John F. Peto

John F. Peto
Cuadro de John F. Peto (detalle)

viernes, 12 de febrero de 2016

FICCIÓN PARA TODAS LAS PROFESIONES

Franz Dvorak, Lectora pensativa
 
El descrédito de la ficción viene de lejos, de muy lejos. Que las aventuras narradas en los libros de caballerías podían ser dañinas para el cerebro lo sabía ya bien Alonso Quijano, mientras que innumerables e ilustres clérigos se encargaron durante siglos de pregonar que la ficción era del todo perjudicial para las mujeres, que mejor harían en limitar sus lecturas -suponiendo que el cuidado de los hijos y la casa les dejase algo de tiempo libre- a libros piadosos. Ciertamente, el esplendor de la novela del XIX contribuyó a rescatar este género de las catacumbas y a darle una pátina de respetabilidad. Sin embargo aún hoy leer novela, en especial en ciertos círculos y en determinadas profesiones, lleva consigo un aura de frivolidad. ¿Leer a Philip Roth en vez de las actas del más reciente congreso de histopatólogos, el último número de Economist & Jurist o la información de Bolsa? Hay a quienes les suena a pérdida de tiempo. Así, muchos profesionales de las ciencias, la medicina, la economía o el derecho, afirman sin ningún rubor que ellos leen, sí, pero sólo publicaciones relacionadas con su campo de actividad, o como mucho algún ensayo de temas también afines.
Sin embargo, harían bien en dedicar más atención a las novelas. No lo digo yo, lo dice lord Denning, Master of the Rolls, es decir, presidente del tribunal de apelaciones británico. Procede la referencia de un libro ameno e interesante por muchos otros motivos, Mi Londres, de Simonetta Agnello Hornby, de obligada lectura para londonófilos. (Para quien quiera saber más sobre él, dejo aquí una reseña.) Esta escritora y novelista, de origen siciliano, pero trasplantada a la capital británica desde 1963, ha ejercido allí la abogacía durante muchos años, profesión que ha sabido combinar con una enorme curiosidad por la historia, la literatura, la ciudad, las caminatas, y muchas cosas más. Cuenta ella que su único encuentro con este personaje fue con ocasión del solemne acto de entrega del diploma que le permitiría ejercer la abogacía.
 
 
 
 
Al dirigirse a los flamantes abogados, lord Denning no les exhortó a ser honrados, a estudiar las leyes o a hacer todo cuanto fuese posible por sus clientes. Esto, les dijo, ya lo sabían. En cambio, les dio otro importante consejo:
 
"Lo que sí os digo es que un buen solicitor nunca debe olvidar la realidad y debe observar el mundo. Y además tiene que leer. En particular, novelas. Un buen abogado siempre debe tener un libro en la mesilla de noche, porque el mundo de la ficción se parece más a la realidad de lo que creéis. Las novelas abren la mente y facilitan la comprensión de las historias rocambolescas que os contarán vuestros clientes. El abogado al que no le gusta la literatura se vuelve estéril y nunca será bueno. Yo soy viejo: la experiencia me ha enseñado que cuando en mi sala un abogado no está a la altura de su trabajo, probablemente es que no le gusta leer. [...] Así que leed, y no os sintáis culpables: la literatura os hará mejores abogados."
Una reflexión que no sólo se aplica al derecho. Cualquier otro ejercicio profesional se beneficia de leer ficción, pues las novelas aportan nuevas y distintas visiones del mundo, permiten explorar la condición humana -y todos trabajamos con otros seres humanos- y comprender, desde dentro (porque los novelistas logran que nos convirtamos en otros por unas horas), qué es lo que motiva a nuestros congéneres. Simonetta Agnello Hornby dice que le debe al consejo de lord Denning su carrera de novelista. Pero no hace falta querer ser novelista para apreciar su sabiduría. Matemáticos, físicos, médicos, informáticos, ingenieros, arquitectos, economistas... creánme, leer novelas les hará ser mejores en su profesión. Deberían probarlo.
 

6 comentarios:

  1. Lo que está claro, es que las novelas, la literatura, generan debate. Lees una novela y te ves a ti mismo pensando en qué harías/sentirías si fueras el protagonista. E intentando comprender a los personajes.
    Uno no deja de darle vueltas al coco mientras lee.
    Un saludo :)

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    1. En efecto, porque la lectura es un proceso activo, no pasivo, que moviliza constantemente nuestra imaginación. ¡De ahí que resulte tan fascinante!

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  2. Voy a mirar más bajo la falda del este blog..

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  3. Nunca he entendido a esa gente que dice leer pero sólo "cosas importantes". La ficción es vida. Allá ellos y sus prejuicios.

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  4. La razón de que dijera eso, creo yo, es que los que estudiamos Derecho sabemos que al final parte de nuestro trabajo es pura ficción. Nunca oirás a un médico decir que "el papel lo aguanta todo".
    No obstante, yo no recomendaría nunca ceñirse sólo a la ficción. Hay que leer ensayo y no de nuestra rama de saber sino de otra diferente, para abrirnos un poco las entendederas y estar al día del conocimiento científico, por ejemplo.
    El problemático es el que no lee nada, o sólo lee "de lo suyo". Ese es presa de los desaprensivos vendemotos, desde las historias trágicas de enfermos que abandonan tratamientos médicos por curanderos a la patética historia de las preferentes o Bankia, por ejemplo.

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    1. Tienes mucha razón. No hay nada peor que los que sólo leen "de lo suyo", cerrándose así voluntariamente al resto del mundo.

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