Las letras están en todas partes, y cada vez más. Ya sea en los rótulos, las paredes, los impresos o las pantallas, vivimos rodeados de letras. Pero estamos más atentos al contenido del mensaje que a su forma. Ajenos a que, como dice Andreu Balius en las páginas que el suplemento Culturas de La Vanguardia dedica hoy a la tipografía, "la tipografía es la voz del texto". Y a que seleccionar una u otra tipografía no es inocente, porque del diseño de esas letras, de sus formas, dependerá que captemos su significado de un modo más o menos amable, más o menos alegre, sesudo, abierto, frío, amanerado, moderno o informal. Que todos estos matices son los que se van a poner en evidencia según sea la fuente tipográfica elegida. Conste que empleo el término "fuente" con cierta reticencia, y porque -gracias al idioma inglés y a los ordenadores- se ha popularizado de tal modo que va a ser difícil sustituirla por la más correcta "tipografía". Porque este "fuente" español no es más que una copia, mala traducción, del "font" inglés original, que no se refiere a una fuente (de la que usualmente mana agua), sino a la fundición, al acto de fundir en plomo los tipos de imprenta. Gracias a los ordenadores, sin embargo, hoy existe un conocimiento y una apreciación de la tipografía como probablemente nunca antes en la historia de la letra impresa. Con sólo apretar una tecla, igual que modulamos nuestro tono de voz y podemos decir la misma frase con un susurro sugerente o a gritos, podemos elegir el tono que le daremos a nuestro texto. Aunque, con tantas posibilidades a nuestro alcance, a veces cuesta saber cuál elegir y por qué. ¿Helvética, Gill Sans, Frutiger, Garamond, Baskerville, Palatino... ?Para perplejos en cuestiones tipográficas y para amantes de la tipografía sin más, recomiendo el ameno libro de Simon Garfield que ha publicado Taurus, Es mi tipo, donde se examinan cómo Helvética y Comic Sans conquistaron el mundo, por qué estamos aún influidos por elecciones tipográficas que se hicieron hace más de 500 años, o por qué la T en el logo de los Beatles es más larga que las demás letras. Además de revelarnos cuáles son las mejores y las peores tipografías, y qué es lo que tu elección de una u otra dice sobre tí mismo. O eso, al menos, es lo que afirman sus editores. Hacía falta.
Sólo una muestra. Según Garfield, hay más de 10.000 tipografías distintas |