Henri Matisse, Femme aux fleurs (Falsificación realizada por Elmyr de Hory en 1963) |
Leo hoy en la prensa la noticia del juicio a un astuto falsificador de pintura, Wolfgang Beltracchi. Parece que sus imitaciones de pintores como Max Ernst o André Derain eran tan perfectas que fueron autentificadas por expertos, y casas tan serias como Sotheby's o Christie's las vendieron por varios millones de euros. Aunque le han condenado a seis años de cárcel, el propio magistrado ha considerado oportuno felicitarle por su pericia pictórica. El caso me ha hecho pensar en otro maestro de la falsificación, Elmyr de Hory, un húngaro -que, por cierto, pasó muchos años en Ibiza- de quien se dice que fue el mayor falsificador de la historia del arte (que se sepa, añadiría yo). Era capaz de imitar a la perfección el estilo de pintores como Matisse, Modigliani o Renoir y se dice que logró vender más de mil de sus obras como auténticas. Aunque eventualmente algunas de estas falsificaciones se descubrieron, nunca llegó a ingresar en prisión (sólo fue condenado a dos meses de arresto por conducta homosexual y complicidad con banda de malhechores). Su caso se hizo muy famoso y generó un libro, escrito por Clifford Irving, y una película dirigida por Orson Welles, Fake, muy recomendable. Hory argumentaba, con cierta razón, que si los expertos coincidían en que sus cuadros eran tan buenos como los de los maestros a los que imitaba, no había razón para que no se cotizasen al mismo precio que estos. Por uno de esos saltos asociativos de la memoria, este escurridizo e interesante personaje me ha hecho pensar en otro, esta vez un escritor, cuya autoría fue difusa. He de reconocer que hasta que leí su necrológica, en 2005, ignoraba -y como yo, sospecho, la inmensa mayoría de sus lectores- que el verdadero nombre del autor conocido como Trevanian era Rodney William Whitaker, un profesor universitario de cinematografía. Bajo el nombre de Trevanian publicó en los años 70 y principios de los 80 varios thrillers de gran éxito (La sanción del Eiger -de la cual se hizo una película, no muy buena, con Clint Eastwood como protagonista-, La sanción del Loo, El Main y Shibumi, principalmente), que se caracterizan por su inteligencia, su ritmo narrativo y la originalidad e ingenio de los delitos que relata. De hecho, uno de los métodos para robar obras de arte que describe en La sanción del Loo fue copiado (con éxito) por unos ladrones en Turín. Luego, Trevanian se eclipsó durante casi veinte años, para publicar poco antes de su muerte un par de novelas más, muy distintas de las anteriores. Sus fans no pudieron por menos que dudar de que ese Trevanian "resucitado" fuera el verdadero autor. Durante toda su carrera Trevanian se negó a revelar su identidad o a participar en la promoción de sus novelas, que aún así alcanzaron ventas millonarias. Esto, unido al profundo conocimiento que sus obras demostraban de disciplinas tan distintas como las artes marciales, la pintura, o el montañismo, además de la diversidad de estilos que era capaz de emplear, fue creando un auténtico mito en torno a su persona. Una de las teorías que circularon era que "Trevanian" era el nombre colectivo de un grupo de escritores. Para complicarlo más, publicó también un par de relatos firmados por un tal Beñat Le Cagot y presuntamente traducidos del francés por Trevanian, además de un par de novelas muy distintas -una histórica y otra basada en mitos artúricos- bajo el nombre de Nicholas Seare. En la única entrevista que concedió, hacia el final de su carrera literaria, afirmó que lo primero que decidía antes de ponerse a escribir era qué autor iba a contar esa novela, para lo cual utilizaba técnicas actorales a fin de ponerse en la piel del autor adecuado. Como muchas otras cosas en este misterioso personaje, suena a "boutade", pero también podría ser verdad. Lo cierto es que disfrutaba jugando a despistar al público y riéndose de los críticos literarios. Y, como lectora que he sido de todas sus novelas, puedo asegurar que su capacidad camaleónica, para cambiar de género y de estilo, resulta asombrosa. Al parecer, Trevanian dejó una novela épico-histórica inacabada, que su hija se está encargando de completar. ¿Desde 2005? ¿Otra jugarreta de este autor que nunca se cansó de jugar al escondite con su público? Creo que nunca lo sabremos.