Fotograma de la película de Jean-Pierre Annaud basada en El nombre de la rosa. Guillermo de Baskerville (sen Connery), investigando en la biblioteca. |
Con ocasión del reciente y lamentado fallecimiento de Umberto Eco, numerosos artículos han evocado su obra más conocida, El nombre de la rosa -aunque él aseveraba que de toda su producción, lo único que perduraría sería el manual sobre Cómo se hace una tesis-, citando una y otra vez los referentes literarios de algunos de sus personajes, especialmente del monje Jorge de Burgos (trasunto de Jorge Luis Borges, una referencia de lo más transparente) y de Guillermo de Baskerville, compuesto según se dice de Sherlock Holmes (el nombre de Baskerville evocaría el famoso relato de Conan Doyle "El perro de los Baskerville") y Guillermo de Occam (el propio Eco admite en sus Apostillas a "El nombre de la rosa" que "al principio decidí que el detective fuese el propio Occam, pero después renuncié porque la persona del Venerabilis Inceptor me inspira antipatía").
John Baskerville |
Curiosamente, nadie cita como inspiración para nombrar a este detective medieval a otro personaje que a mí -será por mi formación- siempre me viene a la cabeza cuando oigo este nombre: John Baskerville. Cualquiera que se haya movido entre imprentas conoce la tipografía Baskerville, clásica, elegante e intemporal. Garamond, Bodoni, Caslon, Baskerville... todos ellos tipógrafos eminentes que diseñaron tipos que en su mayoría -a veces con ligeras variantes- han perdurado varios siglos. Me resulta sorprendente que a nadie se le haya ocurrido mencionar esta posible conexión. Máxime cuando Eco era un gran conocedor del mundo del libro y la bibliofilia: entre sus obras se cuenta un tratado sobre estos temas, La memoria vegetale e altri scritti di bibliofilia, incomprensiblemente no traducido al español.
Por si fuera poco, resulta que no es esta la única vez en que Eco recurre a un insigne tipógrafo para dar nombre a alguno de sus personajes: lo hace también en El péndulo de Foucault, donde además elabora una prolongada broma metaliteraria (¿o se debería decir metatipográfica?). Los tres personajes principales de esta novela -Casaubon, Belbo y Diotallevi- trabajan para la Garamond, pretendidamente una editorial seria, que a su vez alberga otra editorial más oscura y mucho más lucrativa, la Manuzio, que comercia con autores autofinanciados (AAF), cuya vanidad y deseos de verse publicados explota sin rubor. El dueño de estas empresas, el señor Garamond, es un personaje diabólico, que resultará estar detrás de algunos de los hechos principales del libro. Aquí, hay, por supuesto, un guiño al lector avisado: tanto Claude Garamond (1499-1562) como Aldo Manuzio (1450-1515) son dos de las figuras más notables de la historia de la imprenta en Europa. Casaubon, por cierto, es igualmente un nombre de resonancias bibliófilas: Isaac Casaubon (1559-1614) fue un erudito clásico, filólogo y bibliotecario.
Tal vez me paso de lista o quiero ver lo que no hay -asemejándome así a los propios personajes de Eco, tan a menudo envueltos en construir teorías de la conspiración-, pero teniendo en cuenta los antecedentes de Eco y su trayectoria literaria, me cuesta no creer que Guillermo de Baskerville no sea -también- un homenaje al distinguido tipógrafo inglés, que era además un insigne ilustrado, una de esas figuras que seguro hacían las delicias del escritor italiano.
Por cierto, si quieren saber más de tipógrafos y tipografía, recomiendo la web Unostiposduros y, con referencia a Baskerville, muy especialmente el trabajo de José Ramón Penela sobre él.
No he leído a Eco todavía. A ver cuando cojo El nombre de la Rosa. Pero igualmente agradezco estas entradas, me gustan estas curiosidades :)
ResponderEliminarUn saludo.
¡Gracias, Letraherido!
EliminarLa primera vez que oí hablar de Umberto Eco fue en primero de periodismo allá por los años... Uf, ni me acuerdo, pero era en el siglo pasado. Primero lo conocí como lingüista porque por aquel entonces su teorías sobre los mass media (en pleno cambio) y la agenda setting eran pioneros en la universidad. Tengo los mejores recuerdos de sus artículos sobre teorías de la comunicación, eran mis preferidos junto a los de Noam Chomsky. Eco porque siempre era divertido y simpático y Chomsky porque hacía que todas las piezas encajaras.
ResponderEliminarDurante ese primer curso leí "El nombre de la rosa" y nuestro profe nos enseñó a descubrir los guiños y los chistes de Eco (el juego de nombres que tú comentas, por ejemplo).
Y tengo los mejores recuerdos de "Cómo se escribe una tesis", no solo porque era claro y contundente sino porque era... ¡divertido y ameno! ¿Cómo puede ser un manual teórico tan ameno? Solo Eco lo puede conseguir. Por eso, cuando te he leído diciendo que él pensaba que solo le sobreviviría ese libro, he pensado "¿y qué? es un libro estupendo y se vislumbra su personalidad".
Me ha encantado esta entrada, Elena, muchas gracias. Bss
A mí también una de las cosas que más me gustan de Eco es su sentido del humor. ¡Incluso cuando habla de cosas serias!
EliminarGran artículo.
ResponderEliminarMe encanta esa relación tipográfica en la obra de Eco.
Y contracorriente me temo que de muchos, El péndulo de Foucault creo que su obra cumbre.
Prácticamente tengo toda su producción (incluida su preferida de Como se hace una tesis), sin embargo no conocía "La memoria vegetal". Espero que la traduzcan cuanto antes.
Gracias, Pece. Yo tampoco entiendo porqué no se ha publicado aquí "La memoria vegetal". Esperemos que en algún momento se decidan a hacerlo.
EliminarEn "La misteriosa llama de la reina Loana", el personaje principal de la novela, curiosamente, se llama Giambattista Bodoni. ¡Saludos!
ResponderEliminar¡Jaja, claro, otro de los guiños tipográficos favoritos de Eco! Gracias por la información, Nat.
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