Sospecho que buena parte de los lectores españoles de Dickens se ha formado una idea totalmente errónea acerca de este gran escritor inglés. Es verdad que, durante bastante tiempo, las obras de Dickens tuvieron una presencia escasa en las librerías de nuestro país, limitada en su mayoría a ediciones abreviadas dirigidas al público infantil y juvenil. Tal vez por obra y gracia de algunas adaptaciones cinematográficas, que tienen tendencia a subrayar los aspectos más sentimentales de sus novelas, existía la convicción de que Dickens se especializaba en narraciones lacrimógenas donde básicamente había niños desgraciados que sufrían muchísimo. Me temo que hay gente que aún lo cree. Por supuesto, es muy probable que estas personas no hayan leído ninguna de sus obras, pues todas -incluso las más dramáticas- están impregnadas de un fino sentido del humor. Como otros grandes autores -Cervantes, sin ir más lejos: El Quijote es una de las obras más divertidas que se han escrito-, Dickens posee la habilidad de insertar rasgos de comicidad incluso en los pasajes en apariencia más serios.
El dibujante Phiz, que colaboró estrechamente con Dickens, supo reflejar muy bien la faceta cómica de sus personajes |
Ciertamente, la producción de Dickens fue prodigiosa. Sabemos que era un maníaco del trabajo y un insomne crónico, pero aun así cuesta comprender cómo encontró tiempo para hacer todo lo que hizo. Consiguió ser a la vez novelista, dramaturgo, periodista y conferenciante, facetas todas que cultivó además con gran éxito. En los ratos en que no escribía, fue asimismo filántropo, reformista político, infatigable andarín, mago aficionado, director de escena y un montón de cosas más que me dejo. (Solo la magnitud de su correspondencia es mareante: se conservan más de 14.000 cartas suyas, y sin duda no son todas.) Con tantos frentes abiertos, no siempre es fácil seguirle la pista.
A pesar de que la situación ha mejorado por lo que respecta a sus novelas, (no puedo por menos que mencionar aquí las excelentes versiones que ha publicado Alba Editorial de algunas de ellas, como David Copperfield) hay facetas fundamentales de este escritor que siguen siendo muy desconocidas.
Como su ingente labor periodística: Dickens empezó su carrera escribiendo artículos para el Morning Chronicle (que firmaba con el seudónimo de Boz) y siguió practicando el periodismo durante toda su vida, llegando a ser editor, sucesivamente, de dos semanarios, en los que siempre se incluía algún texto suyo. Miles de artículos, en conjunto -ya hemos dicho que Dickens lo hacía todo a lo grande-, dispersos en publicaciones diversas, que los lectores que dominen la lengua de Shakespeare pueden consultar en la plataforma digital Dickens Journals Online (DOJ). (Hablé de ella hace un tiempo en este blog.) Lamentablemente, esta vertiente del escritor inglés que no estaba, hasta ahora, al alcance del lector español.
Por ello, saludamos con alborozo la publicación del libro Pasiones públicas, emociones privadas, que reúne una acertadísima selección de sus escritos periodísticos. La edición y traducción corre a cargo Dolores Payás, quien no solo ha impuesto un orden temático a los textos, sino que proporciona una introducción a cada uno de los apartados. Y lo hace además, con la misma pasión y la misma vitalidad que el propio Dickens muestra en sus artículos, en perfecta sintonía con ellos. Ha conseguido, asimismo, verter estos textos al castellano -todo un reto- con una prosa tan fresca y fluida que nos parece como si se hubiesen escrito ayer. Algo muy pertinente, dado que muchas de las lacras sociales que Dickens denuncia son sospechosamente parecidas a las que aún hoy padecemos.
Leyendo esta espléndida edición, sentimos que Dolores Payás ha sido en cierto modo abducida por Dickens (difícil resistirse a su encanto). Como ella misma confiesa en su epílogo:
"Mis largas sesiones con Dickens han estado presididas por una pasión y una intensidad fuera de lo común. Cualquier intento de mantener una distancia de seguridad ha resultado vano. Dickens es uno de esos autores que se te mete bajo la piel, y luego no hay modo de hacerlo salir de ahí. Un claro fenómeno de posesión (demoníaca, angelical)."
Si todo lo dicho anteriormente no bastase para recomendar vivamente este libro, sepan que Dolores Payás ha sido también traductora de otro autor muy querido en este blog, Patrick Leigh Fermor. Por si fuera poco, lo conoció personalmente e incluso vivió una temporada en su casa de Mani; a partir de esta experiencia, ha escrito un librito donde traza un delicioso retrato de este autor, Drink Time! Una celebración de la vida, de la amistad, de la literatura.