyesen por el mero placer de leer, y no simplemente por adquirir los conocimientos necesarios para superar los exámenes. Desconozco si su percepción es acertada o si forma parte de esa pertinaz tendencia a creer que los demás -sobre todo si son alumnos- no están a tu misma altura (hay que suponer que el autor en cuestión sí se considera un lector hecho y derecho). Hecha esta salvedad, he de decir que su comentario me ha recordado el motivo -ya lejano en el tiempo- que me llevó a abrir este blog. Parecerá raro, pero tras toda una vida en mundo editorial, una labor que me ha llevado a codearme con escritores -conocidos y desconocidos- traductores, correctores, editores, agentes y demás fauna del mundillo literario, me di cuenta de que eran poquísimas las personas que compartían mi forma de concebir la lectura. Aparentemente, mucha gente leía porque pensaba que debía hacerlo, como una forma acceder a la cultura; otros, porque necesitaban estar al día de "lo que se publica"; los de más allá, solo leían "buenas novelas", o solo a autores consagrados, como si entrar en contacto con otro tipo de obras constituyese una especie de contaminación. Por no hablar de aquellos que concebían la lectura como una especie de permanente concurso, que libraban contra sí mismos o contra otros, llevando una férrea contabilidad de la cantidad de libros leídos y lamentándose amargamente si por cualquier motivo no alcanzaban el número deseado. Actitudes todas ellas muy respetables, pero que me resultaban -me resultan- totalmente ajenas. No llevo ningún tipo de contabilidad de los libros leídos, ni los comienzo en ningún tipo de orden. Nunca he leído un libro porque creyese que me iba a hacer más sabia, o mejor. (Entre nosotros, eso de que la lectura nos hace mejores es un bulo; podría citarles a bastantes personas despreciables que eran grandes lectores.) 
Desde que aprendí a leer, la lectura es para mí como la bebida o la comida: algo que mi ser reclama a diario para mantenerse a flote. Un modo de vida. No importa demasiado si uno come un trozo de pan o un plato de alta gastronomía; si bebe un vaso de agua o un vino de la mejor cosecha, todo vale para subsistir. Mi dieta literaria es igualmente variada y a menudo errática. Claro que aprecio los buenos manjares y me deleito con ellos, pero no me hace falta comerlos a diario. Lo que sí necesito es mi ración diaria de lectura, buena, mala o regular (y si es una ración abundante, mejor que mejor). 

                            Bodegón de Luis Meléndez (Museo del Prado).
                          A veces, con un vaso de agua y un pedazo de pan (excelsamente pintados), nos basta.

Detesto tener que leer algo que me ha sido impuesto (y lo digo después de haberme pasado muchos años leyendo por obligación). Puedo apreciarlo, valorarlo, pero no lo disfruto, pues para mí el libre albedrío y la lectura deben ir de la mano. ¡Abajo las lecturas obligatorias y las listas de lectura! Conste que no creo ni por un instante que esto me haga mejor ni peor que quienes leen por otros motivos. Cada cual tiene su forma de vivir. 

Pero me voy por las ramas. Retomando el asunto, mi motivación para abrir un blog fue pensar que tal vez, entre ese inmenso público que pulula por las redes, habría algunas personas que concibiesen la lectura igual que yo. Como una pasión, como una necesidad vital, y no como un camino de virtud. No, no quiero ser una lectora virtuosa, ni tengo la menor intención de explicarles cuántos libros he leído, ni pretendo estar al día de las últimas novedades (los asiduos de este blog ya saben de mi escaso aprecio por la polvareda que se forma en torno a "lo nuevo"). Además, lo confieso, me alimento también de libros mediocres. ¿Ustedes nunca se han dado un atracón de patatas fritas? Mi intención, simplemente, era compartir con otros el placer de leer, una vida lectora, que para mí es la única vida que vale la pena. 

Volviendo al bloguero-profesor que he citado al principio: yo de él no me preocuparía tanto por la escasa motivación lectora de los alumnos, ni por el hecho de que el público en general lea menos de lo que él considera adecuado. Ya los romanos se quejaban de lo mismo, y miren...