Para Belén, a quien le gustaba el color rojo, una rosa con nombre literario: Rabelais |
Este blog está hoy de luto. Este espacio para el intercambio de ideas y curiosidades acerca de libros, lectura y lectores se siente un poco huérfano con la pérdida de Belén Bermejo, editora, paseante, fotógrafa y ávida y atenta lectora, que falleció ayer en Madrid a los 51 años.
Uno de los mayores beneficios que te aporta un blog son las personas que conoces gracias a él. Yo me considero afortunada de que estas Notas me hayan permitido encontrar a Belén. La conocí ante todo virtualmente, en los albores de mi blog, cuando descubrí -o tal vez ella me descubrió a mí, no lo sé- su blog La amena biblioteca de Redfield Hall (que, aunque ella lo abandonó allá por 2014, sigue vivo en internet). Por aquel entonces yo, absolutamente novata en estas lides, me inquietaba por las pocas visitas y comentarios que recibía: Belén -o su avatar, la Bibliotecaria de Redfield Hall- tuvo la amabilidad de elogiar alguna de mis entradas y de incluir mi blog en su lista de seguidos. Tal vez sin sus palabras de ánimo yo no hubiese seguido adelante. Ella era así, generosa, vitalista, enamorada del mundo los libros.
El ficticio Redfield Hall, sede de la Amena Biblioteca |
Aunque solo llegué a encontrarme con ella una o dos veces en persona, durante todos estos años la he seguido -y nos hemos comunicado ocasionalmente- por las redes. Siempre atenta a la vida cultural, su hilo de Twitter era una verdadera mina para detectar artículos y noticias interesantes. Pero Belén no solo era una excelente editora y lectora, también sabía mirar, ¡y cómo! Con sus maravillosas fotografías nos enseñó a apreciar aquello que hay de extraordinario y poético en el paisaje cotidiano, la belleza de lo pequeño, de lo no solemos ver porque lo tenemos demasiado cerca. Fotos singulares y bellísimas de lugares que están a nuestro alcance, pero que hasta ella los supo mirar no fuimos capaces de descubrir. Les recomiendo que buceen en su página de Instagram, o mejor, que se compren su libro Microgeografías de Madrid (a ser posible en una librería física, que a ella tanto le gustaban). Además, los beneficios van destinados al servicio de oncología del Hospital de la Princesa, pues siempre defendió con uñas y dientes la sanidad pública.
Sé que la voy a echar de menos cada día: sus fotos, sus comentarios, sus recomendaciones. Ha sido un privilegio conocerla y que nos abriera generosamente la puerta a su forma de mirar el mundo, que ahora ya es también un poco la nuestra.
Adiós, Belén, hasta siempre.