John F. Peto

John F. Peto
Cuadro de John F. Peto (detalle)

lunes, 2 de julio de 2012

MI BIBLIOTECA (VI): DOBLES FILAS Y LIBROS PERDIDOS

La sexta entrada de esta serie corresponde a littleEmily, del blog reading at the moonlight, aunque me parece que ella lee bajo todo tipo de luces y a todas horas. Historiadora e irredenta anglófila, a littleEmily le apasionan también los viajes y, cómo no, el té. Esta esforzada lectora tiene además ánimos para embarcarse en todo tipo de retos literarios, de los que va dando cuenta en su blog, por si alguien se anima a emularla. Muy oportunamente (juro que no lo hemos preparado entre las dos), inicia precisamente hoy su texto con una comparación futbolística.

Igual que en el futbol, mi biblioteca juega en varias ligas: en la inglesa, obviamente, pero también en la francesa, la norteamericana, la italiana, la alemana, la rusa, etc. Así es como tengo ordenados mis libros, por nacionalidades, a pesar de que, al llegar al alemán, se unan austríacos y alemanes bajo la bandera de la lengua, justo al lado de italianos como Calvino, Manzoni o Dante. Los franceses y los norteamericanos se turnan para bajar de los estantes más altos de tanto en tanto: ahora conviven los primeros volúmenes de literatura inglesa (Chaucer, Shakespeare, Charles Lamb) con Salinger, Chabon, Eugenides, Sylvia Plath... El orden de la estantería principal nunca será el mismo. Y nunca estoy segura de qué se esconde en la doble fila. Los libros que se mudan siempre dejan un poso en la doble fila así que detrás de Proust puede aparecer fácilmente Mark Twain (mi ejemplar de niña de Huckleberry Finn) o Salgari, los dos unidos por el caos. La sección de literatura griega y romana se ha “juntado” con los libros de historia griegos y romanos (una es historiadora por algo) y ambos conviven en una cálida armonía en la que se retroalimentan unos a otros. Si releyendo la Ilíada, me entran dudas acerca de los funerales de la época micénica, siempre sabré a dónde puedo acudir.

Un pedazo de estantería fundamental

 Lo malo de no tener todavía un piso propio es que los libros deben intentar mantenerse en mi habitación, pero no consigo retenerlos. Campan a sus anchas por el despacho y los que me pide prestados mi madre, muchas veces se quedan en la habitación de mis padres. Rutherfurd se ha ido a vivir allí, por ejemplo. Pepys decidió volver. Una parte importante de mis libros sobre la Segunda Guerra Mundial viven retenidos allí. Los libros en inglés han acabado desbordando su sitio y ahora se multiplican por la habitación y el despacho. Novelas, libros sobre historia, biografías de escritores y de personajes históricos...
En el despacho conviven los libros sobre libros, que tienen sección propia, las biografías de escritores, los libros de viajes... Si un libro, sea del género que sea, tenga la nacionalidad que tenga, me llama la atención tiene muchos números de: a) pasar a engrosar las estanterías de mi casa o b) venir de paso al sacarlo de la biblioteca, algo que también suelo hacer mucho ante la imposibilidad de comprar todos los libros que me gustan, algunos de ellos están descatalogados o son tan antiguos que son imposibles de encontrar.
Hace un par de años intenté ordenarlos por orden cronológico: después de dos días con todos los libros en el suelo y en movimiento, llegué a la conclusión de que no me gustaba nada, me impedía poner libros en posición horizontal encima de la primera fila. Vuelta a empezar, y finalmente quedó en un orden híbrido, eso sí, con los libros a los que tengo más cariño justo a la altura de los ojos.
Finalmente, mi biblioteca se ha quedado en un desorden construido expresamente: literaturas por país y en segundo término, un mínimo intento de ponerlos en orden en el que hay mucho de casual y mucho cálculo.
La literatura inglesa es la que más abunda, por supuesto. No sé cuando me empezó a atraer tanto: es algo que siempre ha estado conmigo y que no se limita a un período determinado ni a autores concretos: puedo ir desde los Cuentos de Canterbury hasta la última novela que se ponga de moda. Lo cierto es que, a causa de mi debilidad por los siglos XVIII, XIX y XX, los más abundantes, algunas colecciones se me desbordan y ni siquiera puedo colocar todas las obras de Dickens, Hardy, Elizabeth Gaskell, entre otros, juntas. En cambio, hay otros que por la editorial que los ha publicado o por su argumento, a pesar de ser del mismo autor, mantengo separados.

Me gusta tener un estante gris :)
 Normalmente, suelo tener un libro perdido. Y como parece que se ha convertido en costumbre, el día que aparece, desaparece otro... durante una larga temporada, perdí Terra Baixa, el ejemplar que leí en el instituto y lleno de acotaciones para las lecturas que hacíamos en clase. Vamos, insustituible. Al cabo de un tiempo, apareció como por arte de magia. Pero, a la vez, desapareció otro, El zoo d´en Pitus. Y así van apareciendo y desapareciendo cada cierto tiempo... Ahora son dos: Una maravillosa gran aventura de Beryl Bainbridge, cuyo rescate me he tomado como un asunto personal y me dedico a remover cielo y tierra para encontrarlo.
Y la magia de las dobles filas nos ha proporcionado siempre sorpresas: en la misma mudanza apareció, por sorpresa, una edición de 1942 de Cumbres borrascosas, proveniente de mi tía, la misma que al cumplir yo 12 años, me proporcionó mi primer contacto con las Brontë. O una doble fila especialmente gruesa de la biblioteca materna nos descubrió la primera edición española de varios cuentos de Tolkien: Eagle, el granjero de Ham, etc.
Algo que sorprende mucho es que todavía siga leyendo novelas infantiles y juveniles por puro placer, sin tener ningún niño/a en mi vida. Me sirven para desconectar, para seguir en contacto con la Peter Pan que hay en mí, para recordar como pensaba en aquella época... en la que ya leía con voracidad, pero de la que me faltan muchos libros que se perdieron en una mudanza. Así que no me queda otra que intentar hacerme con ellos de nuevo. Entre las búsquedas de libros que tuve y ya no son míos, entre los nuevos autores y libros que me esperan, libros de no ficción que me llamen la atención siempre habrá un hueco en mi estantería para historias que transporten mi mente lejos.

Reciclando un mueble para la ropa blanca y llenándolo de libros.

9 comentarios:

  1. Hermoso relato, compa Elena: transmite amor por los libros (y resignación alegre y sencilla ante la imposibilidad de roer todos los que se quisiera). Me ha gustado (y relajado...).

    Un fuerte abrazo y buena semana.

    ResponderEliminar
  2. Pues esa estantería de Persephone es para darte un atraco. Que no eres la única anglófila y los demás no somos de piedra...
    Y lo del libro perdido es estupendo. Debes tener un djinn dando vueltas por las estanterías. Busca bien, que ese libro concreto d ella Bainbridge es maravilloso y no puede seguir perdido. Ofrece recompensa o algo..
    Saludos.

    ResponderEliminar
  3. Como me gustan estas entradas, en este caso si conozco a la bloggera, así que eso me permite conocerla un poquito a través de sus libros.

    Besitos!!

    ResponderEliminar
  4. Desde que te conozco, y conozco tus hábitos lectores y de compra de libros, he tenido curiosidad por saber como seria tu librería/biblioteca en casa.
    Me ha gustado mucho la entrada.
    Besos.

    ResponderEliminar
  5. Desde que te conozco, y conozco tus hábitos lectores y de compra de libros, he tenido curiosidad por saber como seria tu librería/biblioteca en casa.
    Me ha gustado mucho la entrada.
    Besos.

    ResponderEliminar
  6. Qué delicia ver la mítica biblioteca de LittleEmily. Está muy a la altura de lo imaginado. El rinconcito Persephone me ha gustado especialmente, así como lo de los libros que se van a vivir a la habitación de sus padres.

    Una vez más, aunque me repita: felicidades por esta serie de entradas.

    ResponderEliminar
  7. Ay madre..leo estas entradas y me doy cuenta de que soy un caos para los libros..

    ResponderEliminar
  8. me encantó el mueble de ropa blanca ahora usado como librero ;-)
    debo decir que eres muy ordenada (con todo y que por ahí tengas un libro perdido cada cierto tiempo). Lo bueno es que siempre aparece ;)
    un beso,
    Ale.

    ResponderEliminar
  9. Preciosa entrada...me preguntaba cómo Little Emily guardaba tantos libros?? Sé que los devora y también los compra, con lo cual...dónde vivían era para mí una gran incognita.
    Leemos para saber que no estamos solos, es una frase que copié de la película de Tierras de Penumbra...y que me encanta...desde luego, no estamos solos nunca, cuando leemos.
    Elena, un trabajo precioso...y muy agradable.

    ResponderEliminar