Soy consciente de que a muchos de los seguidores de este blog este artículo les resultará superfluo. La mayoría son tan adictos a la lectura que, o bien no les importa en absoluto dedicar buena parte de su presupuesto a adquirir libros, o bien -como yo- hace tiempo que han desarrollado, por pura necesidad (¿hay algún verdadero lector que pueda vivir sin nutrirse constantemente de nuevas lecturas?), las estrategias que les expongo a continuación para que la incesante adquisición de libros no les suponga una sangría económica. Sin embargo, una y otra vez me encuentro con personas que dicen no comprar libros por lo caro que resulta, o que me piden consejo acerca de cómo hacerse con ellos a buen precio. (A modo de acotación diré que me sigue alucinando cómo algunos conocidos míos de amplios posibles, que no pestañean cuando han de rascarse el bolsillo para comprar cualquier chuchería, no se lo piensan ni un minuto cuando se trata pedirme en préstamo un ejemplar de El Lazarillo de Tormes u otro clásico que les haya caído en suerte a sus hijos comentar en el colegio. ¡Dios les libre de gastarse diez euros -o menos- en alguna de las numerosas ediciones escolares que abundan de estas obras!) Aunque debo insistir en que los libros no son caros -piensen únicamente en lo que cuesta salir de copas una noche-, también es cierto que los bibliómanos, de no andar con cuidado, corremos el serio peligro de encontrarnos sin fondos cada vez que visitamos una librería. Si el precio de los libros les hace sufrir, no hay motivo para que cunda el pánico, existen muchas maneras de leer sin arruinarse. Aquí van algunas:
El método principal y el mejor, porque sale gratis: la biblioteca pública. Por suerte, hoy en día -al menos en España, en especial en las ciudades grandes o medianas- disfrutamos de una amplia red de bibliotecas. Aún hoy, cada vez que visito una me parece un milagro tener tantos miles de libros a mi absoluta disposición y sin necesidad de desembolsar ni un céntimo. Las bibliotecas son -y no es extraño- uno de los equipamientos públicos mejor valorados por sus usuarios. Por si esto fuera poco -aparte de la absoluta maravilla de poder tomar prestados libros, cómics y música, de disponer de un espacio cómodo y climatizado para sumergirse durante horas en la lectura, de las decenas de actividades culturales que organizan- es que su oferta no se limita a los libros que exhiben sus estanterías: sepan que es posible pedir casi cualquier libro de otras bibliotecas, lo que amplía enormemente el catálogo a nuestra disposición, y que te lo traen en pocos días (pagando, sólo a veces, un precio simbólico). Hay gente -ves a saber por qué extraña inhibición- a la que aún le cuesta un esfuerzo entrar en una biblioteca. Adelante, no me sean tímidos, úsenlas y disfruten. Ya nunca más tendrán excusa para decir que no leen porque van mal de dinero. Las bibliotecas, como dice Borges, son lo más parecido a la idea del paraíso.
Biblioteca Jaume Fuster, Barcelona (Foto J. Casañas) |
Ahora bien, si son ustedes de los que no se conforman con tomar el libro en préstamo y prefieren poseer el ejemplar que leen, la solución perfecta para bolsillos menguados son las librerías de segunda mano. Las hay de diversos tipos; por un lado, están las librerías de viejo clásicas, las que son como cuevas de Aladino, llenas hasta los topes de estanterías rebosantes. De estas ya van quedando menos, pero aún hay suficientes como para encontrar abundante material de lectura. En Barcelona -el ejemplo que tengo más a mano- subsisten algunas de las históricas de la calle Aribau, como la Maldá o la Studio. También se pueden conseguir libros a precio de ganga los domingos por la mañana en el Mercat de Sant Antoni (vale la pena visitarlo ahora que acaban de remodelarlo). En Madrid, están las famosas -y casi centenarias- casetas de la Cuesta de Moyano, por las siempre es provechoso darse una vuelta. Y no me cabe la menor duda de que casi cualquier ciudad de cierto tamaño cuenta con alguno de estos útiles establecimientos. Sólo hace falta paciencia para buscar y rebuscar.
Pero, además de estos lugares emblemáticos, hemos podido asistir en los últimos tiempos al surgimiento de librerías de segunda mano "de nueva generación": bien iluminadas, con estanterías bien rotuladas y ordenadas, y libros marcados a precios fijos (lo que ayuda a controlar el presupuesto). Me refiero, sobre todo, a la cadena Re-read, presente en varias ciudades de la península. Dentro del universo del libro de ocasión existen asimismo otras modalidades, como las de Llibre solidari o Aida Books, cuyos fondos proceden en su mayoría de donaciones desinteresadas y lo que recaudan se destina a iniciativas solidarias. (Casi en el último eslabón de esta cadena, aunque con una oferta muy aleatoria y menguada, es posible recurrir a los Puntos verdes, donde a menudo instalan pequeñas librerías con los libros que la gente ha llevado allí para tirar y uno puede llevarse gratis.) Para los que deseen aunar lectura con intercambio y -por qué no- un cierto aroma aventurero, está la alternativa del Bookcrossing: se trata de hacerse con uno de los libros que los participantes "liberan" (en todo tipo de lugares, desde bibliotecas a charcuterías). Eso sí, la gracia está en liberarlo de nuevo una vez leído, para que otros puedan beneficiarse a su vez de su lectura.
Si en lugar de andar husmeando por estanterías -placer bastante irresistible, diría yo, pero esto va a gustos- son ustedes más de quedarse en casa esperando que les llueva del cielo la lectura adecuada, sepan que a estas alturas muchas de las librerías de segunda mano tienen su propia web, desde donde es posible consultar y adquirir libros sin moverse del sillón. Aunque si de comprar por internet se trata, la web que se lleva la palma en cuanto a libros es Iberlibro. Su gigantesca base de datos -que conecta las de cientos de librerías tanto españolas como extranjeras- permite encontrar casi cualquier cosa que uno busque. Ideal, por lo tanto, para dar con aquel título descatalogado o ese otro que uno leyó muchos años atrás y aún recuerda con nostalgia. El servicio suele ser muy bueno pero, para evitar chascos, un par de consejos: antes de darle al "comprar" fíjense bien en los gastos de envío, que pueden subir bastante si el libro procede de allende los mares, por ejemplo; y conviene estar atentos también a la puntuación que la librería vendedora ha recibido de otros compradores (en forma de estrellitas, como es habitual). Puedo dar fe de que llevo años comprando por este sistema a plena satisfacción.
Si alguien se atreve a decirles que leer es un vicio caro, aquí tienen argumentos para desmontárselo. Verán cómo, por el precio de un par de cañas, pueden hacerse con muchas horas de grata lectura. Sin arruinarse.