Éste es un post frívolo, anticipo. Quedan avisados, no me vengan luego con que les parece una superficialidad eso de clasificar los libros de acuerdo a su potencial para combinar con vinos, tés o quesos. Ni quiero comentarios de "el esnobismo ese del maridaje, la típica tontería de yuppies aborregados que se creen gastrónomos porque fueron a una cata". Yo también lo pienso, oigan. Pero estamos en lo más crudo del invierno, es tiempo de pasar la velada leyendo en el sofá, cobijado por una mantita, teniendo a mano una infusión caliente, o un vaso de buen vino... Una cosa lleva a la otra. Por si fuera poco, he descubierto un lugar donde venden unos tés absolutamente sensacionales y llevo unos días probando todo tipo de mezclas exquisitas. Era inevitable que en mi cerebro se pusiese a pensar qué libro le convendría más a cada uno de esos brebajes. Y es que yo soy de la escuela que cree que la lectura puede (debe) ser una experiencia profundamente sensorial. Así, ¿qué mejor que el olor y el gusto de una bebida se vean reflejados en las imágenes que evoca una novela? O viceversa, claro. Éstas son, pues, algunas de las ideas de maridaje que propongo.
- Con una taza de Darjeeling: Negro, aromático, con un toque especiado. Es el momento de releer esa gran novela sobre el Imperio británico en la India, el Cuarteto del Raj, de Paul Scott. Aunque nadie parece acordarse de ella -la última edición en castellano es de hace como diez años- ese cuarteto novelístico, escrito a contrapelo, en los años sesenta, cuando nadie, y menos los británicos, quería acordarse de ese imperio que acababa de irse al garete, fue alabado por la crítica como "una extraordinaria contribución a la literatura inglesa". Es además una lectura llena de personajes fascinantes, y magníficamente ambientada. Si les da pereza embarcarse en este ciclo novelístico -más de mil páginas en la edición inglesa de Everyman- hay una magnífica serie de la BBC. En uno u otro formato, el té la acompaña divinamente.
- Con un Earl Grey aromatizado con rosas o cítricos: con este elegante té con un toque femenino casi es obligado recurrir a una novela policiaca clásica. Nada de escandinavos deprimidos y cadáveres destripados: un buen misterio ambientado en una rectoría, o en una gran casa campestre. Mi elección: Hamlet, venganza, de Michael Innes. Asesinatos en una casa señorial en el marco de una representación de Shakespeare. ¿Se puede pedir más?
- Con un té verde chino. La ligereza de este té y su sabor delicado exige una lectura igualmente ligera. Mi repertorio de lecturas de autores chinos no es muy amplio, me temo, de modo que opto por una bastante occidentalizada: El club de la buena estrella de Amy Tan. Ya les dije que esto iba a ser frívolo.
- Uno de mis vinos preferidos, el delicioso tinto Juan Gil -un sorprendente vino criado en Jumilla que pulveriza la mala fama que tradicionalmente arrastraban los tintos de esa región- es ideal para sentarse en el sillón alternando alguno de los Episodios nacionales de Galdós con este vino. Vayan con cuidado, antes de que se den cuenta habrán terminado la novela y la botella, todo a la vez.