John F. Peto

John F. Peto
Cuadro de John F. Peto (detalle)

martes, 23 de septiembre de 2014

LEER MEJOR

 
(Esta bonita foto procede del blog Librérate.)
 
Si usted está leyendo estas líneas, es indudable que sabe leer. Es casi seguro, también, que aparte de juntar las letras, será capaz de comprender su contenido. Al fin y al cabo, es lo que enseñan en las escuelas. La mayoría de los niños, una vez acabada la enseñanza obligatoria, son capaces de hacer un resumen de lo leído. Aunque eso evidencia que han podido seguir el hilo de la historia, o de la argumentación, que desarrolla el texto, no que hayan captado la intención del autor ni otros muchos aspectos. Mas adelante, si siguen estudiando, algunos acceden a lo que se llama "comentario de textos", supuestamente una vía privilegiada para ahondar en el texto, determinando su estructura, analizando su forma y en general llevando a cabo una serie de operaciones que permiten "dar cuenta, a la vez, de lo que un autor dice y de cómo lo dice" (en palabras de un popular manual de Lázaro Carreter y E. Correa).  Suele ser, me temo, una asignatura en la que los estudiantes se aplican en desmembrar un poema o texto determinado, pero no aprenden a utilizar ninguna de esas herramientas en su vida lectora fuera de las aulas. Pues la evidencia demuestra que muchas personas que han recibido una educación no han aprendido, en cambio, a leer en el verdadero sentido de la palabra. O sea, saben leer, pero no leer "mejor".
Esto explica -creo yo- el éxito de determinadas obras de ventas millonarias, cuyo contenido sin embargo decepciona a más de un (mejor) lector.  "¿Cómo es posible que esta birria guste a tanta gente?" se preguntan entonces. La respuesta es que la gran masa lectora lee sin más. Es decir, no sabe leer mejor. Dice C.S. Lewis, en uno de los ensayos contenidos en el libro La experiencia de leer, que
 
"Así como el oyente que no sabe escuchar música sólo se interesa por la melodía, el lector sin sensibilidad literaria sólo se interesa por los hechos. El primero descarta casi todos los sonidos que la orquesta produce realmente: lo único que quiere es tararear la melodía. El segundo descarta casi todo lo que hacen las palabras que tiene ante sus ojos: lo único que quiere es saber qué sucedió después."



No es que a la gente le gusten los libros malos (como he oído decir a más de uno), sino que no saben leer de otra manera. Los lectores que no son capaces de concebir, imaginar y sentir lo que el autor sugiere se pierden una gran parte de lo que la buena literatura contiene. Siguiendo con Lewis, "La mayoría de cosas que proporciona la buena literatura -y que la mala no proporciona- son cosas que el lector no desea y con las que no sabe qué hacer". Lo que el lector que no sabe leer busca es ante todo el reconocimiento inmediato, enterarse cuanto antes de cuáles son los hechos o las emociones que el autor le desea transmitir.
 
"Que quede claro que el lector sin sensibilidad literaria no lee mal porque disfrute de esta manera con los relatos, sino porque sólo es capaz de hacerlo así. Lo que le impide alcanzar una experiencia literaria plena no es lo que tiene, sino lo que le falta."
 
El mejor lector es capaz de ir más allá, de recibir todo lo que el autor le ofrece -cada palabra pesa- y sólo entonces pasarlo por el tamiz de su propia sensibilidad y su experiencia. El lector común se deja entretener por la lectura; el lector mejor es transformado por ella.
"Cuando leo gran literatura me convierto en mil personas diferentes sin dejar de ser yo mismo (...) Veo con una miríada de ojos, pero sigo siendo yo el que ve." 

 

32 comentarios:

  1. No estoy absolutamente de acuerdo.

    No creo que ser mejor o peor lector dependa de una prioridad en la captación de unos hechos, del argumento, en detrimento de lo estilístico. La calidad en la literatura es totalmente objetiva, en mi opinión, igual que lo es la calidad en la construcción de un pastel o de un muebles. Hay razones perfecta,ente demostrables de lo que es un libro bien escrito o mal escrito. Por la misma regla de tres que propone Lewis a mucha más gente le gustaría Homero y su Odisea y su Ilíada, porque en cuestión de hechos pocas obras literarias la igualan. Y no es así. Pocos se acercan a esa maravilla. También hay ejemplos en sentido contrario.

    No creo que ser un buen o mal lector dependa de la prioridad captativa, sino meramente de sensibilidad. Y eso es algo que se cultiva, que se trabaja, que se cuida.

    Por otra parte, cualquier músico sabe que la creación de una buena melodía es una de las cosas más difíciles de lograr en ese arte.

    Un abrazo.

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  2. Barbusse, debo haberme explicado mal, lo siento. No digo que la calidad literaria dependa del lector, nada más lejos de mi intención, sino que los lectores comunes (por oposición a los lectores "mejores"; no me gusta hablar de "buenos" y "malos" lectores) no tienen la sensibilidad ni las herramientas para apreciarla. Por eso mismo les gustan las obras que otros lectores consideran deficientes, porque esos lectores también deficientes se conforman con una serie de superficialidades: que pasen cosas, no importa cómo estén descritas.

    Y estoy totalmente de acuerdo en que se puede aprender a leer mejor, sólo es cuestión, como tú dices, de cultivarlo.

    Sobre la música: Lewis no dice en ningún momento (y yo tampoco) que crear una melodía sea fácil: sólo que el mal oyente, el poco cultivado, sólo se fija en ella. Le sobra la orquestación, la estructura de la obra y todo lo demás, porque es incapaz de apreciarlo. Igual que en una obra literaria.

    A ver si ahora se me entiende mejor...

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  3. Uff, menudo tema polémico has ido a tocar Elena. Los matices entre "lo bueno" y "lo malo", sobre todo en cuestión de gustos, son muy subjetivos. Es evidente que existen libros mejor escritos que otros, pero no pienso que por ello sean mejores libros que otros menos exigentes en su prosa. Como tampoco pienso que hayan mejores lectores que otros. Sí, habrán lectores capaces de percibir todas las sutilezas del texto hasta su última coma, pero es posible que dejen de lado un buen libro por no cumplir sus expectativas. Ojo, igual que un lector poco escrupuloso es capaz de descartar un buen libro por no tener la suficiente paciencia. Por eso mismo he llegado a la modesta conclusión de que existen tres clases de libros: los que disfruto por lo bien escritos que están (siempre según mi criterio, que tampoco es nada del otro mundo), los que me interesan por el tema o la trama y los que consiguen dejarme acongojado con unos sucesos tremendos y una prosa exquisita. Como comprenderás, este último caso se da poquísimas veces, pero por eso mismo no todos los libros son obras maestras. Para que esto suceda ha de ser un libro que ofrezca la mejor prosa junto con la trama más fascinante; un libro con la atracción suficiente para atrapar a todo el mundo entre sus líneas, tanto del lector casual como al versado. Porque en lo que estoy totalmente de acuerdo es en que la mente lectora, igual que la musical, puede ser educada para percibir los matices, aunque estos, por sí solos, no sean suficientes para crear una buena obra.

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    1. Desde luego Mazcota, parece que he tocado un tema que a nadie le deja indiferente. Espinoso. Gracias por tus reflexiones en torno a cómo te afecta la lectura. Eso, al final, es lo importante, dejarse transformar por ella.

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  4. Vaya, jamás creí que iba a estar tan en desacuerdo contigo (y con C. S. Lewis). Es más, considero que pocas cosas han dañado más a la literatura que los “lectores aristocráticos”, esos “lectores mejores” que comentas. Lo cual no quita para que, en efecto, existan lectores más sofisticados que otros. Pero esto obedece a razones pre-literarias: cuanto más culta es una persona, más sofisticados son sus gustos. En realidad, no se trata de que tengan mayor sensibilidad, sino de que tienen más y mejores datos, más y mejores referentes.
    El problema radica en la óptica que elijamos para juzgar la calidad literaria: en qué aspectos nos fijemos y en cuáles pasamos por alto. Por lo general, la “crítica culta” (atención a las comillas) se centra en el estilo, la prosa, y pierde de vista la narrativa (pongo como ejemplo las tesis de Benet). Eso fue lo que hizo que los “lectores mejores” de entonces se llevaran las manos a la cabeza cuando le dieron el Nobel a Kipling, que sólo era un escritorzuelo de aventuras. O lo que hizo que no le dieran el Nobel a Graham Greene, porque sólo era un escritorzuelo de novelas de espía. O que no se lo dieran a Tolkien, pues escribía sobre elfos y enanos. Esa postura aristocrática es la que ha tildado de segundones a escritores que tú y yo tanto amamos como Wodehouse, Bradbury o nuestra querida Richmal Crompton. O la que desdeña altivamente a un narrador tan portentoso como Stephen King. O la que condena al ostracismo la literatura de género.
    En lo que a mí respecta, valoro más la narrativa que el estilo. ¿Me convierte eso en un “lector peor”? Quizá sí, quién sabe. Pero recuerdo que Vázquez Montalbán confesaba que le resultaban mucho más difíciles de escribir sus novelas policiacas que las literarias. Porque contar bien una historia, y en eso consiste la narrativa, es condenadamente complejo. Además, los estilos pasan de moda, pero la buena narrativa jamás.
    En literatura, los extremos suelen estar claros; lo muy bueno salta a la vista, igual que lo muy malo. La cuestión es cómo juzgar todo lo que está entre medias. Para los “lectores aristocráticos”, las cosas son o blancas o negras; lo que ellos valoran es LO BUENO, y lo demás una mierda, sin grados. ¿Y qué valoran ellos? Pues lo que resulte más difícil de leer (generalmente a causa de una deficiente narrativa), pues eso refuerza su estatus.
    Recurriendo al ejemplo musical que mencionabais, he conocido a muchos grandísimos aficionados a la música clásica que, pese a su gran cultura, no lograban conectar con la dodecafonía. Sin duda, los amantes de Schönberg y Stockhausen tienen un paladar más amplio que ellos. Pero no necesariamente mejor.
    Perdón por el exceso de extensión. Y un abrazo.

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    1. Agradezco tus comentarios, César. Creo que no estamos tan lejos como pudiera parecer. Es verdad que C.S. Lewis (y eso se aprecia mejor si se lee la totalidad de los artículos contenidos en el libro que cita) se sitúa bastante del lado de los "lectores aristocráticos", una división ésta que no me convence. Como señalas bien, cuanta mayor cultura y mayor formación, más posibilidades hay de que un lector sea capaz de leer con discernimiento. Porque de eso trata en realidad mi artículo -después de vuestros comentarios, veo que no lo he explicado demasiado bien-, de que mucha gente que lee, incluso que lee mucho, podría sacar más partido de la lectura si fuese un lector con más herramientas, que le permitiesen ir más allá de la superficie. También así le darían menos gato por liebre. Estoy hablando aquí de los verdaderos fraudes al lector, los Dan Brown y compañía.
      Por supuesto que hay libros escritos con prosa exquisita que son un peñazo, y otros fascinantes que no destacan por su escritura, pero en general los buenos libros (incluyo ahí un abanico amplísimo que incluye a Richmal Crompton, Bradbury, Stephen King o Simenon, ninguno de ellos carne de Nobel) son capaces de acomodar la forma al fondo. Satisfacen al lector sin hacer trampa.
      Y no, para mí no todo es blanco o negro, disfruto enormemente con lo que está en medio, lecturas de todo pelaje, desde las novelas de aventuras a las románticas. Pero intento mantener siempre alerta el sentido crítico, que no es más que la sensibilidad lectora, saber no sólo que un libro me gusta, sino sobre todo por qué.
      En cualquier caso, agradezco mucho tu extenso comentario y la posibilidad de debatir contigo por esta vía.

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  5. Huelga decir, querida Elena, que no te considero una "lectora aristocrática", ni remotamente. Tu blog es una prueba de lo dúctil y ecléctica que eres en terreno de lecturas. Y estoy de acuerdo en que los mejores libros son aquellos que equilibran estilo y narrativa, aunque eso signifique a veces rebajar el estilo, y en otras ocasiones diluir la narrativa. A partir de ahí hay quienes piensan que la narrativa debe estar en función de la prosa, y otros, como yo, que sostienen que es la prosa la que debe adecuarse a la narrativa. Cuestión de gustos, supongo. En cualquier caso, como suelo decir últimamente: es mejor una mala lectura que ninguna lectura.

    Y lo más importante: siempre es un placer debatir con personas inteligentes, como tú.

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    1. >>es mejor una mala lectura que ninguna lectura>>

      No lo creo. Es un error. A la larga hace más daño. Una mala lectura es la que aleja a muchos lectores de los buenos libros.

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    2. Lo que aleja de los buenos libros es, sobre todo, la "no lectura".

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  6. "No me sirve el argumento, usado hoy por los pedagogos de 'que lean cualquier cosa, aunque sea mala, porque esto les llevará más adelante a la lectura de calidad'. Dudo mucho que el lector de pulp fiction pase a ser lector de Proust con naturalidad, con lo cual no afirmo que un lector de Proust pueda ser también lector ocasional de pulp fiction, como un enamorado de Bach puede escuchar música de organillo. Pero dudo mucho que un espectador habituado a ver solamente teleseries pueda disfrutar con las películas de Kubrick –en realidad empezará por no entenderlas–, o que el oyente habitual de rap escuche con placer la Pasión según San Mateo. No creo que la lectura de unos textos en lenguaje adolescente hablando de problemas de adolescentes sean lo más adecuado para la formación literaria y humana de estos adolescentes."

    Son palabras de Jaume Vallcorba, editor de Acantilado, recientemente fallecido, con las que no puedo estar más de acuerdo.

    Un saludo.

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    1. Con todo mi respeto y admiración por Jaume Vallcorba, no acabo de estar de acuerdo con él. Sobre todo, porque conozco bastantes casos en que una dieta juvenil de lecturas de las consideradas "malas" ha dado como resultado lectores adultos de ficción de calidad. Lo que me parece disuasorio de la lectura, en cambio, es obligar a niños de doce años sin ningún bagaje lector previo a zamparse El libro de Buen Amor. Eso sin duda les provoca un rechazo eterno hacia todo lo que suene a "clásico de la literatura castellana".
      Más bien diría, con Lewis, que lo conveniente es que la gente se aficione a leer, sea lo que sea: la mayoría se quedará estancada para siempre en la lectura de consumo fácil, pero siempre habrá una parte de esos lectores que descubrirán lo mucho más satisfactorio que puede ser enfrentarse a un texto que ponga a prueba su intelecto y su sensibilidad.

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  7. Conozco a muchísimos profesores de literatura, y hay algo en lo que prácticamente todos coinciden: cada vez que obligados por el programa prescriben clásicos a sus alumnos, saben que eso va a hacer que se pierdan muchos lectores.

    De hecho, creo que, en ese contexto, los "buenos libros" han desanimado a más lectores que los malos libros. Buenos libros inadecuados para edades inadecuadas.

    Vallcorba (y Barbusse) se sorprenderían si supieran lo que leían de adolescentes escritores como Juan Marsé, Luis Alberto de Cuenca, José Mª Merino, Jaime Gil de Biedma o, por poner un ejemplo evidente, Fernando Savater. Todos ellos hicieron ese tránsito, al parecer imposible, entre el pulp y la alta literatura.

    Por otro lado, me parece que Vallcorba, que sin duda era un gran editor, andaba un poquito despistado cuando dijo eso. Despistado en cuanto a la literatura juvenil, que evidentemente no conocía, y despistado en cuanto a las "teleseries", pues hoy es más fácil encontrar al equivalente de Kubrick en la pequeña pantalla que en los cines.

    Para no enredarme en una discusión bizantina, me limitaré a proponer un experimento mental. Imaginemos dos personas adultas, dos treintañeros por ejemplo; uno adquirió de pequeño la costumbre de leer literatura barata, y toda su vida ha seguido leyendo auténtica basura. El otro jamás adquirió el hábito de leer y, por tanto, nunca ha leído nada.

    Bien, ¿cuál de los dos tiene más posibilidades de leer algún día una obra maestra? Evidentemente, el lector de basura, porque está acostumbrado a manejar libros y quizá algún día, por pura casualidad, caiga en sus manos una gran obra. El otro no maneja libros, así que difícilmente llegará a leer alguno, bueno o malo.

    Lo importante, sobre todo en determinado tramo de edad, es adquirir el hábito de leer, y cómo suceda esto importa poco, pues el buen gusto no es innato, sino que se conforma con el tiempo y buenos consejos. Estoy convencido de que JK Rowling ha creado muchísimos más lectores (incluso "buenos lectores") que James Joyce.

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  8. Es posible que algo de razón tengáis. La rabia es que esto de escribir mirando a la pantalla es muy castigador y me cansa sobremanera. Me pasaría un buen rato hablando con vosotros, con un cafelito por delante. El tema lo merece.

    Gracias y un saludo.

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  9. Barbusse: Es verdad, eso de leer en pantalla es un latazo. Yo, por mi trabajo, estoy acostumbrado a hacerlo, pero no me gusta. Lo que pasa es que las "tertulias de café" se han trasladado a Internet, a lugares tan acogedores como este magnífico blog de Elena.

    Respecto al tema que nos ocupa, es algo que me interesa especialmente, un asunto al que le he dedicado mucho tiempo. De hecho, he impartido un par de veces una conferencia que se llama "Elogio de la mala literatura" y trata precisamente sobre lo que estamos hablando.

    Un saludo

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  10. Gracias a ambos por vuestras interesantes aportaciones. Es un placer contar con visitantes como vosotros en mi blog. Como dice César, a falta de poder debatir en persona con un café delante, están estas tertulias en la red, que tienen la ventaja de acercar a gente dispersa (y dispar).
    Me encantaría asistir a una de esas conferencias de "Elogio de la mala literatura". César: no dejes de avisarme si vuelves a hablar de ello en algún sitio.

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  11. Esa conferencia la he soltado en los dos sitios más dispares que os podáis imaginar: el ayuntamiento de Vitoria y el Instituto Cervantes de Nueva York. Y no, no la he publicado (aún no he descartado utilizarla alguna otra vez). Pero si os interesa mucho puedo enviárosla por e-mail.

    Hay otro tema que me fascina y sobre el que también dicté una conferencia. Trata sobre los procesos mentales que se esconden tras el acto creativo y de cómo el sistema de enseñanza destruye la creatividad en lo jóvenes. Aunque no lo parezca, eso tiene mucho que ver con el tema de las buenas lecturas.

    Con un poquito de imaginación, cuando entro en "Notas para lectores curiosos" es como si entrara en un café antiguo y me sentara a charlar en torno a un velador de mármol, en voz bajita y con un café. Ah, y entre tanto fuera llueve y hace frío :)

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    1. Me gustaría mucho leer esa conferencia César. Si puedes enviármela, te lo agradeceré.

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    2. Pues a mí me encanta tu blog (recientemente descubierto) y creo que me ayuda a ser mejor lectora. Gracias.

      MJ

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    3. Gracias a ti, MJ. Bienvenida al blog. ¡Espero verte a menudo por aquí!

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  12. Qué conversación tan interesante! Tal y como apunta Barbusse, digno de un café.
    Sin dudarlo, estoy de acuerdo con Elena y con César. Hace unos años, daba clases de repaso a un chico al que no le gustaba nada leer. Me acerqué a una librería del barrio, y cayó en mis manos el pri. er libro de Harry Potter antes de que se hiciesen famosos. Cada clase, leía al alumno un fragmento para hacer los dictados y lo dejaba en la parte más emocionante. Tardé un mes en conseguir que el alumno picara y se lo leyese solito. Lo sentí como un logro.
    Actualmente soy profesora de piano, y he de decir que el debate sobre las obras que se deben enseñar en clase es exactamente el mismo. Hay unos pocos alumnos de 8 años que disfrutan de Mozart desde el primer día. Bach es harina de otro costal. Sin embargo, una banda sonora de Disney hace que se pongan a trabajar con verdadero entusiasmo por su propia cuenta. Siempre tengo la esperanza de que esas obras "menores" les ayuden a conseguir una habilidad que con el tiempo les permita acercarse a obras de mayor envergadura.
    Tanto si se acercan como si no, a obras de mayor calidad musical o literaria, sigo pensando que es preferible que tengan hábito de lectura y de escucha a que no lo tengan.

    Un abrazo fuerte a tod@s, y enhorabuena por el blog, Elena. Es uno de mis sitios favoritos de Internet.

    Srta Tecla

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    1. Muchas gracias por tu contribución. Me ha gustado mucho saber que con la música pasa algo parecido que con la literatura. Claro, con el oído educado por las series de dibujos, el muzak de los grandes almacenes y los 40 principales que con suerte pondrá su hermano mayor, ¿cómo van los angelitos a querer tocar a Bach?
      Estoy segura de que tu método es bueno, y de que con el tiempo verás cómo alguno de estos pianistas en ciernes se aficiona a la "buena" música. Tengo que confesar que yo de pequeña también asistí a clases de piano, pero con el método antiguo, claro, ese en que te machacaban a estudios de Cramer y otras piezas francamente poco atractivas. Que a pesar de ello me haya convertido en una melómana feroz no sé si se debe a la pura casualidad o (quiero creerlo) a que durante mi infancia en mi casa se escuchaba mucha música clásica. Lo mismo que conviene leerles a los niños de pequeñitos, para que se aficionen a la lectura, también una dieta musical con cierto nivel creo que aumenta las posibilidades de conseguir adultos con criterio.
      Por cierto, me he pasado por tu blog, que me parece muy interesante, aunque mis épocas de aporrear el piano quedan lejos.

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  13. Elena que gran placer ha sido leer tu entrada y el debate que ha surgido en los comentarios.
    Yo no sabría hacer una distinción entre buena y mala literatura. Supongo que eso en todo caso debería dejárselo a esa "crítica culta" y al bagaje literario que lleva a sus espaldas.
    Lo único que puedo decir es que yo soy lectora de todo aquello que me llena, que me emociona; aquello que moviliza mi espíritu crítico y los conocimientos que adquirí a lo largo de los años, afianzándolos e incrementándolos en muchísimas ocasiones.

    Fuí lectora de Julio Verne, de J.K Rowling, de Rosamunde Pilcher, de Ken Follet, de Umberto Eco, de bestsellers, novelas románticas y casi cualquier libro de temática histórica que se cruzase en mi camino. Me llenaron como lectora a los 14, a los 16 y hasta los primeros años de carrera.
    Después vendrían los ensayos obligatorios, los leídos por placer, las obras literarias más serias, aquellas que me ayudaron a profundizar mis conocimientos sobre el lado más humano de cada época histórica y que hicieron crecer en mi el deseo de especializarme en Historia social.
    Después de haber aprendido tanto, de haberme nutrido de tantas voces que me han inspirado, es evidente que hoy no disfruto de los mismos libros que a los 16, y lejos de considerarme aristocrática pocas, muy pocas veces me acerco a la mesa de novedades y grandes ventas. Simplemente porque no encuentro en esas lecturas todo lo que anhelo encontrar cuando abro un libro.

    Como bien decis César y tu Elena, el bagaje cultural y la formación son claves para la formación del lector y para la selección de lecturas que haga a lo largo de su vida. Pero, el primer paso es abrir un libro, no importa cual, lo importante es que se cree el hábito y después…que el destino reparta suerte y buenas lecturas :)

    Un abrazo.

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    1. Gracias por compartir tu historia lectora, Marie. Como dices, al final lo más importante es abrir un libro, que puede ser la puerta para entrar en el mundo de la lectura... del que con un poco de suerte no saldrás jamás.

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  14. Quizá yo lo he entendido mal. El planteamiento me suena un poco simplista: hay libros "A", más complejos y otros "B", más sencillos; los primeros los lee el lector "A" (la élite, deduzco) y los segundos el lector "B" (el vulgo). Y parece que, irremediablemente, perteneces a un grupo u otro. Esta es la tesis que no comparto.
    Seguro que quien escribe esto no lo pretendía, pero la impresión que provocan este tipo de artículos es que su autor se sitúa, implícitamente, en el grupo “A”, el de la élite, el del lector pata negra, el que sabe “de qué va esto de los libros” frente al vulgo ignorante. Nadie se pone a hacer distingos para colocarse en el grupo perdedor.
    Cada lector es, por usar una frase hecha, “un mundo”, pero todos leemos un tipo de libro u otro dependiendo de lo que queramos en cada momento. Nuestra cultura o inteligencia es la misma cuando leemos a Márkaris que cuando tenemos a Cervantes entre manos.
    Admito que para sacarle todo su jugo a determinados libros conviene tener una formación y una cultura que no todos hemos logrado. Personalmente, voy más allá: creo que, como en el cine, si no es versión original, en realidad no estás leyendo la auténtica obra literaria. Shakespeare traducido no es Shakespeare, es otra cosa. Si no hablas inglés, no captas su obra al 100%. Sin embargo, no renunciamos a leer a Shakespeare, Proust o Pushkin por el hecho de que no conozcamos su obra de primera mano. Lo mismo nos ocurre a los occidentales que nos enfrentamos a literaturas más exóticas (para nosotros), pues no entendemos plenamente el contexto y las connotaciones de cada hecho o incluso cada palabra. No hablo ya de la sutileza de los haikus o de la poesía de la dinastía Tang, sino incluso de novelas más cercanas en el tiempo, como las de Kawabata o Mishima. ¿Debemos renunciar a obras de otras tradiciones porque no las podemos leer –parafraseando a la autora del blog- “en el verdadero sentido de la palabra”?
    Yo no, desde luego. Habrá libros de los que saque más provecho y otros menos, pero no me voy a cerrar nunca ninguna puerta.
    A mí no me da lástima que la gente se lance a leer “En busca del tiempo perdido” o a Roberto Bolaño y “pille” sólo la cuarta parte de lo que el autor quiso decir. Lo que me parece lamentable es que la gente dedique el noventa por ciento de su tiempo al fútbol o a los cotilleos sobre los famosos, en lugar de leer un libro. Cualquier libro.
    Si desde blogs librescos se da a entender que la literatura está formada por obras inasequibles salvo que tengas una gran cultura o una disciplina y paciencia adecuadas para una lectura minuciosa, mal vamos. Esto, me parece a mí, desanima a cualquiera.
    Los que se ven estigmatizados por leer cosas más sencillas nunca los intentarán cosas más complejas.
    Y, desde luego, se ahuyenta definitivamente a los que jamás han abierto un libro. Pensarán: “Si hay que hacer un máster para disfrutar de un libro, paso. Ver la tele es más fácil”.
    Reconozco que mis gustos personales influyen en mi opinión. Leo todo tipo de libros y siento un gran interés por toda la cultura popular (del cine al cómic, pasando por la novela romántica o las novelas gráficas). La buena literatura nunca me ha hecho despreciar la ficción popular (ciencia ficción, romántica o novela negra).
    No tengo problemas que, en mis armarios y baldas, los lieder de Schubert (¡incluso el “Moses und Aron” de Schönberg!) estén junto a los grandes éxitos de los Beatles. Una peli de Bergman esté pegadita a otra de Spielberg. Italo Calvino y Camus llevan bastante bien que entre ellos se interponga Camilleri.
    Como todo el mundo, pienso que lo que me va bien a mí, puede ajustarse a la realidad de mucha otra gente. No todos somos el lector "A" o el lector "B", sin matices.

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    1. Lo siento si te ha parecido que mi artículo dividía el mundo lector en "blanco" y "negro". No era la intención, pero en tan breve espacio no es fácil dejar claros los matices. De todos modos, creo que a lo largo del debate que se ha abierto ha quedado bastante claro que no estoy a favor de la lectura elitista, ni tampoco de estigmatizar a nadie por leer unos libros y no otros. Si has leído algunas otras entradas de mi blog, verás que mi abanico de lecturas es muy amplio, y que no hago distingos entre unas y otras.
      En cualquier caso, la intención inicial no era hablar del tipo de libros que se deben leer, sino del partido que se puede sacar a toda lectura. Está claro que voy a tener que escribir sobre eso en otra entrada.
      Comparto en cierto modo lo que dices sobre las traducciones: por buenas que estas sean, nunca leeremos el mismo texto que si leyésemos el original. Pero no por ello renunciamos a leer los textos traducidos, ¡eso sí sería una gran pérdida!

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  15. Pues yo, al contrario que muchos de mis predecesores, creo que te has explicado perfectamente. Y, no solo estoy de acuerdo, es que leyendo el post me he explicado muchas opiniones y posturas que no acababa de entender.

    Y estoy en desacuerdo con que leer a cualquier precio es más recomendable que no leer nada. Hay actividades que cultivan aproximadamente igual que la lectura y algunos libros cuyo vocabulario, sintaxis, pobreza intelectua puede producir el efecto contrario. Pienso que los que afirmais esto ni imaginais la clase de basura encuadernada que corre por ahí. Sin contar con que los asiduos de ella están perfectamente satisfechos, no se plantean leer porque ellos YA LEEN. Piensan que la literatura es lo que consumen y que su gusto subjetivo les guía perfectamente. si a ellos les gusta es bueno, sin más. En cambio un no lector siempre tiene cierta mala conciencia y quizá pueda acabar degustando un buen producto.

    Por otra parte, a mí no me ha quedado la impresión de que el argumento propuesto constituya un ataque a la literatura popular. Hay libros, música etc. asequibles a todos los públicos pero que, tras esa aparente sencillez, esconden un montón de cualidades. Y viceversa, obras muy complejas que son auténticos ladrillos.

    Con cuestiones como esta y tertulianos así, da gusto participar en los debates. Gracias

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    1. Me alegra ver que al menos alguno de mis lectores se ha dado cuenta de cuál era mi intención al escribir esta entrada. Que, por supuesto, no pretendía atacar la literatura popular, ni la de género. Personalmente, yo puedo disfrutar mucho más leyendo una aventura de Tintín que algunas novelas de las que se pretenden cultas. Porque de eso se trata, de saber por un lado volcarse en la lectura (cualquier lectura) y de sacar de cada libro todo lo que es capaz de darnos. Que a menudo es mucho más de lo que parece.
      Gracias a ti por participar también en el debate.

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  16. Quería decir "vocabulario, sintaxis, pobreza intelectual etc."

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    1. Llego un poco tarde al debate, pero es tan interesante que no me he podido resistir, aunque no tenga mucho que aportar.
      No sé qué tipo de lector seré yo, aunque me identifico con lo que dice Lewis sobre el lector al que le interesan los hechos. La de cantidad de libros de "alta" literatura que habré leído, que disfruté de lo lindo, y de los que no recuerdo qué pasaba al final.
      Por otra parte, ¿no pensáis que sería horrible vivir en un mundo en el que la mayoría de la gente leyera a Mann, Shakespeare, Proust, Goethe...?
      En un mundo así, como acto de rebeldía yo leería a Coelho.

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    2. A mí lo de no recordar el final no me pasa sólo con la "alta" literatura. De hecho, suelo conseguir olvidar cómo acaban gran parte de las novelas policiacas que he leído, de manera que puedo leerlas de nuevo sin saber desde el principio quién es el asesino. Aunque es posible que esto sólo sea un fallo de retentiva mío...
      Por supuesto que sería un aburrimiento un mundo donde solo se pudiesen leer grandes autores, las lecturas ligeras son imprescindibles para la salud lectora. Ahora bien, lo de pasarse a Paulo Coelho me parece ensañamiento :)

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